Después de despedirse de Eloise, la fiesta dio comienzo para los aceptaron asistir al castillo de los Grigori de la Hermandad, Jade entre ellos. Tenían una misión: desgranar cada uno de los bandos que convivían en la ciudad, investigar sobre ellos y obtener información que poder utilizar a futuro. La justicia era algo que la Hermandad se tomaba por su propia mano y bajo sus propios ideales, y cada uno de sus miembros lo tenía aprendido a fuego, incrustado bajo la piel.

Desperdigados y serpenteando entre los invitados, Jade oteó a sus distintos objetivos para después caminar con paso aparentemente tranquilo hasta colocarse a un lado de una mujer cuyo atractivo no pudo dejar pasar desapercibido. Pero no estaba ahí para eso. Era Nissa Başak, Morningstar desde que contrajo nupcias con uno de los brujos de la ciudad.

Se había estudiado su vida de principio a fin, también la de su familia y todo a lo que se dedicaban. Que su padre perteneciera a la Facción Humana mientras seguía con vida no le sorprendió en absoluto. Estaba claro que, aquellos con poder económico conseguían obtener control, y Atalay Başak lo había logrado introduciéndose en la Facción Humana. ¿Continuaría su hija su legado? Eso era lo que quería descubrir la sombra.

Finalizado el discurso del propietario del lugar, Jade se unió a los aplausos de la multitud y empezó su plan de acción.

—Menudo discurso se ha marcado para dar el pistoletazo de salida a la Navidad, y menudo evento, ¿no? —Su mirada se posó sobre la figura de Morningstar y le mostró una sonrisa estandarizada, amable, para después recorrer con los ojos la inmensidad del Patio de Armas. Cualquier tipo de incomodidad que pudiese llegar a sentir la tenía bien escondida bajo la sedosa tela del vestido y todo el maquillaje que cubría su rostro. Todo un disfraz para ella.

Patio de armas.

En calidad de miembro de la Facción Humana, Nissa Başak-Morningstar no habría podido dejar de acudir a aquel evento. Todavía se siente intranquila ante lo que les puede deparar, y ante las sorpresas que el aquelarre grigori todavía puedan guardar bajo la manga... Pero @Auron E. Ackerman, líder y anfitrión de aquel lugar, no se ha limitado a rodear de lujo y opulencia a sus invitados: acaba de concederles un discurso de bienvenida, invitándoles a acceder a su hogar.

De modo que Ezra y Nissa, marido y mujer, se separan brevemente para que él pueda acercarse a saludar a unos conocidos de los aquelarres de brujos, y es en aquel momento que alguien más se acerca a la morena. —De hecho, sí.—Coincide con amabilidad y manteniendo la sonrisa; aún sostiene la copa de champagne con la que el señor Ackerman les ha invitado a brindar para dar por iniciada aquella fiesta de Nochebuena.

—Discúlpame, pero creo que aún no nos conocemos formalmente.—Y lo achaca, en realidad, a su propio desconocimiento; cabe pensar que muchos por allí la conozcan por extensión de haber tenido relación con su padre, Atalay, mas después de aquellos años en Nueva York, Nissa todavía se siente un poco perdida en toda aquella actividad social.—Soy Nissa Morningstar.—Se presenta, tendiéndole una mano para estrechársela a modo de saludo; lo hace por mero protocolo, aunque supone que su interlocutora no se ha acercado a ella de forma casual: es probable que ya sepa quién es.—Llevo el spa Oasis, del Distrito Garden.—¿Motivos de negocios? ¿Familiares? ¿Sobrenaturales?

¿Qué las ha llevado a coincidir esta noche?

—Quizás el primer paso sea brindar para celebrar la Navidad, como bien ha deseado el señor Ackerman. —Demostró un aparente interés por las palabras del discurso pronunciado alzando su copa al frente, hacia Nissa, y ampliando su falsa sonrisa—. Discúlpame a mí por las formas, a veces las pierdo cuando me emociono tanto —se limitó a decir, restándole cualquier tipo de culpa a la mujer a la que había abordado sin ningún tipo de remordimiento.

—Soy Jade, Jade Crimson. Es un placer conocer a una mujer tan bella como tú. —Esa noche al parecer iba de elogios, pero quizás, de esa forma, extraer información podía ser mucho más fácil. Pese al anillo que cubría el dedo anular de la humana—. Precioso nombre, Nissa —repitiendo el nombre con cierta duda sobre su pronunciación—. ¿Lo he pronunciado bien? —preguntó entre risitas, mientras dirigía su mano hacia la de la contraria que, en lugar de estrecharla, agarró con sutileza para depositar un beso en la misma.

—Todavía no he ido al spa del Distrito Garden, pero he escuchado hablar de él muy bien —o mejor dicho, leído—. A mí me podrás encontrar por la comisaría en el Distrito Uptown, soy policía. —Demostrar interés era fundamental en misiones de ese tipo, en el que interrogaban sin ser detectados, sonsacando toda la información que podían de manera completamente desapercibida. Y la mujer, poco a poco, parecía no ser demasiado escueta o reservada. ¿Continuaría siendo de esa manera por el resto del tiempo que compartieran?

—Tienes una belleza muy peculiar, exótica me atrevería a decir. ¿Eres estadounidense? —Aventurada y curiosa.

—El placer es todo mío, señorita Crimson.—A pesar de que la Facción Humana es un gran nido de contactos, aquel apellido no le resulta familiar. La señora Morningstar no puede evitar demostrar curiosidad, pese a que por ahora sigue como estaba: ante un folio en blanco.—Oh, en realidad así está perfecto. En su versión original arrastra un poco más la ese, pero a estas alturas me acostumbré a su pronunciación anglicanizada.—Le sonríe con amabilidad.—Llevo en Estados Unidos muchos años.—Se concede añadir aquella pequeña anécdota, pese a que Nissa empieza a tener la intuición de que su interlocutora bien podría prescindir de todos aquellos detalles en su presentación.

Tal vez solo sea mal pensada, o… se halle sobradamente informada sobre cómo funcionan las cosas en esta ciudad. —Es todo un halago. A decir verdad, nos esforzamos por ofrecer un cuidado integral a nuestros clientes; pocos centros de relajación por la zona ofrece los mismos servicios.—Razón por la que Nissa puede afirmar con rotundidad que su buena fama es bien merecida.—Vaya, ¿no me diga?—Puede que se trate de un estereotipo, pero arreglada en sus mejores galas, Jade Crimson no pareciera encajar en lo que se habría imaginado como una de las más representativas fuerzas del orden en Nueva Orleans.—Supongo que en esta velada podemos sentirnos tranquilos, aunque… imagino que no se encuentra de servicio esta noche.—Pareciere que todos, extraños y viejos conocidos, se hayan visto atraídos por la atractiva y misteriosa propuesta del señor Ackerman y sus allegados.

—Lo soy. Pero sólo por residencia.—Y eventualmente, por matrimonio.—Nací en Turquía, pero apenas era una adolescente cuando mi familia se mudó aquí. Demandante vida la de los empresarios.—Bromea, dejando escapar una breve carcajada.—¿Qué hay de usted? ¿Nacida y crecida en Nueva Orleans, o eventualmente se dejó atrapar por los encantos de esta ciudad?—La inmigración es un fenómeno francamente extendido en este rincón del mundo.