—¿Aron? —No hace mucho tiempo lo consideraba un hermano, y aún lo considera así a pesar de que las cosas han ido cambiando con el paso de los años, especialmente tras su marcha de la manada Lanvik. Realmente no lo culpa, Aron se ha identificado siempre con ideales que distan mucho de los de su padre, y no va a machacarlo por ello.

El destino le brinda la oportunidad de hablar con un buen amigo, al que aún mantiene en su mente de vez en cuando, con el que poder compartir su crisis existencial. Las cosas con Oskar no van tan bien como le gustaría, mucho menos después de la traición de Ulrik. Tampoco quiere involucrarle demasiado porque no le gusta incomodar a la gente... Pero Oskar, aquel que casi nunca pide ayuda, esta vez sí lo hace.

Y a gritos, aunque silenciosos.

—No sé cuánto tiempo ha pasado pero me alegro mucho de verte. —Lo atrae hacia él y le da unas palmaditas en la espalda a modo de saludo. Oskar se alegra muchísimo de que esté allí. Se alegra de ver una cara conocida, de ver una cara familiar. Por fin algo bueno entre tanta mierda.

Hacía mucho que no frecuentaba bares por la noche, quizá una consecuencia de ser un hombre casado. El lobo acarició de forma inconsciente su alianza antes de entrar, siendo recibido por el olor a sudor y cerveza, y una suave música country que le hizo pensar que Oskar sin duda había elegido un buen lugar.

—Oskar —sonrió al distinguir su voz y verlo, acercándose a él para darle un buen abrazo, aquel que se debían desde hacía diez años—. Ha pasado mucho, ¿diez años? Parece que ha sido una eternidad desde que tomamos la última cerveza juntos —tras alejarse de él, fue eso exactamente lo que pidió a uno de los camareros, pasando a acomodarse en la barra.

—Aunque recuerdo que entonces sonreías más —no había podido evitar fijarse en la expresión ajena, incluso detrás de la felicidad de aquel esperado reencuentro. Era evidente que algo le rondaba la cabeza—. Espero que todo marche bien, Oskar, tenemos que ponernos al día. Incluso a pesar de todo lo que ha sucedido, del tiempo que ha pasado, puedes seguir contando conmigo —le dejó claro, y sabía que el contrario pensaba de igual manera, algo que agradecía. Muchos le habían dado la espalda después de que se marchara, tachándolo de traidor y cobarde.

Inevitablemente a Oskar se le escapa una diminuta sonrisa. sin nada de fuerza, lo que es algo sorprendente teniendo en cuenta su estado anímico actual—. Demasiado tiempo. Sigues igual, aunque un poco más viejo. —Se acaricia la propia barbilla y se encoge de hombros después de finalizar el abrazo. La amistad con Aron no ha cambiado por lo visto, y eso es un soplo de aire fresco. Especialmente ahora, justo cuando más lo necesita.

Tal vez sea por este tipo de cosas que Oskar no cree en las casualidades.

—Amigo mío la felicidad es muy efímera. —El propio Oskar levanta su cerveza brindando por eso. Es que le ha salido el lado filosófico y no suele ocurrir mucho—. La verdad es que las cosas han... cambiado mucho. Más aún desde que te fuiste —Toma una pequeña bocanada de aire mirando a la nada antes de continuar—, y me gustaría decir que para bien, pero no. —Lo mira seriamente por un momento y Oskar se pregunta si es el mejor momento, pero la verdad es que aparte de Roan y Christine, no tiene a nadie con quien más hablar.

No desde que su hermano se fue con Loki.

—Por lo visto ahora la manada se ha dividido en dos. Los que están a favor de Loki y los que están a favor de Aksel. En resumidas cuentas, mi hermano Ulrik se ha ido con Loki. Parece ser que tiene las mismas ideas de bombero torero que él, y no doy crédito a que algo así haya podido suceder. —Porque, ¿Qué ha hecho él mal como hermano para que haya sucedido eso?—. ¿Cómo te va a ti?

