Esas cinco palabras continúan repitiendo dentro de su cabeza a medida que va avanzando dentro de la casa. La llamada de Minerva no lo hubiera sorprendido si no fuera porque sucedió en un horario fuera de lo habitual y la voz de ella denotaba una emoción tan atrapante, que por un segundo se sintió asfixiado. Sin embargo, no la culpa porque cualquiera en su sano juicio se alegraría de recibir un mensaje del más allá y más si proviene de tu amado pero lo que teme es que termine por enloquecer si ese bendito mensaje no dice algo esperanzador.

Con ese pensamiento en mente, se encargó de asegurarle a su madre que él se encargaría de la situación junto a Revv, el brujo del clan. Ahora bien, tiene una nueva complicación porque nunca pasó tiempo con el último miembro del clan, si bien, lo ha visto en algunas reuniones del pasado, no significa que haya pasado tiempo junto a él como para tener una noción de cómo es. Solamente sabe lo básico, esos detalles que Minerva le fue susurrando cuando le comentó que ahora tendrían un brujo para ayudarlos en todo y por más que el método que eligió junto a Vulcano no fue de su agrado, no emitió ningún comentario al respecto.

— ¿Estás por aquí, Reverie? —Exclama en un tono alto mientras avanza por un pasillo largo dentro de la casa, bueno, parece bastante una mansión en vez de una casa. — Minerva nos dió la tarea de descubrir qué dice el mensaje — Continúa hablando en un tono alto hasta que llega a un depósito que es utilizado como una especie de oficina. Hace una mueca al darse cuenta lo pequeño que es el lugar, es algo que le desagrada por completo pero nadie en su sano juicio sería capaz de llevarle la contraria a Minerva.

Un suspiro se escapa de sus labios mientras que golpea la puerta con sus nudillos. A pesar de las órdenes de Minerva, él tiene su propia manera de ser, por ende no lo va a tratar como un simple objeto aunque la función de Reverie sea esa. Esconde las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta mientras que espera que aparezca el brujo y si, no piensa ingresar a un espacio ajeno como si nada.

Las secuelas persistían como como aferrándose a su próximo minuto de protagonismo. A veces incluso respirar dolía aún, pues una bocanada muy grande, un suspiro desmedido producía punzadas allí donde las heridas habían estado abiertas, ahora sanando. Lo más difícil era acostumbrarse a ver con un solo ojo, pues esto provocaba que su cuerpo chocara en ocasiones contra las cosas y eso causaba aún más dolor; era increíble como se perdía la percepción de las distancias y la profundidad cuando se perdía, literalmente, la mitad de la visión. Reverie no se quejaba ni siquiera cuando Minerva le arrancaba los parches con tanta fuerza que no sabía si era para que doliera menos o, al contrario, para que doliera aun más, pero cualquiera podía notar lo adolorido y cansado que estaba.

—Ya pasó más de un mes, Reverie. Me duele pensar que no le estás poniendo la suficiente atención...

Las palabras, sin embargo, podían doler incluso peor que las múltiples heridas que llevaba en el cuerpo...

—Lamento estar tardando tanto... Seguiré estudiando duro, lo prometo...

No necesitaba ver la espalda de Minerva marchándose del pequeño depósito donde toda la vida había trabajado para saber que los pasos marcaban una furia contenida que terminaría cayendo, posiblemente, en alguien más. Si de por sí era una mujer impaciente, la matriarca Cayeldra se había vuelto todavía más peligrosa desde que aquel mensaje de Vulcano había llegado a Reverie y Ceres durante la noche de Año Nuevo. Solo ellos tres lo habían sabido por un tiempo hasta que finalmente la cabecilla del clan decidió que compartirían la información con el primero de los convertidos: Caelus; un nombre que, para Reverie, casi sonaba tan lejano como el de Vulcano, pues apenas si se habían visto alguna vez al año en todo ese tiempo había sido mucho.

Ahora le tocaba trabajar con él para descubrir el mensaje cifrado del antiguo líder de la familia y los nervios de Reverie solo podían empeorar.

