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Héctor A. Palaxbrujo
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Héctor A. Palax
the saddest year.
El Otro Lado no es un lugar tan agradable como Héctor se habría imaginado. De hecho, podría asegurar para estas alturas que es precisamente la razón por la que ninguno deseamos morir cuando nos llega el momento. Los hay infelices que se aferran a la posibilidad de una vida eterna, un Paraíso al que estamos destinados —si es que nos portamos bien en vida—, un lugar mejor. Pero, ¿sabes? Al morir, sólo nos espera la nada.

O algo peor que la nada.

Héctor se mantiene con la mirada perdida y ambas manos en los bolsillos, contemplando aquella versión sombría del cementerio Lafayette que el Otro Lado ofrece. Sí, este lugar es sombrío y oscuro, pero por encima de todas las cosas es mortalmente aburrido. Siempre ha disfrutado de la soledad y el silencio, pero no se viven igual cuando no puedes siquiera disfrutar de un cigarrillo entre los labios. Irónico, ¿verdad? Que eche de menos fumar. Algunos hábitos se anclan como astillas en el corazón.

Sin embargo, de forma totalmente inesperada, una voz rompe con el silencio de aquella velada, sobresaltando a Héctor y obligando al pelirrojo a volverse.

—¿Héctor?

No puede ser. Palax reconoce aquella voz incluso antes de volverse.

—¡Héctor, estás aquí! ¡Cómo me alegro de verte! —Sin darle opción alguna al pelirrojo, Joel DeClare se abalanza sobre él para darle un abrazo. El contacto físico ya es de por sí extraño en el Otro Lado, y aún más lo es para alguien como Héctor, quien nunca ha llevado bien semejantes muestras de cariño. Sin embargo, la voz de Héctor denota alarma por otra razón.

—¡Joel, maldita sea! ¿Qué demonios estás haciendo en el Otro Lado?—Sólo hay una razón por la que puedan estar manteniendo esta conversación... y es que Joel también haya muerto—. ¿Es que de repente nadie puede vivir sin mí? ¿Quién será el siguiente? ¿¡Virgil!?—Visiblemente alterado, Héctor deja escapar un resoplido mientras se separa del Anciano, refunfuñando. Esto no puede estar pasando. ¿El Barrio Francés ha perdido dos líderes en menos de dos meses?

—¿Vivir sin ti? No, claro que podemos, Héctor, aunque todos estábamos un poco tristes. El aquelarre te echa de menos, ¿sabes? Creo que aunque te hagas el duro ya todos se dieron cuenta de que tienes un gran corazón. —Como es habitual tratándose de Joel, tiene extrema facilidad para irse por las ramas. Algunas cosas nunca cambian.

—¿Qué ha pasado?—Exige saber.

—¿Qué ha...? Ah, claro.—Parece recordar—. Bueno, después de Mabon supe que tenía que hacer algo. Creí que Jehan era mi amigo, ¿sabes? Pero me demostró que sólo era un mamón come mierdas, un traidor de los cojones.—Recita extrañamente enfadado. Héctor no puede saberlo, pero aquella sarta de insultos son cortesía de Roxanne Blutbad, quien hace no tanto tiempo prácticamente le instruyó en el arte de ofender con estilo—. Y también quería ayudar a Toby con lo de Ezra... ah, ¡Toby! ¡Ahora tendrá que investigar lo que sucedió con Ezra él sólo! Qué fastidio. —Chasquea la lengua—. Oye, no habrás visto a Ezra por aquí, ¿verdad? Era un buen tipo, creo que de la Facción Humana. Me metió a un taxi después de la fiesta del Tratado, se dio cuenta de que bebí demasiado...—

—Joel.—Héctor resopla de nuevo, pues una vez más, sigue sin estar al tema de conversación inicial—. Concéntrate. ¿Qué ha...?—Pero antes de repetir su pregunta, Palax alcanza a observar una figura a lo lejos. Tiene el cabello oscuro y la mirada azul e impenetrable. Por un momento parece que se va a acercar a ellos, pero no lo hace. Se limita a observarlos en silencio para, después, dar media vuelta y alejarse progresivamente hasta que la tenebrosa neblina del Otro Lado les impide vislumbrarlo—. Me suena.—Le dice a Joel, apenas recordando breves retazos de lo que pasó la noche en la que murió—.¿Es...?—

Joel asiente. —Jehan Levesque.—Y entonces, en la mirada de DeClare, Héctor consigue entender todas las respuestas. El hombre a quien creía su amigo, el hombre por quien se sintió traicionado... Joel regresó a por él en busca de venganza y aquella historia terminó de la única forma en la que podía acabar.

Se han asesinado el uno al otro.

—Lo siento, Joel.—Le dice Héctor, y aunque no sea muy propio de él compadecerse o dar el pésame a los demás, hoy lo hace de corazón.

Joel se mantiene en silencio durante algunos segundos —algo muy poco habitual en él—, con la mirada perdida en la dirección en la que el Levesque se ha marchado. Sería bonito pensar en que tendrán toda una eternidad para perdonarse el uno al otro, pero tratándose de brujos del Barrio Francés, saben que no tendrán esa posibilidad. Más tarde o más temprano, ambos serán consagrados y entrarán al plano ancestral, convirtiéndose en los nuevos Ancestros al servicio de la ciudad de Nueva Orleans. Abandonarán el Otro Lado... y Joel y Jehan no volverán a verse nunca más.

Toda una tragedia griega... o el fin de una gran historia.

—Venga, marchémonos de aquí.—Propone, dándose la espalda y comenzando a caminar sin ningún rumbo fijo—. Aún tienes que enseñarme qué hay de interesante en el Otro Lado.—Una sonrisa torcida se deja ver en los labios de Héctor.

Puede que Joel también sepa que no hay nada interesante en el Otro Lado, pero al menos ahora podrán hacerse compañía el uno al otro.

2/11 • hora indeterminada • autoconclusivo


There's nothing left to lose.

A E. Jane Palax, Caroline E. Forbes, Malcolm Payne y a David G. Laurent les gusta esta publicaciòn

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