Siempre ha sabido que la Armería no era un grupo con el que se pudiese lidiar y tratar con facilidad. Es más, si estaban enemistados con ellos era evidente que su historia trascendía mucho más allá de lo que ellos creían.

Y, sin embargo, lo único que le interesaba a Leonore era poder sacar de allí a Christine. Sin embargo, no pasó desapercibido las múltiples amenazas por parte tanto de lo contarios (Enzo y Gin), además de las que salían por parte de Loki y Thor. Era cierto, a simple vista que ellos tenían las de ganar, porque eran muchos mas lobos, y los contrarios únicamente humanos.

Pero la vida de su prima era mucho mas valiosa para ella. Por eso, deicidio acercarse hasta donde ambos lobos estaban—. Hagámoslo como ella dice —le pide en referencia a la forma de intercambio que sugiere la armera (Gin). Luego simplemente le susurra ambos lobos (Loki y Thor)—. Ya tendremos tiempo de hacérselo pagar, tenemos que sacarlas de auqui primero —replica antes de girarse de nuevo.

— Yo me acercare a desatarlas —dice, y no es precisamente una sugerencia. Por eso espera que el resto de lo que están allí, cubran su espalda. Cuando Leonore avanzando lo suficiente se quedó quieta, esperando a que cualquiera de los contrarios haga lo propio.

Chris dedica una sonrisa frágil a Hela antes de detenerse en la carretera, a una distancia prudencial de los suyos. Los resquicios del hasta ahora implacable orgullo de Christine Lanvik, se dejan ver ante la idea de que ahora, a ciertos metros de su manada y de las rehenes capturadas por los Lanvik, puede distinguir que ellas han terminado mucho mejor que Hela y la propia Christine. «Ah, Loki... cuándo te volviste tan blando.» La muerte de Aksel le ha cambiado, como a todos.

A su espalda, puede escuchar las palabras del vampiro (Enzo), de quien ni siquiera sabe cómo ha logrado sobrevivir. «Yo te mordí.» Y ahora... ahora debería estar muerto. Sin embargo, sabe que no es momento de reproches. Está a punto de desenvolverse una situación especialmente peligrosa para todos los presentes, y Christine debe tener todos sus —moribundos— sentidos alerta. Con todo, la orgullosa Christine Lanvik sí le dice lo siguiente, sin volverse—: No estás en posición de hacer amenazas.—Y puede que ni ella misma tampoco, pero junto a los suyos se siente más fuerte. Poderosa—. Te recuerdo que no saliste tan bien parado la última vez.

Gwen Ashkore (Gin) es quien se encarga de plantar cara ante las firmes negociaciones que tanto Thor, como Leonore y por supuesto el propio Loki, plantean. Habría sido lo justo. A fin de cuentas, Hela y Chris han estado presas durante prácticamente dos meses, siendo sometidas a torturas de todo tipo prácticamente a diario.

Gwen (Gin) coloca el cuchillo cerca del cuello de Hela, y auque Chris debería hacer algo para obligarla a detenerse, no lo hace. De hecho, responde de la única manera en la que lo haría un Lanvik. —Ni se te ocurra aceptar.—Espeta entre dientes, clavando la mirada en Loki. No teme a las consecuencias de sus palabras, sabe que es lo que tiene que hacer—. Los Lanvik no cedemos.—Y esta vez, es un recordatorio para todos, especialmente para Leo, que se ha mostrado dispuesta a ceder en la negociación.

Sabe que Hela no va a juzgarla, igual que sabe que Gwen (Gin) no tendrá lo que hay que tener para acabar con ella. Vidas de personas que le importan están en juego también.

Lorenzo sonrió entre dientes tras las palabras de algunos lobos en relación a su comentario y no pudo evitar centrarse en aquel quien parecía dictar las órdenes. El inglés no tuvo que mirar a la Ashkore para saber cuál sería la respuesta, no eran estúpidos y por mucho que creyeran que tenían la ventaja porque tenían los números, realmente no la tenían. ¿Qué eran los lobos sin la luna llena sino meros humanos? Sus cabezas rodarían antes que se dieran cuenta, pero no dudaba que alguno de ellos pudiera hacer algo extremo.

