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Reverie Mayflowernigromante
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Reverie Mayflower
❝ Credo quia absurdum ❞
Añoranza o culpa; daba igual la razón. Cualquiera fuese, o una mezcla de las dos, Reverie estaba decidido. Tal vez, también, esta era una manera implícita de acercarse a resolver dudas, perderse en tareas y gente para encontrarse a sí mismo. Porque ¿quién era realmente Reverie Mayflower? Estaba seguro de que esa pregunta venía acechándolo desde hacía ya demasiado y se sentía como pecar. Descubrirse a sí mismo consistía en poner en crisis creencias impuestas, le había tomado muchísimos años notarlo y tampoco es que se pudiese asegurar de que fuese del todo consciente del hecho. Lo que era seguro es que el remordimiento le mordía los talones y le pesaba sobre los hombros como cuando su madre lloraba porque había hecho alguna "artimaña del diablo" o cuando Minerva lo observaba con ojos de decepción frente a sus fracasos. El huevo o la gallina: era interesante como una emoción devenida de una creencia podía aparecer antes de hacer consciente la primera.

La energía de que algo llegaba a su fin contrapuesta a la expectativa de que algo nuevo vendría siempre le había parecido especialmente atractiva al brujo, que sin entender de dónde venía, desde pequeño había sentido que la vida y la muerte eran dos caras de una misma moneda. ¿Acaso no se tendría que haber acabado el mundo ese mismo 2012, como decían los Mayas? Reverie pensaba que, quizá, llegadas las últimas milésimas de segundos de las 23:59, el mundo podría sencillamente desaparecer; y pensaba, también, que sería una verdadera lástima, mas no porque no quisiera que el mundo se termine, sino porque tenía la sensación de que, de hacerlo, le parecería demasiado interesante poder presenciar y sentir su deceso. Que no se confunda: tampoco es que quisiera realmente que todo se esfume como azúcar en el agua, no tenía intenciones reales de ver el mundo en ruinas ni mucho menos provocarlo. Eran más bien pensamientos que le surgían como cuando veía, por ejemplo, el cuadro de Saturno de Goya; esa sensación de belleza en la oscuridad... era algo que, a veces, creía ser el único que lo comprendía.

Tal vez el mundo no se acababa, pero ciertamente muchas cosas lo hacían.

Si el Padre Ranner supiera en lo que estaba pensando Reverie mientras entregaba comida, ropas de invierno y otros objetos de utilidad para la época, seguramente habría terminado echándolo de la capilla como en varias otras ocasiones había querido, mas nunca atrevido a hacer.

Espero que comience un feliz año nuevo. Que Dios lo bendiga. —También, si cualquier brujo o bruja le oía, ellos mismos lo habrían quemado en la hoguera, ¿verdad? Reverie comenzaba a aceptar que en cualquier lugar sería considerado un blasfemo. ¿Estaba bien con eso? No lo sabía, pero tampoco estaba mal.

Su hilo errático de pensamientos de todos modos fue detenido cuando, cruzando la calle, se presentó otra razón por la cual probablemente llamarlo impuro para miradas sesgadas. Porque las sensaciones que experimentó en cuerpo y alma no podrían haber sido descritas más que como un terremoto interno que destruyó todo a su paso, dejando únicamente intacto un nervio: el de la atracción. Fue como un imán atrayéndole sin permiso ni piedad, como si de repente la presión hubiese bajado peligrosamente y era, por lo tanto, la causante de su falta de aire.

Si el Apocalipsis estaba cerca debía sentirse de ese modo...

Espera... —La voz surgió audible solo para sí mismo, aunque quizá un par de desamparados cerca habrían podido oír por pura curiosidad—. Espera, ¡espera...! —La exclamación, sí, ya pudo ser escuchada por más personas a la redonda, puesto que no solamente llamó la atención con su actitud desesperada, sino que el haber salido corriendo detrás de alguien se aseguró de conseguirle varias miradas sobre sí. Recién cuando llegó frente a él fue que se dio cuenta de su error: no había pensado qué decir para haber detenido a alguien que siquiera conocía. Se quedó callado más de lo socialmente aceptable, eso era una certeza para todos, pero también supo que estaba haciendo lo correcto aunque no supiera explicar por qué. Y esto lo confirmó al ver la oreja ajena o, mejor dicho, más específicamente lo que pendía de esta. De manera natural, su mano cayó sobre su propio arete, apenas rozando el material; los tenían sobre la misma oreja—. ¿Quién de los dos lo trae en la oreja equivocada? —Reverie sonrió, regresó las pupilas a encontrar las ajenas y sintió su cuerpo electrizarse.

