Parecía que hablar sobre el aspecto de aquel hombre se había convertido en la atracción favorita de quienes se encontraban alrededor del mismo.  Entre las presentes había más de una con la que no tendría problemas en dedicar algo más de mi tiempo. Como aquella que se unió a la "fiesta" de quien enfada más al vampiro "Destructor". Curioso nombre. Creo que alguna vez había oído hablar de él, pero no solía hacer demasiado caso a quienes no me interesaban.

- Ten cuidado con tus palabras, no vaya a ser que al final termines por replantearte tus gustos. - Le guiñé un ojo a aquel vampiro, Mikael, antes de apoyarme en aquella barra mientras disfrutaba de aquel espectáculo.  Solo imaginarme en la cara de aquel hombre si el contrario se presentaba vestido de mujer... diversión asegurada. Por si no hubiese suficiente ya allí.

- Creo que la mayoría nos valemos de algo más que de nuestra "belleza". Solo considéralo un plus, ojiisan. - Usé el japonés exprofeso mientras tendía mi  copa hacia él [Mikael] en un saludo del todo agradable antes de volver a perder mi mirada unos segundos en lo que sucedía al rededor. Mujeres guapas, cupcake extraños de esos que nunca debes tomar en una fiesta por que, oh sorpresa, probablemente lleven drogas, gente emocionada... Un poco de todo.

Oh, mira, hasta me había salido un admirador.[Gideon] - ¿Me vas a dar una oportunidad? - Moví mi copa frente a mis labios, observándole por encima de esta, antes de dar un sorbo a la misma sin apartar mi vista del contrario. - Solo por ser tú te lo diré. - Le guiñé un ojo y me enderecé un poco. - Puedes llamarme Mel. - Usé mi mano libre para pasearla con delicadeza por mi pelo antes de apartarlo. - ¿Y tu eres? - Una joven victima de los cupcakes por lo que podía observar.

El vampiro no dudó ni un solo segundo en tomar la tarjeta que la rubia (Grethel) le tendió y guardarla a buen recaudo en el bolsillo trasero de su pantalón. Tendría en cuenta aquella tienda para futuras fiestas y otras ocasiones.

La fiesta, aun hacer poco que había empezado, ya se había desfasado. Parecía ser que los chupitos y los cupcakes habían ayudado a ello. En su gran mayoría, los asistentes se encontraban riendo por cualquier tontería y metiéndose con aquel señor mayor (Mikael), lo cual le hizo cierta gracia. Parecía un cascarrabias de manual lo cual instaba a los demás a seguir molestándolo. Y como no, él no iba a ser menos. — Señor, no se si debería abusar de tanto azúcar. No queremos que le de un coma diabético. — Zéphyr tomó un cupcake de la misma bandeja que él, sin pensar si aquellos eran igual que los anteriores o si traían una sorpresa en el interior.

Disfrutó de aquel bocado observando lo que sucedía a su alrededor. Todos parecían disfrutar, pero la joven con la que había hablado solo llegar se había apartado un poco del grupo. Sin dudarlo, fue a por ella. — Señorita, ¿me acompañaría en este baile? — le preguntó, aunque sin esperar respuesta la tomó de la mano y la sacó a bailar al son de la música que sonaba. Zéphyr no controlaba mucho los bailes actuales, se había quedado un poco atascado en los años 50 y todo lo que le precedía, por lo que a lo más estilo Grease intentó animar a disfrutar de la fiesta a aquella muchacha.

¿Qué llevaba el cupcake de Zéphyr?

0- 25%: Es de sangre todo sigue bien
50- 75%: ¡Oh, es de Burbon! Parece que el vampiro empieza a ir con el puntillo.
100%: ¿Qué es eso? ¿Se come? Zéphyr nunca ha probado la Maria y tal vez será la última.

No dejaba de sorprenderle el modo en que muchos de los allí presentes trataban a Mikael, hubiese esperado algo más de "respeto" por el destructor, pero imaginaba que el original tampoco iba a montar una masacre en la fiesta por nimiedades como esa.

