Sleeping at Last escribió:You taught me the courage of stars before you left
How light carries on endlessly, even after death
With shortness of breath
You explained the infinite
And how rare and beautiful it is to even exist

Se acaba. El tiempo de Marlene, se acaba.

La estocada mortal de Ophelia Harris, quien por sangre fuera su hermana mayor, propicia que la vida le abandone, poco a poco, tal y como sucediera la última vez. Gaia Levesque la abandonó a su suerte, desangrándose en medio de un cementerio, y aunque entonces un ángel, de nombre Dietrich Heinz, apareció en el último momento para tenderle su última oportunidad, la fortuna no le sonreirá esta vez. Las luces a su alrededor se apagan, poco a poco, y mientras su humanidad regresa para golpearla con violencia, una lágrima se desliza por sus mejillas, percatándose de que no va a volver a verlos.

Josette Keira Lenoir, Julien Ethan Lenoir. Sus pequeños. Sus hijos...

Sabe que quedaron al amparo de la mujer que les diera a luz —Danielle Lenoir, su tía—, y Marley no puede evitar preguntarse si algún día ellos querrán saber de ella. Quizá Danielle endulce la realidad, y prefiera privarlos de saber qué fue de sus padres biológicos. O quizá no. Quizá les cuente que Adrien Lenoir, su padre, murió protegiendo a aquellos que quería; luchando para recuperar su hogar. Y quizá también les cuente, que la muerte de papá destrozó a mamá. Marlene, incapaz de soportar la pérdida, eligió convertirse en un monstruo incapaz de sentir; una bestia desalmada capaz de cruzar barreras impensables. Y murió... ¿por qué murió? Por nada.

De haber hecho lo correcto, no habría sucedido. Jamás debió separarse de sus pequeños; jamás debió abandonarles para apagar la humanidad. Danielle la necesitaba, sí; pero sobre todo, ellos la necesitaban. Necesitaban a su madre. Y ahora... ahora, al igual que sucediera con Marlene, los últimos descendientes de la familia Lenoir se verán obligados a crecer sin sus progenitores.

La historia se repite.

Cedric... sí, también se acuerda de él. ¿Qué habrá sido de su hermano mellizo? Quizá se haya marchado con Danielle, y Marlene espera que así sea. La adversidad le convirtió en un hombre arisco, pero también era bueno; su hermana siempre lo ha sabido. Allí donde esté, espera de corazón que sea capaz de encontrar el amor en alguien que le merezca de verdad. Ojalá le hable de ellos a sus pequeños; le cuente cuánto llegó a admirar a su padre, y cuánto quiso a su madre. Marlene también le quiere, sí... ojalá hubiera tenido más tiempo para recordárselo. Y antes de que suceda, irónicamente, también se acuerda de ella. Evangeline Trudeau, quien la apodase cariñosamente como Tequila Sunrise. Aquella mujer también tenía a sus propios demonios. ¿Conseguiría derrotarlos antes de que, tal y como sucedió con Marlene, sea demasiado tarde...?

Abre los ojos repentinamente; ni siquiera sabe dónde está. A su alrededor sólo hay luz: una luz cegadora inundándolo todo a su alrededor. Ya no siente dolor... ni miedo. De hecho, se siente mejor que nunca. Y allí, en el horizonte, hasta donde alcanza a enfocar la vista, logra vislumbrar una figura. Marley sonríe. Habría distinguido aquel cabello rubio rojizo en cualquier parte.

La está esperando. Quién sabe si lo hizo todos estos meses desde que murió. Su momento quizá ha llegado demasiado pronto, pero ha llegado. Ahora, ambos vuelven a estar juntos, y están preparados. Marlene le toma de la mano y, sin decir nada, sonríe, comenzando a avanzar hacia la luz.

Ignoran qué significa alcanzar la paz, pero sea como sea, lo descubrirán juntos.