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Se encontraron 12 resultados para EllsworthFamily

Heidi C. EllsworthMiér Mar 01, 2023 11:40 pm
...That nobody, nobody, nobody knows.
Dicen que siempre hay un roto para un descosido, pero lo de estos dos alcanza una relevancia especialmente peligrosa y reveladora. El éxtasis, la depravación y el vicio llega a niveles insospechados cuando se trata del matrimonio Ellsworth; niveles cuyo límite ni tan siquiera ellos mismos conocen.

Por eso siempre han sabido que estaban hechos el uno para el otro: cuando se trata de Heidi y Deimos, el cielo es el límite. Nada parece suficientemente grave, inquietante, perturbador o importante. Ellos, su desquiciada dinámica, es lo único realmente relevante durante aquellas veladas de sangre, dolor e intenso placer. —Nuestros Ancestros, nuestros Ancestros.—Refunfuña por lo bajo.—Algún día conseguirán que me ponga celosa, ¿lo sabías?—Heidi no es tan correcta con los portadores de la magia ancestral, por decirlo de alguna manera. Más caprichosa y egoísta que su marido —no por nada consiguió que se acabase convirtiendo, precisamente, en su marido—, difícilmente discierne la línea que separa el bien del mal, y los venerados Ancestros se encuentran en un limbo que no logra ubicar del todo.

Sin embargo, porque Deimos respeta a sus Ancestros con una lealtad tan sólo comparable a la que profesa hacia Uther Morningstar, Heidi los respeta igualmente.

«¡Amor! ¡Me dejas en ridículo!»

—¡No puedo más! ¡No puedo más!—Se ríe, enérgica, desatada, incapaz de contenerse por más tiempo. Sólo su marido conoce a la perfección sus puntos débiles; los domina de manera que Heidi, por más que desee reprimir su estallido en carcajadas —si es que quisiera lo desea—, no lo consigue. Cuanto más alto se ríe, más siente la hoja afilada desgarrándole la piel, en medio del éxtasis de pasión, excitación y deseo.

Como lo oyes: la lesión y la autolesión están muy arriba en su lista de perturbadores fetiches.

—¡No puedo! ¡No puedo!—Y lo más importante: no quiere. Aquella lucha de poder, llena de trampas y jugarretas, culmina en una victoria compartida; una que Heidi toma para sí, y que sigue siendo de ambos por igual. Lo de él es de ella; lo de ella, es de él. ¿No es así como funciona el matrimonio? Es ahora Deimos, en cambio, quien se clava las filosas cuchillas aún sobre la cama, alzando su mano ensangrentada en una carcajada tan rasgada como su propia piel.—Pero amor, ¿no lo sabes? Yo siempre gano.—Y porque Heidi siempre gana, Deimos también gana.

Aquel juego inquietante y peligroso que no terminaría hasta que sus propias vidas también lo hagan.

Su marido finalmente se tumba a su lado, contemplándola con intensidad mientras Heidi le devuelve la mirada de igual manera; entreabriendo cuidadosamente sus labios a la par que Deimos los recorre con uno de sus labios ensangrentados. El intenso aroma metálico de la sangre del brujo Ellsworth la embarga, arropándola en aquella caricia mientras Heidi sonríe. —¿Vas a seguir torturándome, amor mío?—Y créeme: no lo dice ni por un momento, porque estén jugando con fuego. No literalmente, aunque puede que sí lo hagan de forma literal más tarde; no sería la primera vez.

Ah, no: Heidi disfruta como nadie de aquellos bloody games. Pero es la contención ante sus merecidos premios lo que suponen una verdadera tortura para ella.

Relamiéndose los labios con cierto deje pensativo, disfrutando del sabor de la sangre de su marido, la bruja finalmente concluye—: ¿Me dejarás ahora utilizar esos cuchillos?—¿Jugar un poco más antes de recibir su premio? Está bien: ¿por qué no?

Pero ahora, será ella quien lleve la iniciativa.


26/09 • 20:00 •  @Deimos T. Ellsworth
Heidi C. EllsworthMar Feb 28, 2023 2:42 pm
Singles day
—Oh, sí. Estás hecha todo un partido, hermana.—Asiente repetidas veces mientras, aparentando darle la razón, sonríe con crueldad.—Sigo preguntándome a estas alturas cómo es que tu marido te abandonó.—Créeme: Heidi podría hacerte una lista. Arizona es elegante al punto de verse estirada; recatada y recta; mujer de armas tomar y digna del legado Ellsworth. Tan perfecta… como aburrida.