Estaba bebiendo de su copa tranquilamente cuando el chico con el que había hablado (Zephyr) se acercó a ella de nuevo. Cuando le pidió aquello del baile contuvo una sonrisita ¿Quién invitaba a alguien así a bailar en 2012?
Aun así iba a aceptar, le parecía alguien curioso e interesante, pero antes de que pudiese responder ya sintió como tiraba de ella y se bebió de un trago la copa dejándola en la barra antes de que la arrastrase casi hasta la pista de baile.

La fiesta empezaba a descontrolarse, podía verlo a su alrededor, siempre estaba "en guardia", pero divertirse un poco no estaría de más. Así que dejó de lado todos esos pensamientos y simplemente se dejó llevar sin contener una risa al ver el baile del vampiro. - ¿Cuántos años tienes? - Preguntó con cierto tono divertido haciendo una pequeña mueca.

—¡ESO ES, HASTA EL FONDO!.— Exclamó divertida mientras imitaba a la mujer subida en la barra. Un hombre llegó a hablar con ella y se presentó cómo Mikael, casi no le dio tiempo a responder cuándo un jóven se les acercó insinuándose a todos. La rubia alzó una ceja, divertida, pero decidió centrarse en el tal Mikael—No tengo el gusto de conocerle, soy Nylsine.— Le saludó con una pequeña sonrisa, y luego se acercó a susurrarle.—En su defensa diré que más que mayor lo considero un daddy material pero supongo que hay gente que no sabe apreciar eso.— Y con todo el descaro del mundo le guiña un ojo, dirigiéndose de nuevo a la mujer que nombraron cómo Katherine.—¿Acaso importa lo que hayamos bebido? Espera que voy a por más.— Le dijo, mientras se bajaba de la barra, sin embargo pasó cerca del rubio (Gideon) antes de encaminarse a por las copas.—Si sigues disponible al final de esta noche, búscame.— Le acarició el brazo suavemente mientras partía a por más bebida. Aunque algo la distrajo en el camino, una mujer rubia (Grethel) prometía cupcakes con magia, y la policía no pudo negarse a desinhibirse.—Qué amable de tu parte traerlos. ¿Puedo coger uno?.— Pregunto a modo cortés antes de tomar uno y darle un bocado bien grande.

1. ¿Lleva María el cupcake de Nylsine?
Acierto: Sí.
Fallo: No.

2. Si lleva maría, ¿cómo le afecta?
0: Casi ni lo nota.
25: Le dan ganas de beber cómo una cosaca.
50: Se sube encima de la barra a bailar medio haciendo un striptease.
75: Le da por intentar besar en los morros a todo el mundo.
100: Recuerda a su hermano de repente y se pone a llorar desconsolada.

—Un placer, Nylsine; soy Katherine. ¿Te unes a nosotros? ¡Hoy es un gran día!—Katherine está por completo extasiada. No es para menos: no todos los días acaba en el hoyo el hombre que te ha destrozado la vida—. Ah, vamos Mikael, no seas tan gruñón. ¡Es una fiesta! ¿Qué mejor momento para desmelenarse un poco?—Y sinceramente, es probable que Katherine se esté tomando la libertad de mostrarse tan dicharachera con todos —especialmente con el Destructor—, porque ya ha bebido algunos chupitos de más.

Sobra decir que ese cupcake tampoco ha ayudado mucho, pero es pronto para que ella lo sepa. —Oh, eres un encanto.—Le dice a la chica de los cupcakes (Grethel)—. Naturales, en realidad. Alguna vez me ha tocado alisarme el pelo, pero no me favorece demasiado.—¿Cómo iba a verse favorecida, si solía hacerlo para hacerse ver como Elena Gilbert?—. Por cierto, tienes que pasarme la receta. Está riquísimo.—Le dice, zarandeando lo que queda del cupcake.

Los ingredientes especiales ya están haciendo su magia.

—Espera... ¿estuviste allí?—Katherine observa con sorpresa a Lilith—. Hace falta valor.—Y sin duda, la hereje lo tiene. Por supuesto, la vampiresa estuvo a distancia bastante prudencial de la pelea —unos cuatro o cinco kilómetros más o menos—. ¿Y cómo... cómo fue? ¿Suplicó? Quiero los detalles.—Nada más morboso que conocer en primicia los datos sobre la muerte de tu archienemigo—. Circe, qué encanto.—Añade, saludando a la novia de su amiga: una belleza rubia y explosiva—. ¿Dónde la tenías escondida, Lilith? No me habías hablado de ella.—¿Quizá llevan poco tiempo juntas?—. Hacéis una bonita pareja.

