Cuartos de baño.

—Pero mira a quién tenemos aquí.—Omari se siente de lo más afortunado. ¿Cuáles eran las probabilidades de que volviera a coincidir con el mismísimo Seth D'Sousa... y además, en un lugar tan íntimo?

Qué puedo decir: incluso los brujos tienen sus propias necesidades biológicas, pero cuando se retiró del lado de su hermana [@Nyiara A. Biobaku], para pasarse por el baño de caballeros, habría asegurado de que se trataría de una visita breve. Una visita que, quizá, y sólo quizá, se prolongaría más de lo esperado.

Biobaku alza la mirada hacia el techo mientras avanza hacia la letrina contigua, aunque no ha podido evitar desviar la vista —de forma cuanto menos, descarada—, hacia los glúteos bien apretados bajo aquel pantalón ajustado, propiedad del moreno. Toda una alegría para los sentidos, para qué mentir. —Desde luego, Nochebuena es una velada llena de sorpresas...—¿Cuántas más le depararían esta noche? Aún lo ignora, pero estará más que encantado de descubrirlas.

Sin más preámbulos, procede a atender la llamada de la naturaleza ante su letrina.

Aquel reencuentro iba a ser todo un espectáculo... o terriblemente incómodo. El resultado final, todavía estaría por verse.

Cuartos de baño.

Tras su llegada al castillo de los Grigori y haber dado una vuelta por el recinto en busca de alguna fémina que le alegrara un poco la vista y la noche, tuvo que darse por vencido. Era una absoluta mierda estar en tal fiesta haciendo de niñera, por lo que, a sabiendas que con las pulseras nada podía suceder, se ausentó para ir al baño para liberarse de aquella carga y también de la llamada de la naturaleza que su cuerpo le estaba advirtiendo. Anduvo hasta el baño, el cual sorprendentemente se encontraba vacío y se situó enfrente del segundo retrete masculino.

Iba a desabotonarse los ajustados pantalones cuando una voz en su espalda, procedente de aquel quién acababa de entrar le sorprendió desagradablemente. — Vaya que sorpresa ... — pronunció con una obvia ironía, ya que había supuesto que con un poco de suerte no volvería a ver a aquel estúpido hombre en su vida. Era lo más cercano a un acosador sexual masculino que podría encontrar en aquella ciudad.

Aun estaba a tiempo de escaparse. Y no por miedo, mas bien dicho para no descuartizar el cuerpo del brujo en aquel mismo lugar. Además aquel tipo había tenido los santos cojones de ponerse justo a la letrina del lado. — Oye tío. — era obvio que estaba molesto por su anterior insistencia cuando se conocieron en la tienda del contrario. — No se si me estás siguiendo ya o como va el tema. Si lo que buscas es un agradecimiento por lo de las pulseras creo que ya lo recibiste. — Le mostró la joya de plata que envolvía su muñeca, la misma que meses atrás el otro le concedió a cambio de un truque. — Como ves, ya hay alguien mas que está encadenado a mi. Lo siento. — Se encogió de hombros intentando así disuadirlo e intentar que este se fuera para así poder hacer sus necesidades básicas tranquilamente.

Por lo visto, D’Sousa no se alegra tanto de verle como es evidente, lo hace el propio Omari de verlo a él… pero no importa: por lo que al vudú respecta, se conforma con haber tenido aquel golpe de suerte. —Toda una sorpresa, coincido.—Pero el brujo se muestra mucho más animado que su interlocutor.—Creía que no eras de la ciudad. ¿Nuevos negocios te han devuelto a Nueva Orleans en unas fechas tan señaladas?—Y, lo que es más importante: le han devuelto a él.

A veces, la vida puede ser maravillosa. —Créeme, guapito… No me habría importado seguirte al fin del mundo. Pero, para desgracia para tu ego —añade, enseñándole cada uno de sus dientes en una sonrisa ladina—, no tenía ni idea de que te encontraría por aquí.—Todo pasa por algo en esta vida, sin embargo… y Omari se convence de que no ha podido ser una casualidad que sus vidas hayan vuelto a entrelazarse.

