Puede decirse que no hay mejor noche que aquella para un par de maldades. O más bien para poder desahogarse. Ya lo ha hecho en repetidas ocasiones, pero… nada parece aliviar el peso que siente al no poder encontrar solución alguna. De esta forma la única forma de satisfacer su deseo de vengarse se basa en consumir las almas de los humanos. Meros alimentos de almas para que ella pueda seguir en la tierra.

Pero aquella noche es distinta. Esta especialmente sensible a la esencia que mora en el cementerio. Quizas porque siendo el día de todos los santos algunos buscan la forma de reunirse con los suyos en vida. Pero ella, la ha sentido. Hay una esencia similar a la suya. No. Es prácticamente la misma que la suya. Y es por eso por lo que aborda aquella figura en la oscuridad.

— Hubo tiempos en los que pudimos decir que éramos felices, ¿no crees? —pregunta, teniendo la misma certeza que tuvo con Abrahel. Aquella que esta delante de ella, es una de sus hijas. Y sabe perfectamente cuál de ellas—. Nunca tuve la oportunidad de agradecerte que me avisases a tiempo de impedir lo que os ha ocurrido a todos vosotros —puntualiza. Espera que la contraria la reconozca, y prácticamente poco le importa que diga su nombre, aunque ambas deberían ser prudentes y no hacerlo, porque su hija sigue presa del hechizo de los Grigori.

Aloqua paseaba entre las lápidas en el silencioso cementerio en la víspera de Halloween. El crujir de las hojas secas bajo sus pies resonaba en el aire tranquilo mientras se adentraba en aquel lugar que no conocía. Las sombras de las tumbas parecían cobrar vida con la luz de la luna, y una suave brisa agitaba las ramas de los árboles cercanos.

A medida que avanzaba, las luces parpadeantes de las velas adornaban algunas de las tumbas, creando una atmósfera aún más mágica y un tanto inquietante. El viento llevaba consigo susurros leves, como si las almas descansando allí tuvieran historias que contar en esta noche especial. De hecho, estaba convencida de que podría encontrar repuestas o, al menos, consuelo allí, en la tierra que tanto quiso pisar y que ahora la tenía esclavizada de nuevo.

Aloqua se sumió en sus pensamientos mientras observaba las fechas talladas en las lápidas, reflexionando sobre la fina línea entre la vida y la muerte, una que ella ya había rebasado más deuna vez. Necesitaba arreglar todo y volver a ser la Aloqua que pisó esta tierra hace siglos, o la nueva Star. Estaba tan metida en su cabeza que ni se dio cuenta de que, entre toda la energía de la zona, una era demasiado elevada. La más poderosa.   — ¿Madre? — preguntó nada más verla. Estaba estupefacta con la imagen que tenía frente a ella.

La menor era un demonio bastante oscuro, pero esa faceta desaparecía con su madre. A ella la amaba, a fin de cuentas dio su libertad por ella.   — No hice nada que no hubieses hecho tú con nosotros ¿verdad?— porque la gran demonio habría sacrificado todo por su primera hija.   — Pudiste escapar bien entonces ¿no?

Reconocerse entre ellos jamás será un problema. Su hermano lo hizo, algo qua también. Saber que ambos están allí ya es un gran avance. Solo queda encontrar a su pequeña más pequeña. Lilith se muestra imponente y altiva, como siempre ha sido ella.

— Tu aviso fue suficiente para que pudiese desplazarme a este nuevo cuerpo —responde con una sonrisa, mostrando su perlada dentadura, sin darle la zona su primera pregunta. Lilith lo habría hecho por sus hijos, pero no por los demás. Porque ella no tenía sentimiento alguno, quizas lo más parecido era la obsesión porque los suyos fuesen como ella. Era sencillo en realidad—. Estoy buscando la manera de liberaros —añade, no obstante.

No necesita que los suyos lo sepan ni mucho menos como va a hacerlo, porque es peligroso contarlo todo debido al control de aquellos brujos. Asique, la información es algo que Lilith tampoco puede regalar—. Tu hermano también está por aquí —añade al cabo de unos instantes—. Tu hermana menor… es otro asunto. —Porque aún no la ha encontrado.

Aloqua se quedó mirando a su madre con una mezcla de sorpresa y esperanza porque juntas podían enfrentarse a quien fuese. La presencia de Lilith siempre había sido imponente, pero verla de nuevo después de tanto tiempo despertó emociones enterradas en lo más profundo de su ser. Evidentemente, no iba a mostrarlas, pues nunca iba a comportarse como una hija normal.

