Ante la pregunta de la contraria el chico puso su mejor carita inocente, es decir, no tenía la menor idea de lo que habría allí dentro pero para él al menos eso era lo justo y usaría sus mejores tácticas para convencer a la contraria de ello fuese cual fuese el resultado de aquello.

-Te aseguro que nadie te tratará tan bien como yo-mencionó con una sonrisa-si se me conoce por algo en Nueva Orleans es por mis modales y-hizo una pausa aun con esa carita angelical aunque esta vez con una pequeña sonrisa juguetona-por lo bien que trato a las chicas-añadió de forma juguetona, no tenía realmente intenciones románticas con ella, simplemente era Pat siendo Pat-Encantado, me quedo con Anna entonces, bonito nombre-le dedicó.

Finalmente aceptó su oferta por lo que, a su cuenta, se llevó el cupcake a la boca, por su parte no lo mordisqueó mucho sino que se lo llevó entero notando... cierto regustillo mientras se lo tragaba tras haberlo saboreado un poco-¡Buff! Ya lo creo que sí-fue su respuesta al sentir aquello-Ah, sí, nací aquí, he vivido aquí toda mi vida-respondió Pat con una sonrisa-¿Qué hay de ti? Creo que no te he visto por aquí antes, me acordaría-se interesó-Oh, por cierto, ¿bailas? Podemos seguir la conversación mientras-ofreció, al menos si aquello le subía que fuera mientras se divertía, además parecía haber hecho una nueva amiga.

Se estaba terminando ya una botella él solito, y es que Dexter era un peligro cuando se le dejaba solo junto a una fuente de alcohol; se convertía en una destilería con patas.

—We will, we wiiiill ROCK YOU —empezó a gritar, intentando afinar, la canción que estaba sonando, acercándose a un grupo aleatorio y tomando un pastelito de aspecto apetecible de una bandeja— ¿Pero esto qué es? —le preguntó a una chica alta, morena y de aspecto intimidante (Yvette)— Huele a... ¡Bah! Qué más da —se lo comió de un mordisco, esperando algún efecto inmediato más allá de aquel sabor a azúcar en su lengua y... Oh.

—¿Pasas? Oh, chert voz'mi*, qué asco —nunca le habían gustado, así que escupió al suelo procurando no acertar en los zapatos de ningún presente, aunque tampoco es que le hubiera importado demasiado— ¿Quién es Dragyisus? Suena a bailarín de striptease. Dime que va a haber bailarines —se dirigió a Grethel, porque aquello que estaban haciendo en la barra unas locuelas no contaba como espectáculo.

*Chert voz'mi: "Maldita sea" en ruso.

¿Qué lleva el cupcake?
0, 25: Pasas, no le gustan nada así que lo escupe.
50: Sangre fresquita, ñam ñam.
75-100: Una buena dosis de maría.

—¡Nos vemos, Mikael!—En realidad, Katherine no tiene del todo claro que estuviese cómoda encontrándose con el Destructor en cualquier otra situación, pero está demasiado ebria o eufórica como para darle importancia en estos momentos—. Qué mal humor.—Le comenta a Lilith en voz baja—. Creí que le haría más ilusión que Klaus hubiera estirado la pata.

El relato que Lilith tiene sobre lo ocurrido la noche en la que Klaus murió, la atrapa durante algunos instantes. —Ese Oliver... —chasquea la lengua—. No habría puesto la mano en el fuego por él—ni por él, ni por nadie—, pero a veces, hay que hacer un acto de fe. Te seré sincera, Lilith. —le dice entonces, concediendo a su discurso cierto punto de incertidumbre—: Yo le hice llegar esa daga de roble blanco. ¡De nada, Nueva Orleans!—Por supuesto, no esperaba ningún reconocimiento por ello. Se conformaba con que todo hubiera salido bien.

