Iglesia.

—Stefan.—El coro y la misa terminaron hace algunos minutos. Poco a poco, todos los asistentes a la celebración sagrada han ido abandonando el edificio, pero no lo ha hecho Elena. La joven Gilbert ha permanecido frente a las velas, símbolo de luces de esperanza y de las almas que marcharon y aún permanecen con nosotros, en nuestros corazones. Elena, sabedora de la verdad —y de los entresijos sobrenaturales y relacionados con el Otro Lado o el Más Allá—, ya no puede considerarse estrictamente una mujer de fe, pero supo que su presencia en la celebración sería importante.

Después de todo, Elena ha perdido a muchos seres queridos en los últimos años. La muchacha es un ejemplo de resiliencia en la comunidad; alguien que no podía faltar. —Me alegro de que hayas venido.—Se siente especialmente sensible tras la Misa, y no es para menos. Volver a recordar a sus padres y a su tía de forma tan expresa y dedicada, la dejan con los nervios a flor de piel.

La vampiresa acorta distancias hasta estrechar entre sus brazos a aquel a quien, actualmente, considera confidente y amigo. Genuinamente, agradece que haya venido. —Creía que estabas con Damon en el Grill.—Le dice, tras separarse suavemente de él.

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Iglesia.

No había sido puntual, porque había estado hablando con Damon un buen rato —y poco había sido para tratarse de una conversación tan necesaria y que llevaba tanto tiempo posponiéndose—, pero allí estaba por ella. Lo merecía y, además, en cierto modo creía que se lo debía. Para Elena, aquel acto era importante, pues había perdido a casi toda su familia y yo… bueno, me sentía responsable por la muerte de su tía.

O, mejor dicho, por su asesinato. No lo había hecho yo, pero sí que había ayudado a su ejecutor. Malditos recuerdos.

—¿Lo dudabas? —dije con una ligera sonrisa, mientras descruzaba los brazos y me apartaba de la pared en la que me había apoyado y desde la que la miraba. Puede que tuviera varios planes para ese día, pero que hubiésemos roto como pareja sentimental no significaba que Elena y yo no pudiésemos pasar tiempo juntos. Además, poco a poco había ido descubriendo que mi amor romántico por ella se había convertido de forma paulatina en un cariño amistoso, casi fraternal.

La acogí entre mis brazos y acaricié su espalda con suavidad. Tras separarnos y oír sus palabras volví a sonreír un poco.

—Lo estaba. Hemos tenido una conversación necesaria desde hace tiempo. Pero ahora estoy aquí, el día tiene muchas horas —bromeé un poco—. Después pasaré un rato con Lexi también, pero ahora mismo soy todo tuyo. ¿Quieres ir a algún sitio?

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«¿Lo dudabas?»

Lo cierto es que no: nadie, ni por un sólo momento, sería capaz de dudar de las buenas intenciones de Stefan; ni mucho menos Elena. La morena ha tenido la oportunidad de conocerlo como pocas personas lo han hecho; ha leído su alma, y se ha dejado refugiar por su calor cuando más le necesitaba. Puede que la relación entre ambos haya cambiado, pero Elena tiene claro —por egoísta que pueda sonar—, que no quiere perderlo. Necesita a Stefan en su vida.

Cualquiera que le conozca de verdad, querría en su vida a un alma buena y compasiva como la suya.

—¿Cómo está?—Le pregunta sobre Damon, separándose suavemente de él.—Todos... estamos preocupados con todo lo que está pasando.—Como si la amenaza de Kai no hubiera sido suficiente en los meses pasados, el asunto de ángeles y demonios que les fuera revelado semanas atrás no ha dejado de acecharles.—Pero Damon se esfuerza demasiado por demostrar que no lo está.—Lo cual propicia su mal humor y que esté algo más irascible de lo normal.

Pero Elena le conoce bien. Algo le está pasando. —Sí, mejor vayámonos de aquí.—Le pide, agarrándose de su brazo para abandonar la Iglesia.—¿Quieres que vayamos al instituto? Imagino que Caroline esté por allí.—Le propone.—No tengo muchos ánimos para el baile, pero a Care se le escapó el otro día que el espectáculo de luces será espectacular.—Y es que, como cabía esperar, Caroline se ha implicado todo lo que ha podido ayudando a preparar las Navidades en Mystic Falls.