"¿Estás por aquí, Reverie?" El brujo dio un respingo en el lugar, suficiente para golpear su cabeza con la puerta-trampa del diminuto sótano. Oyó la voz del contrario continuar hablando mientras se apresuraba a subir, para llegar lo más pronto posible a abrir la puerta del depósito. El lugar era casi una pocilga, pero Reverie lo mantenía más o menos limpio, no tan ordenado. Había cosas por todas partes: en su mayoría libros, algunos objetos que habían pertenecido a Vulcano y que Minerva había proveído a Reverie para investigar, frascos, cuencos, velas y otros elementos para rituales, una larga lista de etcétera. En el "sótano" (donde apenas entraba una persona parada y podía caminar unos cuatro o cinco pasos en un cuartito adyacente de dos por dos) había un enorme pentagrama pintado en el suelo, una luz anaranjada que apenas dejaba ver y no muchas más cosas, pues es donde el Nigromante mayormente llevaba a cabo sus prácticas individuales de magia y necesitaba que el espacio estuviese despejado.

—Lo siento, pasa, pasa... —Al abrir la puerta y correrse de esta para que ingrese, le fue imposible mirar a los ojos al mayor. De por sí esto era algo que al brujo le costaba, pero todavía más en ese momento donde se sabía frente a una figura de autoridad casi al mismo nivel que Minerva—. Minerva me dijo que vendrías, sí... Ella cree que las palabras que mencionó Vulcano durante su aparición pueden hacer algún sentido tal vez para ti... —explicó tomando su grimorio, donde tenía anotado dichos mensajes en tres idiomas distintos: inglés (el usado por Vulcano), latín y coreano. Reverie, sin embargo, dudó un segundo de entregarle el mismo al contrario, esperando recibir la indicativa de que lo hiciera—. ¿Quieres... que empecemos ya mismo o prefieres que te explique cómo fue el encuentro antes?

En el instante que la puerta es abierta tiene el presentimiento de que esta tarea le llevará mucho tiempo y no solamente eso sino que encontrará tantos errores que tendrá que contenerse para no generar ningún problema. La verdad es que no es muy cercano a los demás integrantes del clan, en especial con el brujo porque tiene un aspecto delicado que directamente prefiere evitarlo.

Sin ocultar su desagrado hace una mueca mientras ingresa al pequeño lugar que tiene el brujo para realizar todos los trabajos. Observa cada centímetro con atención, reafirmando el disgusto porque no entiende como es posible que esté en un lugar como este y por más que sepa de antemano como es Minerva, le sigue pareciendo incorrecto. Necesita un lugar más amplio, tal vez más iluminado y menos polvoriento. Sin embargo, no será él quién diga algo en contra. Finalmente su mirada se posa en el brujo. — Te ves como la mierda —Sentencia con una abrumadora sinceridad.

Nuevamente Minerva le había comentado que el ataque que sufrió Reviere no había sido para tanto, algo minúsculo y que se iba a recuperar rápido pero la imagen que tiene delante suyo es todo lo contrario. No omite ningún comentario al respecto aunque ganas no le hace falta. — Me había dicho eso también me comentó que tú sesión junto a Caeres fue un desastre — Dice mientras que se acerca hacia donde está el grimorio. — ¿Cómo es posible que dos integrantes del clan no puedan saber que dice un mensaje? No tiene sentido que sean tan inútiles— Expresa su molestia. Si no pueden comprender lo que decía un mensaje, no puede confiar en que van a proteger al resto del clan.

Sin dudas, tiene mucho trabajo que hacer. — Mejor hace un resumen de lo que sucedió— Le pide en un tono serio. Camina un par de pasos dentro del lugar para buscar un rincón cómodo para quedarse parado, cruza sus brazos y en silencio espera escuchar el relato.

"Te ves como la mierda". Tal vez aquel no fue un primer puñetazo, pero sí un pellizco o una palmada lo suficientemente fuerte como para dejarle rojizo. Así lo sentía Reverie, que sabía cómo se había tomado Minerva cuando le contó del secuestro; para ella había sido estúpido que saliera tan golpeado, consideraba que debería haber podido escapar mucho más fácil.

Reverie no respondió aquello... y tampoco pudo contestar a casi nada de lo siguiente. Porque hubiera preferido que realmente Caelus, Minerva, todos los Cayeldra a la vez lo estuviesen apaleando a oír esas dolorosas palabras sobre su supuesto paupérrimo desempeño. Podía notarse en su contenida expresión la tristeza, la decepción consigo mismo, la culpa y el miedo de pensar en cuál pudiera ser la próxima represalia en caso de volver a fallar.