Tal vez no se conociera bien a sí mismo, pero pondría las manos en el fuego por clamar que era de él.
31/12/12 • 21:15 h • @Fukushima Iku


REACHING
THE POINT OF NO RETURN

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❝ Credo quia absurdum ❞
Aiko sentía el paso de las horas en el hogar Fukushima de diferente manera a sus dos integrantes. Tranquila, calmada, ella veía cómo su hijo en posesión de Suinin se movían con otras direcciones e intenciones. ¿No era así siempre los finales de año? Y ella lo comprendía mejor que nadie, y por lo mismo, sólo necesitó darle unas pocas palmadas en su espalda para decir sin palabras que partiera y comenzara aquel recorrido que llevaba tantos años realizando. Porque no era algo de lo que ella se salvó en su momento: Para aquel Kitsune, esa fecha era un final y un comienzo, y por sobre todas las cosas, un sorprendente saludo y un despido.

El cementerio apareció ante los ojos del joven cuando el sol aún no se terminaba de ocultarse y la caminata se sintió exactamente igual de conocida que aquella que se realizaba todos los años. Las mismas lápidas que sus ojos veían cada vez que pasaba de visita. ¿No era culpa de que en la zona de Haruto, las lápidas ya no cambiaban? ¿Ya no se renovaban? Seguramente. Era una muy antigua ya. Pequeña, silenciosa, con una pequeña inscripción que incluso con los años, parecía desgastarse a pesar de lo limpio que todo se mantenía. – ¿Cuánto ha pasado? He vuelto Haruto. – La voz del Kitsune salió con naturalidad mientras sacaba las flores artificiales ya desgastadas y comenzaba a hacer el arreglo floral en aquel florero que él mismo había realizado e incrustado en el mármol. – Iku ya cumplió treinta años, si sigo así, pronto alcanzará tus años. Es sorprendente cuánto él me ha aguantado, ¿no crees? – Sus manos trabajan con calma hasta dejar su pequeña obra hecha.

Su conversación dura lo que tiene que durar, algunos años son una hora, otros, incluso más. Este año sintió la luz irse del lugar antes de que él finalizara y se fuera. – Nos vemos amigo. – Se despidió sonriente antes de salir a las calles, sintiendo aquella calma casi lumínica.
Estaba volviendo a casa, encerrándose en la vorágine de lo que eran las personas en las calles cuando se siente de pronto aquella energía en el aire que llama. Primero la niega, como quien sabe que las energías que coinciden llaman a los otros y él intenta simplemente vivir la tranquilidad. Después viene un llamado que espera no ser suyo. Y finalmente llegó la colisión. Ojos amplios, mirada directa y simplemente esencia.

¿Sabes qué es el reconocimiento de lo propio? Algo en el contrario se siente suyo y simplemente cuelga en él, brillando suave, diciéndole “bienvenido de vuelta”. Suinin, quien siente su propia existencia cálida de pronto, siente incluso a su propio anfitrión agradecido de un curioso encuentro. ¿Por qué? ¿Por qué de nuevo algo como eso?
Y aun así, Kitsune y Anfitrión se acercan sin siquiera dudarlo cuando la sonrisa del otro se instala en el rostro y de pronto suelta una pequeña carcajada. Corta, suave, de absoluta eléctrica bienvenida. – Tú, definitivamente tú lo llevas en la oreja equivocada. – Y sin siquiera dudarlo, él roza aquella pequeña alhaja que porta el joven, sólo el final del pendiente, antes de alejar su mano.

¿Qué regalo de Año Nuevo es este Haruto?
31/12/12 • 21:15 h • @Reverie Mayflower
Reverie Mayflowernigromante
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Reverie Mayflower
❝ Credo quia absurdum ❞
A veces son precisas las simplezas para provocar en alguien sentirse completo. Una taza de café en una noche de invierno, encontrar una moneda en la calle y sentir la suerte avecinándose, encontrar el último asiento vacío en el autobús o que alguien te lo ceda. Gentilezas, en general, suelen ser caricias al alma que muchas personas hacen de manera inconsciente y desinteresada. Pero una sonrisa...

¿A cuántas más les regalas tus sonrisas...?

Reverie creía en las personas y a la vez desconfiaba profundamente; sentía que las sonrisas eran como bocanadas de oxígeno cuando éste escaseaba en los pulmones y, al mismo tiempo, lo hacían sentir débil de una manera vertiginosa. Mas esto hablando en la generalidad, porque describir lo que verdaderamente lo que sucedió con esa pequeña carcajada del desconocido sería como intentar ponerle subtítulos a cosas como el mar, el cielo, el universo.

