Hablar de nervios resultaba ya completamente redundante. Estar ansioso y actuar tímidamente alrededor de Maxon se había vuelto canon en su vida y parecía un estado del que Jin Sun no lograba poder salir. No quería aceptar bajo ningún concepto que lo que le sucedía con el chef se parecía demasiado a lo que había experimentado con Demian Hunt pero... joder, cada día se hacía más difícil mentirse a sí mismo.

Los recuerdos vagos de la fiesta del alcalde y la sensación de que había durado poco habían sido la excusa perfecta para acordar otro plan cuando ambos estuviesen libres. Dio mil vueltas para invitarlo a su casa; "dijiste que... ¿lo de hacer algo más íntimo?" La palabra le causaba escalofríos pero, en cualquier caso, podía fingir no entender bien inglés y no saber a qué se estaba refiriendo... ¡Y es que de hecho no lo sabía! O, por lo menos, no a lo que Maxon había querido referirse con ello.

Su cabeza lo estaba matando. Porque, vamos, no había que tener tanta diferencia cultural como para entender que todo sonaba un poco a cita, pero nada estaba explícitamente dicho y Jin Sun no tenía ni la más pálida idea qué intenciones tenía Maxon. Su autoestima le decía que por qué se fijaría en él, pero el instinto... Había algo en la atracción de dos cuerpos y sobre todo de dos almas que era palpable incluso hasta la persona más ingenua del mundo.

El timbre sonó haciéndolo saltar de la silla. Por poco y tuvo que reacomodarse el corazón de vuelta en su pecho porque se hacía imposible tragar la poca saliva que tenía. De camino a la puerta chequeó lo más rápido que pudo su discreta apariencia: cabello, maquillaje, vestimenta... Mala idea. Ya cuando se había arreglado para el encuentro pensó que tal vez era demasiado teniendo en cuenta que solo estarían ellos dos en su apartamento y que, como se dijo, era un apartamento. Privado. Nadie más los estaba viendo. ¿Qué hacer, por consiguiente...? Fingir demencia una vez más. Decirse a sí mismo "solo me gusta estar arreglado" y que la parte de verdad que había en ello pudiera cubrir a la otra verdad, la que ganaba mucho más terreno gritando a los cuatro vientos: te gusta, grandísimo idiota, te gusta. Ya deja de engañarte.

—¡Maxie! ¡Hola! —El tono cantarín y ligeramente más agudo denotaba el entusiasmo de volver a verse. Haciéndose a un lado, Jin Sun permitía a posterior que el mayor ingrese para cerrar la puerta tras su paso—. ¿Cómo has estado? —Aunque se hablaban seguido por mensaje, ese tipo de charlas comunes surgían de manera inevitable; eran, más allá de la honesta curiosidad, un modo de rellenar los primeros silencios y arrancar una interacción más orgánica. Nada que hacer, solo seguir hablando y rogar por no empezar a tartamudear—. Todavía me sigue sabiendo raro invitarte a mi casa pero que seas tú el que cocine —decía en tono divertido, se sentía un poco inútil y "aprovechado" en dejar que su amigo tuviese que hacer todo, pero...— Aunque nos conviene porque si cocinaba yo terminábamos en el hospital probablemente... ¡Ven! Te mostraré la cocina.

Dirigió al mayor por unas escaleras y entonces se encontraron con su espacio al fin. Los recibía una sala de estar ni tan grande ni tan chica, pero elegantemente amoblada, con un ventanal gigantesco —del cual de día entraba todo el sol—, un balcón mirando al río y un comedor anexo que daba paso a la cocina. Esta última sí era un poco más pequeña, a las claras no era la cocina de alguien a quien le gustase demasiado dedicarse a ello. Tenía un desayunador móvil de madera encastrado a la pared (también usado como una mesada extra) y por un breve pasillo se veían tres puertas, una de ellas que Jin Sun señaló para indicar a su amigo:

—Ese es el baño, por si necesitas. —Las otras eran las habitaciones de los mellizos. Sun Hee, por supuesto, no se hallaba allí esa noche—. No sé si quieres empezar ya mismo o te ofrezco algo de tomar antes —continuó, con tono interrogativo. Y finalmente, recostando la espalda baja contra la mesada, concluyó entre risitas—. Me pregunto cuántas palabras extrañas voy a aprender hoy.

Maxon cruzó el umbral de la casa de Jin Sun con una mezcla de anticipación y un leve nerviosismo. Eran sensaciones que rara vez experimentaba. Antes de él, había tenido relaciones, pero todas habían sido con chicas. Con todo, ninguna de ellas le había provocado esa inseguridad y, a la vez, esa emoción por estar al lado del otro.