Después de todo, el año pasado se les privó de cualquier posibilidad siquiera de acudir para celebrar las fiestas con sus seres queridos. —Todavía me cuesta creer que estemos todos aquí.—Confiesa en alta voz, siguiendo el hilo de sus pensamientos.—Después de todo lo que sucedió con los Viajeros...—Hubo un momento en el que parecía que nunca podrían volver a pisar su hogar.

De suerte que las cosas han cambiado este año. —Hablando de Lexi —cambia entonces a un tema más alegre, sonriendo—, ¿ella y tú...?—No está en su naturaleza ser demasiado cotilla, pero no ha podido evitar percatarse de que últimamente, el moreno y su mejor amiga pasan más tiempo juntos de lo normal.

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—Está como de costumbre, nada de lo que preocuparse —dije con una sonrisa y un tono bromista, aunque en realidad no estaba como siempre. Estaba peor. Era por su forma de ser, pero se estaba haciendo daño él solo. Si no se lo conté a Elena era porque, en principio, no podía hacer nada para cambiar el estado de mi hermano y no quería que se mortificara buscando una solución que quizá no fuese a encontrar nunca—. Damon siempre va a ser así, está preocupado y no querrá demostrarlo. No como el resto de la gente normal.

A Damon se le hacía más fácil mostrar un carácter de perros que lo que de verdad sentía. Era como si tuviera fobia a mostrar sus sentimientos por si estos lo hacían ver débil. Eso «dañaría su reputación» de vampiro malote.

Sujeté el brazo de Elena mientras salíamos de la iglesia y sonreí ante su propuesta.

—Claro —dije sin perder aquel gesto amable. Incluso sonreí más cuando dijo lo de las luces—. Me fío completamente de sus palabras —añadí mientras andábamos. No pasé por alto el tema de sus ánimos y el baile, sin embargo, y sería un tema que no iba a dejar pasar así como así, pero lo trataría más tarde.

Por el momento, me centraría en escucharla. Me daba la sensación de que Elena, a pesar de que tenía a Bonnie y a Caroline, necesitaba desahogarse aún más. Y era normal. No porque sus amigas no fuesen buenas escuchando o dando consejos, sino porque Elena cargaba muchísimo sobre sus hombros y era normal querer o necesitar hablarlo con más personas.

—Pero lo estamos —respondí y mi sonrisa flaqueó un poco al recordar aquella época. No solo porque estuvimos todos a punto de morir, sino porque… bueno, porque recordaba mi preocupación por el estado de Valerie y… al final… Valerie había muerto más tarde.

Pero Elena, por mal o por bien, desvió mi atención de ese recuerdo a algo más actual y alegre que, sin embargo, me hizo sentir algo incómodo. Aunque, en realidad, yo era quien había traído ese tema a la conversación.

—¿«Ella y yo…? —dije como un tonto y luego alcé las cejas y torcí el gesto— Oh. No, no, qué va. Sabes que es mi mejor amiga desde hace… bueno, muchísimo tiempo —contesté. Era obvio, ¿no?—. ¿Y esa pregunta?

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Los ánimos de Stefan aquella tarde son amenos y alentadores, nada a lo que tenga a sus amigos demasiado acostumbrados en los últimos tiempos. Es agradable comprobar que el menor de los Salvatore aún no ha perdido aquella habilidad para hacer sentir bien a aquellos que le rodean. —Supongo que tienes razón.—Le sonríe.

Aunque el frío del exterior es el primero en recibirlos cuando abandonan la Iglesia, Elena agradece que se hayan marchado. La morena empezaba a ahogarse en los recuerdos. Escuchando la determinación en las palabras de su interlocutor, Elena no puede evitar alzar la mirada hacia este, dejándose contagiar por su espíritu optimista. —Veo que alguien está esta tarde de muy buen humor.—Bromea, dejando escapar una carcajada breve.—¿Te has dejado llevar por el espíritu de la fiesta, o sólo es un milagro navideño?—¿Está intentando bromear otra vez? Eso parece.—Me alegro mucho de verte así, Stefan.—Lo cierto es que últimamente, ninguno ha tenido demasiadas razones para sonreír.

Ya era momento de cambiar aquello. —Te lo digo de verdad. Me... recuerdas un poco más al Stefan que conocí.—Y consigue devolverla, irónicamente, a unos tiempos en los que aquella épica historia comenzaba, siendo todo mucho más sencillo de lo que es ahora.