Tomó la palabra solo cuando oyó una orden, la de resumir los eventos con Vulcano.

—Nos contactamos con él el primero de enero y se presentó ante mí, pero lucía... desmejorado —pronunció con temor también, pues él nunca había visto a Vulcano en persona, solo una foto que una vez le había mostrado Minerva. ¿Y si en realidad el hombre se veía de ese modo normalmente? Pero no... No podía ser. Esa alma se veía de veras sufriendo lo indecible—. Le costó encontrar palabras para comunicarse y finalmente... —ahora le costó a él pronunciar lo que estaba a punto de decir, porque sabía que en parte no debía hacerlo, pero tampoco encontraba una manera de maquillarlo de otra forma—. Señaló a Ceres e hizo un gesto con su mano. —Imitó el mismo, poniéndose el índice cerca de los labios, mas sin tocarlos—. Y dijo estas palabras... Pero en protoitálico. Es la lengua madre del latín... —Dicho esto, Reverie buscó la página donde estaban anotados los mensajes y se la alcanzó a Caelus. Esperó que leyera y, sin poder mirarlo a los ojos, sugirió una idea que venía masticando desde hacía tiempo. Vulcano había señalado a Ceres y su gesto de "silencio", en realidad, no había sido exactamente sobre los labios. Podía ser eso... o podía ser un "uno". ¿El primero...? El primogénito: Caelus—. Creo que el segundo mensaje está dirigido a ti... —Y el primero había sido para Ceres. Pero lo que Reverie creía que podían significar... no podía decirlo. Tampoco le había dicho a Minerva que creía que esos mensajes eran para dos de sus hijos, había omitido esa parte con maestría pero en más de una ocasión sintió el dolor en el pecho que anunciaba la amenaza por estar mintiendo. "Omitir no es mentir", se repetía en su mente las palabras que alguna vez Minerva le había dicho, pero él mismo no las terminaba nunca de creer—. "Caelus", es... Es el dios del cielo romano...

El mensaje para el susodicho rezaba: "Lloverá para que la égida no se herrumbre. Lloverá sobre los libros y los libros secarán. Bajará, desde lo alto, la salvación. Es el hijo que engendró al padre quien debe engendrar a sus hermanos". Y, sobre éste, todas las veces que se mencionaba la lluvia estaban subrayadas, así como las palabras "desde lo alto" y la última oración por completo; con flechas que salían desde ahí hacia un costado, se podía leer "Caelus = Urano", "Etimología de Urano: (F)orsό (en sánscrito: varsa, «lluvia»), hacedor de lluvia". "Desde lo alto = cielo". "Caelus = padre".

La mirada del brujo le produce un malestar pero no de pena sino que no puede entender porque no se defiende, de hecho, a estas alturas debería ser un buen hechicero o por lo menos estar a la altura de lo que precisa el clan. Es increíble que tanto Vulcano como Minerva fueron tan suaves con los integrantes que se fueron sumando al clan, algo que no fue así con él. Detalle que agradece con todo su ser porque se volvería loco si fuera tan inutil como el resto del clan. Se mantiene en silencio para escuchar el relato completo de lo que sucedió en el primer intento de contactar con Vulcano.

Lo mira confundido porque era imposible que Vulcano estuviera desmejorado, jamás lo fue estando vivo, de hecho, nunca había conocido a alguien tan pulcro con su imagen incluso algunos hábitos que tiene a la hora de verse bien fueron adquiridos gracias a Vulcano. Evidentemente está sufriendo pero.. ¿Por qué? ¿Qué es lo que existe en el más allá como para que esté así? ¿Y si está desesperado por volver? ¿O desesperado en evitar algo? Hay muchas opciones pero pocas pistas que le indiquen un camino medianamente seguro. — Maldición, siempre tiene acertijos y misterio para todo — Pronuncia con fastidio al ver la seña que realiza el brujo.  Puede significar muchas cosas, de hecho, nada es al azar porque cada cosa que haya dicho o mostrado Vulcano tiene un propósito.