—Oh, querida, si el precio es módico, vamos a ser grandes amigas.—La rubia (Grethel) en aquel momento alza la voz para hacerles a todos los presentes una interesante pregunta—. ¿Drag... qué?—Por desgracia, y aunque los asistentes a la fiesta aún no pueden saberlo, el jocoso ambiente está a punto de cambiar drásticamente...

Vale, se lo estaba vendiendo demasiado bien. Ya solo por eso se merecía que le diera la oportunidad y que confiara en él... ¡Y eso hizo! Total, hubiera lo que hubiera en el cupcake, no iba a matarla... A no ser que fuera veneno de licántropo, claro...

Pero no, era algo más... Natural.

— Así que te has criado aquí... Interesante — concedió la vampiresa, asintiendo con la cabeza —. Yo llevo aquí un año. Aunque no suelo quedarme durante mucho tiempo fijo, ya que viajo. — concretamente, a Mystic Falls, aunque las temporadas más largas las pasaba allí —. Pero no he pisado mucho el Barrio Francés porque... Bueno, ya sabes... — rodó los ojos, si Klaus la hubiera descubierto de nuevo por allí, la habría decapitado sin lugar a dudas.

— ¡Venga, vamos! — aceptó la invitación del contrario, tirando de él super dispuesta a darlo todo en la pista de baile, sin embargo, el que uno de los tipos más raritos de la fiesta (Dexter) le escupiera en las botas no le hizo tanta gracia —. Eh, tío. Que las compré esta tarde para la fiesta. Podrías tener más cuidado — le recriminó al rubio de bote, aunque a este parecía darle igual y para ser sinceros... A ella también se lo daría en cinco minutos, cuando el contenido del cupcake empezara a hacer su efecto.

''La venganza es un plato que se sirve frio''.

Así como perpetuar su venganza contra de Qetsiyah le llevó tres mil años, Katherine no estaba eximida de su propio castigo por atentar contra lo que el Inmortal consideraba : Lo más importante para él.

... Es por eso que espero en momento justo, para hacer acto de presencia delante de ella.

Aquel bar parecía animado, un clima bastante jocoso, lo cual lo hacía aún más divertido para el retorcido Inmortal… Después de todo, lo que más quería en esos momentos era quebrar toda esa felicidad obtenida tras la muerte del original y reemplazarla por el más puro terror.

A paso lento ingreso al establecimiento, sin privarse de contemplar cada una de las caras partícipes de la fiesta; Muchas que sin duda, caerían en burdas comparaciones al confundirlo con una de sus réplicas.

Sigiloso, tras dar con la persona que buscaba, avanzó en dirección a la barra— Katherine… —Siseo aparentemente inofensivo, ignorando abiertamente a las personas que acompañaban a la vampiresa. La atención de Silas estaba enfocada completamente en la mujer que compartía rostro con su adorada Amara.

¿Cuánto tardaría en comprender que quien yacía delante no era Stefan?... Quizás por el aire amenazante y la mirada cargada de veneno, a pesar de que una sonrisa le coronaba el rostro, Katherine se percataría rápido de quien era él en verdad— Creo tenemos una platica pendiente. ¿No lo crees? —Tras ubicarse contra la barra, inclinó un poco el cuerpo para poder apoyar uno de los brazos sobre la misma.

Hora de jugar...

Por unos segundos la bastet observó con una sonrisa divertida al chico que cantaba (Dexter), menudo rarito pero era el tipo de persona que te agrada encontrar en una fiesta porque o la anima o consigues echarte unas risas a su costa y para Yvette era lo segundo.

-Cupcakes, ¿quieres uno?-le respondió al contrario con una sonrisa traviesa bailando en sus labios mientras observaba al contrario, le llamaban la atención pero no sería ella quien probara suerte en aquel juego de azar a ver qué le tocaba aunque Yvette era una agente del caos y por ello alentaría a quien fuera para que tomase parte de aquello-Vaya, cuanto odio por los frutos secos-mencionó ante su actitud tras encontrar pasas en su cupcake aunque se fijó en algo-¿Ruso?-quiso corroborar pues no, no es que hablase el idioma pero lo había reconocido.

