Aunque no era un entusiasta de las fiestas y las multitudes y aun menos encontraba una buena idea que aquel gentío pudiera acceder al castillo, hizo un esfuerzo para vestir sus mejores galas ... Mas bien dicho aquellas que Tayne le había ofrecido en cuanto Magnus le comentó la fiesta. No era que lo hubiera invitado, mas bien se auto invitó solo, pero estaba tan emocionado por la idea que no supo decirle que no. Tal vez se lo pasarían bien juntos y podría disfrutar un poco más con su presencia y compañía.

Ataviado con el traje, se miró en el espejo. No estaba nada mal, pero ... ai pensaba en aquella gente pedante que también asistiría había algo que lo diferenciaba. Su aspecto, aun haber hecho el mejor de sus esfuerzos para verse bien, seguía sintiéndose desarreglado. Tomó una goma de pelo y se hizo un recogido bajo. ¿Tal vez mejor? Seguía sin verse adecuado a la ocasión. Tenía miedo de que Tayne se avergonzara de estar con él en un lugar tan público. No dudaba en que lo conocerían, habría mucha gente en aquel lugar, la créme de la créme de Nueva Orleans y siendo aquel hombre uno de los ricachones mas decentes que había conocido, detestaba la idea de que pudieran llegar a "acosarlo" por su culpa.

Tocó su barba. Tal vez ... ¿Era aquello lo que fallaba?

Salón de baile.

El castillo estaba lleno a rebosar. Le asqueaba toda aquella gente, deseaba con todas sus fuerzas echarlos de aquel lugar. No eran dignos de encontrarse en tal emplazamiento y mucho menos de escuchar el discurso de Auron. Si hubiera sido por él aquello nunca hubiera sucedido, pero al estar todos los demás miembros de acuerdo, tuvo que callar y acatar.

Una vez volvió a entrar en el salón de baile se paseó por él buscando a alguien en especial. Aun quedaba una hora aproximadamente para la cena, por lo que podría deleitarse en el salón de baile con la deliciosa banda que su superior había contratado para la ocasión. Tanto gentío hacia difícilmente posible dar con alguien hasta que una cabecita entre todos aquellos donnadies. Se acercó por su espalda y llamó su atención dándole dos suaves golpecitos sobre su hombro derecho. — ¿Lo estás pasando bien? — Preguntó el brujo intentando actuar lo mas correcto que supo.

Aquel lugar era increíble. ¡Y mira que era difícil impresionarme con ese tipo de edificaciones! Había estado en mansiones de ensueño, mansiones que, ciertamente, harían sentir solo al más rico de sus habitantes. Sin embargo, aquel lugar tenía algo especial, aunque no sabía qué era exactamente.

Quizá no era el castillo. Quizá no era ni siquiera la fiesta. Tal vez era por la compañía, porque, por primera vez en mucho tiempo, no acudiría a un evento como ese a solas. Ni con alguien por compromiso. Iría con un amigo. Un buen amigo. Una amistad que había conseguido de la forma más insospechada, y es que el mundo es un lugar aún más extraño que lo que vemos en la ficción.

Aún no comprendía qué había sucedido con mi casa y Magnus, que estaba seguro de que sabía mucho más del tema de lo que quería admitir, no parecía muy dispuesto a contármelo. Pero al menos, gracias a eso, ahora éramos amigos.

Sé que podía sonar infantil, pero nunca había podido disfrutar del privilegio de tener amigos de verdad… no que no fueran pretenciosos o que fingieran serlo mientras se burlaban de mí, tanto en mi cara como a mis espaldas… Entonces no sabía que esos no eran amigos.

Aún no había probado nada cuando sentí que me tocaban el hombro, pues estaba esperando a Magnus. Mi sorpresa no fue que se tratara de él… sino su aspecto. Estaba increíblemente elegante… ¡y se había afeitado la barba! Para cuando quise darme cuenta, tenía los ojos abiertos de par en par. Pero madre mía, qué bien le quedaba el pelo largo… y cuando se lo amarraba como lo llevaba en ese momento…

Parpadeé y sacudí la cabeza.

