Los políticos en Argentina te robaban todos, no existe político humilde, desde la más mindungui hasta el más alto funcionario, todos están en la política para una sola cosa, para robarle al pueblo. No confundir, él no es ningún sucio socialista del orto. Salva es un chico que cree en el liberalismo y en el libre mercado, así como en defender las libertades frente al estado que coacciona. Mas la verdad es la verdad, el político humilde y transparente no existe, bienaventurados las personas como la alcaldesa que tenían poder y cobraban bien. Aunque supuestamente ya era millonaria desde antes, ¿no?

— ¿Pero cuánto más piensa hablar esta mina? Boludo, media hora… —

Qué infumable.

En realidad, solamente llevaba diez minutos hablando la alcaldesa, pero Salva estaba tan apartado del mundo de la política y esas cosas que a él como inmigrante la verdad es que le daban un poco igual. Con su visa de estudiante ni podía votar en las elecciones de alcaldes, así que realmente era como un muerto para los políticos. Un simple muchacho que laburaba en McDonals no tenía por qué resistir tremendo infumable discurso.

Qué bonito que era Norteamérica y su caridad, pensó mientras tomaba un vaso plástico que estaba lleno de chocolate caliente y con su otra mano pillaba un par de bocaditos navideños. Ni sabía que era, pero era un latino que jamás despreciaba la comida. Había crecido en una villa de Mendoza y conocido el hambre. Pocas las veces que se comía carne en la casa de los Sánchez.

Efectivamente, si alguno tenía dudas al respecto, Salvador había llegado a las fiestas de Mystic Falls para ver que cosas gratis podía conseguir y de disfrutar de una navidad. Era la primera navidad que no la iba a pasar con su familia y de cierta manera, aunque no fuese demasiado sentimental, era algo que le afectaba. Tenía pendiente llamar a su madre en unas horas largas para saludar a la familia y desearles buenos deseos. El hijo viviendo el sueño americano era.

La mesa de los cinnamon rolls, se lo pensó y luego avanzó rápidamente cuál cuervo hambriento de carne tiesa, en su afán por hacerse de tal manjar, casi choca con una mujer. El latino de metro ochenta y dos casi la empuja, pero se detuvo justo a tiempo.

— La concha de mi vieja —

— Lo siento, no te vi —

A ver, bien podría no haberse disculpad por nada, pues ni siquiera le había tocado un centímetro, pero no quería que le confundieran por acosador ni nada similar, viste que acá en U.S.A. la policía es re violenta y no quiere meterse líos para que luego se lo lleve la migra por pelotudeces.
Su mirada se debatió entre la mujer y los cinnamon rolls.

Una suerte, no derramó el chocolate.

Había quedado con Salena aquella mañana para poder ir a todas las actividades que habían montado aquella mañana. Esperaba que fuesen un poquito menos "raras" que las de Halloween. Quiero decir... más... humanas.

Por el momento, creo, que eso se estaba cumpliendo bastante. Estaba una mujer, que creo era la alcaldesa, hablando y rehablando mientras yo nada más que hacía suspirar de aburrimiento. Salena se iba a retrasar bastante al parecer y aunque ya que estaba aquí debería aprovechar... Creo que quedarme mirando como una mujer habla algo a lo que ni siquiera estoy prestando atención... no, quizás no era la mejor opción.

A si que hice lo que mejor podía hacer, marcharme. O intentarlo al menos por que al girar, cuando quise darme cuenta, me topé con alguien, o con su cuello, o bueno, lo que sea. Que era bastante más alto que yo a si que.. Me tomé unos segundos para terminar de asimilar lo que casi sucedía mientras él hablaba en lo que medio entendí como español, había aprendido un poco en el colegio pero estaba tan oxidado que por favor no me pregunte nada. También lo hizo en inglés y por eso respiré algo más aliviada.