A saber por cuánto tiempo.

Sea como fuere, Omari no perdería el tiempo. —El pago fue más que correcto. Aunque admito que esta noche no he venido a hacer más trueques…—O al menos, no de índole material.—Vaya… ¿No me digas que esa era la clase de prisionero que esperabas encadenar a ti con esas pulseras?—Como siempre, el mellizo Biobaku tan malpensado; sin dejar de mirarlo, prosigue.—: Ah, no podría juzgarte. Esos juegos son también mis favoritos.—El uso de cadenas o mordazas, intercambio de papeles o roleplay… Tiene un amplio repertorio de actividades que compartir en aquellos momentos tan íntimos.

Una desagradable sorpresa sin duda. Estaba claro que aquellas Navidades iban a estar muy lejos de ser relajadas y menos con aquel rondándole alrededor como un incordioso moscardón. Aunque tal vez el cazador debía admitir que sin duda prefería la presencia de aquel tipejo desagradable a la del tuerto con el que había acudido a la velada.

Seth dejó ir un suspiro pesado. Sin duda se había topado con Omari en el que se podía llegar a catalogar como el peor lugar. y aunque no pudiera admitirlo, no podría hacer sus necesidades tranquilamente hasta que aquel se fuera. — Acertaste, me dejé caer por negocios. Una señorita especial me pidió un favor y no pude decir que no. — No podía negarle nada a la Condesa y cumplía todo lo que esta le pedía con la esperanza de que nunca apartara sus ojos de él, siendo el mas preciado de todos sus seguidores. Solo así era la manera en la que Seth D'Sousa podía llegar a experimentar una verdadera felicidad que retroalimentaba su vanidad.

En cierta manera que aquel encuentro resultara una casualidad era todo un alivio, mas aun así aquello no hacía que su mera existencia desapareciera de la estancia. — Puedes intentar perseguirme si lo deseas, pero no creo que pudieras seguir mi ritmo. — ¿Aquellas palabras tenían doble sentido para el cazador? Cualquiera que lo conociera sabría que no lo eran, aunque pudieran llegar a ser fácilmente malinterpretadas. — Igualmente, ¿tu única presencia aquí es codearte con posibles futuros clientes? ¿Es tu forma de mantener el negocio a flote? — Se jactó al recordar la pequeña tienda llena de cachivaches que el contrario poseía sin duda era ridícula.

El cazador frunció las cejas ante la siguientes palabras de Omari. Realmente aquel tipo era repulsivo pero no dudaba que molestarlo provocándolo era un pasatiempo divertido. Era como ver un perro en celo deseoso de tirarse lo primero que encontrara. Sin duda vomitivo. — Creo que tus deseos son mas oscuros que los míos. Pero admito que la superioridad y control que ofrece tal objeto frente el objetivo, en cierta manera es excitable. — Volvió a esconder la pieza de joyería en el interior de la manga de su camisa. Sin duda, hacia tiempo que por diversos motivos el cazador terminaba yendo bastante "guarnido" en aquel sentido, portando también un simple anillo en el dedo anular, aquel que le regaló su amigo, o el detector de sobrenaturales, que no había dejado de brillar des de que Omari hacía cruzado la puerta del baño.

—Una señorita, ¿huh?—Inquiere, mientras arquea una ceja, denotando evidente interés.—Sin duda, ella debe ser una señorita muy interesante, o... debe serlo ese negocio, para que comprometas inclusive la Nochebuena.—Porque aquella no es cualquier noche del año: aquel negocio tiene que estar realmente bien pagado...