En aquel momento, Nylsine regresa con los chupitos y una mujer junto a la barra (Yvette), los anima a todos a brindar por la muerte del tirano. —¡Eso es! ¡Salud a todos!—Les dice, repartiendo algunos chupitos entre los clientes del local con los que se va cruzando.

El cupcake que se llevó a la boca – para su fortuna – únicamente tenía alcohol. Algo que agradeció porque a juzgar por el comportamiento del resto, algunos de ellos tenían sorpresas. Su mirada recorrió a los presentes, notando los distintos efectos que aquellos panecillos tenían en su interior. La presencia de Circe a su lado, le hizo sonreír ampliamente. —No podia decirle que no a esa carita—la tomó por el mentón y le dio un pequeño beso cariñoso. Se sentía afortunada de tenerla a su lado.

Sonrió con diversión cuando su novia se dirigió al vampiro original y le hizo saber que le respetaba. Cuando volvió a centrar su atención en ella, Lilith le guiñó un ojo con picardía. —Nada nos pasará por probar, hoy es un día para festejar—respondió alegremente. Puso los ojos en blanco. —Ya, no digas nada—dibujó una pequeña mueca, pero se mostró de bien humor. Lilith giró la cabeza hacia Katherine y asintió.

—Sí, en primera fila—asintió—Tuvimos que retener a los hermanos para que no intervinieran—comenzó a decirle—Te dije que mi condición nos serviría de algo—rio un poco—En realidad, Oliver lo tomó por sorpresa. No tuvo tiempo de decir nada, pero había miedo en sus ojos—se deleitó con el recuerdo—No sabes lo bien que se sintió presenciarlo—finalizó.

Ante la pregunta, se relamió los labios. —Tenía que protegerla, hasta estar seguros de que lo conseguiríamos—le dijo—Gracias—había sinceridad en sus palabras. Abrazó a Circe con cariño y recargó su cabeza en su hombro, aceptando la ronda de chupitos. —¡Salud!—se unió al brindis con emoción y se bebió el contenido de la copita.

Aquel último cupcake había tenido un sabor un tanto distinto al anterior. Tras ingerirlo, con el paso de los minutos, el vampiro pudo notar como una extraña alegría irradiaba de su ser, algo nunca visto desde hacía algunos siglos. Invadido por este sentimiento de euforia y júbilo, sacó sin dudar ni un segundo a una de las invitadas a bailar. Se lo estaba pasando en grande, más de lo que hacía muchas décadas que no hacía.

— ¿Qué edad prefieres saber? ¿La de verdad o la de mentida? — preguntó Zéphyr habiendo perdido ya, debido a cierto estupefaciente, todo sentido de cortesía que usualmente lo caracterizaba. — Para quedar bien diremos que tengo 22, pero tengo unos cuantos más. No tantos como el viejo de allí (Mikael) o la borracha de allá (Katherine), pero unos cuantos cientos más. — El vampiro hablaba por los descosidos, incapaz de controlar la información que dejaba ir. Usualmente habría tenido un poco más de cuidado con qué decía y qué no, pero su consciencia en aquellos instantes se estaba dando unas buenas y merecidas vacaciones en el limbo.

— ¿Y tu, mon chéri? Pareces joven y estar viviendo la flor de la vida. — preguntó con su marcado acento francés. Tomó con fuerza la mano de la joven para hacerla girar encima de si misma y tras aquello seguir con aquel baile frenético hasta que el dolor de pies los matara o el vampiro se desplomara si volvía a ingerir una de aquellos cupcakes con sorpresa. Aun se desconocía cual de las dos opciones sería la vencedora. — Y no comprendo que hace alguien como tu en la fiesta del día de la muerte de ese tal Klaus o como se llamara. — Aunque los motivos del vampiro si que eran inexistentes. Se había colado de mala gana y había terminado colocado. Todo un éxito.