Pero lo cierto es que la primogénita de tan reputada familia del Distrito Garden jamás consiguió algo que, en cambio, sí logró su hermana menor: retener al hombre que amaba… o al menos, a aquel con el que estaba casada.

Heidi, que siempre estuvo en las sombras frente a una impecable y sobresaliente Arizona, convirtió a Deimos en su primera gran victoria. Una que, a bien seguro, la primogénita de los Ellsworth jamás habría olvidado… ni olvidaría. —Ah, Arizona, tan cruel como acostumbrabas.—Teatralmente, Heidi se lleva una mano al pecho, fingiéndose malherida en el orgullo. No le duele admitir una verdad: tal vez Heidi no sea capaz de amar.

Como tampoco lo es Deimos. Por eso se entienden también: a su retorcida manera, se necesitan desesperadamente.

Pero, ¿amor? El amor es un sentimiento difícil de comprender para un auténtico psicópata. —Así que yo he destrozado nuestra reputación, ¿eh?—Inquiere, dejando escapar una risita.—Yo prefiero pensar que las dos haremos de los Ellsworth una familia recordada. Aunque algunas hemos aportado más que otras.—El imperio de terror sembrado por Deimos y Heidi, especialmente entre vampiros de Marcel Gerard, no será olvidado fácilmente…

Como tampoco su errático código de conducta frente a los brujos de Nueva Orleans.

«Prefiero estar sola que contar contigo, Heidi.»
«Aléjate de mis hijos.»

—¡Por todos los Ancestros, menudo carácter!—Tampoco es para tanto, ¿no? Ni siquiera ha tocado a los críos… Bueno, puede que sí haya amenazado un poco a Huxley, pero eso prefiere no decírselo.—Está bien, está bien. Ya hablaremos de fechas, ¿de acuerdo? Te ves estresada en estos días.—¡Heidi siempre tan insensible! Pretendiendo chinchar a su hermana mayor precisamente en uno de esos días que deben recordarle que está tan sola.—Será mejor que… me vaya. Tengo una cita con mi marido.—El mismo que fuera marido de Arizona tiempo atrás. Hundiendo el dedo en la llaga; recordándole hasta la saciedad qué es lo único que le ha conseguido quitar.

Lo único… por ahora.

Cruzando sendas manos tras su espalda, Heidi se encoge de hombros ligeramente y abandona la casa desde la puerta principal.

No ha ido tan mal, ¿no te parece?


11/11 • 19 pm • @H. Arizona Ellsworth
H. Arizona HerreraDom Feb 05, 2023 5:15 pm
Singles day
Su orgullo le impedía admitir que había recibido ayuda profesional para superar todo lo que su hermana y ex marido le hicieron vivir. Aquellas situaciones que estos provocaban hicieron que más de una vez perdiese el control y sintiese miedo. Creía que ya estaba curada de todo pero ver de nuevo a esa mujer frente a ella le removió su interior. — Mi vida es maravillosa, hermana. Tengo tres hijos maravillosos y trabajo de lo que me gusta. Además de estar en libertad y sin cuentas pedientes.— soltó en todo momento sin perder la atención que tenía puesta en la menor.

El tema de la predisposición genética sabía perfectamente que era un golpe bajo que intentaba darle Heidi y tuvo que respirar y contar hasta tres para no caer. — Parece ser que se han saltado una generación, por suerte.— sonrió, aún sabiendo que las cosas con su hija no iban del todo bien. Detalle que no iba a contarle.

Y nombró a Horace, otro golpe bajo. — Tengo amigos que, por cierto, quieren más a estos niños que su propio padre. De ti ni hablo mejor, total, no tienes la capacidad de querer.— respondió sin dejar de mirarla. — La reputación la tienes tú. Allá por donde voy, nuestro apellido tiene peso, un peso que intentaste destrozar. Y fallaste, hermanita, como en todo.— se encogió de hombros.

La conversación no podía terminar bien si seguian lanzándose dardos envenenados. — Prefiero estar sola que contar contigo, Heidi.— decía, sintiendo entonces un balde de agua fría encima al oir lo que vino luego. ¿Había tenido contacto con uno de sus hijos? Pensó en todas las estrategias que su equipo le habia dado para manejar situacione así y las repasó todas, viendo que ninguna podía relajarla. Dio un par de pasos para acercarse a la chica. — Aléjate de mis hijos.— fue lo único que dijo y sonaba más seria que nunca.