O puede que aquel haya sido un grato golpe del destino. —Oh, señor D'Sousa, no me diga que eso es un reto.—Ha sonado a reto, ¿verdad? Una propuesta lasciva y ciertamente desafiante... Y créeme: Omari puede llegar a ser realmente competitivo. No le importaría llegar hasta el final para demostrarle a su interlocutor hasta qué punto se equivoca.—Por extraño que pueda parecerte... el negocio de las antigüedades y las grandes reliquias es de lo más fructuoso en una ciudad llena de leyendas como lo es Nueva Orleans. No —sonríe, ladeando el rostro mientras niega con la cabeza—, yo no estoy aquí por negocios, sino... por placer.—O en búsqueda de sus propios placeres, para ser más precisos. Las palabras de Omari suenan a invitación.—Al fin y al cabo, es Navidad, ¿cierto? Y qué es la Navidad... sino una época para disfrutar.—Junto a nuestros seres más queridos y... deseados.

Cualquier ocasión se vuelve deliciosa y seductora cuando se trata de Omari. —Concuerdo contigo.—Añade con un asentimiento.—De un modo u otro, las pulseras crean ineludibles roles de poder. Piénsalo: sea quien sea tu prisionero, estará obligado a hacer cuanto pidas y deseas... y no podría negarse.—La satisfacción de cualquier oscuro deseo podría hacerse realidad.—¿Tu prisionero te acompaña esta noche, o... aún tienes tiempo para alguien más?—Las proposiciones del vudú no podrían ser más directas.

Digamos que Omari no es la clase de hombre que pierde el tiempo.

— Esa señorita se merece eso y más. Es todo un honor poder pasar la Nochebuena cumpliendo sus encargos. — El cazador hablaba de aquella mujer con devoción y verdaderamente era lo que sentía por ella. Sería capaz de dar su vida si la Condesa así lo deseara, pero tenía claro que vivo le era de más utilidad que muerto. Lamentablemente, por el momento no podía acercarse a ella más allá que como un simple cazador más, pero seducirla aun seguía siendo un plan de futuro.

Tal vez aquella especie de reto había sido propuesto indirectamente, mas le daría un poco de diversión a aquella aburrida noche. — No te lo tomes como un cumplido, pero ya he podido apreciar que eres alguien testarudo. — Y toca cojones en muchos aspectos, pero tenía claro que podría sacarle partido a alguien como él, usándolo para el beneficio propio y de la Condesa. — Pero igualmente, tras esta fiesta, volveré a desaparecer para ti por una larga temporada. — Por suerte, ya que no podría soportarlo mucho si aquel tipo decía pegarse mucho más a él.

Debía admitir que le sorprendió que a tanta gente acudiera a tal negocio, pero tenía una leve sospecha que no era por eso que la tienda de antigüedades era tan lucrativa. — ¿No será que tu otro negocio es el que la mantiene a flote? El mismo por el que yo acudí a ti. — Dijo haciendo referencia a la vez que acudió a él para hacerse con la pulsera de plata que ahora portaba en su muñeca. Soltó una divertida carcajada ante las insinuaciones tan obvias del brujo. Verdaderamente siempre había pensado que nunca encontraría a nadie más salido que su buen amigo Demian, pero al parecer en Nueva Orleans tenía un buen competidor deseando desbancarlo de su racha. — Claro, claro. — Afirmó dándole la razón que no tenía. — Una época para dar y recibir, ¿no es así? — Aunque Seth usualmente era más de recibir, pero en los momentos más privados, entre las sábanas, prefería no dar, sino ofrecer todo sus ser a aquellas mujeres con las que se acostaba.

