Mercadillo de antigüedades.

Las noches más largas durante el invierno, les conceden toda clase de oportunidades a ellos, los vampiros.

Mystic Falls se ha vestido con un elegante manto blanco, luces y música para festejar en aquel último día del año. El mercadillo navideño en particular es todo un hervidero de vida: artistas callejeros, dulces y bebidas, villancicos... En definitiva: el ambiente perfecto del que Vanya y Katalin habrían deseado disfrutar en compañía de la otra.

De modo que era totalmente esperable que ambas marchasen hacia aquel mercadillo apenas se hubiera puesto el sol. —He oído que habrá un espectáculo de luces y villancicos dentro de media hora.—Le sonríe, animada.—¿Te apetece que nos acerquemos a verlo? Dicen que es una tradición anual o... algo así.—Sea como fuere, si es una tradición, eso significa que merecerá la pena verlo, ¿no?

—Aunque tanto olor a comida me ha abierto el gusanillo.—No es que los vampiros puedan sentirse especialmente hambrientos por la comida humana —la sed constante es la verdadera necesidad que se ven ansiosos por saciar—, pero hay que reconocer que el intenso olor a dulces y a sal despertaría el apetito de un muerto.—Creo que deberíamos buscar algo de comer antes de ir... si quieres.—Porque, como siempre, Kate tendría la última palabra.

Pocas cosas conseguían devolver a la vida a Vanya Arcane, como complacer a aquella a quien quería como a su propia hija.

Mercadillo de antigüedades.

Aquella era la primera vez en mucho tiempo que la época navideña le creaba un mínimo de emoción. Después de todo, aquél año se habían ganado un poco de calma, en especial, después de aquella catastrófica pelea contra los herejes. Tuvieron que pasar algunos días para que Katalin aceptara salir de su encierro en su dormitorio después de despertar. Y aunque quizá le había costado un poco, acabó comprendiendo que aquello no era más que la señal de que necesitaba endurecer sus entrenamientos.

Pero no en aquellos días, que serían enteramente para disfrutarlos en compañia de Vanya, con quien iba paseando por el mercadillo de antigüedades con total tranquilidad.

Katalin no pudo evitar que una chispa de emoción encendiese su mirada. —También yo escuché algo sobre eso. Tiene que ser algo digno de ver, para tener a tanta gente a la espera.— Le devolvió la sonrisa, asintiendo mientras le dedicaba una mirada ilusionada. —Me encantaría, tengo curiosidad por saber cómo será el espectáculo que den.— Y al final, era una excusa tan válida como otra cualquiera para atesorar más recuerdos junto a la morena.

Aspiró el aroma a dulces que inundaba el ambiente, y su mirada fue directa a un puesto donde vendían chocolate caliente y churros. —¡Ese! Huele delicioso, además son churros. Solo espero que sepan tan bien como huelen.— ¿Cómo iba a ir a cualquier otro puesto de comida cuando allí tenían lo mejor que podían comer en una época como en la que estaban? Así que sin esperar una respuesta, tomó a Vanya de la mano y prácticamente la arrastró para formar cola en aquél puesto.

—Después podríamos echar un vistazo a los puestos, aún tenemos tiempo hasta que llegue el turno de las luces. Me gustaría comprar algo que llevarme de recuerdo.— Y en aquellos pequeños tenderos tenía cosas de lo más interesantes y variadas.

—Pues sí, toda la razón.—Coincide con una sonrisa.—No deberíamos perdérnoslo, entonces.—Al fin y al cabo, estas han sido sus primeras fiestas Navidades en Mystic Falls... Las primeras de a saber cuántas. ¿Qué mejor que empezar con buen pie?—Entonces, iremos en unos minutos para allá. He preguntado y ya sé cuál es el camino.—Aunque, siendo justos, hay poca pérdida en un pueblo tan pequeño como este...

Pero primero, será conveniente llenar el buche. —Hmm...—Vanya toma una respiración profunda para empaparse del aroma a churros recién hechos. Definitivamente, huelen espectaculares.—Eh, tranquila, ¡no se van a acabar!—Aunque no puede evitar echarse a reír: impaciente y emocionada, Kate la toma de la mano para llevarlas directas a su destino.

—¿Has visto ya algo que te guste?—Pregunta con curiosidad. Katalin es realmente observadora; es probable que ya haya fichado alguna ganga o algún regalo especial ojeando aquellos puestos.—He oído que hay... muchas reliquias de lo que llaman, época de los fundadores. Parece que le dan mucha importancia a las fechas en las que se fundó este pueblo.—Le comenta, a modo de anécdota: año 1864, para ser más exactos.—¿Prefieres los churros con sirope o con chocolate?—Añade entonces, pues la cola avanza deprisa, y pronto va a ser su turno.