11/11 • 19 pm • @Heidi C. Ellsworth
Deimos T. EllsworthDom Ene 29, 2023 1:55 am
...That nobody, nobody, nobody knows.

Mario Benedetti escribió:Yo me enamoré de sus demonios, ella se enamoró de mi oscuridad. [Somos] el infierno perfecto.



Como buen marido, siempre se ha esforzado por rememorar sus mejores experiencias con Heidi de una manera entretenida y excepcional: recreando detalles claves de dichos inolvidables momentos. No es la primera vez que Deimos cercena la pierna de su esposa para devorar su sangre con estudiada lascivia, no; lo hizo cuando Heidi era todavía una adolescente y ambos comenzaron a danzar peligrosamente por ese escabroso camino de probar hasta qué punto eran capaces de llegar el uno con el otro.  

Deimos Crewe, un empresario, esposo y padre joven, iniciaría a la errática y rebelde Heidi Ellsworth en la retorcida práctica del bloodplay, sin importar que la morena todavía asistía a una distinguida escuela para señoritas. El brujo lo recuerda a la perfección como si hubiera sido ayer: sus dedos deslizándose bajo la cinturilla de las medias de colegiala, revelando la piel más suave y deliciosamente tentadora que acarició en su vida…

No le tomó ni dos segundos usar su athame para teñir la palidez de la piel de un rojo carmesí. La incisión recorrió la extremidad hasta el muslo interno. Sus emocionadas orbes se anclaron en las ajenas, aquellas que apenas descubrían un mundo lleno de interesantes posibilidades —aunque terriblemente depravadas— de sentir un placer tan alucinante como el sexual. Esa primera vez que sus labios saborearon atenciosos cada hilo de sangre, inevitablemente se perdieron bajo la falda del uniforme.

Tiempo ha pasado desde entonces, y de todos los cuerpos que ha manipulado como su pertenencia, toda la sangre derramada manchando sus dedos, aquella es la única que jamás le aburrirá. Su aroma entremezclado con cada gota de sudor dilatan sus pupilas tanto como antaño, llevándolo casi al culmen del deseo.

Well, well, well ríe ligeramente divertido por las heridas que las múltiples cuchillas causan en la piel de su mujer con cada descuidado movimiento.—Le das a mis labios más entretenimiento de lo normal —susurra, relamiendo sus labios antes de ensanchar su sádica sonrisa.

«Si me regalas mi propio cuerpo en nuestro aniversario, ¿qué me quedará para tu cumpleaños?»

Suelta una sonora y tintineante carcajada.—Eres tan ingeniosa… —¿Cómo no amarla y desear saborear cada parte de su cuerpo?—Si pudiera poner tu cerebro en un altar, lo haría.—De poder, puede. Sin embargo, por desgracia, sus tradiciones se lo impiden.—Pero nuestros Ancestros mandan.—Pese a sus prácticas depravadas, Deimos era defensor acérrimo de sus tradiciones, entre ellas la consagración, habiendo elegido convertirse —irónicamente— en el terror de criaturas de la noche que torturan y matan por sangre.

Incomprensible, lo sé. Pero… ¿No es así casi todo con los esposos Ellsworth?

Tal y como en su adolescencia, su mujer no parece que conseguirá controlar sus cosquillas por demasiado tiempo.—¡PERO, PERO, PERO!— Sus ojos abiertos como platos, alternan emocionados entre las respiraciones profundas de Heidi y la punta del filoso cuchillo insertándose poco a poco. Deimos separa su danzante lengua de la pierna.—¡Amor! Me dejas en ridículo —¿Frente a quién?—¡Aguanta, aguanta, aguanta un poquito más! —Le anima. No obstante, Deimos sabe lo que hay con Heidi. No soportará. Al igual que también sabe que no quitará el cuchillo por ella misma, rindiéndose.

Porque sabe, será Deimos quien se rinda primero. Casi siempre ha sido así.

De un manotazo al aire, aleja el arma blanca de su esposa, la cuál se clava en algo más, algo invisible cercano al lujoso peinador de la habitación de hotel.—¡Tramposa! ¡Tramposa! —Le grita entre risas, presionando distraídamente su mano derecha sobre algunos de los cuchillos desperdigados por la cama.Oops! Game over para mí —se desternilla de la risa mientras levanta su mano sangrante. Luego, se inclina sobre el cuerpo ajeno y verifica la herida superficial en el abdomen.—Veamos la prueba de tu victoria.—Lame la sangre, la saborea. Imita un redoble de tambores y hace una desmañada reverencia con la cabeza:—La señora tramposa ha ganado.—Anuncia con una chiflada sonrisa antes de murmurar un hechizo para dejar la cama limpia de cuchillos.