Usualmente Seth nunca hablaba con extraños de los planes de la Condesa, mas aquel tipo era ciertamente inofensivo y solo por hacerlo enrabiar y pulverizar sus deseos lujuriosos aquella bonita noche haría una excepción. — Mi prisionero me acompaña. No podía dejar a aquel perro solo en casa. — Afirmó ladeando levemente la cabeza. — Realmente creo que ha servido para que aquel tipo reafirme su rol y yo interprete a la perfección el mío. Claramente yo soy el dominante de la bonita relación que hemos establecido. — Establecido a base de golpes, torturas e insultos, sin duda un fuerte vínculo de odio se había forjado entre aquel vampiro y el cazador y mas al saber que cierta mujer estaba relacionada entre ambos. — Así que lamentablemente estoy ocupado. — se encogió de hombros despreocupado. Aquella noche tenía demasiados planes y Omari, por suerte, no formaba parte de ninguno de ellos.

—Ya veo.—No imaginaba a un hombre tan altanero y soberbio como Seth D'Sousa hablando de nadie de aquella manera. Definitivamente: se trata de una señorita importante. Quizá por esa razón, el cazador habla de ella de aquella forma tan hermética y ambigua, manteniendo total discreción sobre su identidad.—De suerte para ambos, yo no soy celoso.—Sea quien sea, ella no está allí, ¿cierto?

La susodicha podría esperar. —Digamos que... me enseñaron a luchar para conseguir lo que quiero. Y jamás... me detengo hasta conseguirlo.—La voz de Omari se vuelve algo más sensual y melosa mientras se cierra la hebilla del pantalón. Sus palabras no podrían tener una intencionalidad más clara.—Oh, señor D'Sousa, eso suena a despedida.—Pareciera lamentarse, aunque lo hace de una forma evidentemente teatral.—Claro que... si es cierto eso, deberíamos aprovechar esta noche al máximo, ¿no cree?—Puede decirse que los encuentros furtivos y voraces tan característicos de las despedidas, están entre sus favoritos.

Un momento de pecado fugaz que ambos recordarían... y que nadie tendría por qué saberlo. —No puedo negar que la sinergia es deliciosa —prosigue, manteniendo aquella voz melosa. ¿Realmente está hablando de su negocio?—, y muy conveniente para el negocio. Un hombre debe saber aprovechar todas las oportunidades, ¿no le parece, señor D'Sousa?—De algún modo, podría decirse que eso es precisamente lo que está haciendo el propio Omari... ahora mismo.—La pregunta más evidente queda en el aire, por supuesto.—Omari se vuelve entonces hacia su interlocutor, deshaciéndose acto seguido de protocolos.—¿Qué es lo que más te gusta a ti, Seth? ¿Dar... o recibir?—Digamos que Biobaku es bastante activo en ese sentido, pero hay que saber adaptarse a cada compañía.

Ser flexible y dinámico, como el agua, es una de sus especialidades. —Tengo asumido que eres un hombre muy ocupado...—Y muy heterosexual. Pero Omari tiene largo recorrido en aquel camino, y sabe perfectamente que hasta los individuos más inflexibles, pueden sentir curiosidad por lo desconocido... Y debilidad por los placeres de la carne.—Pero tengo que reconocer que los... hombres tan dominantes como tú, son mi perdición. Y yo podría ser la tuya.—Omari estrecha distancias con su interlocutor, bajando el tono de su voz y acercando sus labios cada vez un poco más a los oídos de Seth.—Quién sabe... Puede que al final pudiera convertirme en Navidad, para darte una noche buena.—Ya está. Su propuesta es directa y permanece allí, en el aire. Acto seguido, el brujo se separa del cazador, oteándolo mientras le dedica una sonrisa ladina.

—No espero que cambies de opinión —le asegura—, pero si lo haces... Estaré en este castillo toda la noche.—De modo que si quiere algo de él, no tendrá más que buscarle.

Sin añadir nada más, Omari marcha hacia la puerta de los cuartos de baño, y se limita a regresar hacia la pista de baile. Nyiara debe estar esperándolo.