—No te recordaba tan filosófico y profundo —bromeó ante aquel momento tan intenso de su viejo amigo—. Aunque no puedo decir que no tengas razón —concedió, alzando su cerveza de igual modo antes de darle un primer trago. Por unos instantes, era como volver al pasado, como si no hubiera pasado el tiempo desde la última vez que se habían visto, solo que la realidad era que sí lo había hecho. Diez años, nada más y nada menos.

—Puedo hacerme a una idea... Sé lo que estáis pasando en la manada, pero no cómo te ha afectado a ti en concreto. ¿Todo bien? —lo invitó a hablar con suavidad, pues parecía que quería hacerlo pero le costaba dar el primer paso. Finalmente terminó haciéndolo, algo que le sorprendió y le hizo comprender porqué Oskar parecía tan afectado. No era para menos—. Sé lo importante que tu hermano es para ti, Oskar. Lo siento de veras —colocó una mano en su hombro y lo apretó para darle ánimos.

—Pase lo que pase, siempre seréis hermanos. La familia puede ser nuestra principal fuente de dolores de cabeza —trató de suavizarlo de algún modo—, pero al final es lo más importante que tenemos. Da igual lo que suceda, ni siquiera esta guerra debería ser más importante que eso —algo que sabía que era difícil, sobre todo tratándose licántropos, que solían ser testarudos con sus ideas y temperamentales a la hora de defenderlas.

—¿Lo has vuelto a ver desde entonces? —por el momento, ignoró su pregunta. Ya hablarían de él cuando llegara su turno, por el momento lo único que quería era que Oskar se desahogara si lo necesitaba. Quizá él podía ayudarlo.

No es como si a Oskar le gustara ser tan profundo y mucho menos filosófico. Prefiere mil veces tener la cabeza en las nubes y no pensar demasiado porque eso significa que las cosas van bien, pero ya hace tiempo que eso no es más que una mera ilusión. Algo que no ocurre, que no pasa. Y Oskar pierde la esperanza — simplemente no cree que vuelva a pasar.

—Mira, la manada es un desastre. O matamos a Loki, o nos matan ellos a nosotros. —Es un poco a la desesperada lo que dice pero es verdad y, en el fondo, agradece las palabras de ánimo también cuando Aron se las da. Qué va a decirle si no—. Hace tiempo que dejamos de ser familia. —Y eso le duele en el corazón. Mucho. Porque está muy agradecido por los Lanvik, sí, pero que Loki se haya llevado a su terreno a su hermano pequeño es algo que no va a perdonar.

Nunca.

Es una traición y eso, no se perdona fácilmente.

—Pero la familia a veces no es de sangre. Me llevo mejor contigo y Roan de lo que me llevo con Ulrik. —En sus palabras hay dolor y desesperación, se le nota. Tampoco sabe cómo manejar la situación y eso le aterra—. Si se le ocurre pisar Mystic Falls lo matarán. —¿Estaría dispuesto a dejar que eso pasara?—. Lo volví a ver y nos peleamos. Él no quiere dejar a Loki, y yo no quiero dejar a Aksel. Me acusa de traidor, y yo a él.

Los hermanos Thorsen son, en definitiva, de lo más testarudos.

—¿Has visto tú a Aksel? Cuéntame. —Es Oskar quien evita indagar más en su tema con su hermano para después darle el mismo apretón de apoyo a Aron en el hombro. Se tienen el uno al otro y de eso no cabe duda.

Aron torció el gesto y se enfocó en su cerveza ante las palabras de su amigo. Sí, él también sabía que lo único que los aliados de su padre podían hacer era matar a Loki; había hecho demasiado daño, y tan solo haría más. Aron era consciente de sus numerosos pecados, pero seguía siendo su tío y hacerse a la idea de todo era complicado.