Deimos se deja caer a un lado de su mujer, gira el rostro y le mira con intensidad, como nunca ha mirado a nadie.

—Si jugamos un rato más —alza su mano herida, un par de dedos ensangrentados—, te daré tu premio.—Propone el demente brujo, pasando la yema de su pulgar por los labios ajenos suavemente, entreabriéndolos. Heidi sería capaz de saborear su propia sangre entremezclada con la de su marido.—¿Qué me dices, bizcochito? —Añade, tomando su cara con ambas manos, estrella sus labios contra los suyos, introduciendo salvajemente su lengua en su boca mientras sensaciones crudas y primitivas azotan como una tormenta de fuego.


26/09 • 20:00 •  @Heidi C. Ellsworth
Heidi C. EllsworthJue Dic 22, 2022 4:29 pm
Singles day
Sorprendida de forma exacerbada, casi cómica, Heidi se lleva sendas manos a las mejillas, abriendo su boca en una pronunciada forma de O. —No me digas que tienes días maravillosos. —Se burla aunque, bien pensado, tiene sentido. ¿No es hoy el día de los solteros, su día? Cabe esperar que Arizona se sienta bien de verse rodeada de otros desgraciados en su misma y deplorable situación.

Ni idea de lo que me hablas, hermana. A veces es difícil seguir el hilo de tus discursos. —Comenta mientras se encoge ligeramente de otros, en un gesto despreocupado.— Aunque leí el otro día que los brotes psicóticos tienen un importante índice de predisposición familiar. De suerte que no hay ningún Ellsworth padeciendo psicosis, ¿no crees? —Al menos, no de forma clínicamente demostrada.

A saber cuál será el demencial cuadro diagnóstico de Deimos y Heidi Ellsworth.

Oh, ¡por favor! ¿En manos de qué inútil dejarías la vida de tus pequeños retoños? ¿De Horace? Oh. —No, Horace Ellsworth quedaría descartado. Entre otras cosas, porque está muerto. Heidi se cubre los labios, como si lo acabara de recordar.— Asúmelo, hermana. Los Ellsworth tenemos una reputación… y estamos solos. Sólo nos tenemos los unos a los otros. —Sonríe de forma torcida, casi siniestra. Reputación de la que Heidi y Deimos son culpables, mayormente. Arizona ha hecho lo posible por seguir dejando el apellido de la familia en un escalafón alto, pero su errática hermana menor y aquel que fuera su marido, hacen demasiado ruido. Demasiado.— Sólo me tienes a mí. —Sisea, con crueldad.

Aquella está lejos de ser una idílica relación entre hermanas.

Vaya, ¿así que ahora cocinas? —Pareciera curiosa, pero de nuevo, sólo se está burlando de ella.— Mujer, ¿por qué molestarte? ¡Si tenemos a un cocinero en la familia! —Y no es otro que Deimos.— Le comenté a Hux-Hux el otro día que deberíamos volver a hacer una cena familiar. Ya sabes… por recordar viejos tiempos. —Pero, conociendo al gallina de Huxley, es probable que haya omitido aquel detalle al hablar con mamaíta.— Estoy segura de que sería un encuentro… inolvidable. —En el más amplio —y desagradable— sentido de la palabra.


11/11 • 19 pm • @H. Arizona Ellsworth
H. Arizona HerreraSáb Dic 10, 2022 12:11 pm
Singles day
Heidi era la causante de todas las desgracias que Arizona había vivido. Desde pequeña provocaba problemas en casa que rompían con la armonía que podia haber en una familia de brujos. Los Ellsworth siempre luchaban por mantenerse unidos y ella luchaba por romper esa unión. Casarse con Deimos fue ya lo último, aquella gota que colmó el vaso. Sin duda, esas dos personas no se merecían nada.

Encontrarse de nuevo con esa mujer le hacía recordar todo lo que había vivido y que tanto le había costado superar. — Estaba teniendo un día maravilloso hasta que te he encontrado en mi casa.—decía sin dejar de mirarla, atenta a cualquier movimiento que pudiese hacer. — Puedo dejar que mi hijos hagan lo que quieran sin tener que controlarlos. No tengo miedo de que hagan locuras como otros.—respondió intentando parecer segura, pero si Heidi estaba en la ciudad, sus hijos no estaban a salvo.