—Está bien, está bien.—Stefan asegura que su relación con Lexi no ha cambiado, y aunque Elena no se muestra demasiado conforme, optará por creerlo.—No, es sólo que... últimamente pasáis juntos más tiempo de lo habitual.—O esa es su sensación.—Y puede que Lexi también pregunte más por ti de lo habitual.—Añade, encogiéndose de hombros.—La he visto esta mañana, por cierto; en la chocolatada. Vino a buscarte.—Pero Stefan acababa de marcharse. Lástima.

Igual ya lo sabe, y por eso se verán más tarde. —Pero si me dices que no hay nada más entre vosotros, te creo.—Una pena que Caroline no esté aquí y ahora; a ella se le da mejor sonsacar información.

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Elena pareció aceptar mis palabras, lo cual estaba bien. Debía permitirse un poco de calma y, a poder ser, contagiarse del espíritu navideño, que al final podía llegar a considerarse mágico. Había personas que en estas fechas cambiaban por completo para volverse más amables, eran más felices… podía incluso incluirme en ese grupo. Estaba siendo más optimista, o al menos lo intentaba, aunque fuese para hacer felices a mis amigos. Con Damon era diferente, pero con él las cosas siempre eran más complejas.

Me reí un poco, sin apenas hacer ruido, cuando habló de mi buen humor.

—Pues no lo sé, pero probablemente la fecha tenga algo que ver, sí —contesté y le dediqué una sonrisa cargada de emoción cuando dijo que se alegraba de verme de tan buen humor… y que le recordaba a cuando me conoció. Entonces tenía mis demonios ya, pero es cierto que en los últimos tiempos mi ánimo había ido decayendo por tantos golpes de la vida. Ya era hora de remontar, aunque fuese un poco, ¿no?—. Admito que echo de menos a mi madre, a pesar de las décadas. Supongo que tampoco he superado que no quisiera verme de nuevo —comenté y mi sonrisa se tiñó de nostalgia. De tristeza.

Pero ese día no iba a permitir que un sentimiento negativo manchase mi humor, así que sacudí la cabeza y volví a sonreír con la emoción con la que siempre se debería sonreír.

—Creo que también ayuda a mi humor el hecho de que estemos así. Respira, Elena —dije, girándome hacia ella mientras seguía avanzando, y estiré los brazos a cada lado de mi cuerpo—. Respira porque puedes. ¿Y oyes eso? Es la gente disfrutando de las fiestas, sin psicópatas maniacos intentando perturbar sus celebraciones, ni las nuestras. No es difícil estar de buen humor —añadí, ampliando mi sonrisa.

La miré con suspicacia, es decir, con las cejas alzadas. A mí no me salía eso que hacía Damon, que podía levantar una sola ceja si quería, algo con lo que las chicas se derretían y babeaban.

—Pero eso es normal… ¿no? Quiero decir, tú pasas mucho tiempo con Bonnie. Y con Caroline. —Cuando estaba en el pueblo, claro, pero prefería no traer el tema de lo que quiera que se trajera ella con Klaus. No en ese momento—. Supongo que estamos recuperando el tiempo perdido… Además, dijo que estaba pensando en retomar su profesión como enfermera, así que puede que se quiera asentar aquí. —Qué envidia, ojalá yo pudiese dedicarme a la medicina como quería cuando era joven.

Me di cuenta de que aquella última idea quizá apoyaba las de Elena… que claramente estaba insinuando que entre Lexi y yo había algo más que una amistad. ¿Lo había? No estaba… No estaba seguro. Cada segundo que pasaba con Lexi era un tesoro, pero… ¿no había sido así siempre? Incluso cuando no lo apreciaba, porque no tenía sentimientos, pero ella estaba allí sufriendo porque tenía que torturarme para traerme de vuelta. Lexi era la vampira más buena que había conocido. Si existía la redención para nosotros, ella se la tenía más que ganada.