Si algo de los presentes llamó su atención tras aquello fueron las palabras de una de las chicas, la que parecía haber montado todo aquello (Katherine) y su frase admitiendo ser quien le había entregado el arma que mató al original fue lo que Yvette recordaría más destacable de aquella fiesta, quizá esa información pudiese ser útil si la vendiera al mejor postor, ¿lo sabría Marcel? ¿Le sería útil saberlo? Quizá, sólo quizá pero eso era algo que la bastet se encargaría de hacerle llegar al vampiro pero primero necesitaba su nombre así que abordó a una chica (Annabelle) que iba con otro chico-Oye, ¿sabes cómo se llama aquella chica? Es la monda, necesito saber su nombre para la próxima que necesite armar una fiesta-se interesó con una sonrisa en el rostro fingiendo estar borracha con una copa en la mano pero lo cierto es que no, Yvette estaba mucho más sobria de lo que dejaba ver.

-Eso es, soy natural de Nueva Orleans, certificado de calidad-bromeó Pat con una gran sonrisa en sus labios, vale, quizá la combinación de chupitos con lo que acababa de ingerir comenzaba a hacer ciertos estragos en su sistema pero tampoco es como si le importara mucho-Ah, así que sueles moverte, ¿por trabajo?-se interesó el brujo-Oh... OH-debido a todo lo que llevaba encima casi que se le costó unir los puntos-¿Has tenido problemas también con él?-preguntó sin andarse con rodeos, le llamaba la atención que temiera al híbrido original  aun sin ser de NOLA.

Ante el tirón de la contraria no dudó en seguirla hacia la pista de baile con una sonrisa al ver que aceptaba su propuesta de baile, últimamente todas las chicas que le habían sacado a bailar cuando iba  de fiesta tenían ciertas intenciones ocultas que dejaban entrever cuando lo tenían agarrado y era bastante agradable no tener que lidiar con aquello por una noche.

-¿Ese color de pelo es normal?-le preguntó al contrario (Dexter)-¿O es algún tipo de tinte extraño?-cuestionó Pat achicando los ojos mientras observaba al contrario algo distraído, juraría que se sentía bastante raro-¿Usas laca o gomina?-volvió a preguntar.

— Supongo que la mayoría de los que estamos aquí hemos tenido algún problema con Klaus, por eso festejamos su muerte — a no ser que solo hubieran ido por la barra libre, que en su caso por ejemplo era un 50/50 — Pero ya no puede hacernos nada. Al menos él no — aún quedaba la familia del híbrido, aunque esa noche no quería calentarse la cabeza con eso.

Iba a pasárselo bien, a beber y a bailar hasta el amanecer... O esa era su intención hasta que el rubio oxigenado le escupió en las botas.

— ¿Vas a teñirte de rubio, PatPat? — por alguna extraña razón, le hizo mucha gracia el apodo del contrario y no dudó en alzar la mano para darle unos toquecitos con su palma en la cabeza —. PatPat — repitió, sin poder reprimir la risa porque encima se estaba imaginando a su nuevo amigo de rubio.

— ¿Qué chica? — le preguntó a la mujer que la abordó (Yvette) todavía en medio de aquel ataque de risa —. ¿Tú también quieres bailar? — ya se había olvidado del ataque de las nueces hacia sus botas, por lo que señaló al vampiro rubio —. Tú también, a la pista de baile — se giró hacia Katherine para invitarla también y fue entonces cuando reparó de que la vampiresa se encontraba acompañada por alguien que conocía muy bien.

— ¡Stefan! — chilló al reconocer la cara de su amigo, alzando el brazo para llamar su atención mientras se acercaba a donde estaba el que creía que era el vampiro.