Su propia expresión se volvió ligeramente de miedo cuando el más alto expresó la respuesta a su pregunta, porque se imaginó de inmediato la posible solución a ello...

Tal vez puedas ayudarme a moverlo después... —dijo con soltura, un poco con la sensación de que le hubiera gustado que aquella mano lo tocase a él específicamente, y no a la joya. Tragó saliva con fuerza de pensar en lo que podría suceder; tal vez solo tardaba segundos en quitarse el aro y colocarlo en la otra oreja, pero eran segundos suficientes para que la desgracia sucediera—. ¿Quieres ayudarme a repartir comida y ropa? —La oferta posterior, aparentemente salida de la nada, se oyó un poco como cuando los niños pequeños se preguntaban un inocente "¿quieres ser mi amigo?", como si la amistad pudiese ser algo planeado y decidido más que espontáneo, aunque particularmente las infancias sí tuviesen esa habilidad—. Me llamo Reverie y... me atreveré a decir que es necesario que aceptes. —El brujo extendió su diestra esperando ser estrechada por el contrario, con una doble clara función; por un lado la entendida como un saludo y presentación, pero por otro la de querer descubrir quién estaba detrás de ese ser de luz que portaba el par perdido de su aro. ¿Sería que estaría maldito también...? Si era así, tal vez a eso se debía la sensación de entendimiento, de conexión y... ¿Manada? ¿Aquelarre? Rev nunca había tenido algo como aquello y era la primera vez que se sentía tan en casa.
31/12/12 • 21:15 h • @Fukushima Iku


REACHING
THE POINT OF NO RETURN

NC
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❝ Credo quia absurdum ❞
¿Cuándo fue la última vez que sonreíste de forma tan espontánea?

Era extraña la sensación animal, esa pulsión de querer avanzar hacia él, sólo por un acto de ingenua – o tal vez no – coquetería, y tomar su cintura para querer ahorrar los espacios innecesarios que los separaban para poder enseñarle al chico que hay frases que no se pueden decir con tanta soltura sin saber la consecuencia que puede aparecer a partir de ellas. Iku por lo general no era alguien que tenía actitudes impulsivas, por el contrario, su costumbre de pensar demasiado las cosas o vivir tal vez más en la mente que en el impulso de la realidad efímera, lo hacía sentir muy inseguro ante las sorpresivas reacciones que quería tener con un absoluto extraño.

¿Desde cuándo que Fukushima Iku quería agarrar a alguien de pronto sólo por unas simples palabras? Podría decir que era culpa de su personaje, por los Santos que podría decirlo, sin embargo, ¿Qué lógica habría en una frase como esa cuando llevaba poseyendo a su anfitrión desde que tenía ocho años? No había actitud posible que lo sacara de culpa de sus deseos sorpresivos en estos momentos. – Puedo hacerlo, pero ¿Cómo sabes que sólo lo movería y no haría algo más? Cuidado con las palabras. – Suinin habló por él, incluso cuando podría haber recibido una fuerte patada por su anfitrión por lo descarado de sus palabras. ¿Pero qué podía hacer? Tenía muchos años como para no ser directo a estas alturas de su vida. Y se permitió sonreír, brillante, tranquilo, como si no fuese a asesinar ni una mosca.

En realidad, sólo había algo que le decía que tenía que quedarse ahí y atrapar a ese chico. ¿Por qué? Era su esencia la que llamaba a la otra. – ¿Irás a algún refugio o a alguna iglesia? ¿O será directamente por la calle? – ¿Quién le ofrece a un extraño una salida como esa? Era más gracioso pensar que él ni siquiera se negó o pensó negarse en ningún momento. – Dime qué puedo ayudarte a cargar. – Esa era su afirmación a su cita sorpresiva de año nuevo, a su extraño encuentro y a su mágica manera de continuar juntos un camino esa noche.

Y de pronto, él observa la mano y la toma con su diestra, sintiendo aquel calor corporal latente en el roce firme. Un latido que nace y se siente, después llega el siguiente. Inconsciente, cuando junta él sus dedos al cerrar su mano en la otra, juega con sus dedos como si grabara un dibujo ahí, un boceto pequeño a una nueva obra de trabajo. ¿Qué pequeña joya podría haber salido en su imaginación sólo con un roce? – Iku. Es un placer conocerte, y curiosamente, ¿Pasar el último día del año contigo?Suéltame tú, porque claramente, hay algo difícil en el proceso.

