Mercadillo.

— Reconozco que después de lo ocurrido no creí que Vanya fuese dejarte sola —comenta alcanzando a la muchacha. Lo sabe. Sabe que durante un combate contra loso herejes de Liliam Salvatore, Katalin resultó herida y tuvieron que sacarla de allí—. ¿Cómo te encuentras? —se interesa por saber, al fin y al cabo, es la protegida de su mejor amiga, por ende, tambien es importante para ella.

Puede que Helga nunca haya tenido capacidad para ser madre o al menos eso fue lo que pensó durante mucho tiempo, pero lo cierto es que siente cierta envidia de aquella hermosa relación que tiene su mejor amiga con Katalin. Pero ya es tarde, porque, aunque ella y Dimitir lo quisieran era imposible en realidad.

— Espero que no termine ocurriendo lo mismo que en Halloween —recuerda. Otra noche para el recuerdo dirían muchos, pero ellas seguramente preferirían olvidarla. Aún recuerda a Vanya queriendo estrangular a Katalin y se le revuelve el estómago—. ¿Me ayudas a buscar un regalo para Vanya? —pregunta finalmente observando los puestos cercanos.

Mercadillo.

—En realidad no está muy lejos, seguro que está comprando algún regalo en los puestos de por allí.— Señaló en dirección hacia donde sabía que Vanya se había alejado después de que decidieran separarse para comprar el regalo de la otra y hacer el intercambio cuando estuvieran de vuelta en la residencia. Aquella noche tenía que ser tranquila y especial, la primera navidad de, esperaba Katalin, muchas más en aquél pueblo que no le desagradaba tanto como al principio. —Yo... Supongo que bien, prefiero no pensar mucho en esa noche. Aunque Charlie no me deja olvidarlo.— Porque, por supuesto, no podía dejar pasar la oportunidad de hundir aún más a la rubia con cualquier mínimo fallo que pudiera cometer.

La derrota contra aquellas personas todavía le pesaba, y después de aquello no hizo más que esforzarse aún más en ser mejor, más fuerte, aunque estaba tardando en ver sus esfuerzos recompensados con un mínimo de resultados y eso estaba afectando a su autoestima, aunque intentaba que no se notara, en especial, delante de ciertas personas que disfrutarían demasiado de esa información.

Pero no era el momento ni el lugar de pensar en todo aquello. Al final, había ido para despejarse de ese tipo de cosas. —¿Cómo estás tú, Helga? ¿Dónde está Dimitri?— No le había parecido ver al vampiro, pero no dudaba que estuviera cerca siendo que estaba Helga allí. El recuerdo de la noche de los muertos le hizo torcer los labios en una mueca mientras una de sus manos acariciaba su propio cuello. —Espero que no pase nada remotamente parecido. Suficientes cosas han pasado ya, nos merecemos un respiro.— A eso quería aferrarse al menos. —Claro, te acompaño, yo también estaba buscando un regalo para ella. Entre las dos tardaremos menos en encontrar algo para Vanya.— Y se podrían ayudar la una a la otra, al final, Helga era una de las personas que conocía a la vampiresa desde hacía más tiempo.

No era de extrañar que Vanya no andase cerca. De hecho, la propia Helga podría darse cuenta de que seguramente su amiga estuviese viéndolas, pero confiaba en que, si la veía con ella, se relajaría y podría dejar la protección de Katalin a la propia Helga para divertirse un rato. Aunque… en parte dudaba de ello.

— Me alegro de que estes bien. No creo que Charlie vaya a olvidarlo con tanta facilidad —bromea acercándose a la muchacha y observándola—. Pero yo te veo bien —añade colocando uno de sus mechones tras la oreja. Es una muestra de cariño que raras veces se permite hacer con alguien. Pero Katalin es importante para Vanya asique, tambien lo es para Helga—. Dimitri ha ido a dar una vuelta. Vamos a aprovechar que nuestros protectores no están y demos una vuelta. —Además, todavía necesita encontrar un regalo para Vanya.

Y quizas algo más para Dimitri también. Lo cierto es, que al menos en ese aspecto siempre ha ido una mujer más bien derrochadora. Le ofreció entonces el brazo para que caminase con ella, quizas como amigas, porque en el fondo lo que Helga buscaba era estrechar los lazos con aquella muchacha—. ¿Has pensado en algo para ella? —pregunta refiriéndose claramente al regalo de su mejor amiga.

La propia Katalin estaba segura de que Vanya no podía andar muy lejos, lo sabía y estaba segura de ello, no porque desconfiara de alguna manera de la rubia, si no por pura precaución, por querer protegerla. Aunque esperaba que estuviera lo suficientemente lejos como para no descubrir los regalos que consiguiera para ella antes de que se los pudiera entregar envueltos en papel de regalo.

Suspiró con fuerza cuando mencionó de vuelta a Charlie, frotándose un brazo con un sentimiento de incomodidad. —Mientras sea una oportunidad de reírse o burlarse de mi, Charlie no olvidará nada fácilmente. Disfruta hacerme la vida imposible tanto como lo hace con las apuestas.— Y en parte podía entenderle, le había arrebatado la oportunidad de recuperar a la persona que amaba, pero ella no había decidido hacerle ese daño. Aún con todo, las palabras y el gesto de Helga consiguieron dibujar una sonrisa agradecida en sus labios. —Gracias, Helga. Tú también estás muy bien, ese vestido te sienta genial.— No es que no hubiese reparado en ella hasta entonces, pero se había estado guardando el comentario.