— Madre, no esperaba encontrarte aquí de esta manera. Pero me alegra verte. —dijo Aloqua, tratando de procesar la información sobre su hermano y la búsqueda de su hermana menor. Las palabras de Lilith sobre liberarlos captaron la atención de la menor. La posibilidad de recuperar su libertad era un rayo de luz en medio de la oscuridad que la envolvía. Llevaba mucho luchando por ser libre y ahora no podía creerse que volvía a estar presa. Sin embargo, comprendió la necesidad de mantener la información en secreto.

— Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para recuperar mi libertad y la de mis hermanos. ¿Cómo puedo ayudarte en esta búsqueda, madre? —preguntó, decidida a colaborar en la causa, aunque realmente era más por ella que por el resto de sus hermanos . La mención de su hermano cerca le generó curiosidad y preocupación, pero sabía que Lilith no compartiría detalles innecesarios. — ¿Qué sabes de él? —inquirió, esperando obtener pistas que la guiaran en la dirección correcta.

— Debemos ser cautos pequeña —es lo primero que responde cuando la contraria le pide saber cómo puede ayudarla—. Vuestra seguridad depende de que los Grigori no sepan lo que estoy haciendo. Tan solo con preguntarte puedes llegar a revelarle todo aquello que yo te diga. —Y ese era el principal problema. Por eso, tenía incluso que mentir a los suyos. Pero buscar la manera de que sus hijos la ayudasen de alguna manera.

Está buscando la manera de que todos ellos puedan implicarse, porque los necesita. Pero como bien le ha dicho han de ser cautos—. Debéis manteneros fieles a aquel hombre… —Se refiere al líder d ellos Grigori, Auron—. Que el creo que estáis de su lado es esencial. Por otra parte… tengo la certeza de que alguno de los nuestros a empatizado con el… y eso no me gusta. Tener a mis propios hijos en mi contra… —No le gusta, y cuando los haya liberado, no obstante, abra represalias para quienes se negasen a ser lo que eran realmente.

Hablar con sus hijos no era sencillo, no era algo que Lilibeth pudiese hacer libremente. Por eso era importante que no se supiese que Lilith era precisamente la madre de todos ellos—. Se ha escondido en el cuerpo de un vampiro. Guarda la apariencia de un barón —añade pues normalmente ellos siempre le conocieron por ser capaz de convertirse en una mujer, que marco a los humanos en el pasado—.  Por el momento necesito que os mantengáis unidos. Sabiendo que estoy aquí, pero al mismo tiempo… debéis convencer a los Grigori de que estáis de su lado. Aunque tengáis que hacer cosas que no queráis. —Porque ella cuenta con eso, y está preparada para asumir esas consecuencias.

Aloqua asintió con determinación ante las palabras de su madre, entendiendo la delicadeza de la situación en la que se encontraban. Sabía que debía actuar con astucia para protegerse a sí misma y a sus hermanos a pesar de que odiase no estar enterada del todo. Pero sí, su madre tenía razón y era mejor que ella no supiese todo.

— Entiendo, madre. Seré cuidadosa y no revelaré nada. Puedes confiar en que mantendré nuestra conexión en secreto y que no insistiré en saber más de lo necesario, aunque me fastidie no poder entregar el 100% de mí. — aseguró Aloqua, comprometida con la causa aunque algo frustrada.

Las instrucciones de Lilith sobre mantenerse cerca del líder Grigori, Auron, resonaron en su mente. Aunque la idea de actuar en su contra le resultaba incómoda, estaba dispuesta a hacer lo necesario para lograr la libertad de su familia. — Haré lo que sea necesario para ganarme su confianza, madre. Puedes contar conmigo. Sabes todo de lo que fui capaz, no creo que un simple brujo se me resista. — declaró con determinación y una sonrisa pícara en sus labios. Por algo era considerada un demonio de la lujuría, por saber usar sus armas.

La revelación sobre su hermano, ahora en el cuerpo de un vampiro con apariencia de barón, generó más preguntas en la mente de la joven. Sin embargo, sabía que no podía ahondar demasiado en detalles por el riesgo de ser descubiertos. — Entendido, madre. Mantendré la unidad entre nosotros y trabajaré desde dentro para cumplir tu misión. ¿Hay algo más que deba saber o hacer? — preguntó, lista para recibir cualquier otra instrucción que pudiera ser crucial para el éxito de la misión.

Los demonios que jamás mostraban emociones podrían decirse que eran sumamente cautos en ese sentido. Pero tambien hubo demonios que pasaron mucho tiempo entre humanos. Uno de ellos fue Lilith y es quizás por eso por lo que alguien como ella llego a experimentar emociones más cercanas con tres de sus hijos.

