—¿Y dices que se lanzó a golpearte sin ningún motivo? —Levanta una ceja con escepticismo. Graham está sentado con la silla equilibrada sobre sus patas traseras, con los pies sobre la mesa, cruzados en los tobillos. En su mano, sostiene un botella de cerveza. —¿Cómo es que tú y los demás se llevan toda la diversión en esas dichosas rondas por la ciudad? Pff. —Resopla. Y pensar que justo el día anterior, Alice y él patrullaron la zona en total normalidad.  

Graham hace una pausa, gira su cuello en dirección a la barra y silba para atraer la atención de la dependienta que les está atendiendo. Le guiña un ojo y hace un ademán, dos gestos con una simple traducción: Se acabó mi cerveza.

Se gira nuevamente hasta Burgess y niega con la cabeza. —¿Al menos eran cazadores? No lo sé, tal vez la mítica Hermandad de los Cinco. Dame algo bueno o voy a terminar deprimiéndome.—Bromea con una media sonrisa antes de dar otro trago a su botella. Todavía no puede creérselo. ¿Humanos? ¿De verdad?—Demonios, Burgess... Yo que venía a hablar de la final de la NBA.—Se queja, poniendo los ojos en blanco.—Ni siendo en teoría, los "reyes" de la ciudad, tenemos un maldito minuto de esparcimiento.—Y no lo tendrán, Graham está demasiado seguro como para engañarse. Ahora más que nunca, la situación está fea para ellos.

En especial porque al menos él, sí tiene un problema bien gordo con la idea de que un híbrido sin humanidad les gobierne.

—Totalmente tío. Es que me pareció una locura absoluta. Me imagino que ese comportamiento en los humanos no es normal, supongo que estarían bajo algún hechizo o compulsión o alguna cosa rara. —Y además es que conoce a una de las muchachas. No es que sean amigos de toda la vida, pero si no está equivocado, la salvó hace unos meses de un ataque y él se convirtió en lobo porque era luna llena. Fue un caos total aquello.

Jay le da un trago a su cerveza riéndose poco después, con los hombros encogidos—. Si salieras conmigo en esas rondas y no con Alice seguro que te encontrabas diversión. Pero como eres un niño de alfa y quieres ir con ella... —El licántropo pone los ojos en blanco tras rodarlos. Se apuesta lo que sea a que Graham va a recriminarle por haber comentado eso. Pero oye es que Jay tiene ojos en la cara, ¿vale?

—Créeme hace tiempo que no veo la final de la NBA o el baseball por culpa de esta mierda. Deberíamos hacerlo tú y yo más seguido. —Pues sí, porque es cierto lo que Graham dice. No tienen  ningún momento de tranquilidad así que, ¿por qué no crearlo?—. ¿Los reyes? Si nos van a querer tirar de aquí. Lo raro es que no lo hayan intentado ya. Y Oliver sin humanidad creo que no ayuda en nada. Si morimos va a darle igual.

Lo cual para Jay es abrumante.

—Esto me huele muy mal. ¿Crees que iban directamente a por ustedes o que solo atacaron a los primeros que se cruzaron en su camino? —Graham se rasca la nuca, cavilando una y otra vez.—¿Qué pasó después?—Mueve el mentón al hacer la pregunta. Quizá algún detalle del desenlace del encuentro les ayude con el misterio.

Sea cuál sea, Graham solo vuelve de sus cavilaciones cuando el comentario burlón de Jay le ataca donde mismo lo ha hecho Jackson hace tan solo unos días. Graham no puede suprimir una sonrisa —de esas que su boca forma por sí sola y en contra de su voluntad— cuando alguien hace un comentario de ese estilo en relación a Alice y él. Es que se le nota en la cara. ¿Pero acaso le importa que se den cuenta? No. En absoluto.

—Hey, hey, hey. ¿Qué pasó hermano?—Todavía con la botella en mano, Graham abre los brazos.— ¿Como que niño de alfa? —Le recrimina, empezando por ahí. Aunque quitarle razón sería negar lo innegable: Está dispuesto a hacer casi todo lo que esa mujer le pida.—¿Puedes culparme? Cuando tengas curvas de infarto, frunzas el ceño como ella lo hace, seas rubia y te llames Alice, hablamos de que la cambie por ti.—Graham se ríe y vuelve a empinar su botella.  

Escucha a Jay y todo lo que puede hacer es resoplar de la rabia. ¿Cómo carajos llegaron a esto? ¿Permitir que su afición deportiva se vea dañada por este desastre?—Te juro que me dan ganas de desafiarlo abiertamente.—No obstante, no será él que pase por encima de Alice a la primera oportunidad.—Pero sin el apoyo del alfa poco podemos hacer.—O tal vez sí pueden, pero entre menos sangre corra entre ellos, mejor.—Tiene que haber alguna forma de hacerla entrar en razón o más temprano que tarde tendremos un problema.—Y su alianza de manadas unidas acará por irse al mismísimo demonio.

