Ubicación: Balconada

La cena continuaba desarrollándose en aquellos momentos. La salida de platos había finalizado y era la sobremesa la que ahora parecía reinar en aquel hermoso lugar. Para Calliope era un exceso de relación con otras personas por lo que se excusó con Mariel por unos minutos para salir a tomar un poco de aire fresco.

Había dejado a uno de sus pequeños felinos para evitar que nada le pasase a la joven humana y estaría atenta a cualquier señal que pudiese alertarla. Pero, en aquellos instantes, sus pasos habían terminado por llevarla a aquella majestuosa balconada.

No había demasiadas personas en aquel instante y Calliope llevaba en una de sus manos una copa de cava que dejó apoyada en la barandilla finamente tallada de aquella balconada. Sus ojos analizaron la sala de armas que allí bajo aquel lugar y su mirada viajó por los alrededores, reaccionado con cierta rapidez al sentir algo extraño. Golpeando en el proceso, sin ser consciente, con el codo la misma copa que segundos antes había dejado en aquel lugar.

Ubicación: Balconada

Una vez más, no tenía ni idea cómo había llegado allí. Tal vez sí a la fiesta, claro, a la que —aunque tampoco entendía por qué— había decidido asistir de manera consciente; pero allí, a los balcones del castillo, no recordaba haber llegado ni cuánto tiempo había pasado desde que lo hizo. Lo último que recordaba era la llegada, un poco del salón de baile y la comida, pero en algún punto las voces habían sido tantas que no había podido evitar huir del tumulto de gente como si fuesen las responsables del ruido en su cabeza. Por esto tampoco había sido del todo consciente de las personas a su alrededor. La mirada perdida en la infinidad de la noche solo había logrado volver a conectar consigo cuando el ruido de un cristal rompiéndose la hizo saltar y sentir que su corazón subía hasta su garganta. Aunque de una manera brusca, agradecía que algo la hubiera hecho volver a tierra.

La reacción normal de la hawaiana fue mirar hacia abajo para ver la copa estrellada en el piso y luego hacia arriba para ver a una mujer, única persona allí además de ella y por lo tanto quien sería la responsable del accidente, dedujo.

—Supongo que tienen muchas más de esas... —Soltó un comentario amable y mostró una sonrisa del mismo modo, como adelantándose a que la mujer pudiera sentirse mal o incómoda ante la situación. Era una broma tonta e inocente, pero Nala puso su índice sobre sus labios y añadió—: Tu secreto está a salvo conmigo.

Ubicación: Balconada

Aquel pequeño accidente que podría pasar desapercibido dentro de la confusión que significaba una fiesta de aquel tamaño, fue sin embargo descubierto y visto por una joven que pronto captó la atención de Calliope.

Alzó la mirada en su dirección y alzó una de sus cejas barajando si debía decir o hacer algo. Seguía sin ser una persona demasiado integrada con la sociedad actual y probablemente de no ser por Mariel ni se encontraría allí en aquel instante.

- Supongo que gracias. Aunque... - Miró a su alrededor por unos segundos antes de volver a fijarse en la joven de rasgos asiáticos. - como dices no creo que nadie vaya a alarmarse por una copa rota. - Podría en aquel instante haber usado su propia magia para hacer desaparecer la misma, sin embargo, su fachada como vampiro, para quien supiese ver el anillo solar que llevaba en una de sus manos, continuaba siendo una baza que jugaba aquella noche.

Agachó su mirada ahora para observar si se había manchado su propio vestido. Por suerte, no había ni una sola de aquel cava que había estado bebiendo segundos antes. Por eso, elevó la vista al vestido contrario y la recorrió con la misma hasta llegar a su rostro. - ¿Te has manchado? - Tampoco le afectaba o importaba demasiado pero intentaba ser más simpática.

Ubicación: Balconada

No era difícil notar que la desconocida no tenía muchas ganas de interactuar, por lo que Nalani no tenía tampoco la intención de presionar para seguir haciéndolo. Tras la confirmación de que seguramente a nadie le importaría solo una copa, la hawaiana asintió con una sonrisa y perdió una vez más la mirada en cualquier parte, suspirando levemente. ¿Por qué de repente había retenido tanto aire en los pulmones?, pensó, y rápido llegó a la conclusión de que los últimos eventos en su vida no habían sido de lo más sencillos como para no sentirse un poco alerta.