—Me dejas… confundido —comenté. Lexi había ido a buscarme… a pesar de que ya teníamos planeado estar juntos por la tarde—. ¿En serio fue a buscarme? Habíamos quedado para ir después al baile de invierno. —El baile de invierno. A los bailes se suele ir con tu pareja, nosotros éramos la excepción… Fruncí el ceño mientras mi mirada se perdía en la nada, pero lo relajé antes de devolverla a Elena—. Pues yo no te creo a ti —dije con las cejas alzadas—. La verdad es que no había pensado demasiado en el tema hasta que lo has mencionado, Elena… que yo sepa, seguimos siendo amigos… No… no lo sé. No sé si podría verla de otra manera, no sé si podría ver a otra mujer así… no tan pronto. Creo que aún no he superado lo que pasó con Valerie, ni hace poco ni cuando yo aún era humano y estuve a punto de ser padre.

«Espera… eso no se lo había contado a Elena…». Solo se lo había dicho a Caroline, de hecho. La situación entre Elena y yo, sumado a los problemas posteriores, no había estado como para contarle algo así.

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Elena deja escapar un suspiro. Lo sucedido con sus padres fue una auténtica tragedia; puede que lo fuera aún más teniendo en cuenta que, al contrario que ella, no todos a su alrededor disfrutaron —o disfrutan— de padres que los quieran de verdad. La historia de Lily Salvatore y sus hijos biológicos resulta, cuanto menos, convulsa. —No habéis vuelto a tener noticias de ella, ¿verdad?—Puede que Elena haya estado en un ataúd durante meses, pero si de verdad hubiera habido novedades con Lily, se las habrían hecho saber.

—¿Qué fue de Valerie? ¿Crees que... volvió con Lily y con el resto de herejes?—Se da cuenta de que hasta aquel momento, no tuvieron oportunidad para hablar de Valerie y su familia. Antes de que Qetsiyah se encargase de enviar a Elena al ataúd, Stefan y su primer amor volvían a ser pareja —o al menos, a ser un algo—, pero las cosas cambiaron radicalmente a su salida. Ella se marchó, y Stefan...

Stefan no pudo sino llegar a la más evidente conclusión: en los últimos tiempos, no fue demasiado afortunado en el amor.

Pero, ¿quién sabe? Puede que las cosas hayan cambiado.

Las palabras del vampiro le arrancan una sonrisa de forma inevitable. —Eso es cierto.—Confirma con un asentimiento.—Esta... tranquilidad no es nada a lo que tampoco estemos acostumbrados. Un 2013 exactamente así, Stefan.—Suspira brevemente.—¿Crees que sería mucho pedir?—Visto el ritmo de vida que han tenido en los últimos tiempos... sí. Es mucho pedir.

Pero Elena no se caracteriza por ser una inconformista.

—Bonnie, Caroline y yo pasamos mucho tiempo juntas; ahí tienes razón.—Admite, ladeando el rostro hacia su interlocutor.—Pero ha sido así siempre desde que nos conocemos. Lexi, en cambio... No lo sé.—Comenta, mordiéndose el labio, pensativa.—Por las historias que me has contado de ella, y lo que he podido conocerla en estos meses, no suele quedarse mucho tiempo en ningún lugar. Y no ha abandonado Mystic Falls desde este verano.—Prácticamente medio año; todo un nuevo récord. Para Elena está claro: algo ha cambiado.

Todo ha cambiado.

—Pero tú la conoces mejor que yo.——Añade mientras se encoge de hombros.—Igual estoy totalmente equivocada.—Sin embargo, las palabras de la réplica llevan a Stefan a reflexionar.

«Elena… que yo sepa, seguimos siendo amigos...»
«No... no lo sé.»

Pero, hablando de Valerie... —Espera, ¿qué?—¿Ha oído bien? «...ni cuando yo aún era humano y estuve a punto de ser padre.»—Pero, ¿cuántos capítulos me he perdido?—Sólo un par, Elena, sólo un par.

Pero menudo par de capítulos...

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Negué con la cabeza, fue la única respuesta que di a su pregunta. Había traído yo el tema sobre mi madre, pero prefería volverlo a enterrar cuanto antes.

—No lo sé —contesté—. Lo último que supe es que la habían repudiado. Prefiero pensar que hizo las paces y se fue con ellos… que pasara lo de la primera vez. —Creía que Valerie se había olvidado de mí, que se había alejado porque no estaba tan interesada como yo en ella, pero… no había sido así.

