Ruby Maiden.

Sabía que iba a terminar allí. Desde que había empezado la noche Helga no tenía duda alguna de que la fiesta del Maiden sería el lugar donde acabarían sus pasos. Quizás porque es el lugar que siente como una segunda casa, además de que es un lugar donde se encuentra sumamente protegida, o al menos así se siente.

No esperaba que la propia dueña se personase en la fiesta, pero se alegra de ver que también puede de vez en cuando permitirse divertirse un rato. Es quizás por eso por lo que se acerca con dos copas, cuyo contenido no es precisamente vino.

— Recién salida de la vena —le dice tendiéndole aquella copa. Ante todo, ellas eran dos mujeres elegantes que seguían manteniendo la compostura. Helga pocas veces compartida directamente y aun humano con alguien. Y las pocas veces que lo hacía era con Dimitri—. Es de aquel chico. Parece que ha estado bebiendo… esta más dulce de lo normal —comenta en referencia a la sangre de aquellas copas.

Aceptando de buen grado la copa que Helga le ofrece, Tatjana le da un pequeño sorbo antes de coincidir—: Fresca.—En el punto exacto. Justo como más le gusta.—Apostaría porque ha estado bebiendo ron. Ese dulzor es casi inconfundible.—Puede que aquello sea lo que más le gusta de las grandes fiestas: que hasta la sangre adquiere sabores exóticos.

Algo propicio para una velada como aquella. —Me alegro de que te hayas decidido a venir por aquí esta noche, querida.—Le sonríe con amabilidad. Puede que Tatjana sea una mujer con reservas frente a determinados individuos en el clan de Darvolya, pero Lisbet en particular empieza a demostrar sobradamente su lealtad hacia la mujer pelirroja.—¿Algún propósito para el nuevo año?—Son fechas para plantarse ante nuevos propósitos y objetivos...

Aunque no todos suelen cumplirse.

Sonríe con cierta complicidad ante el comentario de la contraria. Sin duda la sangre con toques de otras bebidas como el ron son ciertamente exquisitas para paladares como el de ambas. Asique no ha podido hacer mejor elección para compartir con la dueña de la fiesta.

— Nunca me perdería una buena fiesta de año nuevo —comenta con una sonrisa en el rostro. Lo cierto es, que ya entraban en otro año más… uno que ella quería ver con cierta esperanza e ilusión, aunque eso fuese ciertamente distinto a lo que tenía en mente hace años—. Divertirse un poco siempre viene bien —añade tomando un sorbo más de su propia copa. Con los ojos observa también a su marido reírse.

Lo cierto es que la felicidad no es algo que hayan encontrado muy a menudo en sus vidas, pero por el momento se conforman con tener cierta tranquilidad. La pregunta de la contraria la hace regresar de esas pequeñas divagaciones… planes de año nuevo, claro que tiene algunas ideas, pero aún no las ha compartido con nadie—. Conseguir nuestra libertad, sería lo más importante a mi parecer —responde con sencillez, refiriéndose claramente a la Cazadora que tanto insiste en cazarlos. Como lograr ese objetivo, ya será más difícil.

«Nunca me perdería una buena fiesta de año nuevo»

Ya bien lo dijo un sabio: una pequeña fiesta jamás ha matado a nadie, ¿cierto? Y aunque aquella fiesta está llena de muertos, irónicamente, el Ruby Maiden no puede haberse convertido en mayor hervidero de vida. Los invitados ríen, bailan, pero sobre todo, hablan. Y Tatjana espera que sigan hablando mucho, porque sus palabras mañana se convertirán en nuevos rumores a ser compartidos con Marena Darvolya.

La última vez que Tatjana y Helga compartieron una conversación, esta última le hacía saber del peligro de Rayna Cruz. Desde entonces, la morena ha permanecido especialmente alerta ante cualquier posible nueva noticia sobre la peligrosa cazadora. —¿Sabemos buenas nuevas sobre ella?—Le pregunta con discreción, llevándose la copa a los labios, y esperando que Helga entienda perfectamente de quién está hablando: aquella mujer de quien esperan encontrar su libertad.—Después de que dos seguidores de Marena fueran atrapados en la Piedra Fénix, algunos han empezado a ponerse... nerviosos.—Y entre aquellos algunos, se encuentra la propia Tatjana. No sólo por su negocio, cabría añadir.

¿Quién no siente un intenso escalofrío ante la amenaza de Rayna Cruz?

Helga se había planteado disfrutar de aquella noche, pero al igual que muchos seguía con el temor pegado a los huesos. Quizas porque aún no había hallado la manera de hacer nada contra ella. Pero no por eso Helga se ha quedado quieta. Sus previsiones de año nuevo son precisamente convertirse en aquello que la Condesa ha conseguido crear junto a sus jinetes.

Y está segura de que a Marena no le parecía un mal plan. Helga sabe que está tomando riesgos no solo por su creadora si no por todo su clan, pero… ¿Qué mejor manera había de demostrar que ella era la mejor para estar a lado de Marena? Esa visión de egoísmo y superioridad jamás iba a cambiar, no en alguien como Helga.

— No tenemos más que esas noticias —responde con cierta sequedad bajando ligeramente la copa de sangre. Helga suspira presamente—. Lo único que puedo asegurarte es que conseguiremos la forma de sacarlo de allí —añade finalmente, porque para ella no existe lo imposible y aunque no saben cómo, los sacaran de la piedra. A los dos—. Quizás podríamos averiguar algo esta misma noche… mientras disfrutamos de un buen manjar. —Porque si, Helga piensa llevarse a alguno de esos humanos a pasar la noche con ella y Dimitri. Sería un aperitivo y un magnífico regalo de año nuevo para su marido—. Intentemos no enturbiar esta fiesta con pensamientos en ella —sugiere con una sonrisa alzando su copa—. Por nuestra permanencia como seres superiores —brida mirando a la jefa del lugar y a una mujer a la cual tambien admira precisamente por sus dotes para haber levantado todo aquello.

—Tu espíritu optimista es esperanzador, cuanto menos.—Le sonríe con amabilidad, pese a que los pensamientos de Majorova son otros. Pasando por alto que ni Pálffy, ni mucho menos Valachia, le eran de su real agrado —muy pocas personas lo son realmente—, Tatjana no alberga esperanza alguna de salvación para sus almas. Al fin y al cabo, todo el mundo sabe que, una vez Rayna Cruz consigue atraparte... te depara un infierno personal para toda la eternidad.

Pero la eternidad, a veces, puede ser demasiado tiempo. —En fin —suspira—, tan sabia como siempre, querida. Tienes razón.—Confirma con un asentimiento.—Por ahora, tenemos toda una noche por delante... Y la sangre no dejará de correr.—Se ha asegurado personalmente de ello. Asintiendo, conforme con el brindis, Tatjana alza asimismo su copa para que el cristal se encuentre con el de su interlocutora.—Disfruta de la noche, Helga. Te veré por aquí.—Va a ser una velada deliciosamente larga en el Ruby Maiden.