—¿Dónde comenzamos?—Lev había salido del hotel con dos mapas, una generosa ración de trece croissants y dos cafés bien cargados para ambos. No creyó que todo aquello sería suficiente ante el indomable calor de Venecia, así que obligó a su mejor amiga a que se pusiese crema solar y una gorra para protegerle contra el astro rey

Aún no era consciente de su dicha. Victoria había accedido ir con él de viaje tras todo lo sucedido. No había resultado una tarea fácil, ya que los recuerdos de su secuestro eran aún demasiado recientes, juntamente con los suyos de su muerte-una muerte cuya historia verdadera aún no le había revelado:—Me gustaría ver sitios históricos. No deseo ser uno de estos extranjeros que se hacen fotos por necesidad de publicar su vida en un álbum o en Instagram—dio un mordisco a uno de los cuernos de sus multiples croissants. La mirada oscura del lobo centelleaba con un brillo insólito: una simbiosis entre la tranquilidad y la felicidad que le proporcionaba estar con ella ahí.

—¿Tenemos que ir en góndola, no?—señaló a uno de esos medios de transporte. Para su suerte había bastantes libres, pero Lev no quería apresurarse aún a esa “aventura” hasta que no viesen algo cercano:—Quiero ver la Basílica de San Marcos y tomarme algo contigo después mientras la tenemos delante-exclamó, al fin, con su primera idea.  

La verdad es que me sentía un poco incómoda por haber dejado y aceptado que Lev pagase aquel viaje. No es que yo tuviese mucho dinero, más bien apenas tenía algunos ahorros pero aún así no me gustaba sentir que era una carga inútil a la que le pagaban todo. Pero... había insistido tanto que había terminado por aceptar.

El vuelo había ido bastante bien dentro de lo que cabe. Era un vuelo largo y yo un vampiro, pero oye, no había mordido a nadie en todo el viaje, o sea, bien, sin problemas. Y ahora... sin el ruido de coches, sin nadie conocido, casi sentía que estaba lejos de todos los peligros, lejos de todos los problemas y eso... era agradable. Aunque si hacías caso a crepúsculo... en un pueblecito de por aquí cerca había muchos. Pero.. no pensemos en eso Vic.

Y bueno...llevaba una gorra con la que no me sentía muy cómoda y a pesar de haberle dicho que no me iba a quemar, Lev no me dejaba quitarmela, a si que terminé por dejarla. Eso si, le quité uno de los mapas y lo miré en silencio mientras sacaba un papel donde había hecho una lista con todos los sitios de interés a los que podíamos. - Pues... - Alcé la vista hacia las góndolas y asentí. - Claro.

Personalmente, antes de irme, quería comprarme una máscara de Venecia como recuerdo. Una grande, de esas tan maravillosas y dos pequeñas a juego. Una para... bueno, para ella. No sabía si era buena idea, pero creo que era muy su estilo. - Pues podemos ir si quieres primero a la Basílica de San Marcos siguiendo el canal principal. Allí también hay un reloj muy guay con muchas cosas. - Me rasqué la nariz un momento antes de alzar la vista de los planos.

- Por el camino pasaremos por al lado del Palacio Ducal y el Palazzo delle prigioni. - Mi italiano... bueno, era penoso, a si que ahí estaba el intento. - Sabes que estaban conectados por un pequeño puentecito con dos ventanas. Y entonces cuando juzgaban a alguien en el primero y lo llevaban al segundo, que es una carcel, se decía que aquella vista desde esas ventanas sería el último sitio desde donde vería el sol. - Si...Victoria la friki sabionda. Hacía mucho que no mostraba esa faceta tan despreocupada. Pero, bueno, mientras miro un mapa me suele pasar.  Además.. que estábamos en Venecia! Y si.. eso era un buen comienzo.
 

Lev se dirigió hacia la góndola y, antes de tomar asiento, ayudó a que Vic subiese con cuidado:--Yo te haré caso. Eso del reloj me ha interesado mucho—sonrió al gondolero y le dio un croissant que éste contempló con escepticismo:--Pobres, tanto remar deben estar muertos de hambre—le susurró cerca del oído a Vic, sin dejar de prestar atención a las palabras de la hereje, así tampoco como a su entorno.

--¿En serio?—Lev sintió escalofríos al empatizar con los posibles reclusos. No podía ponerse en la piel de alguien que sabía que iba a ser condenado o que iba a verse privado de vivir. Él había experimentado la muerte, pero se trató de una muy rápida en la que apenas pudo interiorizar que su vida iba a terminar. Sin embargo, encontraba que era peor castigo el vivir durante tiempo en una cárcel:--Vic, ¿cómo es que sabes tanto? ¿Te interesa la historia?—fue interrumpido por una mano que le golpeaba el hombro. Era el gondolero que le mostraba justo lo que había explicado su amiga, aunque también le pedía otro croissant.

--Yo no sé mucho, salvo cosas generales. Por ejemplo me gusta bastante la época clásica en cuanto arte, pero soy un ignorante para cosas un poco más tardías—había estudiado vagamente el barroco y el renacimiento, dos épocas que le atraían pero de las que aún sabía poco:--Por cierto Vic, gracias por aceptar este viaje conmigo. Me hace muy feliz que hayas querido viajar—le sonrió con ternura y con una mirada que fulguraba con una emoción contenida.