La calidez de la bienvenida de Jin, con su tono cantarín, disipó parte de ese nerviosismo, reemplazándolo con una sensación de familiaridad y confort. A veces le sorprendía como el asiático conseguía calmarle con cuatro palabras.

—¡Jin! Estoy muy bien, gracias. Y tú... luces increíble —respondió Maxon, permitiéndose un momento para apreciar el esfuerzo que Jin había puesto en su apariencia. Aunque para él, siempre lo veía atractivo:—Hacía tiempo ya que no te veía—desde la fiesta, de la que apenas se acordaba algo, no se habían vuelto a ver.

Fue justamente su amigo el que le propuso cocinar en su apartamento. Al principio, dudó. Maxon temía que sus sentimientos fuesen descubiertos y que, en consecuencia, fuese rechazado. Sin embargo, no tenían muchas oportunidades para verse y para compartir momentos en privado, así que decidió aceptar y trasladarse hasta ahí para tomar ese riesgo.

—No te sepa mal. Ya sabes que adoro la cocina. —dijo, siguiendo a Jin hacia la cocina con una sonrisa juguetona— Tú consigues una comida más que decente, y yo el placer de cocinar para alguien que aprecio. Y no te preocupes por sentirte aprovechado; para mí, esto es un disfrute.

Subió por unas escaleras que le llevó a una salón acogedor y con mucha luminosidad. Maxon se acercó hasta el gran ventanal, apreciando sus vistas y todo lo que en éste se reflejaba:—Es precioso. Tienes muy buen gusto para la decoración—rápidamente, lo siguió hasta la habitación más pequeña que era donde practicaría su arte.

Al llegar a la cocina, Maxon la inspeccionó con la mirada de un profesional, evaluando rápidamente las posibilidades que el espacio ofrecía. A pesar de su tamaño modesto, para él cualquier cocina era un reino lleno de potencial.

—Perfecto, gracias —dijo, asintiendo hacia la dirección del baño antes de centrar su atención de nuevo en Jin. La oferta de tomar algo antes de empezar le pareció una excelente idea para establecer el tono de la velada—. Un vaso de agua estaría bien, gracias. No quiero más alcohol tras la fiesta, ya que siento que debí beber mucho para olvidarme de casi todo—le sonrió ladino, sonrojándose ante el recuerdo de aquel evento amnésico:— Y en cuanto a empezar, estoy listo cuando tú lo estés. Aunque, no te voy a mentir, estoy bastante emocionado por mostrarte un par de trucos en la cocina.

Apoyándose ligeramente en el desayunador, Maxon no pudo evitar reírse suavemente ante el comentario final de Jin sobre aprender palabras extrañas.
—Te prometo que para el final de la noche, tendrás un nuevo vocabulario culinario. Y quién sabe, quizás incluso te inspires para aventurarte un poco más en mi mundo.

Siendo una persona relativamente famosa y de la cual se fijaban más en su apariencia que en sus habilidades como deportista, Jin Sun debería estar acostumbrado a recibir halagos sobre su físico. Y, en parte, lo estaba; siempre le causaba un pequeño no-sé-qué recibirlos pero se esperaba que un host de algún programa, los periodistas o fans en general le hicieran esos comentarios. ¿Por qué se ponía tan nervioso de que alguien como Maxon hiciera lo mismo...? Algo en la boca del estómago y en medio del pecho le producía unas extrañas cosquillas y ni hablar de esa misma sensación sobre las mejillas levemente acaloradas. Solo lograba agradecer y reír torpemente, ni siquiera responder un "tú también" como hubiera querido.

¿Qué decir de escuchar sobre sentirse apreciado por el mayor? La ternura se le filtraba por los ojos y la sonrisa, otra vez se quedaba sin palabras y tenía que evadir la mirada ajena para no delatarse a sí mismo... ¿Delatar qué? Pues...

—¿Sabes que tengo la misma sensación? Pero es que ni siquiera recuerdo haber bebido tanto... —mencionaba con tono estupefacto, aún sin poder entender lo que había sucedido en aquel evento y cómo era posible que más de dos personas (por lo que había oído no eran los únicos) tuvieran lagunas mentales a ese nivel—. ¿Seguro que no le metiste algo extraño a la comida? —bromeaba, todo esto mientras se movía hacia la heladera y servía dos vasos con agua, alcanzándole uno al lobo—. Prestaré atención pero no prometo recordar tantas palabras extrañas —dijo entre breves risitas, para añadir—: Yo estoy listo también, así que si quieres empezar ya mismo, siéntete libre... ¡Ah! ¡No, espera! Te conseguí algo... —Abriendo un mueble donde guardaban alimentos y otras cosas, Jin Sun sacó un delantal que había comprado especialmente para Maxon—. ¡Ta-dah! —lo presentó ante él, un poco avergonzado con que el dibujo tuviera la palabra "crush" encima pero... si le preguntaban, fingiría no entender inglés—. Te lo puedes llevar si quieres o dejarlo aquí para otras veces que vengas, como tú decidas... —diciendo esto, el kitsune no dejó que el lobo tocase el delantal y, en su lugar (sacando valentía quién sabe de dónde) se acercó para colocárselo él, primero de frente, pasando la parte de arriba por su cabeza y luego... Sí, lo más lógico hubiera sido que dé la vuelta y ate las cuerdas alrededor de su torso desde su espalda, ¿verdad? Pues, no, Jin Sun decidió ir por el camino más difícil y, todavía parado frente al mayor, le rodeó para terminar de atar las cuerdas en una posición que necesariamente requirió que quedasen a una distancia mínima.