Lee con atención el mensaje y asiente con su cabeza ante las palabras del brujo porque es cierto, sabe lo que significa su nombre. Permanece en silencio mientras lee, una sensación desagradable se instala en su interior porque el mensaje no para nada alentador porque significa que Vulcano lo acaba de marcar en algo grande. Tres veces lee el mensaje por completo mientras que va pensando todos los momentos más significativos que compartieron pero también está evaluando la situación actual. Es cierto que desde que Vulcano no está las cosas han cambiado pero el ambiente se siente extraño, de hecho, todo lo que gira alrededor de Minerva es extraño, misterioso y peligroso.

— ¿No dejó ningún mensaje para Minerva? ¿No hizo algún gesto relacionado a ella? — Le pregunta con seriedad mientras que le devuelve el libro. Sin dudas, tiene que ser muy cuidadoso con lo que diga a partir de ahora porque tampoco se puede confiar al cien por ciento con que el brujo no le dirá nada a Minerva. Desgraciadamente no es como si lo pudiera chantajear con facilidad, así que tendrá que emplear otra técnica para asegurarse que ese mensaje no lo verá Minerva. Puede ser que se esté equivocando pero presiente que las decisiones más importantes van a correr por su cuenta y él detesta actuar por impulso, en especial si se trata de su familia.

— Sabes, antes de seguir buscando el significado de lo que quiere decir Vulcano deberíamos aprovechar en relacionarnos más, ¿No lo crees? — Le pregunta como si nada. Dentro de lo que puede en ese espacio reducido camina un poco mientras observa con curiosidad los libros que hay.

Estaba a punto de empezar a sangrar por la nariz. Podía presentirlo... o quizá era la sensación que Reverie tenía porque, incluso si no había usado demasiada magia en la última hora, sentía su cuerpo y el cansancio como si lo hubiera hecho. Claro estaba que los vestigios de haber sido secuestrado y todo lo que conllevó después no ayudaban en nada, pero, Dios... Lo peor no era lo físico, era lo mental.

La presión que sentía el nigromante en esos momentos podía ser solo equiparada a quedar sepultada sobre toda la cadena de las rocallosas.

Ante la pregunta hecha por Caelus, Reverie negó sin mirarlo a los ojos. De hecho, hizo muy pocas veces lo segundo, casi pudiendo decirse que descubría su rostro y facciones únicamente cuando el mayor no lo estaba mirando.

—No pareciera que fuese así. —¿Fue aquel un "no" bien usado? Tampoco lo sabía, pero estaba siendo honesto al cien por cien. Vulcano no había dado un solo indicio de querer dirigirse a su esposa, lo único que quedaba por descartar es que el gesto o la pista hubiera sido tanto más sutil que Reverie no pudiera haberla leído... lo cual lo aterrorizaba todavía más si en algún momento se sabía. Pero estaba casi tan seguro de ello como de que los mensajes pertenecían a Caelus y Ceres respectivamente; nada más... aproximadamente—. ¿Rela...cionarnos? —Fue entonces cuando la confusión se apoderó de él. El de cabellos lila levantó la mirada cual cachorro a punto de ser regañado y se notó su falta de entendimiento de la situación—. Me... me parece bien si le parece bien, sí... —Aceptó, por supuesto, como aceptaba todo lo que decían los Cayeldra: porque para él eran órdenes incluso si sonaban a propuestas "amistosas". Reverie tampoco es que tuviera tanta habilidad social como para reconocer cuando lo estuviesen manipulando, así que solo accedió a la idea de que Caelus realmente le encontraría algo útil a ello y no porque tuviese una segunda intención escondida—. ¿Cómo...? —carraspeó la garganta porque socializar era de las cosas más difíciles para él en el mundo, pero si era una orden era una orden y tenía que cumplirla—. ¿Cómo le gustaría que nos relacionemos? Sé que las personas suelen-... solemos hablar de nuestros gustos... o compartir cosas, como.... un café. Digo, dos tazas de café. Una de... cada uno.