“Eccoci qui. Dammi un altro croissant ! » 

"ya hemos llegado, dame otro croissant"

Yo tenía idea de que fuésemos perdiéndonos por las callejuelas y los sitios tan misteriosos y sorprendentes por los que aunque siguieses los cartelitos nunca sabías por donde ibas a salir. Claro que... cuando me di cuenta Lev me ayudaba a subir a una góndola. Bueno, pues vamos en góndola.

- Lev, no se si deberías. - Le susurré al contrario en inglés cuando vi que le daba un dulce de aquellos a aquel hombre. Pero tampoco iba a decir nada más a si que después de eso sonreí un poco mientras miraba aquel agua. Había leyendas de vampiros donde decían que estos tenían pavor a cruzar agua corriente. Menos mal, que eso no era más que una leyenda.

- Si bueno, me gusta la historia. A mi madre siempre le gustó. - O la que yo creía al menos que era mi madre. Ahora... no estaba segura de nada. - Y a mi la verdad que también. - No es que Estados Unidos destacase por que la gente supiese mucho de historia, ni de geografía, ni de nada... Pero bueno, al menos, yo intentaba saber. Por que nosotros estábamos en pañales al lado de toda la historia de Europa. - No hace falta estudiar, hay libros y revistas muy chulos. - Me gustaba mucho leer y ahora podía leer incluso más rápido. Alguna ventaja debía haber.

- Nada. - Sonreí. La verdad es que no sabía que hacía aquí o incluso si debía quedarme lejos de aquel lugar donde solo parecía que pasaban malas cosas pero... Ahora no podía hacer eso, necesitaba saber aún muchos secretos y Salena estaba allí y yo... yo...

Negué despacio al ver que habíamos llegado al sitio. Había estado tan centrada que ni me había fijado mucho. - Gracias. - Di las gracias en inglés antes de bajarme como la turista que era. La plaza se veía muy bonita. - ¿A donde vamos primero? - Podríamos ir donde quisiese, esperaba nos diese tiempo a todo.

 

Sobre la góndola los pensamientos de Lev giraban en torno a los últimos sucesos de su vida. Desde que había conocido a Vic hasta su fallecimiento. Se le hacían muy lejanos. De un punto a otro, había visto concentrado en ese periodo las experiencias más surrealistas:--Nunca me has hablado de tu madre—tomó el cuerno de un croissant y lo estiró con sus dientes para desprenderlo de su esponjoso tronco. Lo masticó con cuidado mientras escuchaba aquello que su amiga le contaba acerca de lo que veían.

--Lo sé. Para la medicina estoy inscrito en más de una revista—Lev no tenía problema con la lectura. Era algo que le gustaba a pesar de que su poco tiempo le privase de esa afición:--Bueno ya nos acercamos—le golpeó con el dedo sobre su hombro para que se fijase que se estaban acercando a su destino.

Al bajar le entregó todo lo que le quedaba de croissant al gondolero, quien lo aceptó con gusto:--Tenemos todo el tiempo del mundo, Vic—le sonrió y la tomó del antebrazo para que empezasen a caminar:--No tomemos ningún rumbo en específico. Sencillamente déjate perder—deslizó su mirada hacia otro lugar, una pequeña parada de artículos de recuerdo:-Oye, yo me iré por ahí, pero tómate tu tiempo para hacer lo que quieras-sin esperar a su respuesta, desapareció entre la multitud con la futura promesa de reencontrarse más tarde. 

Hablar de mis padres ahora mismo era un tema complicado y aunque por unos segundos me había olvidado de todo al soltar aquel comentario inocente, las palabras de Lev me devolvieron a la tierra y a todo lo que rodeaba eso. - Es que...es complicado. Desde que todo pasó es... complicado. - Volví a repetir esa palabra dejándolo así. No sabía como podía decirle que algo me ocultaban mis padres, que ellos en teoría eran humanos y yo... de algún lugar tenía que haber sacado esa parte mágica.

Lo de las revistas era otro tema. Antes leía muchas, sobre todo por internet, pero desde que todo pasase. Bueno, había tenido mis temporadas, nunca me había olvidado del todo de lo que estudié o lo que empecé a trabajar. De hecho, aún podría hacer pequeños robots. Pero bueno, no era lo mismo.

- Bueno, tampoco todo el tiempo. - Aunque entendía sus palabras y por eso sonreí ligeramente. - Eso estaría guay por que como las calles son como laberintos tienen cartelitos que te guían podríamos... - Pero no llegué a terminar la frase cuando Lev sin dejarme decir nada salió corriendo entre la gente. - ¿Lev? - Fue creo que lo único que salió de mis labios por que hasta hace unos minutos habíamos estado hablando de ir a ver sitios y de ir juntos. Pero ahora se había ido a no sabía donde. ¿Y si le pasaba algo malo?- Lev espera. - Aunque hablé al aire pero con un suspiro negué antes de seguirle entre la gente. Intentaría encontrarle por que no quería que me dejase sola. Me daba miedo, aunque estuviésemos tan lejos. Y si iba a una tienda quería aprovechar también para comprarle a Salena una de esas máscaras tan chulas... seguro que le quedaba genial y... mierda ya me estoy sonrojando.