—¿Stefan?—La vampiresa sonríe ladina al descubrir al menor de los Salvatore en la fiesta—. Al final has decidido venir y comprobar por ti mismo de qué va todo esto.—Hace unos días, Stefan la descubrió tras una de sus interminables fiestas y tuvieron una conversación al respecto. Sobra decir que el vampiro seguía reticente tras lo sucedido con la pobre Elena Gilbert.

Pero en la expresión de aquel Stefan, no hay rastro del rencor que observó días atrás.

Sí puede percibir, sin embargo, un matiz siniestro en sus facciones... pero tiene tanto alcohol —y otras sustancias— en su sistema, que en un primer momento, no le da importancia. —¿Cómo dices...?—Cómo habla, cómo se mueve... La euforia de la noche le impide llegar a tiempo a la conclusión más evidente.

Hay varias personas que tienen aquel mismo rostro: el rostro de una réplica. Y, hace no tanto tiempo, Katherine desafió abiertamente al más peligroso de todos ellos...

—Silas.—El vaso de chupito que sostiene entre los dedos se le resbala hasta impactar contra el suelo, haciéndose añicos.

—Fuera todo el mundo. ¡FUERA TODO EL MUNDO!—La voz de Katherine se alza lo suficiente como para que los camareros del bar, sometidos a sus órdenes y su compulsión, apaguen la música—. ¿Es que no me habéis oído? ¡SE ACABÓ LA FIESTA!—Claro que para Silas, la fiesta sólo acaba de empezar.

Y Katherine será el divertimento principal.

Pasas. Sin duda su peor enemigo, ni los cazadores de vampiros podían llegarle a la suela de los zapatos. Hablando de zapatos, las había escupido en los de una desconocida que no tardó en increparle.

—Ahora están más bonitas, las pasas le dan un toque. Lo sé. De nada —sonrió con malicia a la morena (Annabelle), atrayendo su atención otra mujer que no se cortó en estudiar con la mirada de forma un poco descarada (Yvette)—. Sí, ruso. Tenemos muchos talentos, podría enseñarte alguno —aquel burdo intento de ligar probablemente fuera a caer en saco roto, pero Dexter lo superaría.

—¿Que si es normal? ¿Mi pelo? ¿Te estás metiendo con mi pelo? —entrecerró los ojos hacia aquel muchacho (Patrick) que parecía llevar una buena melopea encima— Es gomina, hombre. Yo inventé esa moda, y te aseguró que volverá —agregó con orgullo, y es que el vampiro se ofendía rápidamente cuando mencionaban algo referente a su estilismo.

Casi parecía que se iba a ir de la fiesta sin nada que contarle a Aurora, cuando la protagonista de la misma (Katherine) comenzó a dar gritos que reflejaban terror. Ivanov sorteó a la multitud que comenzaba a marcharse, fijándose bien en la persona que estaba junto a la mujer, memorizando sus rasgos y aquella sonrisa siniestra. Debía averiguar quién era, pero todo indicaba que lo mejor por el momento, por su propia seguridad, era marcharse junto al resto.

Tras darle aquel consejo a aquel chico había decidido buscar mi propia diversión aquella noche. Algo bastante sencillo si teníamos en cuenta el ambiente que había empezado a dominar aquella fiesta, un ambiente que me recordaba a algunos ocurridos hace siglos. Lugares donde las normas quedaban perdidas en una fina línea que se entremezclaba con el placer y la locura.

Tomé con delicadeza una nueva copa y me pasee entre la gente hasta que mis ojos se detuvieron en el bonito cuerpo de una mujer que parecía demasiado aburrida junto a un grupo de gente. La sonrisa torcida y descarada volvió a aparecer en mis labios, me acerqué a ella con tranquilidad y las palabras empezaron a surgir de mis labios como pequeñas pinceladas que iban creando una imagen a la que no podría decirme que no.

