Los viajes a aquel pueblo se habían hecho más constantes de lo que me gustaría admitir. Desde que me hubiese cruzado a Joel meses atrás, había dedicado bastantes días a ayudarle a fortalecerse y de paso, había logrado algunas piezas que había encontrado por buen precio.

No es que ahora fuese la mejor persona del mundo, tampoco la peor. Simplemente, no tenía nada, ni a nadie. Estaba completamente sola y simplemente me dejaba llevar por las olas que me arrastraban junto a la marea. Sin un destino fijo, únicamente sobreviviendo. Unos pensamientos que se repetían en mi mente. Incluso, en aquel momento en que me encontraba sobre mi moto surcando las carreteras. Esa moto que había construido yo pieza a pieza, hacía ya bastante tiempo.

Un camino melancólico que se vio interrumpido cuando vi a alguien parado en uno de los lados de la carretera. Parecía que se le había estropeado la moto, o no vería más motivos para estar allí detenida. Se que lo más seguro hubiese sido continuar y que normalmente no me pararía a ayudar a nadie. Pero.. simplemente lo hice. Detuve la moto a la altura de la contraria. La detuve mientras apoyaba un pie en la carretera y me quité lentamente las gafas de sol mientras observaba a la mujer contraria. - ¿Necesitas ayuda?

Aún trataba de decidir si había sido buena idea o no salir con la moto aquella mañana, en lugar de aprovechar el día y pasarlo con Oda como estaba acostumbrada a hacer. La verdad es que sabía que no le iba a sentar mal y de hecho, tener tiempo para mí, también era agradable.

Pero no estaba del todo convencida que coger la moto que un día perteneció a Sigurd fuera la idea más brillante de todas, en especial porque apenas la conduje un par de veces ya que siempre era muy celoso con ella. Casi como si fuera su “amor platónico” como él decía, quizás por eso es que decidí dar una vuelta con ella.

De vez en cuando solíamos hacer esa misma ruta algunos fines de semana, me gustaba sentir la velocidad o el rugido de la moto, la libertad que conducir por esa carretera -casi siempre sin un rumbo fijo- me producía. El aire que mecía mi pelo o esa ruta que tan buenos recuerdos me traía, por eso es que esa mañana decidí salir con su moto como un buen y bonito recuerdo pese a la tristeza y la melancolía.

Lo que no pude preveer es que a mitad de camino tuviera que parar la moto por algún motivo que desconocía, puede que fuera por el tiempo que llevaba en desuso -otra razón para moverla- pero había pasado hace poco una revisión y todo estaba bien.

¿Qué le ocurría? ¡Como si lo supiera! Al menos no salía humo del motor y puede que fuera alguna pieza que con algo de suerte, se pudiera arreglar. Tampoco era gasolina -el depósito estaba lleno- pero era complicado saber qué le pasaba pues no era una experta.

A un lado de la carretera estaba pensando en llamar a alguien para que me ayudara, una grúa quizá, cuando escuché el rugido de una moto que se acercaba y que por suerte paró justo delante de mí. Me alcé limpiando mis manos dando gracias de que parara para echarme una mano, observando a la contraria tras quitarse las gafas.


一No me vendría mal una ayuda, la verdad es que no tengo ni idea de lo que puede ser 一volví a mirar la moto de Sigurd pensando que él sabría repararla, pues se le daba muy bien las motos -cualquier cosa en general- y de seguro que ya lo habría arreglado一 es… era la moto de mi hermano 一rectifiqué porque aunque siempre sería suya, ya no volvería a montar en ella. Tragué saliva desviando mi mirada de nuevo a la mujer que seguía montada en la moto一 ¿podrías echarle un vistazo? Quizás tengas más suerte, yo no entiendo mucho 一me gustaban las motos y la velocidad… pero no sabía nada de cómo arreglar una moto. De eso se encargaba Sigurd一 me llamo Eyra.

Parecía que si necesitaba ayuda. Al menos, aparentemente. No quería ser desconfiada pero la vida me había enseñado a serlo. Por eso, aún sobre mi propia moto observé a la contraria con cierto detenimiento mientras esperaba que algún aroma llegase a mi nariz. Una loba.

Dejé ver una pequeña sonrisa de mis labios mientras continuaba escuchándola y al mismo tiempo, observaba que no hubiese nadie más allí cerca. No escuchaba nada, ni veía nada raro. En principio, estábamos ambas solas. - Oh. - Si. Una única sílaba para responder en inicio. La moto de su hermano.

Arrugué los labios pensando por unos segundos antes de terminar por apagar el motor de mi propia moto. Quité las llaves y las guardé en uno de mis bolsillos mientras bajaba de la moto. -Claro. Déjame unos segundos y le echo un vistazo. - Por el momento, obvié añadir el dato de que precisamente no era una cualquiera con algunos conocimientos de mecánica. Probablemente, aquella chica había tenido más suerte de la que pensaba. O no.

Comencé a caminar hacia la contraria, deteniéndome por unos segundos a su altura. -Yo soy Sapphire. - Una mirada tranquila a la espera de que ella reconociese mi olor. Como híbrida, para aquellos que no conocían nuestra existencia o nunca nos habían olido antes, solían confundirnos con simples vampiros. No lo éramos. Por suerte.

-¿Qué le ha pasado? ¿Simplemente se ha detenido? ¿Falló algo antes o alguna luz? - Algunas preguntas básicas mientras me acercaba a dar un vistazo principal por la moto. Algunos puntos claves por si fuese algún fallo que pudiese verse a simple vista.