- Oh, yo, perdona. - Me disculpé de igual manera mientras dejaba ver una sonrisa de disculpa y me alejaba un pasito más. - Tampoco iba mirando... - Aunque él tampoco parecía demasiado pendiente de mí ya a si que... seguí su mirada hasta los dulces aquellos. Eran dulces de canela y a mi nunca me había gustado la canela a si que... no, no había probado ninguno. - ¿Quieres? Puedes coger. - Le hice un gesto con la mano. Yo no era la vigilante de los rolls. Ni si quiera me había dado cuenta que estaba al lado hasta ahora. - Creo que han traído muchos dulces. - Y si... no se me da bien hablar con desconocidos. ¿No se nota por mis frases absurdas?

Bueno, al menos había sido relativamente bien. No le había sacado una pistola y disparado en la cara. Dentro de los prejuicios que él tenía sobre los gringos era que resultaban ser muy violentos, cuándo tenían confrontaciones o encontronazos. Incluso también cuándo simplemente pasaban malentendidos, todo esto era culpa de internet y todos los videos virales que se colocaban en redes sociales sobre diferentes altercados en el territorio norteamericano. Miró a la chica y asintió con la cabeza y con bastante calma no mostrada al inicio. Parecía ser una joven agradable y agraciada, era también por lo que no le generaba mal rollo.

— Gracias —

Le hizo gracias la palabra coger, como siempre, era de niño de cinco años, por supuesto el chiste, pero en Latinoamérica en varios países incluidos Argentina aquella palabra tenía un significado diferente y la traducción era bastante literal al español de capturar o sujetar. No demostró su gracia, porque de verdad era muy inmadura.

—Sí, sí. Es cierto, la verdad es mi primera navidad aquí en Virginia. Llevo apenas unos meses en el país por estudios y me sigo acostumbrando a todos los cambios y las cosas que no había en mi país y aquí sí. Este tipo de eventos no son tan comunes para mí —

Finalmente, se apoderó de uno de los rollos y le dio sin tardar una buena mordida. Se quedó viendo a la chica y pronto notó que quizás debía presentarse.

— Mucho gusto, soy Salvador —

Era medio raro intentar acercarse a darle un beso en la mejilla como saludo a una completa desconocida y en un ambiente como este, así que simplemente esa fue su presentación y saludo para con la chica que admitió tampoco haber ido mirando y haberle quitado el rigor al casi choque.

— ¿Tú eres de aquí? —

Aunque Salvador ya había delatado no ser norteamericano, si no lo hubiera hecho, su inglés y la pronunciación del mismo lo haría también. No lo hablaba mal, pero se notaba que no era nativo.

Sonreí un poquito cuando el chico agradeció y después empezó a explicar un poco sobre su vida. No es que me molestase tampoco, después de todo tampoco tenía nada que hacer y estaba segura que escuchar a aquel chico era mucho más entretenido que seguir "escuchando" a la otra mujer hablando.

- Oh...bueno, creo que hacen estas cosas sobre todo en los pueblos. - De donde yo venía, en Charlotte, al ser una ciudad bastante más grande, tampoco recordaba mucho esas cosas. Bueno, si cuando se hacían eventos en el colegio o instituto. Pero eran cosas más pequeñitas y con otro estilo distinto a este.

Dejé eso si que el chico cogiese uno de aquellos dulces mientras yo seguía quieta en mi misma posición. Incluso cuando el se presentó, yo seguí sin moverme de allí. - Victoria. Igualmente. - Los dos teníamos unos nombres algo particulares. O al menos a mi el suyo me lo parecía, quizás, fuese normal en su país.

- Oh, no, que va. - Negué algo más de prisa de lo que pretendí y después me llevé una mano al pelo. - Vivía en Charlotte, pero vine aquí por... - No podía decirle la verdad o al menos, creo que no podía. Si era humano, sería de lo más raro y si no lo era... también. - temas familiares. - Me encogí un poco de hombros. - Un rollo... - Le quité importancia y suspiré buscando cambiar un poco el tema en el que yo sola me había metido. -¿Tú de donde vienes? - Suponía que venía de Centro o Sur américa por hablar español y tal, pero no sería capaz de identificar su acento.