—Ya escucharon a la cazadora, amigos. Lo haremos al mismo tiempo. — puntualizó, arrastrando las palabras y tomando a Christine por el cuello para acercarla a su cuerpo. —Pero aquí estoy, vivo y pateando, belleza, y puedo ser un poco resentido— susurró sobre su oído para que lo escuchara con claridad. Christine ciertamente no quería un enemigo de Lorenzo.

Entonces, fue cuando Enzo percibió que uno se movía y sus ojos se detuvieron sobre Leonore. Alguien sensato, por fin. Ya comenzaba a ser aburrido. O eso creyó, porque una vez más la mujer que tenía ahora bajo su mano volvía a hablar. El vampiro chasqueó la lengua y presionó su mano contra su cuello con la suficiente fuerza como para que comenzara a faltarle el aire. —Los Lanvik cederán si no quieren tentar mi paciencia, no tengo tiempo para juegos de lobos y cazadores. Como verán, soy un vampiro y no cualquier vampiro. Lo haremos al mismo tiempo o esta mujer aquí morirá, no me interesan las vidas de esas dos. Verán, estoy aquí por un favor. Pero nadie dijo que tendría que asegurarme de que alguien viviera en el proceso, así que, dime, ¿qué dices?— comentó lo evidente, apuntando a Diane y la desconocida, antes de dirigirse hacia quien había hablado como líder antes (Loki).—¿Estás dispuesto a perder la verdadera razón por la que están aquí? Sabía que los licántropos podían ser tercos, no tanto estúpidos. —socarrón, volvió a dirigirse a Christine. —Diles adiós a tus amiguitos, belleza— no era una amenaza, era evidente por su tono de voz, si no cedían, en tres segundos los Lanvik tendrían a la loba en dos partes.

El alfa sonrió de forma irónica mientras escuchaba la petición de la armera (Gin). Parecía muy segura de sí misma cuando se encontraba en inferioridad de condiciones.

— Hablas demasiado, niña — se burló y dirigió su mirada hacia Christine. Pues claro que no iba a ceder —. Christine, recuerda que yo no soy Aksel. Nunca lo he sido — Loki no era su hermano, no era un cobarde ni un estúpido y el nombre de los Lanvik no iba a ser mancillado por él.

— Leonore, no des ni un paso más. Vuelve aquí — le ordenó a la loba con severidad —. Te recuerdo que ahora soy yo quien da las órdenes. No me desafíes — le advirtió.

Y al parecer, Loki no era el único con ganas de fiesta esa noche.

— Y yo que pensaba que la armería no podía caer más bajo — el hedor a vampiro que desprendía el hombre (Enzo) lo repugnaba, más aún que pusiera sus putrefactas manos sobre Christine. Los ojos del lobo centellearon en un tono ambarino tras escucharlo.

— ¿Aún pensáis que tenéis la sartén por el mango? No estás en posición de amenazar, sanguijuela — sin miramientos, el lobo agarró por el cuello a la rehén (Diane) y gracias al poder de su anillo lunar, transformó su mano en una garra que presionó contra la piel de la mujer —. Puede que a ti no te interesen las vidas de estas dos. ¿Pero y a ella? — desvió su mirada hacia la mujer (Gin), dejando entrever su sonrisa socarrona —. ¿Cómo la has llamado? ¿Tía Diane? — aquel susurró no pasó desapercibido para su oido de lobo, algo que volvió la situación en su contra —. Si no sueltas de forma inmediata a Christine y permitís que sea ella la primera en acercarse a nosotros, decidle adiós a la tía Diane — y no, lo suyo no era un aviso, era una amenaza —. A mí sí que no me importan sus vidas — añadió antes de presionar más sus afiladas uñas contra el cuello de Diane, sin importarle si estas dejaban un pequeño rastro de sangre en el proceso.

Aron llegó pronto a la conclusión de que, de los presentes, él bien podía ser el único que estaba dispuesto a ceder con tal de que no hubiera más violencia.