—También deberíamos ir a ver los fuegos artificiales cuando den las campanadas, seguro que esos son mejores aún que las luces.— Estar allí con ella estaba despertando de nuevo su buen ánimo, después de lo mal que había estado después de su caída en plena batalla. El casino había ayudado también, desde luego, no puede decir que no lo pasara bien, pero estar allí, las dos solas, era diferente. —¿Dónde es? Podríamos dejar las compras si quieres y llevarnos el chocolate al lugar, así nos hacemos con un buen sitio.— Porque seguro que si apuraban demasiado el tiempo, cuando quisieran llegar estarían los mejores huecos ocupados y no podrían ver bien el espectáculo.

La risa de Vanya se le contagiaba, y es que no podía evitar sentirse así cuando el ambiente navideño que las rodeaba era tan fuerte, y el olor del chocolate caliente la atraía tanto. —¡Pero no quiero que se nos ponga más gente delante!— ¿Necesitaba aquel chocolate? No realmente, pero el antojo que le provocaba el olor era más fuerte.

Asintió con una sonrisa, haciendo cola tras un hombre que fácilmente podría rondar los dos metros de alto sin ninguna dificultad. —He visto algunas figuras de madera, también una bola de nieve con un pingüino dentro.— Ladeó la cabeza, curiosa por esas reliquias de los fundadores. —Sí, incluso hacen una fiesta para celebrar a los fundadores, podríamos buscar si vemos alguna de esas reliquias, a ver qué tipo de personas eran esos fundadores para que a día de hoy les sigan teniendo en tan alta estima.— Desde allí miró a los puestos. ¿Alguna de esas cosas sería una de esas reliquias que había mencionado? Tendrían que descubrirlo cuando se hicieran con el chocolate.

Por suerte la cola avanzaba bastante rápido, así que pronto les llegaría su turno. —Chocolate, sin duda.— Asintió, sin tener que pensarlo demasiado antes de darle su respuesta. —¿Tú has visto algo que te llame la atención? Aún te debo tus regalos de navidad... Y no vayas a decirme que no hace falta. Quiero hacerte un regalo, así que tendrás que aceptarlo.— Alzó ligeramente la barbilla, mirándola de reojo, y terminó esbozando una pequeña sonrisa.

—¿Los fuegos artificiales? Oh, por supuesto.—¡Cómo olvidarlo! El pueblo al completo se reunirá en su plaza principal, minutos previos a las doce de la noche, para realizar una cuenta regresiva y dar por comenzado el nuevo año por todo lo alto.—Tienes razón, y no nos los podemos perder. Aunque todavía tenemos tiempo.—Sonríe, animada. Apenas es media tarde aún.

—Al lado del instituto de Mystic Falls, si no me he informado mal. Está sólo a unas calles de aquí.—Todas las distancias en aquel pequeño pueblo son cortas, al fin y al cabo.

Casi pareciera que aquel rincón del mundo, pudiera reunir todas las papeletas para convertirse en un verdadero hogar... Y lo haría, si todavía no hubieran amenazas cerniéndose silenciosamente sobre ellas. Amenazas que, cabe decir, Vanya ha decidido aparcar, al menos durante aquella velada.

Kate y ella se merecen, aunque fuere, un breve oasis de felicidad. —De hecho, no me hace falta.—A pesar de las advertencias de la muchacha, no duda en hacer aquel matiz.—Pero... sé lo testaruda que puedes llegar a ser. Y creo que he visto ya algunas de esas reliquias de la época muy interesantes.—Le dice entonces, sobre qué ha podido encontrar que le ha llamado la atención; no ha dudado en tomar nota mental sobre las figuras de madera o la bola de nieve con el pingüino.—Un espejo, algún joyero... parecían decimonónicos, así que supongo que formaban parte de aquella era.—Una a la que los residentes de Mystic Falls parecieran seguir entregándose.—Sí, con chocolate, por favor.—Le indica al amable señor tras el puesto de dulces, una vez les llega el turno.—Todavía tenemos tiempo. Después del espectáculo de luces, podemos volver al mercado un ratito, antes de prepararnos para la velada de Año Nuevo.—Deja unas monedas encima del estante, antes de volverse, cono de churros en mano, hacia Katalin.—¿Quieres hacer los honores?

