Esa noche era uno de los últimos escalones, antes de llegar a el tan esperado rescate. Wolfgang ya no podía soportar un día mas, sabiendo que aquellos hijos de perra tenían capturados a Dietrich y Charlie.  Ambos eran sumamente importantes para él, y con cada día que pasaban presos, era una nueva tortura a lo que los sometían.

Era un infierno para el cazador…y aún más para las víctimas.  Con ayuda de Agatha, busco citar a todos los involucrados en aquel rescate; Pues infiltrarse, quizás era fácil por la noche, siempre y cuando se conozca las instalaciones como él lo hacía…Pero si debían enfrentar a los centinelas, necesitaban toda la ayuda posible.

Estaciono su automóvil al filo del puente y se bajó.  Aun no lograba visualizar a nadie—  Carajo… —Chasqueo la lengua. Estaba ansioso. Se froto un poco las manos, y se encamino hasta la parte delantera del automóvil, recargándose contra el capot, mientras observaba hacia ambos lados, esperando a que llegaran los demás.

Un poco de luz en aquella oscuridad, tal parece que pronto van a sacar a los lobos de su cautiverio y ella, podrá ver de nuevo a Darío. Extraña su sonrisa, su voz, su tacto, lo extraña demasiado.

Tanto, como para haber buscado a un cazador.

Organizarse no fue sencillo, pero por fin lograron reunir a las personas que estarían en aquel rescate, parece que los lobos tienen bastantes seres queridos que los quieren de vuelta.

Ha avisado a Riley y Debra, pues ambas tienen sus intereses en el rescate y ellas, se han encargado de avisar a los demás. Espera que pueden llegar a un acuerdo, dejando de lado todas las diferencias. Por un momento, se siente un poco incómoda pues cree, que será la única vampiresa en un grupo de lobos y un cazador, pero al menos, sabe que de momento no ha de preocuparse por Wolf.

Al llegar al lugar pactado, Ágatha mira a su alrededor para identificar a alguno de sus conocidos pero tan solo, ve al cazador. Con paso decidido se acerca a él. "¡Hey!" Dice a modo de saludo. "¿Y los tuyos?" Pregunta, en referencia a sus refuerzos para esa misión.

¿Desde cuándo mi manada había decidido que era buena idea colaborar con los vampiros? Nuestra rivalidad era historia, pero por mucho que las generaciones hayan querido inculcar eso, era imposible contener a los más jóvenes. Además, por un motivo u otro, no quedaba más remedio. No obstante, sabiendo todo lo que me había contado días atrás a hermana de Dario, mi manada tendría cosas que discutir.

Pero no era el momento, porque lo que necesitábamos era reunirnos para saber cómo entrar en la Armería y evitar la catástrofe que ocurrió meses atrás, en la cual perdí a más de la mitad de los míos, arrastrando a personas importantes para mí en el proceso. Pese a mi orgullo, sabía que de todos los presentes era la que menos tenía que opinar al respecto.

Mi hijo Mag se había ofrecido a venir conmigo, y dado que ya había despertado su maldición no era conveniente que se quedase solo. Todavía tenía que pasar por ciertos cambios de carácter que serian quizás complicados. Además si estaba conmigo le protegería mejor.

Al llegar al sitio citado observe a dos personas ya en el lugar, identificando a una de ellas como el artífice de aquel plan. Por lo que me había dicho Riley, era un cazador. La otra persona que estaba con él, emanaba el olor de la muerte: un vampiro. Contuve la necesidad de marcharme y me acerque para dejarme ver por los presentes.

— Tu debes ser Wolfgang —salude mientras le observaba—. Riley me aviso de que planeabas reunir gente para infiltrarte en la Armería —continué antes de presentarme—. Parte de mi manada esta allí dentro, por lo que supongo que contabais conmigo. Soy Sigrid —terminé, esperando que al menos su líder me conociese.

De normal no le hubiese interesado la problemática que suponía el que unos pobres lobitos hubieran terminado encerrados en una perrera, pero Debra había acudido a él para ir con ella a rescatarlos. Había toda una conspiración detrás, un plan por concretar. No podía negarle nada a su pequeña, por lo que, aunque intentó disuadirla de participar en aquello, terminó uniéndose a la causa por protegerla.

—Oye, ¿Crees que me veré demasiado agresivo si aparezco bebiendo? —dio otro sorbo a su bolsa de sangre mientras caminaba junto a su mejor amiga hacia el puente Wickery.