—Estáis tardando demasiado —terminó por comentar con cierta dureza—. Loki ha hecho demasiado daño a todos, incluso a gente que me importa fuera de la manada —apretó los dedos alrededor del botellín de cerveza al recordar la injusta muerte de Albert. Aunque este contara con aquel anillo que lo trajo de vuelta, la experiencia había sido traumática para todos y sobre todo para él—. Todos tienen salvación; tu hermano aún puede tenerla, pero Loki no —prefirió no insistir más en el tema.

—Complicado a más no poder —trató de bromear cuando Oskar le explicó la situación—. No creo que tu hermano sea tan tonto como para poner un pie en territorio de Aksel —comentó, esperando que así fuera, pues sabía que en el fondo Oskar sentiría su pérdida y se culparía toda la vida—. Yo también me peleé con mi hermano, Ragnar... Hubo una época en que no era él mismo, después de convertirse en híbrido. Apagó su humanidad para salvarme y parecía que no habría solución posible —le contó, recordando aquella época que ahora parecía tan lejana, aunque en realidad había sucedido hacía apenas un año.

—Ya sé que no es la misma situación... Pero parecía algo inevitable, que nunca volveríamos a ser hermanos. Y al final sí la había, solo debía tener paciencia y no rendirme con él —miró a su amigo, esperando que ese consejo le calara aunque en aquel instante se negara a arreglar las cosas con su hermano.

—Si, lo vi... Vino a buscarme —le contó, ocultando la pena que sentía por aquel encuentro—. Parecía una despedida, y que los dos éramos conscientes de ello. Es complicado cuando la familia de tu mujer está enemistada con la tuya —acarició la alianza en su izquierda de forma inconsciente—. Eres de los pocos que seguramente no me vean como una persona non grata.

—Ya lo sé. Pero es que o le tienen miedo, o no sé a qué narices están esperando. —La verdad es que si fuera por Oskar ya habría despellejado al capullo de Loki, metido en un bidón de acónito, y lo habría dejado ahí a pudrirse por el resto de sus días.

—Lo es. Ya te digo yo que lo es. O al menos, casi. Lo suficiente como para rozar la frontera. —¿Acaso no lo ha sido él también? Tal vez, pero Oskar estaba en su terreno así que es diferente. Ulrik ha sido el que se ha pasado de la raya a sus ojos, y en muchas ocasiones—. ¿Crees que no debo rendirme con Ulrik?

Perder a su hermano por culpa de alguien como Loki es... injusto, como poco—. Aksel no lo volverá a aceptar ni aunque venga con el rabo entre las patas en forma lupina. —¿Acaso podría culparle? No mucho.

—Mira, no tengo por qué tomarte como una persona non grata. A mí no me has hecho nada y tu mujer tampoco. Su familia es otra historia. —Se encoge de hombros, casi acabándose el botellín de cerveza—. Lo que quiero decir es que tus elecciones amorosas son tuyas, no mías. Y si con ella eres feliz, tío, sé feliz. No me importa. Solo espero que no la situación no se tuerza más, para ninguno de vosotros dos. No creo que os merezcáis estar en esa tesitura.

—Quizá temen que haya más muertes... Pero eso pasará si no terminan con él pronto —le dolía decir aquellas palabras, y de hecho esbozó una mueca—. Mi tío es muy inteligente. Dios sabe qué está planeando en vuestra contra otra vez —agregó. Aquel silencio que él también mantenía no era una buena señal, desde luego—. Prométeme que te andarás con cuidado —le pidió, después de todo le importaba tanto como si fuera su propia familia.

—Claro que no deberíais. Eráis uña y carne, inseparables... Eso no se pierde, ni siquiera a pesar de cómo estéis ahora —afirmó con seguridad, una seguridad que no se basaba en sus ideas idealistas, sino en su propia experiencia con Ragnar—. Tarde o temprano, pasará algo. Si él te necesita, y al revés, el rencor se esfuma —después de todo, la sangre tira.

