¿Halloween? ¿Fiesta temática para adultos? ¡Sí! Pero eso no era lo mejor, no… Lo mejor era que podría saciar mis ganas de diversión —que normalmente veían o como afeminadas, al menos mi padre, o como infantiles— de la forma más maravillosa posible porque… ¡Era una fiesta con temática del siglo XVII! Y, más concretamente, piratas y nobles.

Ahora no solo podría disfrutar de disfrazarme, algo que me resultaba muy divertido, sino que podría ver a otras personas con disfraces de piratas… O eso esperaba, la gente de mi edad no solía querer vestirse de ellos… Yo, de hecho, era uno de ellos. Pero de todos modos no creía que me quedase bien ese tipo de ropa.

Que no se me malinterprete, habría sido un pirata fino y divino, pero prefería vestirme como un aristócrata de aquella época y además me enamoré de un disfraz de un color azul precioso que encontré en mi búsqueda. Me compré, además, una peluca rubia para cubrir mi pelo teñido de rojo, pero que lucía muy natural.

Iba muy feliz a la fiesta y al principio, al ver los disfraces y la decoración me quedé maravillado, pues me sentía de verdad en un edificio del siglo XVII… pero luego, las conversaciones comenzaron a agobiarme. Sonaban falsas, vacías… familiares. Familiares en el sentido de que ya las había vivido, me recordaban al pasado que había dejado atrás.

Con una ligera mueca, me aparté de la gente y me dediqué a merodear por el sitio para admirar toda la decoración o acabaría marchándome antes de tiempo.

¿Cómo había terminado en tal fiesta? Ah, sí ya lo recordaba. Estaba siguiendo a un sujeto en concreto, aquella cara conocida con la que estaba seguro que había planeado el atraco frustrado años atrás en Miami. Quería acercarse todo lo posible para cerciorarse, pero hasta que no había entrado en aquel salón no había tenido la oportunidad.  Siempre había sospechado de que entre aquel grupo debía haber un traidor. Tal vez, aquel sujeto no fuera el culpable, pero tal vez sabía algo. Y sino, pues lo saludaría de la forma más agradable que conocía: a gritos y golpes. Seguro que así, fuera o no culpable, nunca se le pasaría la idea de traicionarlo o desvelar su identidad a las autoridades.

Había conseguido entrar en el sensacional edificio con bastante facilidad. Para nada había arrastrado a uno de los invitados a un cuarto oscuro y lo había  amenazado con una navaja para que le diera su disfraz; uno de pirata de bastante buen ver. Le iba para un guante y para qué negarlo, le quedaba bastante bien. Al menos lo suficiente como para perderse entre los demás asistentes y no no llamar tanto la atención.

Su objetivo paró a hablar con diversa gente, parecía ser conocido, todo lo contrario a Magnus. Se encontraba tan distraído andando mientras miraba en otra dirección que inesperadamente se llevó a un hombre por delante. Era un señor rubito vestido de terrateniente del siglos XVII, como no, vestido como un ricachón, lo que usualmente todo el mundo quería ser u al menos aparentar. — Perdón. — articuló con voz ronca rapidamente, sin un ápice de culpa en sus palabras. En cuanto volvió a intentar encontrar al perseguido no podía verlo. Joder, estaba jodido.

Observaba los muebles con gran devoción y tocaba las columnas y la arquitectura de las salas en general mientras la gente pasaba a mi lado sin que reparase demasiado en ella. Sabía que iban de aquí para allá, solos o acompañados, con una copa en la mano o un canapé… Desconocía si alguno decía algo respecto al señor raro que miraba la decoración y no se relacionaba con nadie, pero… me daba igual. Estaba absorto. Quizá por eso no vi que alguien iba en dirección contraria a mí y chocamos con tanta fuerza que me caí de culo.

Menos mal que no tenía ninguna bebida en la mano.

Solté un sonoro quejido al golpearme el coxis contra el suelo y apreté los labios mientras el dolor se iba. Al abrir los ojos cuando vi una de las cosas más maravillosas que había podido presenciar en la fiesta. ¡Pero qué increíble!

