Desde que ocurrió aquello tiempo atrás en el bosque había procurado tener más cuidado. No podía vivir asustada toda la vida y tampoco podía tener a Moca encerrada en casa. Al final.. no dejaba de ser un animal libre. Pero…eso no significaba que tuviera menos miedo.

Por eso ahora me había preocupado y por eso había salido corriendo buscando a Moca cuando la perdí de vista. Y la encontré… solo que… la encontré en la ventana de lo que parecía un templo en medio del bosque.

Lo había visto alguna que otra vez desde lejos pero nunca me había acercado tanto y ahora.. bueno ahora estaba tratando de que una mapache no se colase en el sitio. Genial Vic.

Traté de llamar a Moca desde donde estaba, procurando hacer el menor ruido posible. Porque tampoco sabía de quién era ese sitio.¿Y Moca me hizo caso? Pues… por supuesto que no.

Me miró, pasó sus patitas por su nariz y como si me quisiera provocar.. terminó por colarse por ese hueco del sitio. Suspiré mientras me mordía el labio con fuerza antes de cruzar el espacio que me quedaba hasta ese hueco. Podía encontrarla y salir corriendo con ella antes de que nadie nos viese.. - ¿Moca? ¿Dónde estás? - Me asomé sin querer saltarme del todo buscando a la traviesa mapache.

No puede dejar de darle vueltas. Sabe perfectamente que era de esperar y que el precisamente se había sentido atraído hacia aquel pueblo precisamente por aquellos seres, pero… no esperaba encontrar a ninguno. Seguía sintiendo cierto rechazo ante la idea, aun cuando había quedado claro lo que el mismo era.

Soo Jung no quería esa vida que había elegido por él. Nunca la había querido y se aferraba a la idea de que otros lo llevasen a cabo. Pero la situación se ha complicado más que nunca para el Nefilin.

Bayek está allí, esta con él.

Y no puede permitirse que le pase nada malo. Su familia le asigno a el como protector. Se fue por sus sentimientos, pero nunca por eludir su responsabilidad. Con ella allí, tendría que hacer frente a las dos cosas. Y la idea… le aterraba sobre todas las cosas.

Por eso, cuando sintió la presencia de alguien en el templo un escalofrío recorrió su espalda. Sin embargo, sencillamente era un animal. Un animal travieso que había atraído a una muchacha a colarse por un lugar poco común.

Cuando esta entro, el muchacho ya estaba allí, observándola con curiosidad, conforme aquel animalito se subía por su traje hasta su hombro—. Me parece que este chiquitín es tuyo —dice en voz alta. Una situación cuanto menos curiosa, que ha desviado al menos sus pensamientos.