— Tú y yo hace muchos años que dejamos de ser familia, no importan los papeles.— soltó. Intentaba no sentirse amenazada y mantener la calma, algo que su hermana le estaba complicando. — Si me pasase algo hay mucha gente que haría mejor tu trabajo.—murmuró. Tenía amigos que cuidarían bien de sus tres hijos si le ocurriese algo. Rápidamente se quitó esa idea de la cabeza. Entonces decidió que lo mejor era seguirle el juego porque si le demostraba que la ponía nerviosa se sentiría ganadora.

— Podrías haberme avisado y habría preparado un estofado para recibirte. ¡Seguro que todo el vecindario vendría a darte la bienvenida encantados!—exclamó con una sonrisa. Tenía que enfrentarse a ella y usar sus mismas cartas era la opción más factible.

11/11 • 19 pm • @Heidi C. Ellsworth
Heidi C. EllsworthDom Dic 04, 2022 10:16 pm
Singles day
«¿Qué mierda haces aquí?»

Vaya, vaya: parece que alguien no está muy feliz de haberla encontrado aquí. —Uuuuuh, qué susceptible. ¡Alguien no está teniendo un buen día!—Porque según Heidi, Arizona no puede estar tan enfadada sólo por haberla encontrado allí...

...O sí.

No te dejes engañar por su fachada de chica inocente: de inocente, Heidi no tiene un pelo. Y créeme: pocas cosas le divierten más que obligar a Arizona a romper a rabiar. —No me digas que no sabes dónde están.—Mira, la única cosa de la que quizá no sea culpable. Lo cierto es que le habría encantado recibir por allí a los muchachos, pero no ha tenido tanta suerte.—Querida, es que les tienes muy poco controlados. ¡Cualquier día se escapan de casa y tardas varios días en enterarte!—No le extrañaría nada, con la bruja de madre que les ha tocado.

«Tú no eres mi familia.»

—El árbol familiar y tu documento de identidad me dicen lo contrario, querida.—Aunque te duela.—Además, sigo siendo la segunda mujer de tu ex marido. ¿Quién cuidará de tus pequeños retoños si tú no estás?—¿Eso ha sido una amenaza? Quién sabe.—Pues verás, me alegra que lo preguntes.—Le dice, volviendo a sonreír ampliamente, de forma casi siniestra.—¿Sabes qué día es hoy? ¡El once del once! He oído que es el día de los solteros.—Aunque, a juicio de Heidi, sólo es otra estrategia de marketing con la que fomentar el consumismo exacerbado de esta sociedad podrida.—Así que he venido a felicitarte, hermana, como solterona de la familia ¡Feliz, feliz en tu día!


11/11 • 19 pm • @H. Arizona Ellsworth
H. Arizona HerreraSáb Nov 12, 2022 8:57 pm
Singles day
Todo iba viento en popa para Arizona. Las negociaciones para abrir el centro social estaban cada vez más avanzadas. Tenía la licencia de apertura y una biblioteca prácticamente montada, también algunos voluntarios para ejercer de profesores en diferentes clases y ganas, muchas ganas. Pronto podría abrir aquel lugar y ayudar a todo el Distrito. Esa era su prioridad, aunque saber que se ganaría votos para cuando empezara su campaña política era también algo que la animaba aún más.

Llevaba todo el día fuera, como pasaba siempre últimamente. Reuniones, compras, la vida de la mujer se había vuelto un ajetreo y realmente lo agradecía, así evitaba pensar en todo lo que estaba pasando. Su vuelta había traído también la de su hermana y ex marido, convirtiendo su paraíso en una pesadilla de nuevo. O eso es lo que hubiese pasado con la antigua Arizona, pues la actual no iba a permitir que esos dos fastidiasen sus vidas de nuevo.

La puerta estaba abierta, encajada, algo que la hubiese sorprendido si no fuese porque los de la mudanza seguían trayendo cosas e incluso sus secretarios. Entró con tranquilidad en su casa.

Como si de un flashback se tratase, se encontró con su hermana.   — ¿Qué mierda haces aquí? ¿Dónde están mis hijos?—soltó de repente, adelantando sus manos como si estuviese dispuesta a usar sus poderes. Porque lo haría sin temblar. — Tú no eres mi familia.—soltó. Decir aquello no era agradable, pero no podía hablarle bien a alguien que la llevó hasta el punto de querer morirse. —¿Para qué has venido?—repitió. Estaba nerviosa.


11/11 • 19 pm • @Heidi C. Ellsworth
Heidi C. EllsworthMiér Nov 09, 2022 12:08 pm
Singles day
Día de los solteros. ¿Qué demonios significa eso?