—No se preocupe, ¿se encuentra bien? —dije mientras me ponía de pie y luego lo examiné de abajo— ¡Su disfraz es increíble, me encanta! Si a mí me quedara tan bien esa ropa habría venido disfrazado de pirata —dije con gran entusiasmo. Encima no es solo que fuese disfrazado de eso, sino que además parecía estar metido en su papel. Los otros piratas que había visto parecían más corsarios que piratas y hablaban de forma demasiado educada para serlo.

En cambio, aquel hombre desconocido… decía algo distinto con su lenguaje corporal.

—La peluca y la barba están muy conseguidas, se ven muy realistas.

El tipo con el que había chocado parecía haberse hecho daño al caer, pero no era de su preocupación. Había podido observar antes de colisionar contra aquel pintoresco individuo que miraba embobado toda la decoración del edificio, así que a fin de cuentas, todo era culpa suya por no mirar al frente ni estar pendiente del alrededor. Aunque debía admitir que no estaba nada mal, se notaba que la gente de allí tenía dinero, o al menos el suficiente como para permitirse una entrada en tal evento.

Magnus frunció las cejas sin terminar de comprender por qué le preguntaba a él si estaba bien. ¿Acaso tenía pinta de no estarlo? En todo caso debería haber hecho él aquella pregunta, aunque no se rebajaría a aquel nivel, ya que sería como aceptar la culpabilidad del choque. — Sí. — respondió cortantemente tras verlo una vez más antes de intentar encontrar el tipo que estaba siguiendo otra vez, aunque, como no, no iba a tener suerte. Tal vez aquel podría conocerlo. Le daba la sensación de que tenía cierto estatus así que al igual se codeaba con los otros asistentes de la fiesta.

Era un tipo bastante peculiar. No era que le desagrada pero su aspecto señorial verdaderamente lo tiraba hacia atrás. Odiaba la gente ricachona y que su simple aspecto gritara aquello a bramidos no  le gustaba lo más mínimo. Sin embargo, el cumplido que este le dio lo tomó con la guardia baja. No supo cómo responder, no estaba habituado a ellos, así que se limitó a dar un extraño gruñido que podría ser interpretado como un gracias.

— Es mi barba de verdad. — dijo con cierto orgullo mientras deslizaba sus dedos entre ella. Era algo que le había costado ciertos años y mucho mantenimiento para que se viera así de bien. Le daba una apariencia distintiva y que sin percatarse iba perfectamente con la estética del disfraz. 

— Tu también vas muy … azul — buscó palabras para definirlo pero la única que se le ocurrió fue aquella. Era un color bonito, el mismo que había pedido  contemplar desde su casa en su infancia. Así que en verdad aquello fue un intento de cumplido pero se quedó en eso, un intento. No sabía muy bien cómo enfocar la conversación para llegar al punto que él quería pero al menos lo intentó. — ¿Has venido antes a esta fiesta? — Algo le decía que aquello no era buena ide y que muy probablemente le saldría el tiro por la culata.

La respuesta que me dio el desconocido fue tosca y luego hizo un sonido extraño, como un gruñido, pero eso no hizo más que emocionarme el doble, ¡porque parecía que se estaba metiendo en su personaje! No había nada más divertido que una persona que se metía en el papel del disfraz que llevaba. No estaba muy puesto en el tema, pero me sonaba haber escuchado o leído en algún sitio que eso se llamaba cosple o algo así.

Luego no supe si seguía interpretando un personaje o se había salido de este, pero según decía, la barba no era parte del disfraz, por lo que abrí los ojos de par en par.

—Ya decía yo que parecía real —contesté con admiración y no pude evitar fijarme mejor en la barba—. Está muy bien cuidada. Yo una vez lo intenté… pero no pude conservarla —añadí, torciendo el gesto. No había mantenido la barba por mucho tiempo porque mi padre me había gritado y regañado por eso. Sí, más de treinta años tenía ya…

¡Pero ahora podía hacer lo que quisiera! Quizá… ¡sí! Podía intentar hacerla crecer de nuevo. ¡Y tal vez dejarme un bigote también!

El comentario del pirata hacia mi atuendo me hizo reír. No sabía si intentaba hacer un cumplido o decir algo con humor, pero me reí suavemente.

—Es usted muy gracioso —le dije antes de que me preguntara eso. Miré a nuestro alrededor, como si necesitase encontrar la respuesta en algún lado, y no contesté hasta que devolví la vista a la suya—. La verdad es que no, acabo de llegar a la ciudad y me apeteció venir. Pero lo cierto es que… me estaba aburriendo hasta que ha aparecido usted.