31/12/12 • 21:15 h • @Reverie Mayflower
Reverie Mayflowernigromante
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Reverie Mayflower
❝ Credo quia absurdum ❞
"Cuidado con las palabras". El presuntamente astuto Reverie se vio de repente convertido en ese niño de 12 años que no sabía mentir. Se vio siendo regañado de la manera más cálida por Minerva y Ceres, el segundo palmeándole la cabeza cuando la molestia en el pecho aparecía por haber fallado la misión de esconder la verdad sin mentir. Ese mismo dolor extraño se posó en su pecho entonces y Reverie pensó que debería haber apretado el cilicio como nunca antes por haber fallado en algo tan sencillo. ¿Qué le sucedía con ese extraño? Por primera vez, la culpa no se la adjudicaba a sí mismo sino a él: ese desconocido que, podía asegurar, le pertenecía tanto como su propia vida y en viceversa.
Incluso había sido incapaz de esconder su reacción; abrir un poco más los ojos y dejar que el labio inferior se separe del superior en una ligera pero notoria expresión de sorpresa y vergüenza posterior, escondida en una pequeña sonrisa. La sensación de debilidad era fuerte, dañina y al mismo tiempo como una especie de anestesia a todos sus dolores internos. Era como una chispa que había caído sobre una pila de lo que se creían que eran cenizas y, ahora, comenzaba a encenderlo todo.

Pues el futuro es algo muy incierto incluso si puedes mirar dentro de él... —Su imprudencia estaba a niveles que nunca creyó posibles. ¿Desde cuándo se dejaba tan al descubierto? Era cierto, claro, que la mejor manera de esconder un árbol era en un bosque, por lo que un comentario como aquel podría simplemente pasar por algo que cualquier humano soñador podría decir, sin necesariamente referirse literalmente a su capacidad de espiar en el porvenir—. Supongo que solo tendré que confiar. —Y otra carta inhabitual fue jugada; una que hubiese sido duramente castigada por Minerva de poder oírlo. ¿Desde cuándo movía fichas tan emocionales? Nada le aseguraba haber tocado una fibra sensible en el contrario y, aún así, lo había intentado a consciencia.

Por favor, no me falles tú. No puedes fallarme.

La sonrisa victoriosa que se posó en los labios del brujo cuando el más alto aceptó su invitación (cuasi orden) de pasar tiempo juntos, podría haber sido descripta también como por demás irresponsable. Era más fácil ya darle un bisturí al contrario y dejar que lo abra y examine sus entrañas, porque eso era lo que Reverie sentía que estaba haciendo: dejarse tan al descubierto que se quitaba a sí mismo toda capacidad de decisión sobre su persona.
Señaló la capilla de St. Anne detrás, al otro lado de la calle. Sobre las escalinatas que conducían a la misma había varias personas, como él, repartiendo abrigo y alimento, así como largas filas de gente gente en situación de calle agradeciendo las ayudas.

Iku... —Lo pronunció mientras su rostro se ladeaba levemente al costado, como dirigiendo uno de sus oídos a quien se nombraba de ese modo; sus párpados se habían entrecerrado apenas en una suave expresión de sospecha—. ¿Y quién está detrás...? ¿O es delante? —Lo sabía, podía percibirlo con claridad. "Iku" no estaba solo; había otra voz llamándolo y era quizá la que justamente lo hacía sentirse tan atraído hacia él—. El servicio termina dentro de una media hora, poco más. Luego de eso vamos a recibir el año a algún lugar donde se pueda verlo, ¿quieres? —No le había soltado la mano aún, no podía hacerlo. Era consciente de ello pero eso no le daba más voluntad para alejarse—. Y si el mundo se termina, ¿que se termine estando juntos también?

¡Reverie Mayflower! ¿Qué clase de propuesta era ahora aquella?
Había pureza e inocencia detrás de ello, podía jurarlo, y él se haría cargo de lo que decía más no de cómo se interpretara.
31/12/12 • 21:15 h • @Fukushima Iku


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NC
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❝ Credo quia absurdum ❞
¿Recuerdas cuándo fue la última vez que las gardenias cayeron frente a tus ojos? Era un extraño suceso, la sensación de la calma cálida de los inicios de la primavera cuando en realidad todo a su alrededor llamaba al invierno. Eventos contradictorios y completamente atractivos, así se sentían. Pero le agradaba, no podía negarlo, le traían recuerdos a cosas que sentía dormidas y que sorpresivamente, ni siquiera su anfitrión sentía reparos en vivir o experimentar.
¿Por qué con él sí? ¿Por qué recién aceptar con esta persona cuando los treinta años de tu vida has sentido la soledad tan cómoda? Iku, eres un alma muy particular, o bien, muy selectiva.