Dicen que el número uno es el más solitario, y que un día con cuatro cifras de aquel (el once del once), es digno de ser celebrado. Según Heidi, no es más que el constante recordatorio a una panda de perdedores de que siguen solos, mientras pequeños y grandes comercios aprovechan la excusa para incentivar el consumo haciendo gala de su generosidad y sus ofertas.

Con los pies encima de la mesa del té, Heidi ojea distraídamente una revista llena de artículos y ofertas mientras tiene la tele encendida de fondo. Ha entrado al hogar de su hermana sin avisar —sobra decir que ya no tiene la entrada permitida como antaño, siendo ahora una persona declarada non grata; el juego de la cerradura, sin embargo, fue demasiado fácil de superar—, esperando encontrársela a ella o a alguno de sus sobrinos, pero no hay nadie en casa. Muerta del aburrimiento, y como si el sacro hogar de los Ellsworth aún fuera también su casa, se ha dedicado a dar vueltas en busca de algo que hacer, terminando en el sofá. Ya está valorando marcharse, sin embargo, cuando el sonido de las llaves en la puerta principal llaman su atención, propiciando que Heidi se levante de un salto.

—¡ARI, ARI! ¡Cuánto tiempo sin verte!—Exclama, exaltada, como si no hubiera invadido propiedad ajena para que Arizona o sus hijos la encontrasen allí.—¿Cómo has estado, querida?—Le pregunta, acercándose a ella con excesiva atención y cariño.—¡Te he echado tanto de menos! Tu invitación para cenar se nos ha debido perder, ¿sabes? Tú siempre tan atenta, ¡no habrías dejado pasar la oportunidad de celebrar una reunión familiar!—Ah, pero Heidi no es ninguna estúpida: por supuesto que Arizona no les ha invitado a cenar, ni lo haría. Ya habrá escuchado a estas alturas que su hermana y su ex-marido regresaron a Nueva Orleans, pero la señora Ellsworth se ha asegurado de mantener las distancias, preservando algo de paz mental.

Ah: pobre infeliz. Como si Heidi pudiera —o quisiera— permitírselo.


11/11 • 19 pm • @H. Arizona Ellsworth
Heidi C. EllsworthMiér Nov 09, 2022 11:28 am
...That nobody, nobody, nobody knows.
«Eres toda una obra de arte.»

Sonríe. Dicen que el amor es una locura donde loco y loca, no quieren encontrar la cordura... y tienen razón. Deimos y Heidi gozan de un concepto tan depravado y retorcido del amor; un concepto que jamás necesitaron explicarse el uno al otro, porque Heidi sólo hubo de conocer cómo era su cuñado en realidad, para comprender que eran lo mismo: las dos mitades de una misma realidad.

Aquel amor es riesgo, adrenalina, incendio. Heidi ya no tiene miedo a morir en aquellos depravados juegos, a pesar de saber que la clave está, precisamente, en la pérdida de control: dejarse llevar hasta las últimas consecuencias, sin pensar en las probabilidades, en el mañana. No importa el mañana, ni tiene sentido en un universo alternativo y seguro donde Heidi y su marido no puedan regirse por sus propias y delirantes reglas.

La carcajada de Deimos inunda la estancia, y Heidi se deja llevar al compás de la melodía, rompiendo también a reír. —Ah, sí. Me acuerdo.— Recuerda bien la anécdota de la cuchilla y los huesos.—Ya te lo dije entonces. Pensé que sería más divertido si se revolvía, pero...— Pero todo a su alrededor fue rápidamente una lluvia de sangre y horror, sin lograr alcanzar del todo el hueso.—La próxima vez, inmovilizaremos mejor a la víctima. Todavía quiero saber lo que se siente...—No ha podido jamás deleitarse con el placer de cortar un hueso con hoja y a mano alzada.

Y los deseos de Heidi, son órdenes para Deimos.
Pero su marido tiene hoy preparados otros planes para ellos.

Aquel corte en la muñeca dejaría cicatriz, y Heidi espera de corazón que así lo haga. Será un recuerdo más de la velada. Su marido parece más que dispuesto a ofrecerle su ansiado castigo y la señora Ellsworth aplaude enérgicamente; el movimiento propicia que otra de las cuchillas le haga un corte en el otro antebrazo, lesión a la que no le presta la más mínima atención. Otra de aquellas cuchillas comienza a deslizarse —por obra y gracia de Deimos—, por su piel, a lo largo de su pierna y hasta la vesícula, deteniéndose allí.