Porque él era diferente. O, al menos, actuaba de forma distinta al resto.

—Oh, por cierto, me llamo Tayne Kesterton. Encantado de conocerlo —le dije mientras le tendía una mano para saludarlo formalmente.

La verdad aquel tipo era extraño, de lo más inusual. Le hablaba a él con toda la confianza del mundo, como si ya se conocieran, cuando en verdad eran dos simples extraños que habían colisionado por culpa, principalmente, de que ninguno de los dos estaba mirando donde debía mirar. Uno mirando la decoración, el otro persiguiendo un objetivo ... verdaderamente ambos eran un poco raros si alguien de fiera los miraba con cierto detenimiento.

— No hago nada en especial, solo crece así ... y ya. — Un final de frase un tanto cortante, pero en vistas de que el otro iba a contarle su vida no le preocupó en demasía. Era incapaz de imaginarse a aquel tipo vestido como un verdadero burgués con barba. Simplemente la idea no congeniaba con su aspecto. Se podría haber imaginado muchas cosas, pero ¿eso? Sinceramente pensaba que ya estaba bien como estaba, aunque no por ello iba a decírselo, simplemente se lo quedó viendo un rato sin articular vocablo alguno.

Cada vez lo comprendía menos. No sabía si verdaderamente aquel tipo estaba loco o le daba todo igual. Lo encontraba a él; sí, a él, Magnus De'Ath simpático y gracioso, cuando apenas había hablado en aquella conversación. Pero daba igual cualquier cosa que el nigromante pudiera decir ya que, al poco, de dialogar descubrió que, al igual que él, no hacía mucho que aquel había llegado a la ciudad. Así que, a fin de cuentas, era un completo inútil para completar sus objetivos.

Tenía pensado abandonarlo y seguir con su búsqueda cuando aquel le tendió la mano presentándose. Le dio lástima el hecho de ignorarlo, así que, refunfuñando entre dientes, le tomó la mano con un fuerte apretón para presentarse de la misma manera que él lo había hecho. — Soy Magnus. — Concluyó con voz grave. No pensaba revelare más información que aquella. Ni apellidos, ni procedencias ni otras cosas. Podía dar gracias de saber su nombre verdadero y no uno falso.

No había falta ser Sherlock Holmes para percatarse de que Magnus verdaderamente era un hombre de pocas palabras. No se le daba tan bien ponerlas en voz como ponerlas por escrito, dónde, con su puño y letra, hacía maravillas que no tenían nada que envidiar a algunos de los clásicos Americanos y Europeos. Mas, aun la poca conversación que daba, quiso volver a probar si podía sacar un poco más de información que le fuera útil. — ¿Como encontraste este evento? ¿conoces a alguien de la organización? — preguntó mientras se desapretaba su mano del duro agarre hasta al fin apartarla y guardar ambas dentro de los bolsillos de sus pantalones.

—Oh, vaya —contesté con un gesto de sorpresa que desapareció enseguida—. Entonces es de esos afortunados que tienen una fisionomía que colabora con su aspecto —dije con una nueva sonrisa. El hombre no parecía hablar mucho y entonces me di cuenta de que quizá era culpa mía. ¡Por favor, que le estaba hablando de su barba! Quizá se había sentido incómodo—. Disculpe, quizá lo estoy haciendo sentir incómodo. No era mi intención, a veces me dejo llevar demasiado por mis emociones.

Algo que mi padre odiaba, pero que nunca logró que reprimiera. Quizá fuera uno de los motivos de que siempre se sintiera decepcionado de mí. Daba igual, ahora ya no importaba, porque, por muy feo que sonara, estaba muerto.

—Encantado, Magnus —contesté, evitando hacer un comentario sobre lo bonito que me parecía su nombre, muy señorial, porque no quería que se sintiera violento como quizá lo había hecho antes por hablar tanto sobre su barba.