Hacer todos aquellos planes con Vanya estaba consiguiendo alegrarla de verdad. Los últimos días había estado alicaída, fingiendo que todo estaba bien cuando alguien le preguntaba, pero estando allí eso comenzaba a cambiar gracias a la compañía de Vanya y el ambiente festivo que las rodeaba. —Podemos hacer mil cosas antes de que empiecen los fuegos artificiales. Aunque me gustaría encontrar un buen sitio para verlos.— Estaba convencida de que, si les daban tanto bombo, el lugar estaría a rebosar de gente cuando llegase la hora.

Asintió, un tanto distraída viendo los puestos desde lejos, aunque eso no significaba que no estuviera escuchando lo que le decía. —Entonces lo tendremos fácil para llegar. ¿Crees que será tan bueno como dicen o que solo exageran por ser una suerte de tradición en este sitio?— Realmente quería que llegase la hora para comprobarlo por si misma.

Aquel día era algo que ambas necesitaban. Alejarse de los problemas, fingir que eran personas normales y corrientes, madre e hija que van juntas a la celebración de despedida del año y hacer algunas compras. Nada más y nada menos que eso. Se lo habían ganado después de todos los problemas que habían estado siguiéndolas durante tanto tiempo ¿no? Aún tendrían que encargarse de ello, pero eso ya sería cosa del día siguiente.

Rodó los ojos, soltando un suspiro que se fundió con una pequeña risa que fue imposible de contener aunque lo intentó. —Pero esto no es cuestión de que haga falta o no. Quiero tener un detalle contigo. Por otro lado, me apuesto cualquier cosa a que tú también piensas comprarme algo a mi ¿verdad?— Observó a la mayor con una ceja en alto y una sonrisita divertida en los labios. Podía decir que la conocía mejor que a sí misma, y no equivocarse demasiado con tal afirmación. —Además, será un bonito recuerdo de este fin de año ¿no crees?— Podía sonar sentimentalista, pero le encantaban ese tipo de cosas. Tomó nota mental de los objetos que mencionó, aprovecharía algún momento a solas para buscarlos y comprarle alguno de ellos, según lo que encontrase.

Tomó los vasos de chocolate caliente y se alejó del puesto con ella, sonriendo al hombre que les había atendido como agradecimiento. —Huele de maravilla.— Le dio uno de los vasos de chocolate y entonces sacó uno de los churros del cono y le dio un mordisco sin hacerse esperar más tiempo para probarlo. Suspiró suavemente, con una pequeña sonrisa en los labios. —Hacía mucho tiempo que no probaba unos churros tan buenos como estos. Tienes que probarlos. Y antes de irnos tenemos que comprar más, así le puedo llevar unos cuantos a Eri.— Aunque estando allí, seguramente los probaría también, pero quería llevarle algunos ella misma.

—Pues... sinceramente, no tengo ni idea.—Confiesa, frunciendo el ceño.—Pero sólo habrá una forma de averiguarlo.—Acudiendo por sí mismas para formarse su propia opinión. Puede que en Mystic Falls sean fácilmente impresionables... o puede que sea un espectáculo que merezca realmente la pena.

En cualquier caso, si Vanya ha de desentrañar aquel misterio, lo hará junto a aquella a quien ahora ama como a una hija. —¿Comprarte algo? ¿Quién? ¿Yo?—Vanya hace una mueca, como si la cosa.—No sé de qué me hablas.—Oh, por supuesto que lo sabe. La diferencia es que Arcane ha hecho trampas: ella ya acudió a aquel mercadillo navideño días antes, y encontró lo que espera, sea un regalo perfecto para Katalin.—Aunque... debo admitir que sí puede ser un buen recuerdo.—Reconoce finalmente, dando su brazo a torcer. Puede que no lo parezca, pero Kate puede llegar a ser muy testaruda.—Está bien, está bien, tú ganas. Apenas termine el espectáculo de luces, volveremos... y encontraremos algo que puedas regalarme. Te lo prometo.—Sobra decir que Vanya no es la clase de persona que rompe sus promesas.

Y aún menos, tratándose de ella.

—Venga, ¡al ataque!—La vampiresa no se priva: toma uno de aquellos churros y lo moja generosamente en su vaso de chocolate, antes de darle un buen mordisco. Está de acuerdo: realmente deliciosos.—No sé qué llevan, pero tengo que conseguir esa receta. ¡Oh!—Si quieren más churros, ¡tendrán que darse prisa!—Venga, vayamos a por otro cono y nos vamos volando hacia el instituto. Tenemos que conseguir un buen sitio.—No tiene claro si aquellas encajarían en la descripción de unas Navidades perfectas.

Pero, según Vanya... se le parecen.