«¿Quieres que te regale tu propia vesícula?»

—Amor, ¡qué osado!—Parece reprenderlo, pero nada más lejos de la realidad.—Si me regalas mi propio cuerpo en nuestro aniversario, ¿qué me quedará para tu cumpleaños?—Sin embargo, la idea de teñir las sábanas con su propia sangre le arrebata un escalofrío de excitación. Siguiendo con su retorcido juego, Heidi permanece inmóvil, a escasos centímetros de la amenazadora cuchilla; le conoce tan bien que ya sabe la prueba a la que la va a someter. Esquivando las trampas filosas que él mismo ha colocado sobre la cama, se abalanza sobre ella para comenzar a lamer la incisión sangrante sobre su pierna, atacando directamente a su punto débil.

Sí, amigo mío: Heidi tiene cosquillas prácticamente en cada rincón de su piel, y aún más en las heridas abiertas.

La desquiciada bruja respira profundamente, concentrándose en la sensación y realizando un titánico esfuerzo para no romper en una carcajada letal. Las cosquillas y la contención avivan también el retorcido deseo hacia su marido, dejando escapar un suspiro. —Deimos...—Está tratando de contenerse, alargando aquella fase del juego, pero no conseguirá aguantar mucho más...

0 - 25 - 50: Se aguanta la risa.
75 - 100: Se ríe. La cuchilla se le va a clavar.



26/09 • 20:00 •  @Deimos T. Ellsworth
Deimos T. EllsworthJue Oct 20, 2022 7:58 pm
...That nobody, nobody, nobody knows.

Mírame con desprecio, verás un idiota. Mírame con admiración, verás a tu señor. Mírame con atención, te verás a ti mismo.


Sabias palabras de Charles Manson, asegura Deimos. Una frase que ha calzado perfectamente con la retorcida y sádica historia de atracción del brujo junto a su enajenada esposa. Se han compenetrado a tal punto de que aceptan sus verdaderos rostros, los errorres de la naturaleza y las dementes bestias que son ambos, capaces de encontrar placer, adrenalina y entretenimiento cuando sus propias vidas se hallan en riesgo como sucede en aquella extraña celebración.

Conocen otra forma de vida, pero no les interesa.

La idolatra, no existe otro término para lo que Deimos siente por Heidi. Será capaz de todo por protegerla, de quien sea. Porque al final... Solo él puede tomarse la libertad de dañarla. Lo prometieron juntos. Se prometieron que ambos morirán por la mano del otro, siendo esta la única razón por la cuál Deimos Ellsworth se niega a permitir que alguien acabe con su propia existencia. Hay honores que se guardan para los selectos. Bueno, honores o depravaciones... da igual, Deimos no encuentra diferencia.

Depravaciones, hablando de ellas...

—Eres toda una obra de arte.—Sádico, depravado y loco todo lo que quieras, pero eso no anula sus habilidades para identificar el verdadero arte. Y aunque posee la capacidad de mostrar un gusto exquisito y más convencional de cara al aburrido mundo, hallar belleza donde otros se asquean con horrores, es su indiscutible fuerte:

El iluminado rostro de su esposa mientras su menudo y —aparentemente— frágil cuerpo se rodea de un peligro que puede acabar con su vida en un santiamén, es la belleza hecha carne. Lo más deleitable que Deimos ha admirado en mucho tiempo.

Y le excita. Está tan enfermo que Heidi se le antoja erráticamente excitante en ese plan.

—Son para ti, bebé.—Confirma con un parsimonioso asentimiento de cabeza.—Para... cada... centímetro... de tu... piel... órganos... huesos.—Susurra antes de prorrumpir en una hilarante carcajada, como si hubiera contado el mejor chiste de la velada.—De acuerdo, los huesos no. Una vez lo intentamos con esa pequeña sabandija y no fue tan fácil.—¿Alguna vez has intentado clavar un cuchillo en el centro de un hueso mientras su dueño se retuerce? ¿No? No lo hagas, es una pérdida de tiempo y paciencia. Un verdadero grano en el culo.

Mucho más si es un adolescente fastidioso. Pfff.

Entreabre los labios muy ligeramente, emocionado porque Heidi hace con exactitud lo que Deimos siempre ha pretendido. ¿Y por qué siempre lo ha pretendido? Fácil... Le gusta castigarla. ¿O premiarla? Al decir verdad, no hay diferencia en el vocabulario de estos.

Le sacan todo el jugo posible a cualquiera de los dos.