—Es diferente. Loki ha roto demasiado los lazos familiares... Lo mató a él, y luego a mi madre. Eso es imperdonable —mantuvo la mirada clara clavada en su botellín de cerveza, ya mediado, al que dio un sorbo largo. Por muchas oportunidades que le hubiera gustado darle a Loki, y seguro que su padre sentía lo mismo, él las había agotado todas—. Vosotros no habéis llegado a ese punto. No lo hagáis nunca.

—Si, lo vi... Vino a buscarme —le contó, ocultando la pena que sentía por aquel encuentro—. Parecía una despedida, y que los dos éramos conscientes de ello. Es complicado cuando la familia de tu mujer está enemistada con la tuya —acarició la alianza en su izquierda de forma inconsciente—. Eres de los pocos que seguramente no me vean como una persona non grata.

El licántropo no estaba acostumbrado a aquel tipo de comprensión, no cuando se trataba de los Lanvik. Agradecía las palabras de Oskar, sobre todo porque sabía que eran sinceras, igual que la sonrisa que afloró en sus labios. Le dio otro apretón amistoso en el hombro.

—Hemos pasado demasiadas cosas ella y yo...  Ha sido una prueba de fuego tras otra, pero temo las que están por venir —se sinceró, en un tono más pesimista al final—. Aunque nos hemos acostumbrado, así es imposible aburrirse —bromeó para no preocuparlo, mirándolo entonces con cierta curiosidad antes de hacerle la pregunta— ¿Y tú? ¿Alguna chica en tu horizonte?

—Eso es lo que más me jode de todo, que no es precisamente tonto que digamos. Si por lo menos lo fuera no estaríamos así. —Claro, claro. Y si se hubiera dejado matar ahora las paredes estarían pintadas con su sangre, no te jode. A veces Oskar sí que puede ser realmente tonto. Un positivismo estúpido en muchas ocasiones, pero lo suele usar para escapar de la realidad.

Tiende a ser más cruda de lo que él quiere verla. De lo que él quiere que lo sea.

—Tendré cuidado, no te preocupes. —Más le vale tenerlo que si no lo tiene a ver con quién se mete Ulrik—. No sé si ya te lo he dicho, pero tío, tu vida es un drama. ¿A quién has cabreado tanto en una vida pasada? —Porque no es normal que le pasen tantas putadas cuando Aron no es nada más que un trozo de pan. Con sus defectos y sus cosas como todos pero aún así, un trocito de pan.

Un buenazo de los que ya no quedan vaya.

—Bueno... Digamos que hay cierta persona en la manada que despierta mi atención y mi curiosidad... —Oskar se esconde tras su propio botellín antes de pronunciar las palabras, carraspeando—. Es Astrid. —Y de hecho lo dice mucho más deprisa de lo que en un principio quiere hacerlo. Pero mejor así. Cuanto más inaudible, menos oportunidades de que le corten la picha por atrevido.

Aunque igual el que le asusta un poco más es Aksel y no Aron, todo sea dicho.

—Te tomo la palabra —asintió, un poco más aliviado, aunque al final ni Oskar ni nadie podía luchar contra el destino. Este parecía empeñado en ponérselo difícil, en darles vueltas y vueltas, en poner todo patas arriba—. La verdad es que lo he pensado más de una vez, todo esto tiene que ser obra del karma —se echó a reír, porque había llegado a la conclusión de que solo saldrían adelante si lo hacían con cierto toque de humor—. Solo espero que mi mala suerte no sea contagiosa —agregó, pasando entonces a la pregunta del millón.

La chica, porque tenía que haber una chica.