“Incluso si puedes mirar en él”, algo en las palabras del chico se mantienen de pronto sueltas en el aire y él, aún cuando las toma y las hace suyas como información de privilegio, siente que en el silencio está la mejor de las respuestas y los análisis. ¿Acaso no es la espera la mejor forma de obtener la recompensa más gloriosa? A veces, la impaciencia, clásica de quienes – como ellos – se colman de la impetuosidad de sus emociones, es el amigo más cercano y por eso hay que saber manejarla de la mejor manera. Suinin, lamentablemente, incluso con los años caminantes, podía asegurar que era una batalla a veces profundamente perdida. – Bueno, ambos estamos aquí entrando en este juego de confianza. – Tal vez demasiado. Pero él, no sabía por qué, pero necesitaba confiar.

Detrás, o delante, o ambos. Reverie, tendrás eso que ir descubriéndolo. ¿Realmente crees que esto será sólo de una sola vez? – Y aquella mirada que había terminado de manera inconsciente en la amplitud arquitectónica de la capilla de St. Anne, fue guiada hacia los amplios ojos del menor con cierta diversión descarada. Dos segundos, sólo dos segundos se necesitan para saber que ese chico no era cualquiera y que él simplemente no sabía soltar a los extraños. ¿Pero qué problema había? Reverie podía simplemente terminar la velada dándose la vuelta y no dejando forma que se volvieran a ver, haciendo que él sintiera la sensación de que había algo inconcluso, pero ¿Acaso no le había pasado ya algunas veces en el pasado? ¿Gente que llega, gente que impacta? ¿Gente que se va?

Curiosamente, no quería pensar en otra alma que se alejaba. No importaban los años, seguía siendo una herida profundamente abierta. – Si este mundo hoy decide acabar, la rueda vuelve a moverse, así se mueven los ciclos, lo interesante es no estar sólo para verlo. – ¿Cuántas veces él había sentido que el mundo se terminaba? Era distinta la idea a la que él sentía. 2012. Tan fuerte, tan emotiva, tan distinta. Tan poco real para él. Sin la sensación de la tierra diciendo que sí hay un final y lo vives. – Si escucho que le dices algo así a otra persona me sentiré muy poco especial. – Suinin habló ya caminando con calma hacia la capilla, divertido, bromeando de lo descarado que podía sonar ese joven sin seguramente siquiera notarlo. – Vamos, deben estar esperando ayuda ¿no?

31/12/12 • 21:15 h • @Reverie Mayflower
Reverie Mayflowernigromante
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Reverie Mayflower
❝ Credo quia absurdum ❞
Un juego de confianza. Sí, eso era. La vida misma era un juego después de todo. Esa era la única manera que Reverie había encontrado de soportar. Pensar en jugar a ser el hijo que se espera, jugar a ser el consejero a la altura, jugar a ser estudiante, a ser responsable, a soportar el dolor; ponerse una máscara, jugar como juegan los actores en el escenario: sin mentir, pero aprendiendo a ocultarse tras un vestuario impropio. Una vez escuchó a alguien decir que "lo único que se tomaba en serio era la comedia". Y quizá Reverie no estaba riéndose todo el tiempo, de hecho, era una habilidad que le hubiera gustado conseguir, pero ciertamente procuraba quitarle peso a las cosas para poder llevarlas; de lo contrario, se habría roto hasta la médula en mil pedazos hace tiempo atrás.

Lo que yo crea igual carece de importancia frente a lo que quieras o no decirme, ¿verdad? De todos modos me agrada más así... Jugar a descubrirlo. —Un desafío no siempre era un versus, valía la pena aclarar. Él ahora no se sentía jugando un juego "en contra" de quien se hacía llamar Iku, sino que se sentía más bien corriendo una carrera solo para ver en cuánto tiempo llegaba a la meta y, en base a eso, cuánto impresionaba al kitsune. O incluso no una carrera, estaba mal colocado el ejemplo porque no había nada que lo apresurase; tal vez sería más adecuado... ¿Qué? ¿Un circuito de obstáculos? ¿Salto en alto? ¿Hundirse en cadenas e intentar salir...?