—¡Gin, no lo hagas! —al ver las intenciones de la centinela, intentó evitar lo inevitable, quedando Hela expuesta a la hoja de aquella cuchilla, y desatándose el caos que habría preferido evitar. Su tío, orgulloso como era, respondió de la misma manera—. Tía, será mejor que te quedes donde estás —sugirió, acercándose él mismo a la posición donde se encontraba Leonore. Un paso más, y podrían tomarlo como una provocación que Hela y Christine pagarían.

—Matadlas, y ellos harán lo mismo, te lo aseguro. ¿Y de qué serviría eso? Puede que a ti no te interesen sus vidas, pero a tu amiga sí —intentó razonar con aquel vampiro (Enzo) que, en realidad, parecía de los menos dispuestos a intentarlo. Aunque, de nuevo, pareciera que era él el único que tenía un poco de sentido común—. Ambos bandos tendréis que ceder, o esto nunca se terminará —miró a su tío Loki, pues aquello también lo incluía a él. No perdía nada por intentarlo, ¿no?

Pero todos perderían algo esa noche si no eran capaces de dejar su orgullo a un lado.

Mientras que los lobos se limitan a lanzar amenazas al aire, la joven Ashkore demuestra ser más sensata e inteligente que todos ellos al proponer que el intercambio de rehenes se produzca a la vez. Es lo más justo y, probablemente, también lo más razonable. Celestine asiente ligeramente con la cabeza, mostrando su conformidad antes de cruzar una mirada con su compañera. Ella también pretende transmitirle que todo irá bien, que debe sentirse orgullosa de su sobrina.

Y por un momento lo parece pues, una de las lobas (Leonore), acepta los términos de la Armería. Pero todo se tuerce cuando la mayor de las prisioneras (Christine), se muestra altiva y orgullosa ante los suyos y las amenazas continúan sucediéndose e incrementándose pese al intento de Ashkore.

Un suave grito escapa de la garganta de la cazadora al ver como el hombre que parece estar al mando (Loki) toma del cuello a Diane, clavando sobre su piel una garra animal. -Por el amor de Dios, ¿es que no veis que está herida?- puede que ellas tengan mejor aspecto que las prisioneras de la Armería, pero Diane ha encadenado las lesiones que le han provocado durante el último mes con las que poseía de la anterior batalla. -Al menos, dejadla marchar a ella en un gesto de buena voluntad- se dirige a los lobos, fijando su mirada sobre el que parece más razonable (Aron).

Celestine nunca se ha considerado una mártir, y no tiene intención de comenzar a serlo, simplemente le parece un acto se sentido común. De humanidad.

Gin toma una amplia bocanada de aire. Enzo no parece dispuesto a alargar aquellas negociaciones más de lo debido; al contrario que la centinela, las vidas de Diane o Celestine no valen nada para él. Pero para Gin sí, claro. Sus palabras y gestos la han delatado.

Y ahora, los lobos lo saben.

Enzo hace lo propio con Christine, pero sus amenazas caen en saco roto apenas el hombre más adulto de entre sus enemigos (Loki) declara que Diane morirá si no liberan a la loba. La centinela traga saliva, apretando la cuchilla contra el cuello de su rehén (Hela), consciente de que al final del día no podrá jugar con la vida de su tía de aquella manera. Escucha las palabras de Celestine, conteniendo el aliento. Está herida. Suspira, abatida, comprendiendo que han perdido.

«¡Gin, no lo hagas!»
Los lobos han ganado esta vez.

—Basta.  —La orgullosa Gin se rinde. Aún sin soltar a Hela, y tratando de soltar firme, alza la voz hacia Enzo—. Suéltala. Despacio.—La mirada de la centinela busca la del vampiro. Sabe que no lo hará sin más, pero tiene que hacerlo. Debe hacerlo. Diane no va a morir esta noche—. Deja que se marche.

Acto seguido, busca la mirada de Aron en concreto, siendo el único que parece dispuesto a atender a razones. —Que liberen a mi tía. —Le ordena a aquella distancia—. Liberad a Diane o le rebano el cuello ahora mismo. —Aprieta aún más la cuchilla contra el cuello de Hela. Quizá aquella forma de pensar sea egoísta, pero con Celestine puede estirar más la situación de lo que habría hecho con Diane.

Al final... la sangre llama a la sangre.