Tal vez por esto cuando la contraria volvió a hablar, se sorprendió un poco. La pregunta hizo que se mirase a sí misma y, al comprobar que de hecho sí tenía una pequeña mancha en su vestido, miró hacia la desconocida volviendo a sonreír.

—Esto creo que me lo hice sola... Habrá sido en el banquete, supongo. —No le importaba demasiado. Ese vestido, una vez lo lavara, sería donado o vendido a donde sea, porque era demasiado grande y pomposo como para llevarlo consigo en su mochila. Esa era la regla general de Nalani: que todas sus posesiones entrasen en su mochila o, como mucho (por añadidura) en el "baúl" de su motocicleta—. No te preocupes, pero gracias por preguntar. —Dicho esto, la banshee miró al cerrado cielo nocturno que se podía contemplar desde la balconada, a su copa y una vez más a la desconocida—. ¿Quieres? —ofreció su bebida, acercando su mano con la misma. Por su parte, había estado bebiendo solo vino blanco, pero esa última copa estaba casi intacta.

Ubicación: Balconada

La mirada de Calliope siguió a la contraria como si de aquella forma ella misma pudiese guiarla. Y lo hizo, hasta una pequeña mancha que pronto fue comentada. Un comentario que consiguió que una vez más Calliope la mirada con cierta indiferencia mientras encogía sus hombros en un tranquilo movimiento.

- Es una posibilidad. - Solo había sido cortés anteriormente, no es que le fuese a preocupar realmente si es que la había manchado. No por que fuese egoísta o algo de similar calibre. Simplemente, no le afectaba como tantas otras cosas no lo hacía. - No es nada, me pareció lo más educado después de mi torpeza.

Si le sorprendió cuando vio aquella oferta. Una de sus cejas volvió a alzarse mientras respondía con una corta negación con su cabeza, una a la que acompañaba una mano que se alzaba. - No, gracias. Disfruta tu mejor de ella. Con una copa rota es suficiente. - Tampoco tenía interés en beber de copas ajenas y tampoco era como que disfrutase en exceso de ese tipo de bebidas. - ¿Agobiada del interior de la fiesta? - Una pregunta casual que tampoco despertaba especial preocupación, más bien una basta curiosidad. Ella misma había salido a despejarse un poco del foco inicial.

Ubicación: Balconada

¿Por qué se sentía tan triste un día como aquel? Nala podía percibir que ya no solo era la nostalgia lo que rondaba a su alrededor, no solo extrañaba el espíritu tierno y risueño de Hawaii en esas épocas —o su Hawaii en general—, había algo en la sensación de ese castillo que comenzaba a revolver un poco su estómago y hacerla pensar que la muerte estaba mucho más cerca de lo que pensaba.

De este modo, la charla con aquella desconocida le servía para seguir anclándose un poco más a tierra y no terminar disociando en cualquier cosa, hundiéndose en ese océano infinito de angustia que habitaba en su interior.

—Sí... El ambiente es ameno, pero hay tanta, tanta gente... —decía mirando brevemente hacia adentro y soltando un pequeño suspiro como de decepción hacia sí misma. Nalani no era en realidad alguien antisocial ni nada parecido, pero también podía volverse demasiado solitaria cuando se sentía saturada por sus propias emociones, a veces incontrolables—. ¿También huyes de allí o...? —La pregunta no tuvo una conclusión porque las opciones eran variadas y se daba a entender que podía ser completada de cualquier manera—. Tu vestido es precioso, por cierto... Es increíble que no haga tanto frío aquí, ¿no crees? —Era lo primero que había notado al llegar. Ella traía un cancan de color piel bajo su falda, cubriendo sus piernas, y en los hombros descubiertos había llevado un pesado y pomposo chal tejido por ella misma con una lana más que abrigada, pero había acabo sin necesitarlo la mayor parte del tiempo. De hecho, en ese mismo momento el objeto estaba colgado de la barandilla del balcón, al lado de Nala, y era sorprendente que muchas de las mujeres (quizá la mayoría) también estuviesen algo desabrigadas para la época.

Ubicación: Balconada

La hereje coincidía con aquella mujer. Había demasiadas personas en aquel lugar. Demasiados seres diferentes que probablemente en otra ocasión hubiesen terminado por atacarse. En aquellos momentos ella no se encontraba en ninguno de esos bandos, pero pretendía procurar que ninguno afectase a la humana que había dejado en el interior del lugar. - Demasiada gente. - Pero era un día de fiesta y así todos lo demostraban. La hipocresía de la sociedad.