—¿Qué? —pregunté, aún medio distraído, hasta que mi cerebro descifró el mensaje que me había dado mi interlocutor—. Oh, bueno, pues… no. Es decir, creo que he perdido un poco mis habilidades sociales. Lo que quiero decir es que me alegra que ya hayas llegado. ¿Qué quieres hacer primero?

Debía admitir que esperaba que Tayne usara las mejores de sus galas, pero aun así era imposible negar que la indumentaria que había escogido para aquella noche era maravillosa. Magnus no sabía mucho de esas cosas como moda, pero sí que poseía gusto y lo que veía le agradaba. Incluso le sorprendió el uso de aquellas lentes de pasta. Había desconocido  hasta aquel momento que Tayne tuviera problemas de visión, aunque no era nada de extrañar teniendo en cuenta la edad que ambos rondaban.

Sin poder evitarlo, los labios del nigromante se torcieron en una mueca de disgusto al escuchar que su amigo no estaba disfrutando de la velada. No era un ambiente movido y mas bien solo estaba abarrotado de incluyentes pedantes a los que en un próximo futuro los estrujarían hasta extraerles toda la pasta para el bien de sus próximos planes.

Se mantuvo  a la espera de si iba a comentar alguna cosa más, pero al parecer aquello era todo. En aquel instante Magnus de empezó a preocupar. ¿Tal vez la había liado al afeitarse? Pasó su mano acariciando la barbilla rasurada pensativo, sin saber muy bien qué decir. — No tenía pensado hacer gran cosa ... — Mas bien dicho, tras invitarlo no pensó en qué hacer en la fiesta, sino dio por supuesto que las cosas irían sucediendo. Además, en aproximadamente una hora habría la cena, por lo que no podrían distraerse mucho. — Si quieres puedo mostrarte los alrededores. — Y así aquella sería la manera de encontrarse algún otro miembro que fuera a tocarle las narices. — Vamos, sígueme. — Anunció adelantando el paso. — Por cierto, las gafas te quedan bien. — dijo en un tono mas bajo, el cual posiblemente sería engullido por el vocerío ensordecedor del salón. Y a continuación siguió andando dirección a la escalera principal.

Que Magnus me propusiera mostrarme el lugar me hizo ladear la cabeza, sin dejar de mirarlo, confundido. Sin embargo, que empezara a andar y me hiciera aquel halago sobre mis gafas me despistó por un momento de lo que quería preguntarle.

Instintivamente, y mientras me apresuraba a seguirlo, me subí las gafas. Sentí una inusitada emoción en el pecho y un calor que hasta dolía en el estómago solo porque él me había hecho un halago. Supongo que era la falta de costumbre de recibir regalos.

—Gracias —le dije con timidez. No sabía bien cómo encajar las buenas palabras de la gente hacia mí, pero al menos era una persona agradecida—. Oye, ¿cómo es que vas a hacerme de guía? Este lugar es enorme, ¿ya has estado aquí antes? —pregunté finalmente.

El nigromante avanzó entre el gentío intentando no topar con nadie mientras iba asegurándose de que Tayne seguía sus pasos y no se perdía por el camino. En aquellos instantes empezaba a arrepentirse de haberlo invitado. Había tantas cosas que podían salir mal, que probablemente alguna terminaría por suceder. Al menos solo esperaba que no hiciera alguna pregunta con difícil respuesta, pero tal vez aquello era pedir demasiado ya que esta no tardó en llegar.

— Eh ... — No tenía muy claro qué responder a aquello. Se había olvidado por completo lo extraño que resultaba que alguien como él, con un trabajo deplorable y que vivía en tal cuchitril pudiera tener acceso en tal magnífica arquitectura. Solo tenía una única opción, que era mentirle de la forma mas veraz que pudiera. — Digamos que he acudido a alguna velada parecida trabajando de camarero. Es por eso que me conozco un poco el lugar. — Y tenía todo el sentido, por lo que pondría la mano al fuego sin dudar en que se creería sus palabras.