La idea de relacionarse con Reviere es una tarea pendiente que tenía desde hace mucho tiempo, la cual nunca se molestó en realizar porque no había nada ni nadie que apurara esa decisión, además de que en múltiples ocasiones era Minerva quién acapara toda la atención del brujo mientras que iba informando a la familia las nuevas novedades. También lo que debe tener en cuenta es que no es alguien que vaya a interactuar porque si o que le importe mucho tener un buen lazo con todos los integrantes de la familia, así que si, hubo bastante desinterés de su parte aun sabiendo que era algo que necesitaba hacer.

Ahora la situación es distinta porque necesita de alguna manera u otra generar una relación con el contrario para asegurarse de que todo lo que suceda en este espacio reducido, no llegue a los oídos de ningún miembro de la familia, en especial de Minerva. No le agrada tener que ocultarle cosas a su madre pero es evidente que Vulcano está advirtiendo de algo sucederá en la familia y que por desgracia la responsabilidad a la hora de tomar decisiones recaerá sobre sus hombros. — Exacto — Le responde manteniendo su semblante tranquilo. Debe confesar que la reacción del brujo es algo que le causa extrañeza porque pareciera que nadie le da un mínimo de atención o afecto.

Una sutil pero breve risa se escapa de sus labios porque lo está viendo actuar de una manera tan tímida que roza lo infantil. — ¿Acaso nunca te relacionaste con alguien? — Le cuestionó con curiosidad. Claramente está obviando la parte negativa de esta revelación, la cual es lo solitario que esta el contrario y quien sabe, quizás... no se relacione con nadie más del can, lo cual sería una locura para cualquiera pero no para el menor. — Creo que un buen café sería lo idea y podamos conversar de lo que te gusta hacer, no creo que tu mundo comience y termine dentro de estas paredes — Pronuncia como si nada.

— ¿Sabes preparar café? ¿O usar la máquina? — Le cuestiona con curiosidad. Ahora que lo piensa mejor, no dejará que el contrario se encargue de la bebida porque puede ser peligroso, en el sentido de que no tendrá un buen sabor. — Puedo preparar las bebidas mientras haces espacio en este lugar. ¿Qué dices? —Le pregunta para que de paso vaya desenvolviéndose socialmente el brujo.

Incluso para alguien como Reverie aquello era un poco surrealista. No necesitaba tener grandes habilidades sociales —que se sabe, no las tenía— para notar que había algo extraño en el repentino cambio de trato de Caelus hacia él y eso le preocupaba. ¿Debería pensar que era como cuando Minerva le acariciaba el rostro para luego darle vuelta la cara de una cachetada y viceversa? Con Ceres las cosas siempre habían sido distintas, por eso era el único en el que realmente confiaba en los Cayeldra, pero esto... Esto no tenía mucho precedente, ni pies, ni cabeza.

A pesar de las preguntas del mayor, Reverie dejó que hablara y no respondió a casi ninguna, no porque no quisiera, sino porque Caelus le resultaba como una avalancha a la cual no podía seguirle el paso y solo dejarse arrastrar era lo que quedaba por hacer.

—Espacio, claro. Sí... ¿O prefiere caminar un poco afuera? —Le haría bien a él mismo salir un poco. Su nariz estaba poniéndose picosa de estar entre tanto polvo y no le vendría mal un poco de... ¿Luz? Viendo la hora, Reverie descubrió que ya era de noche. Había perdido por completo la noción del tiempo en ese cubículo sin ventanas ni respiración. De todos modos, la "alergia al sol" que tenían los Cayeldra habría hecho que no pudieran salir de todos modos, así que era bueno que el astro mayor ya se hubiese puesto para entonces. Independientemente de la respuesta, Reverie se sintió en la necesidad de seguir hablando. Relacionarse. Tenía amigos por fuera de los Cayeldra, varios a decir verdad, pero con ellos era mucho más sencillo comunicarse—. ¿Sabe qué podemos hacer? Tomar fotos. Se vería bien al lado de esas estatuas que hay en el patio, como si fuese una de ellas —comentó con normalidad su pensamiento, porque era evidente que la belleza de Caelus era incluso tema de conversación en la familia. De hecho se sintió entusiasmado con la idea, esperando la aceptara; había ciertos "experimentos" con luz y sombras que le interesaban llevar a cabo junto a su cámara—. Si le parece bien, iré por mi abrigo.