No huía realmente, pero al mismo tiempo podría considerarse que si y era quizás por esa confusión de ideas que no respondió a la pregunta. No cuando la misma fue tapada con una próxima por parte de aquella chica. - Gracias. - Era un vestido negro que había comprado para procurar ir en cierta armonía con la contraria. Era cierto que a lo largo de su historia había vestido múltiples vestidos de gala, pero en el último medio siglo era de los pocos que había tenido. - Tu vestimenta también es preciosa. - Un casual cumplido en correspondencia al contrario.

La cuestión del frío era más difícil de establecer. Ella no sentía la temperatura como tal, pero la otra joven si, lo que le hacía pensar que el rango de razas al que pertenecía era menor del que podría pensar antes. - Tendrán un buen sistema para regular la temperatura. - Calliope no entendía demasiado de aquellos sistemas modernos, pero si lo suficiente como para nombrarlo. Aún así, tenía otra duda que pensó en resolver estirando su mano hacia la contraria. - Calliope. ¿Y tú eres?

Ubicación: Balconada

Se podía ver cómo poco a poco Nalani terminaba de volver a la realidad, relajarse y respirar con menos dificultad gracias a la sencilla charla con aquella desconocida. Ya no se sentía tan ida ni tan fuera de sí, lo que agradecía internamente pero no podía explicarle con exactitud a la contraria, pues no podía ponerse a hablar las voces que constantemente escuchaba en su cabeza.

—Muchas gracias —respondía la hawaiana ante el halago que recibía de regreso acerca de su vestido y asentía un par de veces ante los comentarios al aire sobre la temperatura. Luego, atenta escuchaba el nombre de la chica, sonriéndose por lo hermoso y elegante que le sonaba. Al ver su mano extendida, cambió de lugar la copa y estiró también la propia, luego de secar rápidamente las gotitas sobre su vestido, para estrecharle con confianza—. Soy Nalani, puedes decirme solo Nala. —Ni remotamente la banshee sospechaba que de tener contacto con una bruja o hereje podrían descubrir su raza, pero tampoco era algo que le causara temor como tal—. Tienes un nombre precioso, Calliope, ¿eres de por aquí? —Sabiendo que Nueva Orleans estaba llena de personas de otras partes de Estados Unidos e incluso del mundo, se interesó por saber un poco más, pues estaba segura que aquel nombre era el de la musa de la poesía griega—. Yo vengo de Hawaii, pero ya hace varios años que estoy por Estados Unidos. —Bueno, Hawaii en sí formaba parte de USA, pero se entendía la diferencia. En ese momento, un hombre que se notaba ya bastante borracho apareció en los balcones y, tras mirar a ambas mujeres, comenzó a murmurar quién sabe qué clase de incoherencias y groserías queriendo ligar. Instintivamente, Nala hizo un par de pasos hacia adelante para alejarse del mismo y quedó más cerca de Calliope, a quien solo mostró una mirada de incomodidad por la situación a su espalda—. ¿Te interesa caminar un poco? —propuso, con evidente necesidad de retirarse del lugar.

Ubicación: Balconada

En el momento que la mano de la hereje entró en contacto con la de la otra mujer, esta pudo saber que no era humana. No al menos completamente. No suponía una amenaza y tampoco pensaba hacer notar aquel descubrimiento por su parte, no cuando su propia magia quedaba oculto para la mayoría de las personas. - Curioso nombre. - Curioso sin lugar a dudas, aunque bien podría decir esta lo mismo del nombre de Calliope.

Y lo dijo, no exactamente curioso fue la palabra que usó, pero si la que interpretó la propia Calliope. - Un cambio bastante notable de las islas al continente. - Aunque ahora que sabía ese dato se le hacía más normal la apariencia que mostraba la contraria. Pero no, no era la única que no pertenecía a aquel lugar, no desde sus orígenes. - Yo vengo de Europa. De un pequeño país llamado Macedonia del norte, no se si conoces ese país. - Un país pequeño, relativamente nuevo que muchas personas de aquella parte del mundo desconocían. Para Calliope, quien había nacido en el reino bizantino, poco o nada quedaba de su verdadera nacionalidad, pero era por eso mismo que solía escoger Macedonia antes de la propia Grecia. - Está sobre Grecia.

Terminado ese comentario pudo ver lo poco a gusto que se encontraba su interlocutora en aquel momento y por supuesto, pudo ver la causa de ello. No había intención en llamar la atención por lo que se limitó a asentir. - Por supuesto, para evitar quedarnos frías. - Aún tenía algo de tiempo antes de volver con Mariel.

