—Rhett, ya falta poco para la cuenta atrás—aunque no era aquello lo que le tenía en plena excitación, sino los petardos posteriores. Logan se había comprado unas bengalas por su cuenta para celebrarlo bien con su amigo, aunque también esperaba tener una buena vista de aquellos que se lanzasen hacia el cielo. Siempre se asombraba ante la explotación de colores y cómo éstos dejaban una estela luminosa sobre sus cabezas.

—Madre mía, qué llena está la plaza, ¿verdad?—intentaba elevarse de puntillas por encima de algunas cabezas, pero era incapaz de ver nada. Resignado, se mantuvo al lado de Rhett para esperar el champagne protocolario y, naturalmente, los dulces con los que acompañaban la bebida. Logan nunca se perdía esa tradición:—¿Qué crees que puede prometer este 2013? Yo ya tengo el deseo pensado—cerró los ojos con fuerza mientras pensaba en éste. Era como si Logan intentase mantenerlo sellado en su mente para que no se escapase a medianoche.

¿Y cuál era este deseo?

Uno muy sencillo. Logan pedía para este año que los suyos continuasen viviendo con ilusión y que la felicidad no les abandonase.

— Tienes razón. Ya no queda nada — comentó el ex-agente de la ley, con la mandíbula apretada en una evidente tensión —. Parece que toda la ciudad se haya reunido aquí. No cabe ni una aguja — añadió entre dientes lo evidente.

Desearía poder encenderse un cigarrillo en ese momento para poder centrarse en el sabor amargo del tabaco para poder distraerse del sonido de la sangre bombeando en los corazones que lo rodeaban.

— Espero que algo bueno — comentó, dejando escapar un largo suspiro, volviendo una vez más la atención hacia su acompañante —. ¿Deseo? A ver, sorpréndeme — alzó ambas cejas mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en el rostro del vampiro.

Sin embargo, aquella sonrisa fue efímera, pues no tardó en difuminarse ante la seguridad de que él también tendría que responder a esa pregunta.

Su mirada se oscureció ante el recuerdo de los brillantes ojos zafiro de la bruja, la última vez que se encontraron casi medio año atrás. Si cerraba los ojos, todavía podía percibir el perfume que usaba ese día. Y el sabor de aquella despedida amarga todavía seguía latente en él. Un sabor que ningún cigarrillo podría borrar.

Pasara el tiempo que pasara, ella siempre sería su deseo inalcanzable.

—Pues sí. Que incómodo—el alcohol que antes había bebido con Jay, provocó que Logan aquella noche estuviese mucho más impulsivo que de costumbre. De este modo, sin percibir las señales de tensión de su acompañante, lo estiró del brazo para que se agachase un poco:—Rhett, déjame subir sobre tus hombros. No peso. Soy pluma ligera, ya lo verás—ni siquiera le dio tiempo al pobre vampiro para objetar.

Logan se sirvió de su insólita agilidad para hacer un salto y quedarse bien sentado sobre su amigo:—Desde aquí veo buenos sitios que podríamos ir para no vernos asfixiados por el gentío—inclinó un poco su cabeza para encontrarse con la mirada ajena de su interlocutor:—¿Te guío desde arriba?—sonrió con picardía, sin todavía moverse de su cómoda posición.

—Y no pienso decirte mi deseo. Tiene que cumplirse y sé que sucederá—su optimismo se había exacerbado con el alcohol y ahora se veía capaz de conseguir cualquier objetivo:—Va, Rhett. Vamos a movernos en equipo. Si alguien te empuja le doy una buena bofetada desde arriba—empezó a aplaudir para llamar la atención de aquellos que los rodeaban:—A la de una…a la de dos y a la de…  

Su mente se encontraba divagando en aquellos recuerdos que compartió con la mujer de dorados cabellos y ojos zafiro. Recuerdos de un tiempo en el que Shaw fue feliz.

La única vez en su vida en la que realmente, lo fue.

Y por perderse en esos pensamientos, no se dio cuenta de lo que Logan tenía en mente hasta que sintió el peso sobre sus hombros.

— ¡Eh! Pero tío, ¡Que tienes una edad! — protestó el ex agente, sujetándolo de las piernas para que no se le cayese de cabeza contra el suelo. Ufff... Suerte que ahora contaba con super fuerza, porque si lo llegaba a pillar un par de años antes... En fin —. Vale, te tengo — le dio un par de palmaditas en la rodilla —. Ya que estás ahí... Necesito un sitio en el que no tenga una vena al alcance de mis colmillos — le pidió entre dientes, esperando que entre el escándalo y el gentío, su compañero pudiera entender sus balbuceos.

— Esto me recuerda a una película de terror — una asiática que vio una de esas noches en las que el alcohol recorría sus venas en mayor medida de lo que lo hacía su propia sangre —. Vale, no me lo digas. Pero seguro que está relacionado con dulces y chocolate — lo picó, avanzando entre la multitud a la cuenta de tres.

¿Qué podía salir mal en esa situación?

Acierto: Todo va bien. Avanzan sin incidentes.
Fallo: Los dos se van de boca contra el suelo.

—Pues tío, eso va a ser jodidamente complicado—por mucho que mirase donde mirase, estaban completamente rodeados de personas y, por ende, de una gran variedad de cuellos palpitantes. En definitiva, no existía escapatoria de esa tentación:—Tú sigue recto. Quizás más adelante encontremos un espacio libre de personas apetecibles—lo intentó susurrar, pero la algarabía de la fiesta provocó que apenas se escuchase.

Con todo, Rhett pareció comprender sus intenciones, ya que continuó hacia delante:—¿Qué peli de terror?—inclinó un poco su cabeza y, al tropezar su compañero, acabó finalmente cayendo con una voltereta.

No pudo predecir esa caída de ningún modo. Su cabeza estaba abotargada por la cantidad del alcohol que había ingerido:—Joder, mi cuello—se llevó la mano hacia la parte trasera de su nuca para masajearse:—Y no, claro que no son dulces. Eso lo siempre puedo tener—mientras se levantaba, le tendió también su mano para que pudiese ayudarse de su impulso:—Ya han comenzado con la cuenta atrás. Vamos, Rhett. Cierra los ojos y pide tu deseo—el neófito lo hizo inmediatamente, sin dejar de repetir en su mente aquello que esperaba de ese 2013.

—¿Lo sientes, Rhett? Este va a ser nuestro año.