De hecho, el hombre seguía sin hablar mucho y probablemente era por eso, porque se sentía incómodo. Por ese motivo, me puse a pensar cómo sacarle conversación sobre un tema agradable para los dos. Me habría marchado para dejarlo tranquilo, pero era la única persona interesante que había encontrado en toda la fiesta. Y no solo eso, sino también la que parecía más auténtica. ¡E iba de pirata! Y le quedaba genial el traje…

Al final no tuve que pensar mucho, porque fue él mismo quien siguió la conversación y eso me alegró, porque significaba que no se sentía mal hablando conmigo.

—Lo leí en el periódico —contesté a sus preguntas—. En esta ciudad conozco a algunas personas con las que tengo negocios, pero ninguna tenía que ver con este evento. ¿Y usted? —En ese momento pasó un camarero con una bandeja de canapés y nos ofreció— No, gracias, quizá más tarde —contesté, pues debía inyectarme primero la dosis de insulina que llevaba en uno de los bolsillos de mi práctico disfraz—. ¿Por qué lo pregunta? ¿Está haciendo una encuesta sobre la publicidad del evento?

Definitivamente aquel tipo era raro; pero muy raro. No sabía si él tenía un imán para los chalados o simplemente tendía a relacionarse con gente demasiado excéntrica, pero a fin de cuentas, tampoco parecía un tipo peligroso, mas bien, tenía todo el aspecto de ser alguien de que era fácil aprovecharse. Y aquello último era exactamente lo que estaba intentando hacer. En un primer momento pensó que le podría ser de utilidad, pero a medida de que su conversación fluía, se iba reafirmando de que aquel humano era bastante inútil para serle de provecho para alguno de sus fines.

— ¿Incomodo? — cuestionó el nigromante con el ceño fruncido. Estaba claro que acababa de conocerle, porque aquello era básicamente, casi imposible. — No, esta bien, no me ha molestado. — Y al menos aquello era verdad; aunque ciertamente, entrarle a alguien hablándole de lo bonita que le parece su barba seguía siendo simplemente raro.

Tayne, era aquel típico tipo de las películas, el bonachón que se metía donde nadie le llamaba y que muchas veces terminaba muerto de las peores maneras posibles. Todo el rato disculpándose, todo el tiempo intentando pensar en los demás en vez de en él mismo, simplemente, todo lo contrario a él, o al menos, aquello quería pensar. Aun así, quería aprovecharse de aquella bondad que irradiaba y que seguramente le habría sido de utilidad, si no hubiera sido alguien tan jodidamente plano. ¿En serio aquel tipo había ido allí solo? Verdaderamente era alguien que daba pena, incluso a él.

Escuchó mas o menos atentamente a su palabrerío, sin volver a descubrir nada que pudiera ser de su interés. Simplemente se dedicaba a asentir  hasta que la misma pregunta le fue devuelta. Por suerte, un camarero con unos canapés se interpuso a la conversación, el cual le dio el tiempo suficiente como para poder pensar en una mentira suficientemente creíble. Tomó dos canapés, uno con cada mano. No se iba a negar ante la comida gratis como Tayne. Tal vez él tuviera dinero de sobra como para llegar a fin de mes si se podía permitir gastárselo en disfraces, pero aquel no era su caso.

— Sí, sí, eso es. — afirmó cuando se le preguntó si estaba haciendo encuestas de la publicidad de aquel sitio. Él mismo le acababa de dar la excusa perfecta. — Veo que la publicidad marchó tal y como esperaba. — Eso tendría sentido, ¿no? Eso era lo que se esperaba que dijera alguien que trabajaba para un evento, o al menos eso pensaba. Pero con aquello había certificado que simplemente hablando con aquel tipo había perdido el tiempo ya que no había conseguido nada de utilidad. Una pena. Al menos tenía dos canapés y si volvía a ver el camarero, probablemente, se llevaría un par o tres mas, por no robarle la bandeja entera.

Se llevó uno de estos a la boca y lo masticó con cierta ansia. Verdaderamente estaba muy bien y no comprendía como alguien podía decir que no a esta delicia. — ¿Y tu no quieres? — le preguntó alzando con la mano el canapé que aun sujetaba y que en los próximos segundos sería también devorado con el mismo gusto que el primero.

El hombre frunció el ceño mientras repetía aquella palabra, lo que me dio a entender que sí que lo había incomodado… hasta que dijo que no había sido así y el alivio en mí fue notable. Mostré una gran sonrisa de alegría, pero contuve el resto de la emoción para no ser demasiado efusivo.