Ubicación: Balconada

Nala sonrió brevemente al escuchar el comentario ajeno acerca de su nombre, porque era algo que a muchos les pasaba, que lo encontraban extraño o "curioso"; asintió por lo mismo, dando un dato de color que no venía mucho al caso, pero que a ella misma le gustaba recordar y por eso lo comentaba con frecuencia cuando tenía la oportunidad.

—Significa "cielo en calma". —Procedió entonces a escuchar de dónde provenía Calliope, delatando por sus expresiones que le costó ubicarse en su mapa mundial mental cuando el país de Macedonia fue mencionado. Más fácil se le hizo con la aclaración de la contrario sobre la ubicación del mismo—. ¡Ah! Ya veo... No conozco, aunque creo que alguna vez escuché su nombre.

Agradeció internamente cuando la contraria aceptó caminar un poco e ingresar de nuevo al salón para alejarse de aquel hombre. De hecho, Nala caminó bastante rápido los primeros pasos, volteando para esperar a Calliope en cuanto estuvo dentro una vez más. Habiéndose terminado su copa, además, dejó la misma en la bandeja de un mozo que pasó ofreciéndoles otros tragos pero se negó agradeciendo porque no quería beber mucho más; después de todo, estaba sola y tenía que volver de esa manera a la pensión.

—¿Viniste sola, Calliope? —preguntó entonces, al haber pensado en ello, porque si la contraria estaba en su misma condición tal vez podían hacerse compañía un poco más. Ella misma no quiso decir a priori que lo estaba, para no incomodar ni hacerle sentir en el compromiso de tener que "adoptarla" por el resto de la noche.

Ubicación: Balconada

La confusión sobre la localización del país era algo que ya había predicho la hereje. Quizás, era por eso, que no le sorprendía su reacción, permitiéndose simplemente asentir lentamente. No había escuchado buenas referencias de esta parte del mundo sobre cultura general. Aunque tampoco negaría lo pequeño de la pequeña republica a la que había hecho referencia.

Caminó tras la contraria siguiendo su paso sin demasiada dificultad. Tampoco tuvo que esquivar a demasiadas personas debido a que aún muchos de ellos se encontraban terminando de cenar o hablando tras ello. Pero la mirada de la hereje voló por unos segundos a la zona donde había dejado a la otra chica sola.

- No. - La vuelta a la realidad llegó con aquella pregunta. Calliope negó antes de despegar su mirada del grupo de gente para volver a aquella mujer. No quería ser grosera, pero muchas veces no era consciente de ello. Como en aquel momento. - Vine junto a alguien. - Por unos segundos había dudado como referirse a la joven Mariel. Pero ante la falta de una definición lo había dejado de aquella forma tan ambigua.

- Debería volver con ella antes de que cause algún problema. - No estaba convencida de ello, pero era una posibilidad ante el desconocimiento total de la joven humana de la magnitud de aquello que le rodeaba. - Espero que pueda disculparme. Fue agradable hablar contigo. - Realmente lo fue, increíble si hablabas de Calliope quien pocas veces o nunca se relacionaba con otras personas. - ¿Viniste sola? - No iba a ser la "niñera" de otra mujer, pero al menos si saber que estaba bien.

Ubicación: Balconada

Nala era una persona naturalmente empática... a veces tanto que vivía al borde de enloquecer. Escuchar el sufrimiento de tantas mujeres en su mente no podía ser fácil para alguien que desde sus primeros años de vida había sido atenta y considerada, pero al menos estas últimas cualidades le servían en situaciones como aquellas: donde notaba a la perfección que Calliope estaba buscando a alguien más. Por lo mismo no quiso seguir interrumpiendo mucho más y, en función de no incomodar a la muchacha ni dar "lástima", se montó una rápida mentirita blanca:

—No, también vino con alguien... —dijo, buscando con la mirada a literalmente nadie entre el gentío—. Ve tranquila, por favor. E igualmente, gracias, ha sido una buena compañía —se despidió al fin, sin saber qué le depararía a partir de ahora pero segurísima de que necesitaba alejarse de tantas personas. Tal vez había sido una mala idea asistir a un evento como aquel—. Por si no te veo luego, feliz Navidad a ti y tu acompañante. —Y con una sonrisa y asentir levemente con la cabeza, Nala procedió a retirarse del salón del banquete a ver qué podía encontrarse en el resto del Castillo... o en las artísticas calles de Nueva Orleans.