Miró a su alrededor, como si esperase encontrarse a Vanya o Dimitri tratando de esconderse fallidamente entre la multitud para observarlas, pero no encontró a ninguno de los dos. —Me parece una idea estupenda. Así también podrías ayudarme a elegir un regalo para él.— Porque si la pareja era importante para Vanya, entonces también lo eran para Katalin. Aunque lejos de eso, Helga siempre le inspiró confianza, quizá no tanto como la propia Vanya, pero se sentía cómoda con su compañía, por ello, no dudó a la hora de enlazar su brazo con el ajeno para poder caminar juntas para observar los puestos.

Asintió, mientras su mirada se perdía entre la enorme cantidad de objetos variopintos que había expuestos en los diferentes stands. —De hecho sí, antes estuvimos hablando sobre las reliquias de los fundadores, y me comentó de algunas cosas que parecían ser de esa época. Un joyero, un espejo... Quiero ver cuántos artículos hay que puedan ir a juego para comprar los que pueda. Podríamos repartirlos entre las dos, si quieres.— Así ella también tendría el regalo que buscaba para la morena. —¿Tenías algo en mente que le quieras regalar?— Inquirió desviando una curiosa mirada haca la mayor.

Helga sonrió. La familia era así, al fin y al cabo: recordarse lo que hacían mal antes de lo que hacían bien pero siempre estar ahí cuando era necesario. Helga sabía bien a lo que se refería Katalin. Pero prefirió no seguir indagando en ese tema para que la rubia se sintiese cómoda y no avasallada. Además, era momento de intenta encontrar algo de paz y disfrutar de lo que podían darles las navidades.

La mayor escucha atentamente las palabras de la más joven y sonríe conforme caminan por aquellas calles más llenas que de costumbre—. A Vanya siempre le han gustado ese tipo de cosas… me parece una idea maravillosa —responde finalmente tras los comentarios de la contraria. Lo cierto era, que le pareció un regalo perfecto para su mejor amiga, y más si Katalin estaba segura de que iban a gustarle—. Lo cierto es, que después de tanto tiempo cuesta encontrar el regalo perfecto para alguien —comenta ante las posibles ideas que pudiese tener Helga.

Lo cierto era, que siempre había sabido que regalarle a la personas cercana pero conforme el tiempo ha ido pasando, los gustos cambiando, cierto es que no quería regalar siempre el mismo. Ella, por el contrario, se conformaba con alguna joya y Dimitir bien lo sabía—. Busquemos esas reliquias. Puede que acabemos encontrando algo que merezca la pena de verdad —responde localizando alguno de aquellos puestos. No tardan en dar con uno que parece tener cosas realmente antiguas.

Agradeció que no siguiera el tema de Charlie y su terrible caída en la pelea contra los herejes. Se sentía ridícula y patética cada vez que recordaba la forma de caer, incapaz de hacer nada por defenderse de los ataques de aquella maldita bruja.

Respiró hondo y asintió, no tenía sentido seguir torturándose con ese recuerdo, y menos en un día como ese, que supuestamente era para disfrutar y relajarse. —Son cosas que encajan mucho con ella, sin ninguna duda.— Y si ella misma no le hubiera avisado de que los había visto, seguramente dando un paseo entre los puestos los habría terminado encontrando y dejando su dinero en comprar los objetos.

Agarrada a su brazo como iba, lanzaba miradas de vez en cuando a lo que exponían en los puestos. —A veces el detalle de hacer el regalo es mucho mejor que el regalo en sí. A veces se tienen demasiadas cosas, y un simple detalle hace ver que esa persona te aprecia lo suficiente como para acordarse de ti.— Esa, al menos, era su forma de ver las cosas. A veces no hacía falta gastar una enorme cantidad de dinero para que un regalo pudiera hacer ilusión a quien lo recibía.

Con un gesto de cabeza, señaló un puesto que tenían a solo unos pasos. —Mira, ahí está el puesto, y tenemos suerte de que no haya mucha gente alrededor. Vamos a poder mirar tranquilas.— Encaminó sus pasos hacia el puesto, tomando un buen lugar para ver todo. Allí estaban las cosas de las que le había hablado, y unas cuantas más. —Menos mal, aún tienen lo que quería comprar... ¿Qué regalos te gustan a ti, Helga?— Miró de reojo a la rubia, curiosa por si podría encontrar un regalo para ella también.

Helga siempre había admirado la capacidad de Katalin para ver la belleza en los pequeños detalles. Incluso le parecía tierna la visión que tenía en ocasiones de muchas cosas del mundo. Por eso únicamente sonríe cuando le responde y finalmente se acerca a aquel puesto.

Saber que una tiene lo que la contraria quería para Vanya hace que se sienta agradecida, en parte porque la contraria tambien. Helga por su parte observa numerosos detalles y encuentra no solamente le regalo que quiere hacerle a su mejor amiga si no también algo que seguramente le guste a su esposo.

— Estos regalos serán perfectos —susurra más para sí misma que queriendo compartir en realidad aquella información. La pregunta de la contraria hace que Helga sonrisa—. Siempre he sido muy materialista con los regalos —reconoce con una sonrisa y sin temor a decirlo en voz alta—. Las joyas siempre me han gustado —dice finalmente pagando sus regalos—. ¿Poque no vamos a buscar a Vanya? —pregunta finalmente. Al fin y al cabo, allí ya han terminado.