Consiguió salir de aquella estancia y pasaron enfrente otra que estaba mucho menos concurrida. — Este es el salón en el que en una hora aproximadamente ofrecerán la cena. Como ver están terminando con los últimos preparativos. — Magnus se volteó esta vez para mostrar aquello que tenían justo detrás, unas preciosas espaleras antiguas que se envolvían sobre si mismas creando una estructura en forma de caracol. — Y justo aquí tenemos la escalera que conduce a los pisos superiores, donde está el palco des de el que se ha hecho el discurso de bienvenida. — Y lugar al que no pensaba subir de ninguna de las maneras por miedo de encontrarse con Auron.

Y si no había mas preguntas seguiría camino al patio de armas.

Eso tenía sentido. Después de todo, ya lo había visto trabajando como camarero, justo el fin de año anterior… cuando estaba solo. Recordaba que me había invitado al postre y en ese momento sonreí por ello. Parpadeé cuando salí de mi especie de ensoñación y asentí con la cabeza.

—Claro —acepté finalmente, sin dejar de andar. Ahora lo hacía a su lado, mirando a todas partes con entusiasmo. Admiré cómo colocaban los preparativos para el banquete según Magnus me explicaba. Sí que parecía un guía de verdad… y tenía una tonalidad muy agradable de escuchar.

Bueno, siempre la tenía, pero en ese momento me tenía un poco obnubilado, aunque no comprendía por qué.

—Es fantástico. ¿Se puede subir? —inquirí, mirando hacia el último lugar que me había indicado, aquel desde el que habían dado un discurso—. Por cierto, no te lo he dicho antes, pero… te sienta estupendamente ese corte de barba —me atreví a decirle finalmente. Después de todo, él me había hecho un cumplido… y no tenía nada de malo hacérselos a los amigos, ¿no?

También me habría gustado decirle que el pelo recogido de aquella manera le daba un aspecto increíble, pero eso ya habría sido demasiado. No quería incomodarlo.

—Ah, otra cosa… Después de tenemos que ir al guardarropa, he dejado allí algo más que mi chaqueta —comenté. Era Nochebuena, casi Navidad, y, por lo tanto, época de entregar regalos.

Tuvo que reprimirse para no dar un suspiro de alivio ante la afirmación de Tayne. Se lo había creído. A veces, en cosas como aquellas debía admitir que aquel hombre era tan fácil de engañar como a un niño. Sin embargo, de la misma manera, sabía meterse en los mismos problemas que uno, acertando claramente en preguntar justo aquello que el nigromante no quisiera que fuera preguntado.

— Desconozco si podemos subir ya. Tal vez deberíamos dejarlo para después de la cena cuando toda esta ala esté disponible para explorarla sin problemas. — Estaba intentando sonar lo más educado que sabía. Era así como se comportaba la gente en aquellos lugares ¿no? Y muy probablemente con los que Tayne estuviera acostumbrado a tratar. Con estos pensamientos en la cabeza lo tomó con la guardia baja el cumplido que este le ofreció. Abrió la boca en un intento de articular alguna frase, lo que fuera, siendo este en vano. No estaba acostumbrado a los cumplidos, aunque debía admitir que aquello era reconfortante. — Gracias ... — consiguió decir al fin con cierta dificultad, mientras acariciaba su propio mentón aun acostumbrándose a la extraña sensación de estar tan "desnudo". — Me apetecía un cambio de estilo, o como lo digan los jóvenes — dió como explicación para poner una excusa ante aquella transformación en la que no se pudiera entrever que esta había sido para poder encajar un poco mejor con él y su entorno.

— Sí claro, después iremos donde quieras. — Afirmó Magnus aliviado por el cambio de temática. — Pero ahora tenemos que seguir por ahí. — Señaló unas puertas que conducían al exterior, al conocido Patio de Armas.

Patio de Armas

El exterior estaba bastante concurrido además de contar con una considerable cantidad de camareros repartiendo copas de champán y diversos aperitivos. La temperatura era agradable aunque fresca, aunque tampoco iban a pasarse mucho tiempo allí ya que tras una vuelta pensaba volver al interior del castillo. — Este es el Patio de Armas. Se ha decorado especialmente para la ocasión. — Y había quedado ciertamente bonito con todas las luces de colores iluminando toda la vegetación del lugar. Por suerte no había tenido que colaborar en en esas tareas porque al paso que iba tal vez podría ser capad de convertirse en un diseñador de interiores. — Se nota que al señor del lugar le gusta la navidad. — Aunque estaba bastante seguro de que aquello no era para nada así.