Estaba cansada del intercambio de palabras entre sus captores y su manada pero tenía que ser paciente si quería salir con vida de ello. Desvió su mirada a Christine en búsqueda de alguna señal. Atacar no era una opción dada su debilidad por el acónito pero algo tenían que hacer. Apenas estaba formulando en su cabeza alguna estrategia cuando notó el cuchillo cerca de ella. —Si lo haces, tu tía morirá. Y tu amiga también—le recordó.

—Tal vez ellas no tengan la misma suerte que tú de volver—siseó. Estar tanto tiempo de pie era incómodo. Hela había estado más tiempo recostada en una plancha que de pie y sus piernas flanquearon por una fracción de segundos hasta que se recordó que no podía dar signos de debilidad frente a nadie, mucho menos a sus enemigos. Gruñó ligeramente ante la respuesta del vampiro pero ni dijo nada. —Sí tu tía y tu amiga mueren, será culpa del chupasangre. Quedará en tu consciencia, cazadora—añadió.

La hoja del cuchillo le rozaba el cuello. Cada vez más. Sus instintos le decían que debía desgarrarle la garganta pero no lo hizo. Sonrió con autosuficiencia y espero paciente.

Al final del día, Diane sabia que aquello, bien no iba a acabar para ninguno de los bandos. Ella, por desgracia, había aceptado mucho tiempo atrás que cuando llegase su momento, lo aceptaría con los brazos abiertos, pero incluso en ese momento, su sobrina iba a negarle aquello.

Y supo que en parte, ella tampoco quería morir. No todavía. Se dio cuenta de ella cuando sintió la garra de aquel lobo rodeando su cuello. Dolorida aun por la recuperación de su brazo la mujer jadeo cuando sintió las garras clavándose y las suplicas de sus amigos le rompieron el corazón.

Intento buscar la mirada de Celestine, para inspirarle algo de clama. Luego, trato de hacer lo propio con su sobina Gin pero esta, finalmente acabo cediendo—. No… Gin… no  —susurro con la garra apretando su cuello. Bien sabía que su sobrina no podría escucharla pero con su mirada, era capaz de decirlo todo.

Ella sin embargo sería la primera liberada si lo lobos aceptaban a la mayor de las lobas. Diane, presa del dolor cerró los ojos, y suspiro, ¿qué más podía hacer en esa situación? No podía permitir que la humillación fuese tal. Ni para la Armería ni para su sobrina. Sin embargo en su situación, no podía hacer más que esperar por ver que hacían con ella.

La loba se paró en seco. Ante la orden de la propia Christine y posteriormente le recordatorio de que Loki era el alfa en funciones. Pero ella estaba cansada, hastiada y molesta con toda aquella situación—. Ni siquiera cuando tu vida pende de un hilo, ¿sois capaces de ver la realidad? —preguntó molesta, calvando su mirada en Christine—. Acúsame de lo que quieras —dijo, aunque en realidad se refería a su alfa—. Y tu protégeme cuanto quieras —Aron también había recibido su enfado de refilón—. Pero deberíais aprender todos a valorar las vidas de los nuestros por encima de las leyes de la manada —finalizó.

Había expulsado toda su rabia quizás en el peor de los momentos pero con la cercanía de Aron aprecio relajarse. Sin embargo estaba cansada de todas las tonterías por las que había tenido que pasar en los últimos meses. La última vez habían perdido vidas, familiares, por estúpidas redecillas.

En definitiva, Leonore podía acabar muy mal después de todo pero teniendo en cuenta que parecía la única cuerda allí, quizás debía quitarse del camino. Nunca había desobedecido una orden, y siempre había sido leal, pero jamás se habían callado las cosas, aun después de saber cuales podían ser las consecuencias. Seguía siendo fiel y leal a los suyos, pero el corazón predominaba para ella.

Sin más que decir se limito a mirar a la que era como su hermana, desafiándola con la mirada, antes de dar la vuelta y colocarse frente a Loki—. Adelante, acaban de ceder, ¿no vas a honrar tu palabra y hacer lo mismo? —le pregunto observando a Diane. Si, puede que ella la hubiese herido pero Leonore a diferencia de los demás, no quería más muertos.