Ah, mira, él no tenía idea. Los norteamericanos eran definitivamente personas generosas e interesantes con respecto del sentido de comunidad. Eso era bueno porque la comida y bebida gratis siempre vendría bien. Él al venir de una provincia pobre de Argentina no existía espacio para tales cosas.

— ¿Victoria? Pues es un nombre bastante latino, bueno o castellano, pero entiendo que no tienes herencia latina ni española —

Ugh, temas familiares. Eso es tan desagradable, pensó recordando en la pelea con su padre y en como estaba el resto de su familia en Mendoza, la verdad es que pocas familiares eran más desastrosas que la de Salvador, pero tampoco se iba a poner a contar tantas desgracias allí mismo, lo mejor era tratar de llevar con algo de alegría estos eventos.

— Yo te entiendo. Mi familia es particular cuanto menos. Lo importante es sobrevivir a ellos —

Bromeó y finalmente se dispuso a seguir degustando del postre, la verdad en Argentina también había, pero eran supercaros.

— Yo vengo de Mendoza, Argentina. Vine aquí por estudios y porque estoy fichado para jugar al fútbol en la universidad local. Será mi primera navidad aquí y lejos de la familia —

Salvador se llevó otro de los rollos a la boca justo después de terminar el primero, ya que todo lo gratis era bien recibido.

— ¿Y has venido sola por aquí? —

Pregunto después de haber terminado de masticar. En el transcurso, mientras esperaba la respuesta, continuó comiendo de los Rolls. El castaño desvió su mirada por las mesas, a ver qué más podría pillarse para comer por allí.

Le miré unos segundos, pero la verdad es que desde que todo pasó... bueno, digamos que había perdido un poco la razón en que era real y no en mi familia. Ni sabía mis orígenes o el por que de aquella magia a si que... - Pues no lo se, tendría que preguntarle a mis padres. - Me encogí de hombros. Aunque claramente no iba a hacerlo por que bueno... hacía tiempo que ni hablaba con ellos. Pero era posible, era posible por que al final en Estados Unidos todos somos descendientes de inmigrantes. - O quizás solo era un nombre que les gustó.

Al menos parecía que no era la única que no tenía una familia de lo que podría ser considerado normal a si que... sonreí un poco en respuesta asintiendo despacio. - Tienes razón. - Sobrevivir. Esa era la palabra que más había dominado desde que aquel vampiro entrase en mi vida. Ahora eran muchas a las cosas que debía sobrevivir.

La verdad, siendo sincera, no tenía ni idea de donde estaba Mendoza. Si Argentina claro, pero no el otro lugar, quizás más tarde podría buscarlo en el móvil. - Entonces... se te debe dar muy bien el futbol no? - La pregunta era bastante lógica a mi parecer. No creía que a cualquiera lo trajesen de un país a otro por jugar regular. - Pero.. ¿Vas a pasar con alguien las fiestas? - Solo era curiosidad, quizás demasiada curiosidad. Pero estábamos en una conversación y suponía que quedarme en silencio no era una opción.

- Y si, yo vine sola. Es que nadie podía venir y tenía curiosidad. - Lev estaba liado con sus cosas y Salena también por lo que...había terminado por venir sola. Podría haber preguntado a más gente, pero no me acostumbraba a eso de molestar a otros. Y me daba vergüenza además. - Esta noche vendré con alguien si. - Con Salena, me había prometido pasar aquella noche juntos. - Pero mientras... pues eso. Aunque creí que sería más entretenido. - Miré de reojo a la mujer que seguía hablando y sonreí ligeramente.

Pues sí, Salvador era bueno para el fútbol, no sabía si ella iba a lograr entender lo que me iba a decir, pero seguro que sí, tampoco era tan complicado entenderlo.