Las imágenes de los ejemplos, si bien aparecieron en su mente, no alcanzaron a distraer por completo al chico. Era imposible que algo lo hiciera. Frente a él estaba parado un ser que no estaba seguro de ser real, pero que ciertamente le había causado más dicha que cualquier otro en el mundo, jamás existido. Parecían hablar un idioma que solo ellos comprendían y entenderse incluso sin la necesidad de hablar. Podía sentirlo, a él, a esa alma (no tan) escondida. Podía sentirla y decirle "te veo, aquí estoy, no te vuelvas a ir".

Puedo asegurarte que ahora mismo solo existes tú como persona con la que quiera ver el mundo acabar, Iku... —dijo y, contradictoriamente, lo soltó al fin. Lo soltó solamente porque habían comenzado a caminar y, aunque no quisiera, había ciertas reglas sociales que Reverie sí había aprendido. Y aunque no pareciera que caminar tomados de la mano fuese demasiado para ellos dos, la lógica le dijo que era irrazonable pensar que hubiese ese tipo de confianza aunque así lo sintiera—. Probablemente, pero el Padre Ranner se pondrá contento cuando vea que me salí de mi puesto solo para traer a alguien más dispuesto a ayudar.

Solo fue cruzar la calle y hacerle señas, desde lejos, al hombre anteriormente mencionado, quien entendió que debía acercarse para poder Reverie explicar que había traído a Iku a ayudar. El sacerdote entonces habló contento de que los amigos eran siempre bienvenidos a extender una mano y que era bueno ver a Reverie acompañado también. El hombre añadió una pregunta habitual, pero increíblemente difícil de contestar. "¿De dónde se conocen? Nunca me habías hablado de él..."
Reverie miró a Iku con una media sonrisa, en silencio, y luego de nuevo al hombre mayor. Se desconoció un poco al soltar una suave risa nerviosa antes de poder hablar, sintiendo su interior un poco agitado por la interrogante.

Sé que su religión no acepta la idea de la reencarnación, Padre, pero me temo que debo responder que nos conocemos de otra vida, si es que existe.
31/12/12 • 21:15 h • @Fukushima Iku


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“Lo que yo crea carece de importancia frente a lo que quieras o no decirme.”
Algo en el Kitsune se sintió profundamente tocado cuando aquellas palabras llegaron a sus oídos. No era sólo una frase dicha por el simple sentido de jugar para él, era un sentido de respeto que podía no haber significado lo mismo para el contrario, pero que curiosamente a él le hacía rememorar extrañas experiencias del pasado que pocas veces se repetían. Una pequeña sonrisa asiática y una gastada mirada llena de planes que no tenían salida en el lugar de encuentro donde todo colisionaba. Muchas horas donde las palabras que se cruzaban entre ellos no era el de la zona, sino aquel que él mismo había abandonado al ingresar a la Isla de Hawái. Y de pronto, lo que él hacía cotidiano, un día desaparecía.

Recordar aquello hizo que el Kitsune tocara inconscientemente aquel pendiente en su oreja en una muestra de hacerse recordar que no se encontraba en décadas en el pasado, que éste era el cuerpo de Iku y no el de Haruto, y que aunque las emociones que sentía por este chico eran profundamente únicas, no podían ser las mismas a las de ese soldado. ¿O sí?
Y de pronto, como quien siente un extraño huracán en su corazón, el Kitsune y el anfitrión reciben del joven una sorpresiva confesión. ¿Quién tiene la capacidad de soltar tal nivel de descaro sin preocuparse de las consecuencias? Y de la nada, caminando a su lado, él, sin poder controlar sus propias acciones, levanta su mano y con sus uñas hace soñar el pendiente que cuelga en la oreja del menor, dejando que la resonancia musical se escuchara en sus oídos y él notara la conexión entre ellos. Malditas casualidades. Benditas y malditas casualidades. Soltó una pequeña carcajada. – Seguramente no podremos separarnos aunque lo desees Reverie.

Duele en la misma medida que calma. La manera en que aún en su oído se sentía el llamado y la conexión de aquella existencia humana a su ser era difícilmente explicable y, ahora podía entender también por qué se estaba comportando de esa manera al punto que tanto él como su anfitrión sentían comodidad y apertura a ese chico. Todo estaba dispuesto como si las resonancias lo hubiesen llamado a encontrarse y de pronto, como si la falta de la luminosidad de la noche lo llamara, él recordó a su viejo amigo: Haruto, ¿tú me lo trajiste? Es demasiado para comenzar un año.No sé si se ponga contento por pensar que estabas escapando de tus tareas. Aunque creo que siempre es bueno tener ayuda en un día como este.