—Esa es... una muy buena pregunta. No lo sé, si te soy sincero. Nosotros estábamos haciendo la ronda de siempre así que supongo que fue mera casualidad, pero deberíamos investigarlo. —Además recuerda a las tres personas que los atacaron con bastante claridad y los tres apestaban a humanos—. Está difuso, hay cosas que no recuerdo. Lo único que sé es que cuando me desperté ya no estaban. Y uno de ellos era un cura, eso sí lo recuerdo porque es lo más peculiar que vi.

Imaginad la situación, un cura peleándose contra licántropos y un híbrido. Un cura humano. Es que cuanto menos suena cómico.

—Venga, si sabes que tengo razón. —Jay se ríe cuando le responde. Es que se les ve de lejos, aunque el licántropo aseguraría que más a él que a ella—. ¿Es que estás enamorado, hermano? —Le da un sutil codazo en el costado, negando con la cabeza. Ah, el amor, qué tonto te vuelve—. Eh, eh, eh. Quieto ahí. Que yo siempre tengo el ceño fruncido. Como me ponga una peluca rubia seguro que gano mucho más, a ver si me voy a tener que poner celoso. —Ha alzado su ceja derecha y ha entrecerrado los ojos un poco.

Como lo sustituya por Alice le va a dar una buena patada en el culo, y va a dejarle sin surtido de cerveza.

—Adelante, valiente. No serías el único porque yo voy después. —Es que está tan insoportable. ¿Por qué lo han dejado a él al mando?—. A Oliver no se le puede hacer entrar en razón ahora mismo y no creo que Alice ni Jackson quieran hacer nada al respecto por miedo a cómo pueda resultar... ¿Y si acaba en una guerra civil? Tenemos a los enemigos acechándonos, matarnos entre nosotros es lo que menos necesitamos. Solo se me ocurre encerrar a Oliver en una celda, ahí, en una cueva. Bien sellada, con magia incluso, y encargarnos de lo demás el resto.

Pues mira, igual no es tan mala idea. A ver, ¿Qué bruja o brujo tiene el suficiente poco aprecio por su vida para intentarlo?

—Ya, sí. Investigarlo. El asunto es por dónde empezar.—Hasta donde ha comprendido bien los detalles, no identifica una posible pista. «Y uno de ellos era un cura» ¿O tal vez sí? —Bien, hay que ir a la iglesia.—Le da un golpe a la mesa con la palma de la mano.—Hora de confesar nuestros pecados, grandote.—Ah, ni crea Jay que lo dejará solo haciendo el trabajito cuando fue su idea.

A ver, Graham pendejo no era. Si le toca darse madrazos con algún humano religioso que actúe raro, mejor ir en compañía de alguien de confianza que le cuide la espalda.

¿Que Jay tiene razón? Nah, ni de lejos.—Si tengo alguna opinión contraria a Alice no le seguiré la corriente solo porque tiene unas piernas que... Uff.—Sonríe por sí solo. ¿Alguien le ha visto las piernas? Y sus ojos detrás de las gafas, y lo dura que es al mandar, y vaya... Todo lo demás.

Bien, no se escucha convencido, es verdad. No obstante, Graham no miente. Si cree que alguien comete un error o simplemente no está de acuerdo, lo hará saber sin titubear. Así esa persona sea Alice Harlem. Y todavía más si son asuntos de la manada.

¿Enamorado? ¿Él? ¿Por qué Jay le pone en esos predicamentos? Graham se atraganta con la cerveza y la derrama sobre su camisa de cuadros.—¿De verdad, Jay? —¿Tenía que preguntarlo?—Te toca pagar una camisa.—No obstante, Graham sabe que no saldrá de ese bar a menos que confiese algo. Cualquier cosa. Quizá Jay se conforme.

—Viejo, no sé si enamorado —Responde con simpleza, encogiéndose de hombros. ¿De verdad no lo sabe?—, pero esa rubia se me metió entre ceja y ceja.—Se da toquecitos en el entrecejo con el dedo índice y corazón. Luego, Graham suelta una carcajada ante el comentario de Jay.—Como hagas lo de la peluca te perderé el poco respeto que te tengo, ¿sabes? —Menea con la cabeza y sonríe divertido antes de llevarse la botella a los labios.—Es que estoy jodido, ella me tiene muy jodido. Pero que va, estamos en guerra, no hay espacio para más.—Lo hay sí, aunque con riesgos.

¿Y si luego le importa demasiado y la pierde? Su historal es bastante largo.

Por otro lado, le agrada que Jay esté con él en lo de Oliver.—Encerrarlo hasta que recupere la dichosa humanidad... Suena bien.—Si es que ocurre. Lo de Jay parece un buen plan. Solo falta encontrar quienes se sumen a la suicida idea... Pero todo bien, igual y hay otros como ellos entrando en fase de desesperación por las acciones del rey.