La habían asesinado y se había transformado en una hereje, así que luego no pudo volver conmigo porque yo era humano, entre otras razones. Después la repudiaron por decir quién era su asesino…

En fin, por una vez era mejor no ser el aguafiestas ni el amargado del grupo y traté de animar a Elena todo lo posible. Sabía que sería algo pasajero y superficial, pero también supondría un descanso entre tanto malestar.

Dejé escapar una ligera carcajada cuando ella me hizo aquella pregunta.

—Si te soy honesto, sí, creo que es mucho pedir. Pero estaría bien que pudiéramos al menos disfrutar de algunas celebraciones sin que intenten matarnos. —O sin que nos vengan demonios, por ejemplo—. Sí… —confirmé las palabras de Elena—. Pero nos conocemos desde hace décadas… ¿por qué ahora iba a ser distinto? Ella no ha cambiado y yo tampoco, ¿por qué habría alguna diferencia en nuestra relación?

No estaba seguro de si, como Elena pensaba, quería que estuviese equivocada. Es decir, si fuera a tener una novia, ¿quién mejor que mi mejor amiga? ¿Aquella con la que me sentía cómodo, comprendido, querido? ¿Aquella mujer hermosa, fuerte e incondicional?

La miré fijamente cuando ella se sorprendió. Claro, ¿cómo no iba a hacerlo? Menuda noticia le había soltado. Afortunadamente, ya no tenía ganas de llorar cuando pensaba en ello, pero sabía bien que no lo había superado del todo. Mi vida podría haber sido tan diferente… si Valerie hubiese podido quedarse conmigo, si nunca hubiese tenido nada que ver con Katherine… Quizá habría podido ser médico… y no habría asesinado a mi padre. Aunque fuese un monstruo.

—Unos cuántos… —respondí con una sonrisa que nada tenía de alegre y la mirada en cualquier otro lado que no fuera Elena. Sin embargo, acabé devolviéndola a ella al hablar de nuevo— Valerie y yo tuvimos un amorío y luego ella se marchó y jamás regresó. No la dejaron. Estaba embarazada de mí y trató de volver para decírmelo, pero el… el hombre con el que se juntó mi madre temía que eso la apartara de él y la mató a sangre fría. Le dio una paliza. Pero ella regresó como hereje… y no volví a verla hasta que llegaron aquí. Entonces me lo contó y… —Respiré hondo— Fue tan doloroso como si hubiese pasado el día anterior. Era muy joven, pero… iba a ser padre. Podría haber formado mi propia familia.

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Tratando de infundirle su apoyo y su cariño, Elena estrecha el brazo de Stefan mientras el vampiro llega a sus reflexiones. La réplica no tuvo la oportunidad de conocer demasiado a Valerie; sí trató un poco más con Lily, la madre de Stefan y Damon —¿Cómo podría no haber sentido curiosidad?—, aunque sigue resultándole demencial que aquella mujer renunciase tan fácilmente a su vínculo biológico con sus dos hijos... o llegase a cruzar el límite de repudiar a una de aquellos a quienes consideraba “su nueva familia”.

Sonríe de medio lado, sin embargo, mientras la conversación retorna brevemente hacia Lexi. «¿Por qué ahora iba a ser distinto?» Elena se encoge ligeramente de hombros antes de formular su respuesta. —¿Y por qué no?—Le dice.—Las... personas cambian. Y las relaciones, también.—Si no, que se lo digan a Elena. Cuando conoció a Damon, era incapaz de verlo como otra cosa que no fuera el hermano mayor de su novio; el villano, el chico malo, y alguien a quien no quería por completo en su vida.

Las percepciones siempre se hallan en constante cambio.

Sin embargo, puede comprender quizá el miedo de Stefan a asumir que su relación con Lexi haya podido evolucionar, cuando se centra a contarle los detalles de la historia de Valerie. Elena se estremece, horrorizada ante el relato. —Dios... A eso te referías con lo de la primera vez.—Apenas ha utilizado aquella expresión minutos antes, pero Elena, temiendo estarse metiendo donde no la llamaban, se abstuvo de preguntar. En parte, agradece haberlo hecho; el asunto es más delicado de lo que pensaba.—Dios mío, Stefan... Lo siento muchísimo.—Darse cuenta de que pudo tenerlo todo y, a su vez, lo perdió todo, no debió ser fácil para él.—¿Cuándo... cuándo te enteraste?—Aún se siente en shock con la revelación, razón por la que las palabras abandonan sus labios a borbotones, dubitativas y muy poco a poco.—¿Lo... lo sabe Lily? ¿Sabe que estuvo a punto de... ser abuela?