Para cuando se alejó, el ligero calor que había sentido antes en el rostro ahora ya no era tan ligero y, en su lugar, sentía como si la cara se le estuviese prendiendo fuego. Ni siquiera se atrevió a mirar por más de dos segundos a los ojos al contrario y encontró cualquier otra excusa para evadirlo, como tomar el vaso de agua y beber un poco —que ni sed tenía en realidad— y buscar su celular después.

—¿Quieres que te tome una foto para que veas cómo te queda? —Que existían también los espejos, Jin Sun, pero ok... Después de todo, el kitsune era experto en el juego de pretender.

-¿Verdad qué fue raro? Sin embargo, creo que me comentaron que mi actitud fue bastante mala...-con todo, Maxon no tenía recuerdo alguno de aquella noche. Ni siquiera de cómo acabó destrozado el jardín:-Sólo retengo en mi memoria cuando te vi en la fiesta y cuándo me despedí de ti. Creo que te ibas con una chica-en su comentario podía ya vislumbrarse de que el licántropo tan sólo guardaba de aquel día todo lo relacionado con el kitsune. Poco le importó lo que hiciesen los demás, pues su atención estaba totalmente enfocada en Jin Sun:-Jamás. La comida es mi templo, aunque esperaba que con la bebida te me declarases.

Maxon tomó la copa que le ofrecía y soltó una pequeña carcajada para relativizar el ambiente con su broma. Había sido atrevido, pero desde que lo había invitado a esa fiesta, había pretendido ya hacerle notar su interés.

-¿El qué? No paras de sorprenderme con regalos-se sentía mal de que Jin Sun lo estuviese malcriando tanto, hasta que vio aquello que le ofrecía:-¿Un delantal? Es perfecto, pero...¿y esto?-señaló la palabra, sorprendido al ver que le estuviese entregando esa tela con ese mensaje. ¿Sería una indirecta?¿Sentiría algo así por él?:-¿Crush? ¿Me estás intentando decir algo, pequeño zorro?-la picardía se volvió a asomar en su mirada y, dando un paso hacia él, agregó:-Me lo llevaré para pensar en ti y, siempre que sea invitado aquí, me verás con él-le guiñó un ojo y, antes de que pudiese ponérselo, el kitsune se había acercado hasta él para completar esa tarea.

Maxon se quedó paralizado. Nunca se hubiese imaginado eso, mucho menos que se atreviese a acortar tanto las distancias con él. Parecía presentarse finalmente su oportunidad. En efecto, estando él ahora enfrente, podía notar la calidez de su aliento, el perfume que lo rodeaba y, sobre todo, lo apeticibles que parecían resultar esos labios que le sonreían y le hablaban.

-Eh....claro-no había tenido tiempo para reaccionar. Justo cuando iba a inclinarse, el kitsune se había alejado para ofrecerle tomarle una foto:-Pero prefiero también mantener otro tipo de recuerdos...-esta vez fue él quien dio un paso hacia éste y, tomando con cuidado el celular de su amigo, lo dejó sobre la encimera:-Recuerdos como éste.

Sus manos, hasta ese momento colgando inertes a los costados, encuentran su propósito al rozar la cara del otro, dedos temblorosos trazando contornos y memorizando detalles como un ciego que ve por primera vez...que por primera vez entiende el concepto de la belleza.

El licántropo cerró la distancia y sus labios, sedientos por saborear los ajenos, encontraron los del kitsune.