—Me alegra saber eso —contesté, con un tono que también mostraba mi alivio, y observé al hombre con atención—. Ya veo… —dije después de que dijera que sí se trataba de una especie de censo— Pensaba que para eso era necesario una hoja y bolígrafo para apuntar los datos. Para el futuro, sobre todo.

Cuando pasó la bandeja con los canapés y Magnus se los empezó a comer tuve que hacer un esfuerzo para cerrar mis ojos un poco, de modo que no estuviesen abiertos de par en par, ya que me llamó mucho la atención cómo lo hizo. Pareciera que no hubiese comido en siglos… Pensé que sería descortés comentar algo al respecto, así que decidí guardar silencio, hasta que él se dirigió a mí.

—Oh, no, no —dije mientras movía la mano en el aire—. Yo estoy bien… todo para usted, que aproveche —añadí con amabilidad, sonriente. Me resultaba un poco extraño que yo lo tratase de usted mientras él me tuteaba, pero me gustaba ser educado como me habían enseñado. En parte, al menos. Había «modales y valores» que me habían enseñado y con los que no estaba de acuerdo.

Eso sí, le presté toda mi atención, pues quizá era alguien que necesitaba ayuda… aunque por lo que veía en él no lo parecía, solo me había dado esa sensación al ver cómo comía.

Ese tipo se preocupaba estúpidamente por todo. A ver, era verdad que Magnus tenía fama de gruñón, con eso nadie se equivocaba, pero al menos cuando se enfadaba por algo tenía alguna razón o sustento para ello. Pero al parecer aquello no era comprendido por su interlocutor, el cual temía un berrinche tras cada afirmación o pregunta formulada.

Cuando Tayne comentó lo del papel y  bolígrafo se percató como verdaderamente la había cagado. Intentó pensar rápido y verdaderamente pronunció la primera trola qué se le pasó por la cabeza. — Por eso mismo me contrataron. — afirmó con toda la seguridad que pudo. — Soy capaz de retener toda la información en mi cabeza y después plasmarla tras al fiesta en los respectivos papeles. — dijo mientras señalaba la zona en la que estaba su cerebro. ¿Se lo creería? Esperaba qué si y que no metiera mas sus narices donde nadie le llamaba, qué suficiente tenía ya. Así que, para ello quiso concluir ese tema. — No quedaría muy históricamente preciso ir con papel y bolígrafo. E ir con pergamino y pluma no era muy práctico a faltad e tintero. — concluyó antes de que el rubito pudiera añadir cualquier cosa más. Tal vez aquella vez, sin duda, era la que mas había hablado en toda la velada, pero todo con la razón de que no lo pillaran con su farsa y con la suerte de que nadie descubriera de que verdaderamente se había colado en aquella fiesta.

Entre canapé y canapé, Magnus no reparó en la mirada sorprendida del humano. Él ya sabía de sobras que no encajaba en aquel lugar, pero siempre podía escudarse en que estaba interpretando su papel de "pirata". ¿Es que esa no era la gracia de aquella fiesta? Tremenda panda de aburridos que solo sabían ir con sus ropas caras de aquí para allí luciéndose como pavos en celo. — Una pena. — concluyó el Nigromante encogiéndose de hombros mientras se llevaba el canapé restante a la boca. Ahora, con el estómago bien lleno, sería mas fácil encontrar a aquel tipo. Y ya que Tayne no le había servido de nada, aprovecharía para usarlo él mismo.

— ¿Me acompañas a dar una vuelta? Tal vez encontremos algo para beber. — Aquella era solo una mala excusa para encontrar a su objetivo. ¿Y para qué llevarse a Tayne el cual sería un posible testigo de lo que podría pasarle a aquel pobre hombre? Muy fácil, obviamente para colgarle el muerto a él. Y sin esperar respuesta alguna empezó a andar esperando que aquel simplemente lo siguiera como si de su sombra se tratara.

Ladeé la cabeza ante su primera respuesta y después lo miré con las cejas alzadas y los ojos abiertos más de lo normal.

—Un talento envidiable, sin duda —contesté, completamente admirado. Mi padre siempre había necesitado tenerlo todo por escrito —aunque eso era normal, era el dueño y gestor de muchísimas empresas— y yo también. Había conocido a muchas personas durante mi vida y algunas tenían buena capacidad de memoria, pero nadie tan bueno en ello como Magnus.