— Entiendo que aquí el fútbol no es tan conocido, les gusta más lo que llaman fútbol americano, pero para mí es raro que eso se llame fútbol realmente, pues, es todo lo contrario, un deporte donde el contacto se busca de manera legal y en el fútbol solo se permite y busca que se reduzca para que sea fluido el juego —

Bueno, la verdad decirle todo eso estuvo de más y pudo sonar a una crítica innecesaria, pero como argento y latino era bastante difícil que le pudiera gustar algo el fútbol americano y que este además se llamara fútbol, era casi una aberración.

— Me desvié. Te decía qué, sí, soy bueno para el fútbol, al menos para nivel universitario. Mi promedio de gol es de 0.60 por partido, bastante bien. No soy ningún prodigio, pero como nueve soy bastante rentable —

Esperaba no quedar como un afanadito, pero bueno, era lo que había. La cara de Salvador cambió cuando decidió finalmente hablar de aquello que no era tan alegre, sino todo lo contrario. Con quién iba a pasar navidad era fácil de responder, a decir verdad, demasiado fácil de responder, pero no lo que seguramente ella hubiera podido esperar.

— Esto va a sonar supertriste y penoso, pero voy a pasar las fiestas completamente solo. Mi familia en su mayoría está en Argentina y aquí solamente mi padre. Me vine a vivir con él y estudiar becado, pero digamos que mi viejo es un tipo bastante raro y especial. Me fui hace unos meses y estoy viviendo solo, no he hablado con él y dudo que me llame, así que es lo que hay. Al menos tú sí la vas a pasar bien, ¿un novio tal vez? —

Elevó los hombros con tranquilidad, quitándole relevancia al asunto. La verdad es que no le afecta, o al menos no tanto, había pasado peores cosas y aquí tenía una vida difícil. Entrenaba y trabajaba duro en el McDonals, pero se podía pagar una vida digna y un cuarto, le valía hasta terminar la cerrera o jugar profesionalmente

Para responder a mi pregunta, aquel chico empieza a hablar de la diferencia entre el futbol americano y el soccer. La verdad es que no eran deportes que me gustasen mucho, tampoco que los haya seguido yo más allá de ver algún mundial o alguna copa particular. Pero si sabía la diferencia, aunque tampoco le digo nada. Solo asiento despacio mientras sonrío y le escucho hablar.

- Eso es muy chulo. - Asentí despacio, aunque no sabía realmente la equivalencia de ese promedio de goles si realmente era bueno, pero, tampoco importaba. Si el chico decía que si, por mi estaba bien. - Aunque admito que se más de otros deportes. - Había practicado algunos, como esgrima, pero, admito que, especialmente, durante las olimpiadas me solía pegar un empacho muy grande de ver deportes.

Pero si, como él mismo dijo sus palabras sonaron bastante tristes y creo que quedó un poco reflejado en mis expresiones. No es que tampoco pudiese hacer nada y no le conocía de nada, pero una pequeña parte de mí por alguna razón tenía la necesidad de hacerle un huequito también. Claro que... vuelvo a decir que un humano desconocedor de todo como parecía ser... sería peligroso.

- Vaya... - Suspiré y asentí notando como me moría de vergüenza por ello. - Si, con un amigo y mi pareja.- Decir pareja ya me suponía un esfuerzo y una vergüencita terrible. Pero es que decir novia y mira que tuve otra en el pasado, me daba igual de vergüencita, por que... no se... llámame tonta. - O sea, no se si vendrá alguien más, pero supongo nosotros estaremos si.. - Por que Lev tenía muchos amigos al final. Y bueno, estaba Moca, pero era una mapache, creo que no contaba.

Pero me seguía sintiendo mal y no sabía muy bien por que y eso hacía que me pusiese nerviosa por que quería ayudarle, pero tampoco sabía muy bien como. - Bueno, si te apetece algún día puedes quedar con nosotros. - A le, ahí estaba, invitando a un desconocido a salir con un licántropo y dos herejes. Y quizás un híbrido y una bruja. Si... maravilloso Vic. - Quiero decir, si estás solo y eso. - Se me daban fatal estas cosas? Si. Mucho.