Y producto de esas mundanas emociones se acerca a su hija mayor tomando su rostro entre las manos—. Siempre has dado el cien por cien por los tuyos. Y por mi —susurra con una sonrisa en su rostro. Lo que Lilith le debe a su propia hija es elevado, pero no por ello se mostrara diferente. Solamente, esos momentos entre ellas serán prueba de algo más que de la esencia de un demonio—. Nunca me has fallado, y sé que esta no va a ser una ocasión —añade clavando su mirada en ella.

Es unos segundos, meros instantes, antes de que toda conexión se rompa, Lilith tome algo más de distancia y finalmente adquiera la expresión seria que siempre ha tenido. La expresión de un demonio que siente no obstante la rabia de la situación actual—. Cuanto mejor hagáis ese trabajo, más dolorosa será la posterior caída —añade con maldad y mostrando unos dientes perlados—. Cuando seáis libres, podremos hacer que este mundo arda… una vez más —finaliza cruzándose de brazos. Las palabras, o más bien la petición de su hija hacen que la demonio finalmente se decida a conceder una última misión.

— Auron os mantiene a todos bajo su poder, asique… imagino que tenéis acceso a sus dominios. ¿La biblioteca? —Se pregunta si su hija tendrá acceso a la misma—. Puede que entre sus libros haya algo, una forma de deshacernos de eso —concede finalmente. Sabe de lo que su hija es capaz y así en parte tambien cubre las espaldas de ambas.

Aloqua recibió las caricias de su madre con una expresión serena, permitiéndose disfrutar de esos efímeros momentos aunque no fuese algo común entre demonios. Ella quería a su madre o, al menos, creía que lo hacía, ya que los sentimientos mundanos eran algo que no llegaba a entender del todo a pesar de haber estado tanto con ellos. Las palabras de Lilith resonaron en su interior, sonriendo al oir a esta reconociendo el valor y lealtad que siempre había mostrado.

— Estoy aquí para hacer lo que sea necesario, madre. Siempre he estado a tu lado y esta vez no será diferente — respondió con determinación, reflejando la confianza que tenía en sí misma y en la misión que se les encomendaba. A fin de cuentas siempre conseguía lo que se proponía, no sería ahora diferente.

La transición abrupta hacia la expresión seria de Lilith no tomó por sorpresa a Aloqua. Conocía bien la dualidad de su madre, capaz de mostrar afecto y, al mismo tiempo, comportarse como un demonio. Por algo eran madre e hija. La promesa de un mundo en llamas, una vez liberados, resonó en su mente como un sueño que podían alcanzar si trabajaban juntas.

— Ganaremos. No te decepcionaré a ti ni a mí misma. —aseguró la más joven, aceptando la carga de responsabilidad que recaía sobre sus hombros. — Tendré acceso a la biblioteca. Exploraré cada rincón en busca de cualquier pista o debilidad que podamos utilizar en nuestro favor. No descansaré hasta encontrar una solución. —declaró Aloqua, comprometiéndose a utilizar todos sus recursos para desentrañar los secretos que podrían conducir a la liberación de su familia. — Lo único que quiero es acabar con ese brujo y verle suplicar clemencia. Clemencia que no tendré. — soltó con un odio palpable en sus ojos.

La madre de todos ellos sonríe. Sin duda se siente alagada por la lealtad de Aloqua. Una lealtad que en el fondo es lo que espera de todos los suyos. Algo que no tardará en descubrir que no será del todo real. Pero por el momento se conforma con haber encontrado a sus dos hijos. Únicamente falta… la menor de los tres.

— Caerá querida, caerá —responde con una sonrisa que muestra a la perfección una dentadura blanca y simplemente perfecta—. Nadie juega con los demonios y vive eternamente para contarlo. —Ellos eran seres superiores. Jamás serian doblegados del todo, eso es algo que era mejor tenerlo claro—. Quiero que… si encuentras a tu hermana, la mandes a buscarme —añade finalmente tomando las manos de su hija—. Es importante saber si está bien. —Claramente, se refiere a Maziken la más pequeña de sus tres hijos más cercanos.

Son las dos únicas ordenes que Lilith le da a su hija, quizas la segunda es incluso solo una petición, pero sabe que, si la mayor la encuentra, la enviara con ella. Porque necesita hablar con todos ellos, porque sencillamente, es su madre—. Nos veremos pronto pequeña —añade finalmente, despidiéndose de ella. Pequeños momentos, conversaciones rápidas y directas, esa es la vida que deben tener ahora. Por ahora.