—Oh, vaya… —comenté, un poco decepcionado. Le iba a proponer que le preguntásemos a alguien, pero luego le hice el cumplido y me puse nervioso por si se sentía incómodo. No era lo mismo alabar una característica mental, que una física… podría dar lugar a equivocaciones. O no, no estaba seguro, pues aquella enseñanza había venido de mi padre.

«¡Que sea la última vez que dices que la ropa de otro hombre es bonita! La gente va a pensar que eres maricón». Siempre tenía una forma muy desagradable de decir las cosas… y una gran capacidad para hacerme sentir mal.

¿Y qué si era «maricón»? ¿Qué había de malo en eso? No sabía si lo era, nunca me había enamorado de nadie, pero… eso no era algo importante. Solo era un gusto sexual o romántico. No hacía daño a otros. Ni a quien lo sentía.

Me reí, porque lo que comentó sobre los jóvenes me hizo gracia, pero también con cierto nerviosismo por lo que había recordado de mi padre… y por si ahora él se sentía perturbado.

—Espero que mi halago no te incomodara, y-ya me gustaría a mí… que la barba me quedara tan bien —le dije, justo antes de respirar hondo para calmarme. Recordar a mi padre no había sido agradable. También me acordé de que le había comentado algo parecido sobre mi aspecto con barba a Magnus cuando lo conocí.

Seguí a Magnus hasta el patio de armas y me quedé fascinado al ver toda la decoración. Estaba hermoso. Sin embargo, lo que dijo sobre «el señor del castillo» —lo cual me pareció particularmente extraño, ya que estábamos en el siglo XXI— me trajo cierta melancolía.

—Siempre añoré disfrutar de la Navidad como otras familias. —Sonreí, si bien mis ojos supuraban tristeza, sin dejar de mirar las luces navideñas. Luego parpadeé y desvié la vista a Magnus—. Perdona, no quería amargarte la noche. Suelen afligirme estas fechas, pero vine a pasármelo bien con mi amigo.

Torpemente le di unas palmadas en el hombro, como había visto que hacían los tipos duros, muy diferentes a la delicadeza que siempre me había caracterizado… y que tanto odiaba mi progenitor.

Magnus se sintió aliviado de que fuera tan fácil convencer a Tayne para evitar subir al piso superior. Lo último que quería era coincidir con Auron y tener que dar demasiadas explicaciones innecesarias. Como más se alejasen de la ala norte, más "seguros" estarían. Por suerte Tayne creía en él, tal vez un poco demasiado, así que el nigromante no tenía reparo en mentirle en beneficio propio para alejarlo de aquel lugar. Con un poco de suerte en una hora ya se habría olvidado de la existencia de aquel piso y estarían felizmente comiendo en el banquete.

Realmente, Magnus no le había dado la importancia a aquel cumplido que tal vez otro hombre le hubiera dado. No estaba muy acostumbrado a recibir cumplidos, pero en el año que hacía que conocía a aquel humano había descubierto bastantes cosas, entre ellas el gusto por siempre quedar bien y ser agradable con los demás, intentando no herir nunca los sentimientos del contrario. Era incapaz de tomarse mal algo que había ido con la mejor de las intenciones. — ¿Incomodarme? No digas tonterías. — Pero aun así el nigromante estaba lejos de aceptar que aquellas palabras le habían reconfortado, incluso gustado. — Como ya te dije, siempre puedes dejarte un poco y probar. Nadie te lo impide. — Aun recordaba que algo parecido le había dicho en el pasado, aunque en un tono un poco mas pedante cuando se infiltró en aquella fiesta de ricachones. Aunque por alguna extraña razón no terminaba de imaginarse a aquel hombre con una larga barba. Simplemente creía que era algo que no podía ir con alguien de su estatus social.