Estaba dispuesta a todo con tal de salvar a Christine, incluso a encararse con Loki y arriesgarse a ser acusada de actos que en verdad únicamente salían de un deseo persistente de recuperar a los suyos… con vida.

Lorenzo detuvo su mirada sobre Loki y asomó una sonrisa socarrona en sus labios al ver que su mano se transformaba, ¿qué demonios? De acuerdo, aquello no estaba en los planes; parecía que los lobos tenían varias sorpresas entre manos. Quizás era hora de arrancarles las manos y quitarlas del camino, ¿no era así? Allí mismo, parecía que los Lanvik llevaban las de ganar, pero aquello no era más que una ilusión; podrían llevarles la delantera, pero definitivamente aún no habían ganado.

“Basta”

El inglés mira de reojo a Gin ante sus palabras y su rostro no muestra ningún atibo de sorpresa, más bien la contempla de forma silenciosa mientras presiona el cuello de la loba en su poder. Sería tan fácil arrancarle la garganta y dejarla sobre el suelo, ahogándose en su propia sangre. —Parece que es tu día de suerte, después de todo, lindura. — susurró a Christine, maliciosamente. —Pero no lo dudes, iré por ti. — y cuando lo hiciera, no habría escapatoria.

Su mirada se movió hacia Aron, uno de los lobos que intentaba razonar y el vampiro no pudo más que enarcar una ceja. Parecía sensato, pero no había lugar para la sensatez en su mente. Aún así debía darle algunos puntos en su favor. Enzo movió su mano por el cuello de Christine y la apartó, empujándola ligeramente al frente con la otra mano que mantenía sobre su espalda. —Bien, bien, bien. Cumplan los términos de sus propias condiciones. — El vampiro dio un par de pasos al frente, volviendo sus ojos hacia aquel (Loki) que retenía a Diane. —O pondremos sobre la balanza nuestras habilidades. Libera a la mujer— ordenó con frialdad, apoyando aquellas pronunciadas por Gin. —Ya fueron humillados una vez, no querrán tentar su suerte bajo una posible segunda vez— añadió con cinismo.

Thor se mantuvo en silencio durante aquel intercambio de opiniones entre lobos y centinelas. Él estaba encargado de mantener a las dos rehenes en lugar, aunque estaban lo suficientemente debilitadas para hacer algo, nunca estaba de más ser precavido.

La situación comenzó a salirse un poco de control porque ambas partes querían liderar y claramente, solo una iba a ceder y tanto él como Loki, sabían que no serían ellos. Al escuchar a Leonore y la ordenes claras de su nuevo alfa, el lobo arqueó una ceja. — Tú más que nadie sabes lo qué pasa cuando retas a tu alfa, Leonore. Te aconsejo que te calles y obedezcas. — Ahora que Loki era el alfa, las cosas iban a mejorar en la manada, estaba seguro.

Al escuchar a la centinela (Gin) exigir primero la liberación de Diane, Thor dejó escapar una pequeña risilla y miró a Celestine. — Creo que poco vales para ellos. — Comentó con el simple hecho de sembrar cizaña. — Al final la sangre llama a la sangre, ¿no? — Se burló.

Cuando la primera de las lobas fue liberada, una sonrisa de autosuficiencia se dibujó en el rostro. Sabía que serían ellos los que cederían primero, volvió entonces su mirada a Loki: — Tú das la orden. —.

La paciencia de Loki era limitada y mentiría si dijese que no estaba esperando que le dieran una excusa para convertir el intercambio en una carnicería.

— ¿Qué parte de "los Lanvik no cedemos" todavía no entendiste? — se dirigió especialmente al blando de su sobrino. ¿En qué momento se le ocurrió a Christine que debía ser él quien se convirtiera en el alfa? —. Tú y yo ya hablaremos cuando volvamos a casa — advirtió a Leonore. Al fin y al cabo, lo había desafiado y puesto en peligro el nombre de la manada. Aquello no quedaría impune.

—Parece que comenzamos a entendernos... — se regodeó el lobo al ver la derrota en el rostro de la cazadora cuando esta dio la orden de soltar a Christine. Sin embargo, él no aflojó el agarre que ejercía sobre la mujer que se encontraba en sus manos.