Una reverencia nace del mayor cuando mira al Padre Ranner frente suyo. Suave, calmo, el hombre parecía realmente contento de ver más personas acercarse a la casa de su señor, sin embargo, como buena persona de palabras, las dudas se acrecentan y llegan todas fuera. ¿Quién iba a pensar que se le adelantarían? Iku suelta una carcajada con ligereza mientras se le acerca al menor al oído. – ¿Y si te digo que seguramente sería en más de otra vida? – Bromista, casi malicioso, el Kitsune no le habla solamente a Reverie, sino también a lo que los une realmente a ambos. Juguetón, de la misma manera, se aleja antes de mirar al hombre mayor para acercarse. – Creo que siempre son buenas las manos extras cuando se trata de buenas obras, ¿no Padre? Se encontró con alguien que tiene una enorme capacidad de convencer, y a otro que simplemente quería ser convencido, solamente eso. – Iku es sincero, directo, y profundamente adulto. Y se levanta las mangas, antes de sonreír de manera curiosamente encantadora para tranquilizar al mayor. – ¿En qué puedo ayudar Padre? – Y de pronto, gira su rostro un segundo al menor para guiñarle el ojo con confianza y prestarle atención al mayor. ¿No era mejor así? Ambos serían sacados a patadas si no se controlaban.


31/12/12 • 21:15 h • @Reverie Mayflower
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Reverie Mayflower
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¿Hace cuánto no sonríes con tanta intensidad? El humano es básico y Reverie escapa en todo sentido a dicha definición tan exacta, pero a la vez tiene características marcadas que es común aparezcan: el sentido de pertenencia es una. Y es mientras permanece tan cerca de Iku que sus emociones le hacen saber que eso es lo que está sintiendo, algo que experimentó poco con los Mayflower y un poco más con los Cayeldra, pero nunca de esa manera. Es un "de aquí soy, aquí me quedo"; no lucha contra la irracionalidad de dicha sensación porque ¿para qué? Si es como estar parado en una cornisa siendo sacudido por fuertes vientos, pero a sabiendas de que, si cae, seguramente algo maravilloso habrá allá abajo también, así como lo es la vista desde esa altura.

Cada palabra, cada acción y decisión tomada por Iku reafirma a Reverie que definitivamente no tiene escapatoria de ese ser y que, evidentemente para su suerte o la de ambos, él siente lo mismo. Por eso sonríe como si se le iluminara toda la cara; sonríe como si estuviese en presencia de la obra de arte más sublime e incapaz de ser superada en todos los tiempos; sonríe con admiración, con fascinación, con la alegría de haber encontrado algo que no sabía que necesitaba tanto.

Rápidamente, pasadas las presentaciones, el Padre Ranner les indica que pueden seguir repartiendo la cantidad inimaginable de ropa que han donado los feligreses. Es un trabajo sencillo: tomar una prenda, revisar que no esté muy andrajosa, revisar su talla y, si ésta y un par más coinciden con la persona que lo solicita en la fila, entregarla. Una tarea que deja una puerta abierta a la conversación de por medio, pero más que nada a que los ojos del brujo recaigan constantemente atraídos en el rostro del más alto.

¿Puedo pedir una forma de contactarte antes de que esto termine, Iku? —La pregunta sale con una expresión un poco tímida, mas con el valor de quien considera "es ahora o nunca" y tiene esa urgencia de asegurarse una posible parte del futuro—. ¿O es muy mundano requerir de algún tipo de tecnología cuando evidentemente el destino nos quiere juntos y se encargaría de encontrarnos otra vez?
31/12/12 • 21:15 h • @Fukushima Iku


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Es mundano.
Su mente no podía evitar pensarlo, incluso cuando no lo estaba diciendo en voz alta. El Kitsune había sido rápidamente observado por el Padre Ranner, sobre todo porque no era normal que aparecieran personas a ayudar a este tipo de trabajo de la nada. ¿Él lo hubiese hecho si no fuese por Reverie? No podría aseverar una respuesta positiva, no cuando su antigua portadora se encontraba en casa sola y cuando claramente había estado previamente en el cementerio. Porque pasar del cementerio a un lugar sacro no eran de sus más grandes decisiones para pasar el año nuevo, no cuando él tenía unas ideas de culto muy distantes al cristianismo. ¿Podría alguna vez siquiera decírselo al Padre Ranner? Bueno, era muy posible que no tuviese siquiera que mencionárselo, pues con sólo una mirada a sus ojos y la respuesta que obtenía de ellos, era claro que lo veían como alguien muy ajeno a su “casa”.