Finalmente llegaron al patio de armas, donde el espíritu navideño podía respirarse por todos los poros de su piel. Algo que hacía años que Magnus había olvidado. Miró a Tayne de reojo, notando una aura sombría a su alrededor. Sin duda estaba raro y sus palabras solo hicieron que confirmar las sospechas del nigromante. — Las familias son lo de menos. Al menos tu tenías navidad. Ya viste el año pasado como paso normalmente las fiestas. — Intentó sacarle hierro al asunto, tal vez no de la mejor manera, pero era un intento. — Pero este año he podido usar esto de excusa para no ir. — Y también se lo había podido permitir por el pago excelente que le hizo Tayne por ayudarlo con la reconstrucción de la casa. Por una vez en mucho tiempo no iba justo de dinero.

Lo último que faltaba para adornar aquel ambiente tan extraño fueron las palmadas a la espalda al estilo machote que no encajaban para nada con el comportamiento que estaba acostumbrado siempre que estaba con él. — ¿Qué mierdas te pasa? — Preguntó con un tacto nulo yendo directo al asunto. — Des de hace rato que actúas raro. — Mas de lo normal hacía faltaba especificar. — Y que conste que no me amargas la noche, es gracias a ti que este evento es aguantable. — Ya que los demás integrantes de la fiesta eran lo más parecido a un muermo para Magnus.

Algo atolondrado, sonreí cuando me hizo comprender que no se había sentido incómodo. Menos mal. Era agradable encontrarse, al menos de vez en cuando, con hombres que no sentía que se les ensuciaba o disminuía la masculinidad por recibir halagos de otros hombres… Y, afortunadamente, aquel hombre en particular era mi amigo.

Negué con la cabeza cuando él también repitió lo que me había dicho hacía ya un año. Más o menos.

—Ya lo he probado —dije mientras me subía las gafas—. Créeme, no me queda bien… —Mi padre me lo había dicho una vez, aparte de indicarme que parecía un rufián, y yo tampoco me veía muy bien en el espejo cuando la barba empezaba a notarse. Por eso siempre iba afeitado.

Si mi padre hubiese conocido a Magnus seguro que habría dicho que era un vagabundo o un pordiosero, solo por su barba prominente —hasta el momento al menos— y su gran melena ondulada. A mí, en cambio, me parece que tenía un estilo increíble… y que se veía muy atractivo.

—No sabía que esto era una competición —le dije, con tono más neutro, ladeando la cabeza, ante el «al menos tú tenías Navidad». No era la primera vez que lo escuchaba y seguramente no sería la última. Yo no tenía la culpa de que él no tuviese los mismos recursos que yo… por no hablar de que, a pesar del dinero, mi vida había estado llena de amarguras. Por lo menos hasta que la carga de mi padre desapareció—. Solo me desahogaba con un amigo.

Suspiré. No quería molestarme con él y mucho menos en una fecha como aquella. Aunque las cosas se volvieron un poco violentas cuando le di aquellas palmadas. Su pregunta fue tan brusca que me sobresaltó y lo miré asombrado.

Abrí la boca al menos dos veces antes de poder hablar, pero primero él siguió hablando y luego me dejó sin palabras cuando me dijo aquello… tan bonito. Yo era… lo que hacía que a Magnus no se le hiciera pesada la fiesta. Yo era lo que hacía que a alguien se le hiciera más llevadera una situación.

La emoción me embargó de tal manera que el impulso de abrazarlo fue más fuerte que la razón y me lancé a rodearlo con ambos brazos. Sentí su calidez, me deleité con el recuerdo de sus palabras más recientes, olí su aroma… Me sentí abrumado de repente y a mi cabeza llegó el deseo que me hizo imaginarme sujetando a Magnus por las mejillas y dándole un beso en los labios.

Uf. No. No, no, no, no.

Me aparté de él de golpe, guardé un poco más de distancia y miré hacia otro lado.

—No me pasa nada, Magnus, es solo… lo que te dije, la nostalgia. —En realidad no entendía qué me estaba pasando. O quizá no quería entenderlo—. Si no te sientes cómodo aquí quizá podríamos ir a otro sitio… Me hacía ilusión venir aquí, pero prefiero que estés a gusto. Mi casa tiene decoración también… y un vino reserva del 76 buenísimo —dije para cambiar de tema.