Tenía muchísimo rencor acumulado hacia la Armería, así que ¿Por qué no jugársela? El único lobo que conocía y estaba atrapado en aquel lugar era Dean, un amigo de Debra. Eso bastaba para que él estuviera entre los presentes. Si Debra corría peligro, él también lo correría.

Guardó la bolsa de sangre en la mochila que llevaba con él. Todo por no dar la nota y porque a su amiga no le haría gracia.

Al llegar y ver a los demás presentes sonrió con suficiencia —Creo que al final no nos tomamos ese café, ¿Verdad? —se dirigió hacia Sigrid, esta vez con un gesto más amable —Hola, Ágatha. Tan guapa como siempre —al menos también estaría presente alguien como él —. Encantado, Wolfgang. Yo soy Jacob —saludó al rubio, fingiendo simpatía. Sabía su nombre, pues segundos antes lo había escuchado de boca de la loba.

No ha cuestionado aquella locura en ningún momento. Ni siquiera le hizo preguntas a Sam cuando esta le pidió que acudieran a esta reunión. Cuatro palabras fueron suficientes.

Dean está en peligro.

Alice no conoce demasiado al muchacho, pero sí lo suficiente: fue quien encontró a Sam en un primer lugar, y quien la estuvo cuidando hasta que encontró a Alice. Sin él, quizá su hermana y ella jamás habrían logrado reencontrarse. Y, aunque Sam todavía no la termina de recordar, ya han dado sus primeros pasos para volver a ser una familia.

Y si han llegado hasta aquí, ha sido gracias a Dean.

Por eso, lo mínimo que le debe al muchacho, es que hagan todo lo posible por ayudarlo. Según Sam, se reunirían con sus aliados a las afueras de Mystic Falls, en el Puente Wickery.

—Pero te advierto una cosa —le dice a su hermana, cuando acaba de aparcar el coche—. Sigo siendo trece minutos mayor que tú. No te pondré en peligro por él —ahí estará su límite. En la seguridad de Sam.

Así pues, las dos jóvenes abandonan el automóvil, y marchan hacia el Puente, donde algunos de ellos ya se encuentran reunidos. Se mantiene en silencio. Ella no conoce a nadie allí.

Si me hubieran dicho unos meses atrás que mi madre y yo estaríamos formando equipo con unos vampiros les habría dicho que habían perdido la cabeza. Nosotros éramos lobos del Nordeste Atlántico, sabíamos protegernos y alejarnos de seres como aquellos. Como habían cambiado las cosas.

Para ser justos, jamás me hubiera imaginado que llegaría el día que perdería a Aslaug, y que secuestrarían a mitad de mi manada, entre ellos a Einar. Jamás me hubiera imaginado que conocería al resto de personas que habíamos perdido esa noche. Ahora no había noche que no me despertara pensando en Dean, Darío, Charlie, Alexa…

Llegué detrás de mi madre con una mirada determinada. Era extraño, ahora que había despertado mi maldición nadie intentaba detenerme de unirme a misiones peligrosas como esta. Ya no era un simple adolescente que se escondía entre los árboles a tocar su flauta, era un lobo.

No me presenté ante el cazador, pues por más que estuviera ayudándonos en el rescate, nunca se podía estar muy seguro en este pueblo. Mi nariz captó una mezcla de olores extraños. Sam se estaba acercando con una rubia. Ella olía diferente, loba, pero claramente era de otra manada. Eso solo podía significar una cosa: era de la Luna Creciente (bueno, en realidad podía significar un sinfín de cosas diferentes, pero nunca se podía ser muy precavido).

Me fijé en el resto de las personas del puente, un vampiro y… ¿Ágatha? ¿Qué hacía ella acá? Si mi madre se enteraba que siquiera había hablado con una vampira no sé qué iba a hacerme. Me di media vuelta dándole la espalda al grupo. Si la vampira no me veía todo iba a estar bien.

Desde que aquel vampiro, Enzo, le llevase el cuerpo de Jayden, Selene no ha sido capaz de quitarse la imagen de la cabeza. La antaño sonrisa vivaz de su cachorro había sido sustituida por una mueca atroz, congelada. Su único consuelo desde que se enterase del resultado de la incursión en la Armería ha sido el saber que al menos Charlie, Einar y Alex están vivos. Cautivos, pero vivos.