Mi sorpresa no dejaba de crecer. El hombre, con el que había interactuado por puro accidente, me acababa de ofrecer acompañarlo. A mí. El bicho raro de la fiesta. El nuevo. Mi padre conocía a algunos de los invitados y, aunque luego solo los criticaba en casa, se llevaba bien con ellos de cara a la galería. No se parecían mucho a mí. Ellos hablaban de temas superficiales como el dinero o las propiedades que tenían o deseaban adquirir, yo prefería tratar otros temas como la sensibilidad de la música, el cuidado de la confección de las telas o la belleza de la poesía.

Para cuando quise darme cuenta, cuando me recuperé de la sorpresa, vi que él ya se había ido andando y tuve que apresurarme para alcanzarlo.

—¡Espere! —exclamé, alzando una mano, mientras caminaba deprisa hasta que llegué a su altura. Al principio guardé silencio mientras avanzábamos por el lugar, pero luego no pude contener mi pregunta— Perdone la indiscreción, y espero no ser irrespetuoso, pero… ¿se encuentra bien? Nunca había visto a nadie comer así.

Como no, se lo había tragado enterito. Toda su gran elaborada e inverosímil excusa parecía haber resultado creíble a fin y al cabo. No iba preguntar como había sido aquello posible, simplemente iba a disfrutar de que aquel rubito bobalicón tuviera la misma confianza con los demás que un niño que le ofrecen caramelos des de una furgoneta negra con los cristales tintados. Sin duda, Tayne iría directa a ella y permitiría que lo secuestraran sin oponer resistencia.

Magnus empezó a andar en búsqueda de su objetivo, dando por supuesto que Tayne, el perrito que parecía lamerle la suela de los pies, lo seguiría. Y no le defraudó. Lo había estado mirando y le daba la sensación de que se había aferrado a su persona como si le fuera la vida. No había interactuado con nadie más, ni había saludado ni dirigido unas palabras a cualquier otro ser vivo de aquella sala que no fuera él.

Mas, sus pensamientos fueron interrumpidos por el comentario de aquel pseudoburgués el cual lo había estado estudiando mas de lo que había pensado. — Me encuentro perfectamente. — Y en verdad nunca había estado mejor. Es decir ¿comida gratis sin limite? Nunca había podido estar mejor. Pero estaba claro que eso no se lo podía decir, así que simplemente prefirió seguir escudándose tras el papel que había estado interpretando. — ¿A caso estabas esperando un pirata con modales? Para refinados tienes a los demás. — Señaló a la muchedumbre sin miramientos, a sabiendas de lo mal visto que pudiera ser percibido aquel gesto por los otros invitados.

Al fin, tras conseguirse abrir paso entre el gentío, con algún empujón, pisotón y codazo bien merecido hacia alguno de aquellos tipejos pomposos le pareció ver la cabeza de aquel malnacido que lo vendió a la pasma. Pensaba hacerlo gritar y llorar; nada apagaría su furia. Nada que no fueran unos cuantos billetes verdes. Ahora solo faltaba elaborar un plan y eso solo resultaría mas fácil con la ayuda inesperada del cabeza de chorlito de traje azul. Sería un fabuloso chivo expiatorio.

— Oye, ¿quieres poner a prueba tu capacidad de memoria? ¿Por que no pruebas en hacerle unas preguntas al caballero de allí? — dijo señalando a aquel tipo en concreto. — Hazle algunas preguntas sobre qué le parece el evento. Estoy seguro que lo harás bien. — Y así él de mientras podría ocuparse del tipejo des de la distancia.

Cualquiera que nos viese estaba seguro de que pensaría que aquel hombre me estaba forzando a ir con él, porque no podíamos ser más diferentes. Al menos por fuera. Por dentro aún no se sabía… pero el caso es que yo me aburría mucho en las reuniones de la «alta sociedad», no entendía cómo podían ser tan anodinas y soporíferas. Bueno, sí que lo entendía: falsos conocimientos, mucha ignorancia y temas monótonos. Ah, y que muchos de ellos se creyeran la mar de divertidos no ayudaba nada.