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No solo podría haber formado una familia, podría haber tenido una vida diferente, quizá mejor. Era desagradable pensar en la idea de no haber conocido nunca a Elena, a Lexi, a Caroline o Annabelle, pero… al mismo tiempo, me aliviaba pensar que se habrían evitado muchas muertes… muchos asesinatos, mejor dicho. Y puede que jamás hubiese conocido a Klaus.

Sonreí un poco a Elena cuando me mostró aquella muestra de cariño y le froté la mano con suavidad.

Abrí la boca para decir algo cuando me respondió con otra pregunta, pero la cerré enseguida al darme cuenta de que en realidad no sabía qué contestar. Menos mal que ella siguió hablando. Sí, las personas pueden cambiar, pero… yo no veía ningún cambio en Lexi.

Ni en mí.

Asentí con la cabeza tras su reacción a la historia que le había contado, que parecía sacada de la imaginación de algún escritor o guionista… pero, por desgracia, había sucedido de verdad. Y me había pasado a mí.

—Hace… unos meses —respondí, haciendo una mueca. ¿Por qué tuve que traer aquel tema? Estábamos bien… o, al menos, algo más optimistas—. No lo sé. Es posible. Valerie le contó que la había matado el hombre al que pretendía traer de vuelta a este mundo, le contó lo que le hizo, y ella no la creyó y por eso la repudió. Puede que le contara que estaba embarazada de mí, pero… no… no lo sé.

Tragué saliva y respiré hondo. Luego me obligué a sonreír.

—Pero no hablemos más de eso. Hoy es un día familiar… Lily no quiso seguir formando parte de mi familia, pero aún tengo a Damon, a Alaric, a ti… y debemos disfrutarlo. —dije con una sonrisa más natural y sincera—. Y aprovechar las actividades que nos ofrece el pueblo. Te dejo elegir.

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Elena no puede evitar sentir un escalofrío recorriéndole el cuerpo mientras Stefan se explaya en la trágica historia: una que no acabó bien para Valerie, pero tampoco para él. Pensar que pudo haber sido padre antes de convertirse en vampiro... El destino puede ser muy cruel en ocasiones.

—Espero que Lily recapacitase.—No es un gran consuelo, pero es lo único a lo que pueden aferrarse: deben mantener la esperanza.—Estaremos atentos por si volvemos a tener noticias de Valerie. Quizá vuelva a Mystic Falls en algún momento.—Y no es que Mystic Falls sea un destino que no puede dejarse pasar, pero quien pisa por allí, acaba regresando. Así sucedió con Lexi y... por desgracia, también con Katherine. O con otros de sus enemigos.

No es oro todo lo que reluce. —Supongo que... somos todos una gran familia.—Coincide, sonriendo y viéndose algo más alegre. Stefan prefiere aparcar aquel tema de conversación, y Elena por supuesto lo respetaría.—Venga, acerquémonos al instituto.—Propone entonces.—No quisiera perderme el espectáculo de luces.—Y de paso, Stefan podrá encontrarse con Lexi.

Aquella historia aún está por ver resuelta su mayor incógnita.

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Asentí con la cabeza, sin mirarla a ella directamente, cuando dijo lo de mi madre. Yo también lo esperaba, aunque ya no tenía esperanzas reales. Era más bien como un vestigio de lo que podía desear, algo que estaba allí porque tenía que estarlo, porque no se había ido del todo.

—Tal vez… —respondí sin muchas ganas. Volviera o no, esperaba que Valerie tuviese una vida llena de la felicidad que durante años le habían negado. Aunque Mystic Falls últimamente no parecía el mejor lugar en el que quedarse, no era el pueblo adecuado para tener un «final feliz».

Lo mejor fue cambiar de tema, nos merecíamos al menos un día en el que no pensar en ninguna preocupación, un día en el que no sintiésemos ese dolor atenazante que a veces amenazaba con robarnos la respiración.

—Claro —respondí con una sonrisa y le tendí mi brazo para que lo volviese a tomar—. Buena elección. —Elena siempre había tenido buen gusto y aquel espectáculo seguro que sería increíble. Sin perder el gesto amable y alegre comencé a andar hacia el lugar a su lado.

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