— ¿Y despedirnos tan pronto de la tía Diane? — preguntó en un tono de fingida lástima —. Nah, me parece que no — se notaba que estaba disfrutando la postura de poder en la que se encontraba — ¿Quieres convertir esto en una matanza, vampirito? Porque me parece que no estás en posición — la amenaza del chupasangre no le pasó desapercibida, si por él fuera los masacraría a todos de una.

— Libera a la rubia — ordenó a Thor, dándole la señal antes de volver a enfrentarse a la cazadora —. ¿Quieres que tu tía sobreviva a esta noche? Es sencillo, suéltala — esta vez se refería a Hela. Solamente una vez que la más joven fuera liberada y se reuniera con los suyos, Loki se plantearía soltar a Diane.

Había llegado a su límite. Estaba cansada, y conocía bien a los lobos como para saber que no cederían ante aquello. Por eso, Diane estaba preparada para las consecuencias de todo aquello. Aquel lobo que la tenia cogida por el cuello, estaba acorralando a su sobrina, y Diane no lo soportaba.

¿Donde había quedado todo su entretenimiento? Sin duda si fuera cualquier otra persona, su sobrina jamás habría cedido y en ese momento Diane comprendió cuan podía llegar  a ser ella una carga. Claro que, a la inversa ocurriría lo mismo.

Como pudo, la cazadora forcejeo con aquella garra, hasta poder liberar algo de aire—. Ya… basta Gin —dijo dirigiéndose a su sobrina, con la voz entrecortada—. Esto nunca ha dependido de nosotras —añadió con el esfuerzo sobre humano que el costaba todo aquello—. Eres una Ashkore, recuérdalo —Y con estas palabras, que daba claro que Diane no que la contraria cediese.

O ninguna de las dos se lo perdonaría más tarde seguramente.

La mujer deslizó las manos hacia abajo dejando de resistirse. Estaba cansada y aquel brazo le dolía demasiado. En un intento desesperado, trato de alcanzar lo único que había llegado a robar antes de ser sacadas del lugar donde las habían tenido secuestradas.

Aprovechando que de esta forma el lobo parecía haberse despistado, tomo la daga de la parte delantera de su cinturón, escondida bajo la camisa, y clavo el afilado objeto contra la garra de aquel lobo (Loki), con la intención de liberarse de aquellas ataduras de una vez por todas.

Ataque narrativo consentido por el usuario en cuestión.

Aquella situación encendía todos sus sentidos. Y no precisamente los que normalmente la llamaban a ser una persona sumisa, tranquila y sin hacer nada. Leonore había tenido mucho en lo que pensar en las últimas semanas, y parte de todo aquello se debía a su propia naturaleza amable y angelical.

Pero acababa de desafía Loki, y habría consecuencias. Lo sabía. Y por Christine las acataría. También al había desafiado a ella, pero confiaba en que su vinculo quizás hiciese mella en la verdadera alfa de su manada. Porque no, Leonore no vería nunca a Loki como su alfa.

Cualquier otro en su lugar podía estar cohibido, ella simplemente se quedo expectante, observando, y alejándose un poco cada vez de aquella situación incomoda. Sin embargo, en cuanto aquel vampiro soltó a su hermana, algo en el corazón de Leonore se volvió de neuvo en contra de sus instintos más básicos.

Había cumplido asique ahora si podía acercarse a recibir a Christine, a quien se apresuro a recibir en sus brazos—. Chris... —susurró su nombre casi como si de una súplica se tratase—. Lo siento —añadió apartando un mechón de su rostro. ¿Qué sentía exactamente? ¿Haberse revelado, encarado al alfa? ¿No haber podido ayudarla como ayudo a Loki?

Leonore había demostrado su lealtad en muchas ocasiones, empezando por sacar  a Loki del lugar donde atacaron en lugar de elegir sacar a su hermana de allí. Todo lo que había hecho tenía que valer algo. O al menos eso pensaba ella. Sin embargo no había tiempo para aquello, y al parecer para nada más. Todo estaba apunto de torcerse, pero ella, no se dio cuenta.