Wolfgang, el cazador, es quien se ha puesto en contacto con Selene y de no haber sido por él, la licántropa probablemente se hubiese lanzado contra la Armería ella sola. Así que ahí va, con su pick up, aparcándola en uno de los extremos del puente. Se baja del coche y avanza, alcanzando a ver a algunas figuras que ya están ahí y tiene una extraña sensación de déjà vu, pues no muy lejos de aquel punto se reunió para planear el rescate de Oliver. ¿Por qué la gente a la que quería acababa desapareciendo siempre de una forma u otra? A lo mejor, Selene está maldita.

Cuando se está acercando, un olor que ha olido antes le da de lleno en la nariz, provocando que la sangre le suba a la cabeza. Sigrid. Selene acelera, pero sin llegar a correr. Está yendo directamente hacia Sigrid y, cuando está delante de ella, le lanza un puñetazo a la cara.—Te lo advertí. Si algo le pasaba a mi hermano…—pero no solo ha sido Einar.—Cuando los saquemos, te mataré.—le dedica una última mirada, con la respiración agitada, y tiene que reunir todas sus fuerzas para alejarse a Sigrid y no inflarse a hostias.

Selene se sitúa cerca de las Harlem, pues Sam es uno de los pocos rostros conocidos que encuentra en ese puente, mientras intenta relajarse.—¿Tenemos información sobre la Armería?—pregunta, tratando de dejar el enfrentamiento atrás.

La noche anterior no pudo dormir. ¿Cómo conociendo que a la noche siguiente sería el rescate de no sólo su hermano, su alma gemela, sino también el de la manada a la que pertenecía? ¿Cómo teniendo en cuenta el enemigo al que se enfrentaban? ¿Cómo sintiéndose en la obligación de demostrar a los demás que ella era un pleno miembro de la manada en la que confiar para lo bueno y para lo malo? Riley ya podía ver; y si bien demostró los últimos años que podía valerse casi por sí misma, sin los cuidados de Darío, y en alguna que otra ocasión en los últimos meses, de Ágatha, habría salido muy mal parada en más de una ocasión.

Era el momento de demostrar las gracias a todos, más allá de sus palabras.

La loba, visiblemente tensa, avanzó por el solitario camino hacia el lugar en el que finalmente quedarían todos aquellos que iban a participar en el rescate. Riley ya conocía a varios, precisamente porque fue ella quién les avisó: su alfa Sigrid, Samantha, y por supuesto, Ágatha, quién no sólo se convirtió en un gran apoyo, y gran amiga las últimas semanas, sino también, fue quién confió a la loba la realización del rescate.

Nada más llegar al lugar, Riley posó la mirada sobre los presentes. Aún se le hacía extraño ver y no oler. Precisamente por aquella costumbre de ambos, pudo localizar que había un vampiro más además de Ágatha, y una loba desconocida.
– Hola a todos… – saludó seria, nerviosa y tensa. – Ágatha… – sonrió a la vampiresa. Le hubiera gustado situarse a su lado, pero seguramente a Sigrid no le hubiera hecho demasiada gracia. Por tanto, se situó entre ambas, más cercana a su alfa. – Sigrid, Magnus… – saludó con su voz aterciopelada. – No sé quién de vosotros es Wolfgang, pero un placer conoceros. Soy Riley, hermana de Darío. Uno de los lobos que… fue capturado. –

Habían sido días fatales para la bruja desde que su amiga Agatha había llegado con la desgarradora noticia de que a Dean lo tenían preso en la Armería; Y como si fuera poco, al ella misma querer contactar a ese cazador, cuyo contacto, fue facilitado también por la vampira…Se encontró nada más ni nada menos, con que aquel era el hermano gemelo de John.  El impacto que se había llevado fue fatal, y más aun sabiendo que la persona a la que había estado buscando un año entero, no había desaparecido por voluntad propia. Lo tenían atrapado en ese infierno de lugar.

Estaba ansiosa, no quería pasar ni un solo día más sin rescatar a los dos hombres.  Necesitaba volver a ver a Dietrich —Ese era su tan misterioso nombre— El que por tantos años ella sintió curiosidad y nunca logro descubrirlo.

Aferro sus manos a uno de los brazos de Jacob cuando este hablo, como si aquel comentario por parte del vampiro, la hubiera despertado repentinamente de un largo trance— ¿Ah?, no lo sé —Ladeo el rostro para observar a su adorado amigo, con gesto confuso. A ella no le molestaba, prefería eso, antes que el terminara por alimentarse de un humano.

