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Loki N. LanvikAlfa
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Loki N. Lanvik
Across the river
I can see the light
Su rostro todavía ardía. Le quemaba en el punto exacto en el que había recibido aquel certero guantazo. Y aun así, no era su orgullo el que se encontraba herido. Porque puede que Loki Lanvik careciera de moral y pareciera no tener corazón, pero lo cierto era, que existía una persona que contradecía aquella afirmación.

Si treinta años atrás alguien le hubiera dicho que se convertiría en padre, este se habría burlado en su cara. La paternidad nunca fue algo que entrara en los planes del Lanvik. Él no era Aksel y tampoco aspiraba a serlo. No estaba hecho para ser un alfa, pero tampoco, un padre de familia.

Pero todo cambió aquel día. Qué irónico puede ser el karma, ¿verdad?

De la noche a la mañana, se vio cargando con un bebé entre sus brazos. Y por primera vez, en toda su vida, Loki Lanvik experimentó una emoción que, hasta entonces, era desconocida para él...

Miedo.

Esa pequeña bebé que se aferraba con su pequeña manita a su dedo se había convertido en su responsabilidad. Él no la había pedido, pero ahí estaba, mirándole con esos grandes ojos castaños y una enorme sonrisa, como si se sintiera protegida en los brazos del hombre. La imagen de ese pequeño rostro quedó grabada en su mente. Una imagen que, años después lo torturaba ante su pérdida.

Pero Loki nunca fue de los que hacían a un lado sus responsabilidades, ni tampoco de los que pedían ayuda. No tenía idea de cómo ser padre, pero si algo tuvo claro en ese momento es que aprendería a serlo. Por mucho que le aterrase la idea.

Y en ese momento, dejó de ser el tito Lanvik, para convertirse también en padre. Y su vida dejó de pertenecerle solo a él.

Y así fue hasta principios del año pasado. Con su posición de alfa asegurada, no había nada que el Lanvik pudiera temer. Se había olvidado de la existencia del miedo, cuando volvió a experimentarlo en su piel.

Su hija, Sif fue secuestrada. Pero no solo eso, sino que también, experimentaron con ella para convertirla en el monstruo que no estaba destinada a ser.

Porque Sif Lanvik era una princesa; su sucesora. La futura alfa de la manada.

Y sin embargo, el karma volvió a reírse de él, en su maldita cara.

Aquellos desalmados habían convertido a su hija en una representación de todo lo que Loki detestaba. Aquello que siempre criticó y despreció. Aquello por lo que juzgó a su hermano, para más tarde, acabar haciendo lo mismo. Porque ese día, mientras la sociedad se consumía por las llamas, Loki no le dio la espalda a su hija para no verla morir. Sino que lo hizo para no verla vivir.

Conocía a sus betas, lo estúpidos que podían llegar a ser. Tan estúpidos como para desobedecer una orden directa de su alfa. Y no le decepcionaron.

Sif estaba viva en algún lugar. Y Loki procuró no averiguar el paradero de esta. Mientras él no lo supiera, Sif tendía una oportunidad. Aunque esa oportunidad significara no volver a verla.

Tomó una piedra que lanzó contra la superficie del lago. Esta, rebotó contras las aguas varias veces hasta que acabó hundiéndose. El lugar en el que se encontraba no era cualquiera ni estaba carente de significado. De hecho, solía ir de vez en cuando, a espaldas de su manada. No quería que nadie lo descubriera, incluso si no había manera de que existiese manera de que pudieran tirar del hilo. Aquel seguía siendo su lugar. Suyo y de su hija.

Su lugar especial.

Podía sentir la rabia que se acumulaba en su interior al pensar en como se la habían arrebato. Como el dolor hacía mella en él, devorándolo por dentro. Las lágrimas que se acumulaban y a las que llevaba meses impidiendo el paso. Porque Loki Lanvik no lloraba. Nunca lo hacía. Ni siquiera una sola lágrima en los últimos 50 años. ¿Qué clase de alfa respetable sería si sucediera?

Durando meses se había volcado por completo en la emoción más primitiva y peligrosa; La ira. Evitando que sus emociones se desbordaran, se volcó por completo en la ira, dando rienda suelta a esta. Golpeó un tronco con fuerza, partiéndolo en dos con facilidad. Los pedazos de la corteza partida, se esparcieron hacia todas direcciones, removiendo la tierra y haciendo saltas algunas piedras.

Y fue en ese momento cuando pudo percibirlo. Aquel desagradable hedor a químicos y muerte que percibió tan solo una vez en su vida. La noche en la que la perdió a ella.

Tomó la hoja sucia entre sus manos. Aunque el rastro era débil, podía percibir el olor impregnado en esta. Su mirada se centró en la caligrafía, que no tardó en reconocer incluso antes de empezar a leer. Se dejó caer, sentándose sobre el resto del maltrecho tronco. Un cruce de emociones contradictorias se vieron reflejadas en la mirada del Lanvik a medida que iba leyendo, sintiendo como aquel hueco que había dejado la pérdida de Sif en su pecho, se iba haciendo cada vez más y más grande. Hasta engullirlo por completo.

Arrugó el pedazo de papel y lo dejó caer al suelo en el mismo momento en que se puso en marcha.

Sabía lo que tenía que hacer.
28/02 • 00 pm • @Y. Sif Lanvik


WE CAN'T GO BACK FOR NOTHING
IT'S A BEAUTIFUL CRIME

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