— Tal vez deberías. — Ya que quién no podría sentir celos de la íntima relación que compartían él y la Condesa. Verdaderamente esta no había ido muy allá, pero  solo debían darse tiempo, solo un poco más antes que esta cayera indudablemente a sus pies. Incluso Omari había caído preso de sus encantos aun tratarlo con frialdad, hostilidad y cierto asco. Así que Erzsébet estaba claramente a un simple paso. — No hablamos de una mujer cualquiera. — Y simplemente no lo era. Podía catalogarse como La Mujer, alguien por quién sentir amor y veneración e incluso un poco de lascivia.

¿Luchar para conseguir lo que quería? Tal vez aquello se quedaba un poco corto. — Creo que deberías desencadenar una guerra para hacerte con aquello que quieres. Y aun así, no estoy seguro que pudieras hacerte con tu objetivo. — Aun el significado escondido era obvio aquello a lo que el cazador se refería con aquellas palabras. Podía jugar con aquel tipo como si lo hiciera con un títere, pero ni muerto conseguiría sentir aquello que el otro ansiaba. Simplemente iba en contra de su naturaleza. Pero de la misma manera, también necesitaba tenerlo en el bolsillo. nunca se sabía cuando podía volver a serle de utilidad. Por ello, fluctuaba entre una pasivo-agresividad encantadora. Seduciendo y disuadiendo a partes iguales.

Seth adoraba las despedidas, especialmente cunado se trataba de personas como aquellas. Evidentemente el contrario se estaba divirtiendo con aquel juego de tira y afloja, donde se mantenía la tensión entre ambos. Podía verlo en el brillo de sus ojos, en el tono de su voz. Demasiado vomitivo como para ser real. — ¿Aprovechar? Pensaba que ya lo estábamos haciendo. Aunque tal vez necesitaríamos un lugar un poco más privado para desarrollar nuestros negocios. — Suerte tenía el cazador de ser todo un seductor. Intentar pensar en aquel tipo como en la pechugona pelirroja que había visto solo entrar ayudaba ni que fuera un poco. Ojalá poder terminar la noche entre tremendas ...

La siguiente pregunta de Omari deshizo toda fantasía. Aquella conversación sin duda estaba tomando un rumbo un tanto asqueroso, denotándose por la expresividad de las cejas del cazador. Tenía que mantenerse centrado y no tirar todo aquello al traste. Respiró hondo y usando el mismo doble sentido prosiguió a responderle. — Aunque no lo parezca soy alguien muy generoso. Adoro dar siempre que tengo la oportunidad. — Acarició su propia barbilla recordando unas cuantas noches atrás y como había dado y repartido generosamente pasión desenfrenada a una joven de unos veintiséis años.

Pensaba que tenía toda aquella situación bajo control, pero en unos escasos segundos todo se tornó un tanto problemático. Aquel jodido imbécil se había provechado de la situación jugando a su favor. Se había acercado a él. Demasiado. Mantuvo su posición impasivo, mas, ¿Podía golpearlo? Es más. ¿Debía golpearlo? Simplemente decidió no actuar, sin embargo apretó el puño con fuerza por si debía actuar, preparado por lo que pudiera suceder.

Ahí mismo daba por finalizado aquel enfermizo juego. — Joder, ni en broma. — Escupió con asco aquellas palabras sin poder contenerse más. Aunque, claramente, hacía rato que el brujo había estado jugando con él mas que al contrario. — Puedes seguir esperando. Tengo la noche un tanto ocupada. — Intentó alardear, con su perfecta sonrisa e irradiando carisma, como si allí fuera le esperara la mas envidiable de las compañías y no aquel decrepito albino de un solo ojo. Con un poco de suerte ni él ni Omari se volverían cruzar en toda la velada.

Tras comprobar que el brujo había marchado y observar personalmente como se cerraba la puerta tras él, el cazador, al fin pudo tranquilamente liberar y aligerar sus necesidades biológicas. Tras aquello volvería a la caza de Maegor y lo arrastraría allá dónde el objetivo de su misión se escondía.