—¿Tu actitud...? Pero si eres un ángel —bromeó escuchando al mayor cuando hablaban acerca de la fiesta, rápidamente aclarando— No, pero, en serio, no creo que tú hayas tenido una mala actitud... —¿A no ser que hubiera estado de malhumor como aquella vez que se conocieron? Incluso así, Maxon había sido de lo más amable y se había puesto por encima de sus emociones para ayudar a Jin Sun en un juego tonto que ni siquiera era importante. Se le hacía imposible pensar en Maxon teniendo una "mala actitud" como tal—. ¡Ah, sí, Joanne! Nos hicimos amigos... muy rápido al parecer. —También tenía muy difuso eso, pero el kitsune simplemente había asumido que las relaciones en occidente se daban de manera mucho más rápida y fluida que en oriente y no se había cuestionado mucho más lo sucedido. Llevándose el vaso con agua a los labios fue que oyó las últimas palabras del lobo y, casi como en una comedia tonta, estuvo a punto de escupir todo el líquido gracias a la fuerte reacción que le generó escuchar aquello. No obstante, zafó de pasar una mayor vergüenza y, con su habitual capacidad para fingir demencia y adaptarse a casi todo, le siguió el juego con una sonrisa pícara, como desafiante (aunque con las mejillas más que rojas)—. Prefiero declararme habiendo bebido solo agua, así sabes que es sincero.

Todo era un juego, ¿no? No tenía por qué darle mayor importancia a ese tipo de comentarios porque todo era... un juego. Uno que se estaba volviendo cada vez más y más peligroso, pero que por el mismo motivo solo parecía ser más atrayente. Jin Sun admitía para sus adentros que ese tipo de interacciones, por muy nervioso que lo pusieran, también le causaban una satisfacción difícil de explicar; lo tenían sonriendo como idiota, lo tenían temblando como un papel y todo... se sentía peligrosamente bien.

—¿Mnh? ¿Significa algo eso? —Tal y como lo había pensado, pero no tan bien ejecutado: así fue la "estrategia" para evadir el tener que responder sobre el "crush" escrito en el delantal; el "único" problema fue que Hwang Jin Sun podía ser una carismática figura pública que confundía masas enteras... pero no podía mentirle a ciertas personas. Hasta ese día juraba que en la lista solo se encontraban su madre y su melliza, no iba a pensar que tuviese que añadir a Maxon en ella. Error suyo, claramente, no asumirlo antes siendo que algo tan sencillo como un guiño de parte del lobo podía hacerlo soltar unas risitas dignas de un adolescente hormonal.

¿Estaba empezando a hacer calor o se había olvidado la calefacción en la altura máxima...?

En su mente, mientras una voz interna gritaba despavorida, la otra le decía tajante que él mismo se había metido en ese embrollo, que no podía quejarse ni mucho menos, sobre lo nervioso que estaba y la especie de pánico que le atrapaba a cada segundo. Sabía que estaba en ese límite en donde cruzarlo podía significar algo maravilloso como algo terrorífico y que quizá una cosa fuera igualmente la otra y viceversa. Había todavía millones de trabas que lo retenían, pero en el fondo podía sentir cómo su lado más libre necesitaba poder salir, derrapar si era necesario, ensuciarse un poco. Y creyó que lo máximo que iba a lograr fuera haberle puesto el delantal a Maxon y luego permanecer como a dos metros de él por el resto de la noche, pero entonces fue el chef quien volvió a acortar distintas...

No tuvo mucho tiempo a reaccionar cuando le quitó el celular, pero a la vez hubo una colaboración implícita en Jin Sun, una no-resistencia y una falta de cuestionamiento que acompañaron lo que en su inconsciente ya sabía, pues ¿de qué otra forma se hubiera permitido dejar caer los párpados e inclinar el rostro al sentir los labios ajenos sobre los suyos? ¿De qué otra manera hubiera podido corresponder a ese tacto con tanta facilidad? Si hubo una milésima de segundo en que no supo qué hacer estaríamos exagerando con el tiempo, pues incluso para alguien que podía controlarlo nunca deseó tanto poder detenerlo y allí, mientras sus manos tímidamente se alzaban para apoyarse sobre el pecho ajeno, simplemente dejarse ser.

No supo cuánto tiempo pasó y tampoco le interesó cuánto, solo supo que su corazón no serviría como medida para contar los segundos con lo desbocado que se sentía. Incluso habiendo besado a otro hombre una vez esto no se sentía en absoluto como aquello; podía apostar a que cierto humano estaría ofendido de saberlo pero... sí, definitivamente esto era mejor. ¿Que estaba mal...? En parte lo seguía pensando, pero otra parte de sí ya empezaba a hacerse con la idea de que, si era un delito, pues ya qué, que lo juzgaran de una vez.

En un coordinado momento de respiro en que decidieron separarse apenas, parte de la racionalidad de Jin Sun regresó a él para dificultarle el poder ver a los ojos al mayor, bailando éstos entre los ajenos y la nada misma por un par de segundos.

—Uh-oh... —murmuró al fin el kitsune, con un tono que no coincidía con lo dicho; era un "uh-oh" de "cometí un error", pero con un desinterés por el lo mismo que delataba que mucho no le importaba haberlo cometido—. Bueno, sí, este recuerdo está mejor.