—¿Mi hermana? —el lobo se enderezó y frunció el ceño. Pocas veces su expresión, casi siempre afable, se oscurecía tanto. Sus músculos se tensaron, al igual que su mandíbula y la mano que sostenía el botellín. Lo fulminó con la mirada, los segundos se alargaron de forma incómoda, al igual que el silencio... Hasta que Aron dejó tomarle el pelo y esbozó una sonrisa— ¿Hablas en serio...? ¿Cuándo?, ¿cómo? —le dio otra palmada amistosa para relajar el ambiente, aún en shock, pero sorprendido para bien.

—No sé en qué momento ella ha dejado de ser una niña y se ha convertido en la mujer que es ahora... Lo sé, comentario de vejestorio —bromeó, negando con la cabeza, procesándolo todo—. ¿Ella lo sabe?, ¿lo habéis hablado? —porque era evidente que, por extraño que fuera aquello, Oskar tendría su aprobación si su hermana también sentía lo mismo. No podía dejar a su hermana pequeña en mejores manos.

La cara de Aron es un poema. Si es que es mala idea meterse con las hermanas de tus amigos, si es que Oskar siempre lo ha sabido pero no puede evitarlo. Astrid es muy guapa, y la verdad es que la joven es su tipo, todo sea dicho. Especialmente en cuanto a carácter se trata. Oskar traga saliva, ya imaginándose a Aron queriendo matarlo y...—. ¿Eh? —Confundido, el licántropo parpadea un par de veces—. ¿No me quieres matar?

Ah, pues igual no. La verdad es que se siente bastante... entero.

—No lo sé. Bueno... —Oskar se rasca la mejilla con un dedo, tímido—. Ella no sabe nada. Lo he mantenido al máximo secreto tanto como he podido, pero a ti no puedo ocultarte nada. —Deja escapar una carcajada antes de continuar—. No lo sé... Ella me llama mucho la atención. Tiene un carácter que atrae, Aron. Y creo que hay más chicos en la manada a los que les atrae Astrid, pero ninguno se atreve porque es la hija del alfa.

Pues mejor para Oskar, que él sí se atreve. Cuando se le pase la timidez, claro.

—Claro que no quiero matarte —se echó a reír de forma genuina, sintiéndose un poco cruel al ser consciente de que Oskar de verdad había temido su reacción—. Ella es mi hermana, siempre voy a querer lo mejor para ella... Te conozco, pero aún así te pido: trátala como se merece —añadió con más seriedad. A pesar de todo lo que apreciaba a Oskar, Astrid siempre sería su ojito derecho. Y le costaba verla como algo más que su hermanita pequeña, la niña que él recordaba.

—Mi padre impone respeto, eso te lo concedo —admitió, dando un trago a su cerveza para terminársela. Pobre de aquel que enfadara a Aksel Lanvik—. Pero, Oskar, si no se lo dices nunca sabrás qué podría haber pasado, o si puede pasar algo de verdad. Y me temo que eso, amigo mío, es algo que debes hacer tú mismo —le aconsejó de todo corazón. No era el más indicado para hablar, pero había aprendido en base a la experiencia: había cosas que solo podía hacer uno mismo, y alargar el momento tan solo lo empeoraba.

—Hagamos un trato: la próxima vez que nos veamos, se lo habrás dicho... y no vale acobardarse. Sea cual sea la respuesta, yo invitaré a todas las rondas, ¿trato? —le ofreció la mano para sellarlo, esperando que tuviera la valentía de hacerlo; no esperaba menos de su futuro cuñado.

—Gracias a Dios —suspira totalmente aliviado. Escuchando las palabras de Aron con atención se da cuenta de lo mucho que quiere y protege a su hermana, y es que Oskar sería igual con Ulrik si las cosas no se hubieran torcido tanto. En opinión de Oskar, insalvable casi, aunque el destino siempre tiene cosas preparadas y nunca sabes lo que te va a deparar.

Por suerte o por desgracia.

—Prometido —sonríe, usando su cerveza para brindar con la de su amigo, asintiendo con la cabeza. Tendrá que confesarle a Astrid de una manera u otra sus sentimientos por ella.

Y a ver qué pasa.