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Mindy A. Ryderfantasma
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Mindy A. Ryder
Letters from
The Other Side
Dicen que cuando estás a punto de morir, puedes ver toda tu vida pasar a través de tus ojos. Sucede en apenas unos microsegundos antes de que tu cerebro termine de desconectarse del todo. Los momentos, las imágenes, recuerdos de un pasado que empiezan a reproducirse como si de una película se tratara.

Yo no tuve tiempo de despedirme de mis amigos. No le conté a Eresh ni a Danica lo que estaba planeando hacer, ni siquiera se lo dije a Nergal. Quizás, porque en el momento en que tomé la decisión, ya sabía que no iba a regresar a casa esa noche. Que no volvería a verlos. Y ese fue mi error, porque ni siquiera me despedí de ellos.

Sí, fui a por Oliver Trudeau consciente de que aunque los dos éramos híbridos, convertidos al mismo tiempo, este todavía me sacaba ventaja en edad y experiencia. Pero no me importó, lo hice de todas formas.

Por Klaus.

Muchos no entienden porqué sacrificaría mi vida por él. Garth trató de hacerme abrir los ojos aquella vez que lo encontré en el bosque e incluso también lo intentó cuando entré en el Complejo en busca de Oliver. Es cosa del vínculo. Recordaba bien esas palabras a las que siempre respondía defendiendo su lealtad incondicional. Y el tiempo me dio la razón, pues incluso cuando el vínculo se rompió, mi lealtad hacia Klaus seguía allí, intacta e inquebrantable.

Pero lo que no muchos entienden, es que, antes de Klaus, mi vida ya estaba acabada. Me había convertido en algo que no comprendía. Había devorado a inocentes sin ser consciente de ello. Klaus me encontró en mi peor momento y me dio la oportunidad de ser algo más. De poder controlar a la bestia que habitaba en mi interior. Y acepté su propuesta. Lo hice sin pensar, creyendo en las palabras de aquel a quien empecé a ver como un salvador. Como un héroe.

Cuando él murió, una parte de mí también lo hizo. Y por eso, necesitaba vengar la muerte de este.

O, al menos, intentarlo.

Todo sucedió en apenas un parpadeo. Me abalancé contra Oliver, como una kamikaze en busca de esa ansiada venganza. Pero todo lo que encontré fue una muerte rápida.

Y a pesar de la rapidez con la que el híbrido me arrebató la vida, tuve tiempo suficiente para ver como esa película se reproducía ante mis ojos.

Recuerdos de mi infancia, junto con mi hermana. Qué irónico que esos recuerdos se desbloqueasen justo cuando todo se acababa. También recordé una de las muchas tarde solo de chicas que compartí con Eresh y Danica en el patio de aquel mismo Complejo. Preparadas por si algo sucedía y debían entrar en acción.

Pero el recuerdo que permaneció en mi mente en el instante antes de que todo se apagara, el más brillante de todos, fue la de noche del Mardi Gras. Una habitación apenas iluminada con el olor a acrílicos flotando en el ambiente. Tu mirada oscura, lo cerca que estábamos el uno del otro. Y como, por primera vez en mucho tiempo, mi corazón latir de manera acelerada. Y durante un instante, desee cometer una locura y besarte. En tan solo un instante podría haberlo todo. Pero no lo hice.

Y ahora ya es tarde para arrepentirse.

Porque estoy muerta.

Cartas desde el Otro Lado,
por Mindy Ashley Ryder.
03/07 • 20:10 pm •AC

A Isaac N. Lindberg y a Cedric J. Harris les gusta esta publicaciòn

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