Dejando a un lado sus preocupaciones, quiso centrarse en aquella fiesta y de un momento a otro, había acabado entablando conversación con uno de los invitados, al que le acabó cediendo el cupcake que iba para ella.

— ¡Oh, gracias! — al final, acabó aceptando el dulce que este eligió para ella —. Uh... Fiarme de ti, ¿Eh? Bueno, a simple vista pareces decente y tienes cara de majo. Vas por el buen camino — concedió, aceptando el obsequio por parte de este — Pat, ¿Eh? Yo soy Annabelle, pero puedes llamarme Anna — se presentó también, dedicándole una sonrisa — De acuerdo, 3... 2... 1 y medio... 2 y cuarto... 1... ¡Ya! — pronunció antes de llevarse el cupcake a la boca para morderlo. El sabor era delicioso, aunque no era de los que contenía sangre, ni tampoco detectó gusto a alcohol... Por lo que no quedaban muchas opciones.

— Creo que la fiesta va a ponerse divertida de un momento a otro — no pudo evitar reír, mirando a su nuevo amigo —. ¿Eres de aquí de NOLA? — le preguntó, haciéndose oír sobre el volumen de la música y la fiesta.

Mikael no puede creer ni lo que ve, ni lo que escucha. Parece que los jóvenes no le tienen ningún respeto, excepto por Lilith y Nylsine a la que, por cierto, no duda en mirar un poco descaradamente de arriba a abajo. Las técnicas de ligar no han cambiado con los años por muy mayor que lo crean—. Desde luego la experiencia la tengo, preciosa. —Un descarado. A estas alturas de su vida ya no le importa la vergüenza y, mucho menos, el decoro. Lo llaman El Destructor por algo, y no solo porque mata a todo los vampiros que ve a su paso. También destruye... otras cosas.

Pone los ojos en blanco y gruñe hacia el joven que decide aguarle la fiesta—. Sí, sí, muchas gracias por tu preocupación. Cuidado por dónde caminas estos días vaya ser que me encuentres desprevenido en un callejón y no te apetecerá tener un encuentro conmigo. —La palmada que le da en la espalda es mucho más fuerte de la que debe ser, incluyendo un apretón en su hombro que también es fuerte, hundiendo los dedos en el hueso. Si no ha montado una escenita es porque está de celebración y no de canguro.

Pero ojalá hubiera habido una masacre ahí mismo.

—Vale Katherine. Gracias por la fiesta. Ah, y ya nos veremos. Eso te lo aseguro. —No es una advertencia, ni una amenaza. Es un... ¿aviso? Mikael decide abandonar el lugar mirando a Melea tras escuchar el comentario pero decidiendo ignorarlo. No está de humor como para aguantar más tonterías de niños que no saben lo que se traen entre manos el 100% del tiempo.

Y Mikael ni perdona ni olvida. Tiene a la mayoría de ellos en su lista negra. Ya pueden ir rezando a lo que crean para que no se les aparezca de noche.

Notó el sabor de hierba en el primer mordisco que le dio al cupcake y esbozó una sonrisa agradecido, una fiesta no era buena si no se disponía de cosas como aquella y aunque no era muy asiduo a drogarse, tampoco es algo a lo que decía que no.

Volvió a prestar atención a la conversación con la chica rubia, adoptando una postura coqueta. Podía entrever que también se trataba de otra como los suyos y era bien sabido que las relaciones entre ellos llegaban a ser... plenamente satisfactorias. —Mel...—Saboreó el nombre a la par que lo decía y después le dio un trago a su copa.—Yo me llamo Gideon pero puedes llamarme pa' lo que quieras. —Típica frase de cuñao que le solía venir bien a veces aunque no sabía si con la contraria sería tan fácil.

En ese momento, una caricia en el brazo llama su atención y gira la cabeza, viendo que la dueña de aquel gesto era la rubia (Nylsine) que había encontrado bailando sobre la barra. Le hizo un gesto con la cabeza y con una sonrisa picara en el rostro. No se iba a ir de allí con las manos vacías parecía ser.