Y no lo hizo, no al menos ella. Pues quien parecía la dueña de la fiesta [Kathrine] debió encontrarse con el mismo diablo cuando mandó apagar la música y terminar con aquella fiesta. Una pena... habría que trasladar la misma a otro lugar. - Por que no vienes conmigo y nos divertimos de verdad? La noche aún es joven no crees? - Mordisquee la oreja de aquella chica antes de que esta asintiese. La tomé de la mano y tiré de ella de forma casual antes de salir de allí en una maravillosa compañía. Por que si, la noche es joven y los problemas se los dejaba a aquella mujer de pelo maravilloso [Katherine]

Por unos segundos se quedó mirando al contrario con una ceja enarcada, no estaba segura de si estaba ligando con ella o es que simplemente era... así, así de rarito quería decir por supuesto pero le hizo gracia así que decidió seguirle el rollo a ver cuál era su respuesta-Ah, ¿sí?-respondió de manera seductora mientras ladeaba la cabeza hablando con el contrario (Dexter)-¿Y cuáles son esos talentos que tengo por descubrir?-preguntó con una media sonrisa esperando por su respuesta.

Sin embargo el intentar encontrar el nombre de la contraria fue algo infructuoso, tampoco es que le preocupase mucho, ya se enteraría por ahí sólo recordaría la pieza de información que realmente le importaba y era la parte en la que había sido la intermediaria del arma que acabó con la vida del híbrido original-La chica de la barra, esa que parece estar tan bien acompañada por el tipo de la mandíbula cuadrada, la de los rizos de vértigo-intentó describirla de algún modo al a chica (Annabelle) a ver si así conseguía que le respondiera con la pieza de información que necesitaba saber aunque por su estado no parecía ser una tarea precisamente fácil.

-Oh, no yo no soy mucho de bailar-le respondió a la chica, sería después que escucharía a aquella de quien buscaba su identidad bramar para que todos salieran del lugar, ¿qué pasaba? Al parecer le urgía despejar la estancia por algún motivo, la presencia del nuevo visitante y luego los echaba, ¿estarían relacionados? Era algo que Yvette no se quedaría para descubrir-Vamos, ruso, si quieres podemos tomarnos un par de copas en un lugar cercano que conozco-ofreció la bastet al rubio (Dexter) mientras lo sacaba de allí con ella, quizá saber más sobre quién era este le viniera bien y todo.

La fiesta se desarrollaba sin contratiempos, más los causados por el alcohol y los cupcakes sorpresa, pero aquello ya era otra historia. Se lo estaba pasando en grande, como hacía tiempo que no lo hacía. Aquella chica era muy simpática (Mia), por lo que disfrutó de su compañía el tiempo que duró el baile. Pero finalmente este fue interrumpido por aquel viejo (Mikael) con humor agrio y humor de perros. Tras lanzarle una advertencia a Zéphyr, le dio un apretón en el hombro que le dolió como mil demonios. Aquello provocó que se despejara un poco del aterimiento de aquel estupefaciente. — Ojalá no volver a ver a alguien tan gruñón la verdad. No sabe encajar bien las bromas. Aburrido. — Musitó para si mismo mientras se masajeaba el hombro adolorido a la espera de que mejorara mínimamente.

Mientras perdía el tiempo por aquí y por allí, un último invitado, un poco tardón, hizo presencia en el bar. El vampiro no le dio mucha importancia, la verdad, por lo que siguió con sus cosas durante unos minutos hasta que los gritos alarmantes de la anfitriona (Katherine) les pedían que abandonaran el lugar de inmediato. Zéphyr  no se lo pensó dos veces. Desconocía quién era, pero fuera quién fuere estaba seguro que aquello no iba con él. Tal vez era el dueño del bar que venía a reclamarle el dinero de todas las bebidas que les había invitado y que aun la morosa no había pagado, o tal vez era un exnovio con el corazón roto. Pero solo de una cosa podía estar seguro: él no se quedaría allí para descubrirlo. Así que como la gran mayoría de los demás asistentes salió del local con la esperanza de poder llegar a su casa sin tener que pasar la noche durmiendo en un banco por haberse perdido.