Lo primero que noto al llegar, fue como una mujer rubia (Selene), terminaba por golpear a otra (Sigrid). Debra se llevó ambas manos a la boca, cubriendo el gesto de asombro. Iba a ser una reunión un tanto complicada, o al menos…así perfilaba.

Al llegar donde el grupo, la bruja evito el contacto visual con Wolf, realmente le mortificaba verlo. Era idéntico a Dietrich…y eso dolía demasiado.  Se acercó a Agatha, y abrazo por un breve instante a la vampira, antes de regresar junto a Jacob.  No iba a moverse de al lado de su amigo por nada del mundo, el era la única persona en el mundo en la que en verdad podía confiar y aferrarse en esos momentos.

La primera que llego fue Agatha, algo que no le sorprendió en absoluto; La vampira estaba casi tan desesperada como el por iniciar el golpe a la armería.  Fijo su mirada en ella -  No me extraña que seas la primera en llegar. ¿Cómo estás?  —En tono de voz del alemán denotaba ansiedad. No aguantaba más la espera—  Supongo que estarán por llegar

Y así fue. Poco a poco todos fueron llegando, de los cuales no conocía a nadie, salvo a la bruja pelirroja con la que había estado su hermano durante tres años en Mystic Falls. Fijo su atención en Riley cuando pregunto por el—  Soy yo. Tengo ubicado a tu hermano entre los lobos  —Sentencio. No quería abordar en detalles, hablar sobre el estado en el que estaban todos ellos, solo haría incrementar la tensión en el lugar, y la idea era mantener la mente en frio para poner trazar un plan.

El primer conflicto estallo. Vio a Selene golpear a Sigrid, y Wolf instantáneamente se llevó la mano a la cara, frotándose los ojos, con un claro gesto de pesadez y fastidio. Pero no podía decir nada, entendía aquella mujer claramente cuando dijo lo de ''su hermano'', el hubiera reaccionado exactamente igual.

En unos días, habrá una baja de personal. No se los motivos concretos. Asumo que se trata de alguna cacería en grande, por lo cual varios centinelas estarán fuera.  Los que quedan, que no son tantos como normalmente lo serian, estarán de vigilancia….Así que podemos usar eso a nuestro favor, para atacar por la noche   —Se cruzó de brazos, sin moverse del capot del automóvil, mientras paseaba su mirada por cada uno de los que componían el grupo.

No podía evitarlo. Mi naturaleza me hacia sentirme incomoda entre tanta gente, pero lo que no esperaba desde luego era aquella amalgama de olores, similares a los míos y al mismo tiempo también el de mis enemigos. Cuando aquel vampiro apareció (Jacob), tuve que recordarme a mi misma que yo tampoco le había matado después de tener un enfrentamiento.

Quise responderle, pero la aparición de cierta loba me hizo fijarme en ella. Selene Danvers, alguien a quien mi padre me había pedido que protegiese, estaba apunto de cumplir su amenaza. Acepte el golpe con gusto, sin quejarme. Lleve simplemente la mano a la boca y retire de la misma la sangre, dejando que la regeneración hiciese lo propio.

— Eso me lo merezco —susurré antes de ponerme recta y observarla—. No voy a negarte la opción de intentarlo —respondí, cuando su amenaza se hizo mas que clara delante de todos los presentes. Permanecí al lado de los míos, sin moverme, mientras escuchaba las palabras de aquel que se encargaba de dirigirlo todo.

No tenia mas que decir, pues en realidad sentía que cualquier aporte que yo pudiese hacer no seria de gran ayuda y seguramente solamente serviría para aumentar las ganas de Selene de arrancarme el corazón, algo que por el momento prefería ahorrarme.

Ágatha sonríe. "Estoy ansiosa. No veo la hora para que esta pesadilla termine". Le dice con sinceridad a Wolf, esos días han sido simplemente horribles. "¿Y tú?" De alguna manera, siente empatía por el cazador que se está jugando, tanto o más que ellos, su pellejo en aquel plan. Pronto comienzan a llegar, tres caras conocidas — Riley, Jacobo, Debra, a quienes saluda con una sonrisa y gesto de mano — y de resto, personas que no conoce.

El olor a chucho mojado que despide la mujer mayor — Sigrid —le hace fruncir el entrecejo, es un olor demasiado fuerte, ¿quizás con la edad el aroma se hace más potente? No lo sabe. Ladea la cabeza al fijarse en un chico que al verle, se da la vuelta —Magnus—, tiene la sensación que lo conoce pero a lo mejor tan solo lo está confundiendo.