El viejo (Mikael) al que habían llamado destripador se estaba dirigiendo hacia la puerta, dando por terminada la fiesta para él. Era una pena, porque le hubiese gustado hablar más tiempo con él. Y sin vergüenza ninguna, decidió despedirse de él a lo grande. —¡Hasta luego, viejales! Espero verte pronto. —Y no morir en el intento.

Una de las chicas (Nylsine) se acercó a ella para preguntar si podía coger uno de sus bollitos y esbozó una sonrisa, que bien podía parecer maléfica.—¡Coge los que quieras! Hay para repetir y tripetir, bonita. —Le contestó antes de volver a la conversación tan interesante sobre el pelo de otra de las presentes (Kat).

—La receta...—Se quedó pensativa a la vez que daba toquecitos en su barbilla con el dedo índice. ¿Por qué debía hacerlo? ¿A caso era amiga suya? ¿O intentaba quedarse con su empresa? Sacudió la cabeza intentando desviar esos pensamientos.— Es una receta de mi tía abuela, que en paz descanse. Pero puedo suministrarte más por un módico precio.

Aprovechando que la mayoría había caído en sus cupcakes, aprovechó para subirse ella ahora a la barra del bar.—¡Hola a todos! —Carraspeó y miró a todos los presentes. Era su momento de incautación de miembros, pero no del cuerpo, si no miembros para su secta.— ¿Alguna vez han escuchado de DragYisus?

Aquella respuesta de aquel vampiro [gideon] me trajo a la memoria algunos recuerdos, variables, divertidos,...Y nunca estaba de más seguirles un poco el juego, aunque fuese solo por divertirse un poco. - Es una oferta a tener en cuenta. - en un movimiento alcé ambas cejas antes de señalarle con el vaso de chupito que llevaba en las manos y vaciarlo de un solo sorbo.

Tiempo que una rubia [Nylsine] pareció aprovechar para llamar la atención de aquel chico [Gideon]. Aproveché ese instante para dejar que mi mirada viajase veloz por todo el cuerpo contrario. Nada mal, no, nada mal. Casi, me apetecía tenerlo para mí sola.

Aunque quien parecía estar solo era aquel "Destructor", el cual se marcha entre enfados y gestos que poco iban a ganar en su favor. - Creo que nos hemos pasado con él. - Dejo escapar una pequeña risa y me incorporo separándome de aquella barra. - Un regalo. - Saqué una pequeña tarjeta con mi número y se la tendí al vampiro [Gideon]. - Y como consejo gratuito.. - Me acerqué a él y pasé un brazo por sus hombros. - Deberías seguir a esa rubia antes de que me adelante... un cuerpo así no se desaprovecha. - Le guiñe un ojo y me separé de él buscando en quien dejar caer mi atención.

Que maldito muermo, tener que fingir era "amable", uff, estaba siendo un auténtico coñazo por eso comentarios como el referente al señor con ciertos años a su espalda pesándoles (Mikael) eran su propio método de diversión, ¿alguien podía culparla por querer aportar algo de diversión a aquella celebración con ciertos comentarios enriquecedores? Nah y si alguien tenía algo que decirle no es como si Yvette fuera alguien que se echase atrás por mucho que el peligro fuese inminente.

Sin embargo había algo que debía de recordar, estaba allí por si acaso podía conseguir algo de información que pudiese resultar de provecho, no, su trabajo no era siempre el mejor pero muchas veces podía conseguir hacerlo divertido y además tenía chupitos gratis, quizá debiera de centrarse en las cosas buenas que aquello le podía traer como el poder beber sin tener que pagar por ello.

-¡Esa es la actitud! A ver si consigues animar a los demás para que luzcan algo más...-hizo una pausa, ignoraba cuántos vampiros había allí así que para evitar que se le echasen encima hizo una pausa eligiendo bien sus palabras, era temeraria aunque no suicida-a tono con la fiesta, ¡salud!-eligió finalmente con una fingida sonrisa tomando otro chupito sólo para escuchar cómo otra chica (Grethel) hablaba sobre algo que desconocía-¿DragYisus?-cuestionó confusa mientras ladeaba la cabeza-No me suena, ¿de quién se trata?-se interesó la bastet observando a la contraria con algo de curiosidad.