—Alice debería ser la reina, ¿sabes? Mandar. Jack es mi bro, pero puede que se lo coman vivo.—Menos con la situación Hayley en un constante vaivén.—Nadie tiene que morir, ni siquiera el pobre diablo de Oliver. Puede sonar muy de nenas lo que diré de él, pero le tengo es lástima.—Para nada le envidia ese interruptor de apagar la humanidad. El dolor de la pérdida es lo que ha hecho de Graham, lo que es hoy día. No cambiaría eso por nada.—Entonces, hay que tener una seria charla con Harlem.—No hay de otra.

—¿Nuestros? querrás decir tuyos, que eres como un Lucifer en miniatura. —Se lleva la mano a la boca intentando no reírse, negando con la cabeza. De los dos, tal vez Graham pudiera ser el más travieso con intención de serlo. Pero Jay no se queda atrás.

La única diferencia es precisamente esa: la intención.

—Vale, no necesito una descripción gráfica. Y por favor, no te pongas cachondo aquí. —La mueca de disgusto de Jay es más que visible en su rostro, arrugando además la nariz para acompañar dicha mueca. Uf, por favor, no, eso no—. Me toca pagar camisa y me toca ayudarte con el santísimo cura, sí claro hombre, ¿y qué más tengo que hacer? —Jay literalmente acaba gruñendo en dirección a Graham.

Aunque suena más a cachorro enfadado que a lobo.

—Hay espacio para follar mientras os insultáis, a mí no me puedes decir lo contrario. —No cuando el propio Jay ha sido un experto en esas cosas durante un tiempo. Evidentemente, no con Alice. No se habría imaginado con ella, todo sea dicho. Siempre la ha visto como su alfa, una autoridad y una amiga—. Aunque hace tiempo que yo no hago eso. —A ver si convence a Lizzie para hacerlo, cojones. Que ya va siendo hora.

Le van a terminar doliendo si no.

—Me siento un poco dividido entre Jackson y Alice con eso, pero sí. Creo que tienes razón. —Sobre todo porque con Jackson estuvo primero, antes de Alice y le conoce desde hace más. Pero es cierto que ella debería reinar—. Deberíamos conseguirle ese puesto, y no es de nenas, idiota. Es la verdad. Oliver me da pena en su estado actual. —Si se enterase de que sienten lástima por él igual les cortaba la cabeza y todo—. Creo que es hora de que vayamos y se lo digamos a Alice. Aunque... —Jay mira la hora en el reloj del bar—. Tendrá que esperar. Tenemos ronda, chaval. ¿Nos vamos?

Graham suelta una sonora carcajada cuando es comparado con Lucifer. ¿De verdad? Frunce los labios y se encoge de hombros a modo de mostrarse de acuerdo. No será él quien desmienta a su amigo, no cuando cuenta en su haber con una que otra diablura, algo... alarmantes.

—¿Qué no necesitas? Hermano, pero si nosotros estamos hechos para las descripciones gráficas.—Con nosotros se refiere al género masculino: pobres y básicas criaturas que viven alucinando con la belleza femenina. ¿Por qué cohibirse de hablar de esos cautivantes atributos?—Pagar la cuenta, porque a mí me toca pagar la gasolina.—Declara. No bromea en absoluto a pesar de su sonrisa jocosa. Por supuesto, habla de su gasolina.

Follar. Qué fácil se dice esa palabra cuando tu amigo te ha confesado que no sabe lo que siente por una mujer.

—Es es el problema. No quiero solo follar con ella.—Confiesa con resignación. Todo sería más fácil así.—Si, sí, ya sé que es raro tratándose mí, pero ella no es solo una cara bonita que llevar a la cama.—Ella es una reina. Y Graham no creeser ese que pueda tratarla como tal. Que esté a su altura. Por otro lado, su parte menos dramática y más osada quiere imponerse sobre su recién descubierta prudencia.

¿Que hace tiempo Jay no hace qué?:—Ya lo entiendo todo, por eso gruñes como un maldito perro rabioso. Búscala y arregla ese asuntito.—Rueda los ojos antes de beber de su botella nueva cuenta. Puede que en algunos procederes ambos amigos no están demasiado de acuerdo, pero le agrada ver que en cuanto a los problemas que están pasando en caliente, mantengan la misma percepción.—Bien, lo haremos. Hablaremos con ella y luego, con Jackson. Sea como sea, hay que movernos.—Antes de que Oliver haga más locuras de las cuáles no se pueda regresar. —Va, larguémonos de aquí. Espero no dormirme del aburrimiento rondando esas calles.—Raro en New Orleans, sí, pero últimamente estaba ocurriendo amenudo.

Demasiada paz solo vaticina guerra.