—¡Oh! —exclamé por lo metido que estaba Magnus en su papel de pirata. Aunque en respuesta a su pregunta —a todas luces retórica— podría haberle dicho que en realidad ni siquiera me habría esperado un pirata que pareciera un motero— Es que eres el único que ha decidido ser pirata y se mete en su papel, me ha sorprendido —le expliqué.

La verdad es que el hombre era difícil de tratar, pero yo había tenido que soportar indeseables toda la vida, incluyendo a mi padre, así que hablar con aquel hombre era como un paseo.

—En realidad no me hace falta, mi capacidad de memoria no es tan buena como la tuya, hace tiempo que fue disminuyendo… —contesté con una sonrisa poco alegre. No llevaba bien eso de hacerme viejo, sobre todo porque sentía que aún me quedaba mucho que experimentar por haberme reprimido durante casi toda mi vida—. ¿Me estás pidiendo que haga tu trabajo para escaquearte? —pregunté, alzando las cejas. No creía que quisiera aprovecharse de mí, estaba casi bromeando. ¿Casi?

Aquel tipo le daba demasiadas vueltas a todo. Con lo que le gustaba a Magnus ir directo al tema, sin rodeos y sin información innecesaria. Ya era un tanto mayor como para ir perdiendo el tiempo de aquella manera, pero ahí estaba, vestido cual mona de circo haciendo el gilipollas en una fiesta rodeado de gente que muy probable detestaba aun no conocerla.

— Seguro que algún otro pirata habrá entre tanto burgués. — Y en aquello, Magnus, no se equivocaba. Aunque el otro pirata estuviera encerrado en una pequeña habitación, inconsciente y hubiese perdido el disfraz. AL menos daba gracias que el tipo al que le había robado la vestimenta diera la casualidad de ir de pirata y no de señor ricachón en mallas, porque a eso se hubiera negado rotundamente.

El plan del Nigromante iba viento en popa, a excepción de un pequeño detalle: no había contemplado la posibilidad de que aquel tipo se negrera ayudarlo. No, si al final resultaría que tenía personalidad y todo. — Para nada, ¿por qué iba a hacer yo eso? — dijo con una sonrisa demasiado forzada. En aquellos momentos su pudiera, lo hubiera estrangulado allí mismo. — Pero, había supuesto, dadas tantas preguntas, que te resultaba de interés mi trabajo aquí. — Pero obviamente el rubito no era tan estúpido como para encontrar aquella simple trola interesante. Así que tendría que pensar en otra cosa y para ello pensaba usar a aquel tipo igual.

— Entonces acompáñame, y así te presento si quieres a algunos organizadores. Seguro que les caes bien. — Y aun mejor cuando se llevara la culpa de todo. Con paso decidido, Magnus anduvo hacia su objetico, y cuando estaban casi encima de él, le hizo una zancadilla a Tayne para que este se cayera encima de aquel tipo y sirviera así de distracción.

—Algunos, pero, como dije, ninguno se mete en el papel. Sería maravilloso que lo hiciera —le expliqué. La verdad es que yo no actuaba como un burgués porque, si bien era educado y hablaba de buena manera, era increíble lo estirados que podían llegar a ser algunos… Mi padre rayaba ese límite y otros miembros de la nobleza con los que llegó a codearse sí que tenían esa actitud… una que me parecía incómoda y bochornosa, por mucho que a ellos les resultara sofisticada.

Menuda estupidez. Una cosa es ser educado y otra muy distinta es la de ser un un completo frívolo e hipócrita.

—No lo sé —contesté, encogiéndome de hombros, pensando que estábamos bromeando—. ¿Porque eres un pirata? —añadí con una sonrisilla— Siento si tantas preguntas te incomodaron. Supongo que fue la única manera que encontré de sacarle información a la única persona que parece auténtica de esta fiesta —añadí. La sorpresa inundó mi rostro cuando me propuso presentarme a algunos de los organizadores—. ¡Oh, fantástico!

Iba tan feliz que al parecer no vi algo que había en mi camino, porque en cierto momento tropecé y fue tan abrupto el acto que tiré al suelo a un hombre que estaba justo delante de mí. Con mucho dolor me giré para quitarme de encima de él y le dije:

—¿Se encuentra bien? Lo siento mucho, he tenido un tropezón… —le dije, ladeando la cabeza hacia él.

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