—Eres una niña muy mala.—Susurra en un hilo de voz mientras sus ojos impregnados de deseo siguen la trayectoria de la lengua ajena limpiando la sangre de la herida. Pero... ¿por qué conformarse con una sola de esas?—Niiiiiiñaaaaa Mala.—Arrastra las vocales con su aterciopelada voz, a medida que con un movimiento de su mano, alza una de las enormes dagas dispuesta al pie de la cama y la arrastra mágicamente por una de las piernas de Heidi. Con su ligero toque, la punta filosa corta la piel a su paso, creando una abertura desde el tobillo hasta la zona de la vesícula.

Sí, la vesícula.

—¿Quieres que te regale tu propia vesícula? —Le pregunta con viva emoción, como si la fascinante idea le hubiera golpeado la cabeza repentinamente.— Si te mueves, la hoja se irá hundiendo poco a poco.—El cuchillo espera, levitando a centímetros de aquella zona, listo para recibir órdenes.—Veámos cuanta sangre te sale. Yo digo que más que la última vez. Y menos que a mí la vez anterior.—Sí, como ves, llevan en este tipo de juegos un largo rato. Ah, pero Deimos no se lo dejaría fácil. Sabe los puntos débiles de Heidi, donde se vuelve loca por las cosquillas.

Sí, cosquillas.

Cualquiera diría que las coquillas en la pierna no existen, pero oye, ya ha quedado claro que este par no es de este mundo.

Deimos consigue sortear sus propias trampas en el piso para subirse a la cama y moverse sobre las hojas afiladas, ocasionando cortes en su propia piel, pero nada alarmantes. Ya está acostumbrado; como cuando danza junto a su esposa sobre brasas ardiendo.

Un vals oscuro.

Toma a Heidi por el tobillo de la manera delicada, como si cuidara no hacerle daño, y tira de la pierna procurando extenderla sobre la sábana. Comienza a deslizar su lengua sobre la abertura de la pierna, saboreando la sangre que brota con lentitud de la herida. Deimos no apartar la mirada de su mujer, vigilando que ésta no ceda ante las coquillas. Porque si ríe, la daga se hundirá y... perderá algo más que un hilo de sangre.

Aunque también ganará. He ahí el secreto de esta velada.


26/09 • 20:00 •  @Heidi C. Ellsworth
Deimos T. EllsworthVie Sep 16, 2022 2:40 am
...That nobody, nobody, nobody knows.


Kehlani escribió:I want someone, with secrets
That nobody, nobody, nobody knows
My freakness is on the loose
And running, all over you
Please take me to places, that nobody, nobody goes.


tw: madness, blood, bloodplay, sexual elements.


—Te lo dije, bebé...—Su ronco susurro, oculto tras el pie de la cama, resulta tan... siniestro, capaz de helar la sangre a cualquier cuerdo, consciente del peligro que Deimos significa. Cualquiera menos Heidi Ellsworth, claro. Porque ella, ella inventó la palabra peligro.—Que te daría una sorpresita.—Seductor... un tono donde otras advirtieron incontables peligros, ella le encuentra seductor. Heidi se lo ha demostrado tantas veces que Deimos está seguro, jamás podrá sentir pavor de él. ¿Por qué lo haría?

Su verdadero yo, intenso y retorcido es gemelo del suyo.

Agazapado detrás del pie de la cama del lujosa suite, como si se tratara de un chiquillo jugando a las escondidas, Deimos deja ver sus emocionados ojos, contemplando a la mujer que despierta: la propia Heidi. Su marido la ha dormido y secuestrado, tal y como lo han hecho antes con algunas de sus víctimas. La acomodó en posición fetal sobre una cama doble extragrande, rodeada de círculos y círculos de filosas hojas de metal: cuchillos. De todos los tamaños y con las puntas señalando el menudo, lozano y blanquecino cuerpo femenino.

—Ta-dá! Feliz pre-aniversario.—Se incorpora de un raudo movimiento, sonriendo de forma genuina de oreja a oreja, mostrando toda su dentadura. En la mano sostiene una botella del licor favorito de Heidi y un par de copas. —Cuidado. Si te mueves, pierdes.—Advierte antes de carcajearse, el tipo de chiste que solo ella encuentra siempre gracioso.—Sorpresa: si me muevo yo, también.—No solo la cama está repleta de cuchillos, la carísima alfombra bajo sus pies, también lo está, como si se trataran de pétalos de rosas rojas.

Ah, el bello romance de amantes retorcidos.


26/09 • 20:00 •  @Heidi C. Ellsworth