Pero para el representante de Dios y para los presentes, él no podía evitar sentir que se encontraba en un lugar correcto, y era sólo a causa de la timidez del brujo. Acrecentaba emociones, las hacía correctas y a pesar de que sus expresiones no necesariamente se volvían luminosas y claras, éstas terminaban por sentirse profundamente expuestas. – Es mundano, pero las uso. ¿Quién no las usa? – Una carcajada nace del Kitsune mientras del bolsillo de su gabardina sale su celular y se lo pasa con absoluta despreocupación y confianza al contrario.

Ahora bien, una cosa era usarlo y otra cosa muy distinta era saber perfectamente sus usos, sus formas y su completo manejo. Iku lamentablemente vivía con él, compartía con él, un Kitsune anciano que no encontraba sentido a aprender realmente de la tecnología porque había cosas más interesantes que aprovechar. ¿Pero sabía lo básico? Claro que sí. Tanto como el hecho de que su madre tuviese que comprar uno de ellos diciendo que era de vital importancia que siempre lo portara con él en caso de emergencia. – El destino ayuda, pero para qué esperarlo si podemos adelantarnos a él. A mí me gustaría verte antes de que a él se le ocurra que nos encontremos nuevamente.
Iku miró de pronto a una joven que no parecía tener una contextura suficiente para sobrevivir el invierno sin alimentarse por semanas sin descanso, o bueno, eso hubiese dicho su antigua portadora que alimentaba a todos con desesperación. Delgada, angosta, muy pequeña y con un rostro muy cansado. Las manos del Kitsune comenzaron a buscar las prendas para ella, pequeñas y lo más abrigadoras posibles, intentando que ninguna tuviesen alguna rotura para que pudiesen durarle. Fue así cómo le entregó un pantalón, una blusa y una chaqueta. – Espero te ayuden.

31/12/12 • 21:15 h • @Reverie Mayflower
Reverie Mayflowernigromante
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Reverie Mayflower
❝ Credo quia absurdum ❞
Reverie recordaba a su madre decir que la gran mayoría de las necesidades estaban asociadas a los pecados y que, por lo tanto, era menester controlarlas. Que la necesidad de comer —aunque fuera algo biológico— podía ser gula, la de dormir: pereza, la de saciarse sexualmente: lujuria. Pero ¿en qué categoría entraba la necesidad de una presencia...? El tacto, que parecía ser tanto estimulante de dicha necesidad como a su vez el oficiante de saciarla, no era un tacto contaminado de intenciones bajas o deseos impuros; todo lo contrario, conectar piel a piel con Iku parecía ahora una cuestión divina, de vida o muerte, aquello por lo que dependía un montón el mundo del brujo. Porque de todos modos no se trataba de esos pequeños segundos en que sus manos se rozaban porque una prenda era extendida y tomada por el otro o mismo cuando el móvil del más alto había sido entregado al menor y devuelto a su dueño conectándolos de manera un poco más mundana, como habían dicho, pero no por ello menos ingenua; se trataba, en realidad, de que el alma del nigromante vibraba distinto en presencia del kitsune y que, desde entonces, se había vuelto necesario en su vida.
El punto estaba en que Reverie había perdido el miedo al infierno hacía mucho tiempo atrás porque en más de una ocasión lo había transitado en vida, ergo, si el mundo se acababa hoy mismo y el gran juicio final pensaba acusarlo por lo que ahora sentía necesario, él mismo se podría declarar culpable y ahorrarles el tiempo de preguntárselo o siquiera la posibilidad de defenderse.

El tiempo pasó demasiado rápido y el final se acercaba.

La capilla, tras repartir casi toda la ropa y llegado el momento de cerrar sus puertas, despidió a los amables feligreses y otorgó a los necesitados la posibilidad de dormir en sus instalaciones. Kitsune y brujo pronto se vieron a la perfecta deriva de tener todo por delante y un único plan seguro: permanecer juntos donde sea, como sea, sin otorgar mayor importancia a ningún otro detalle circunstancial.

¿Sabes? Si el mundo no se acaba hoy conozco un buen lugar donde ver el primer amanecer. Y si sí se acaba, de todos modos allí se aprecian muy bien las estrellas... —¿Era vanidoso o dar demasiado por hecho si sabía que el contrario aceptaría su propuesta, porque ya se lo había dicho y porque de cualquier manera Reverie podía percibir que así sería...? La diestra se estiró aun así dubitativa, tímida y respetuosa hacia el más alto mientras mostraba la palma abierta, esperando ser tomada por su compañera (no tan) ajena—. ¿Me acompañas, Iku...?
31/12/12 • 21:15 h • @Fukushima Iku


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THE POINT OF NO RETURN

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