Ahoga una expresión de asombro al ver cómo una rubia bien guapa y con pinta de ser una guerrera —Selene — le da un golpe a la otra mujer —Sigrid—, al parecer ellas tienen sus diferencias. Ágatha suspira. "Con todo respeto señoritas, creo que hay un tema mucho más importante a tratar en éste momento. Tenemos que estar unidos para sacarlos a todos, si peleamos entre nosotros esto va a ser un fracaso". Intenta sonar calmada pero la verdad, es que tienes los nervios de puntas.

Aquello ha de salir bien.

Escucha las noticias de Wolf y asiente. "Pero espera, ¿entraremos todos nosotros?" Pregunta mirando a cada uno de los presentes, son diez personas incluída ella. "¿No llamaremos mucho la atención?" Aunque ella está dispuesta a darse a palos, y asesinar a quién sea, con tal de traer a Darío de vuelta.

La loba desvió la mirada hacia Wolfgang, quién se hallaba recostado en un coche. —Yo… gracias. Por acceder a salvarlos. Es muy noble de tu parte. — Respondió con una voz suave, quizás dulce y agradable en tono, pero en esencia, triste. Asintió varias veces e intentó sonreírle de forma sincera, noble, y amistosa. Sin embargo, una parte de ella lo evitó. No quería preguntar el estado en el que encontró a su hermano. Porque sabía que se hundiría por completo.

Desgraciadamente, ella no era la única demasiado afectada por la situación.

¿Era, de verdad, realmente necesario anteponer la rabia y los conflictos justo en estos momentos? Riley simplemente no comprendía por qué algunas personas no podían contenerse. Pese a que fueran lobos, el instinto, el vínculo hacia los que eran sus seres queridos, siempre era mucho más fuerte.

Porque no sólo Selene había perdido a alguien en la misión.

La primera reacción de la loba, fue de pura e instintiva rabia, no sólo porque Sigrid era su alfa, y la habían golpeado, sino también, porque no quería ni podía desaprovechar quizás la única oportunidad de salvar a su hermano Darío. Ni iba a dejar que peleas internas la echaran a perder.
Dio varios pasos hacia Sigrid, con sus ojos transformados en aquellos amarillos del lobo que en realidad era. Aquella rabia apenas duró unos segundos, hasta que Selene decidió retirarse. — No eres la única que tiene un hermano allí dentro. — Clavó su mirada sobre Selene. A continuación, la desvió hacia Ágatha, a quién sonrió de forma aprobatoria. — Debemos olvidar los conflictos. Por favor… al menos durante lo que dure todo esto. Por los seres queridos que ahora… no están con nosotros. — Posó su mano sobre el anillo de su hermano. Lo había traído a la reunión porque le daba fuerzas.

— Dividirse… ¿no fue un error? — Comentó tras escuchar las palabras de Wolfgang y Ágatha. La loba recordó el plan de Sigrid. — Si habrá pocos efectivos, lo mejor será entrar todos a la vez… ¿no?

La ignoración del rubio le dolió, así que Jacob lo apuntó en su lista mental de personas non-gratas. Esa se la guardaría.

La cosa se puso emocionante para el vampiro cuando una rubia golpeó a Sigrid y la amenazó. Entonces, dedujo que se trataría de otra lobita, una bien dolida. Él no tenía nada que opinar en todo aquello, ni si quiera se rió, pero le pareció interesante el conflicto. Estaría atento a cómo se desarrollara esa caótica relación. La intervención de Ágatha le pareció desalentadora. Él quería ver una pelea a muerte entre lobas. Su apuesta iba en favor de Sigrid, por descontado.

Se vio intimidado al observar cómo los ojos de la tal Riley brillaban.

—Alguien ha hecho los deberes —soltó en voz baja, dirigiéndose a su mejor amiga, en relación a las palabras del rubio.

Desde luego, decidió apoyar las palabras de Riley, aunque no la conociera de nada, prefiriera siempre actuar en solitario y le dieran un poco igual los lobos dentro de la Armería, a excepción de Dean —Yo creo que diez bastamos para barrer el suelo con esos cabrones —expresó, volviendo a falsear una sonrisa. Todo podría salir bien si todos estaban dispuestos a matar a algún que otro idiota de la Armería —. Entremos a la vez.