Que el brujo le hable de "usted" le hace sentir demasiado viejo pero en vez de enfocarse en la molestia que le genera, se da cuenta de que le tiene mucho respeto o miedo, la gran pregunta es.. ¿Es así con todos los integrantes del clan? ¿Con la gente en sí? Ahora le da bastante curiosidad ese hecho porque necesita que no sea tan rígido, en especial porque si se llega a asustar o sospechar de sus acciones, será un desastre si se le ocurre abrir la boca ante Minerva. — Está bien — Le responde en un tono de duda porque no se esperaba escuchar esa propuesta.

Está listo para caminar y abandonar el pequeño y polvoriento lugar cuando la siguiente pregunta logra que lo mire con extrañeza. ¿Porque le quiere sacar una foto? ¿Con qué finalidad? Y la pregunta más importante, ¿Porque justamente a él? Le parece muy extraña la invitación pero no le debería de extrañar, después de todo también es un integrante del clan aunque sea uno de los que menos relación tiene. Ahora que se detiene a pensar, no recuerda haber visto al contrario sacando fotos como un hobbie. — ¿Acaso te gusta la fotografía? —Le cuestiona con curiosidad. —   No se, como debo tomarme tu comentario. ¿Un halago porque soy como una estatua? ¿O molestarme porque quieres mantenerme callado? — Le cuestiona en un tono neutro aunque por dentro le está dando un poco de gracia lo que acaba de pronunciar porque seguramente el brujo le dará un ataque antes de responder.

—   Vamos, es tu día de suerte hoy — Le dice. Retoma su andar para abandonar el lugar. — Te espero en el patio, así buscas tu abrigo y la cámara — Le informa. No espera una respuesta porque se dirige hacia al patio porque quiere aprovechar aunque sea un par de minutos para pensar cómo encarar el nuevo reto que le acaba de mandar en el más allá Vulcano.

Hablar de las cosas que le gustaban a cada uno probablemente era una buena señal, ¿verdad? Reverie había aprendido con el tiempo que esa era una buena forma de relacionarse con las personas. Así y todo, no había forma en que el nigromante no se sintiera bajo presión estando con un Cayeldra, especialmente con Caelus siendo el primero de los hijos. Para él, a excepción de Ceres —y hasta cierto punto—, los Cayeldra eran su familia, sí, pero más que nada eran sus jefes y a quienes les debía la vida.

—Sí. Minerva me regaló una cámara a los 14. La atesoro mucho —explicó ante la pregunta sobre su hobbie que, esperaba, algún día pudiera convertirse en un trabajo. De vez en cuando posteaba sus fotos artísticas en las redes y estas recibían buenos comentarios, likes y alguna que otra vez las compartían, pero Reverie no tenía constancia para estar publicando cosas siempre, por eso tampoco tenía demasiados seguidores. La cuestión quedó totalmente de lado, de todos modos, al escuchar la siguiente interrogante del mayor, que le hizo abrir los ojos como platos y medio tartamudear al contestar, debido a los nervios que lo atoraron—. Un halago, un halago. Puede hablar todo lo que guste. Digo... n-no es como si necesitara mi permiso para ello... —Un "no" en su habla; un "no" mal usado, de hecho, según sus parámetros. Así de nervioso estaba—. Quiero decir-.. —Caelus resolvió con simpleza la situación, retirándose de ella. Reverie tuvo que tomarse unos segundos para procesar lo ocurrido y entender que no había sido algo grave.

Apresurándose entonces a abrigarse y buscar su cámara, corrió a los jardines de la mansión en busca de su "hermano". Como había imaginado, Caelus parecía otra de las múltiples estatuas que adornaban la naturaleza y que, a su vez, daban un aspecto un poco tétrico, como a un cementerio. Reverie se acercó a paso rápido pero dudoso al contrario, llevando la mirada hacia una de las esculturas del Dios Vulcano.

—Siempre he imaginado a Vulcano como una persona muy humilde... —Soltó el pensamiento que se le cruzó, uno que desde siempre había tenido dando vueltas pero que nunca había podido expresar—. Cuando lo vi en la invocación me dio la sensación de que estaba en lo cierto... A usted le colocó "Caelus", que es el dios del cielo, pero él se llama "Vulcano" que se considera un dios menor...